Una entrevista con Eduardo Kac, creador del bioarte

Una entrevista con Eduardo Kac, creador del bioarte

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

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Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Archivo Gatopardo

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Una entrevista con Eduardo Kac, creador del bioarte

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Fotografía de
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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Una entrevista con Eduardo Kac, creador del bioarte

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Fotografía de
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.
05
.
20
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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba que fue modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. La controversial pieza es una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia.

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Eduardo Kac responde a la videollamada sonriente, sentado al frente de un librero repleto, casi desbordante, de libros y papeles. Saluda con un español acentuado por el portugués y, como todo el mundo en esta época, habla de su encierro. Actualmente vive en Chicago, Illinois, uno de los tres estados de Estados Unidos con mayor número de contagios. Se ha quedado en su casa desde que empezó la pandemia, pero contrario a lo que esperaba, ha estado ocupadísimo. Tiene una exposición montada –y sorprendentemente abierta– en Amsterdam, en la galería Glazen Huis. También es parte de la cuarta edición del festival El Aleph, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que se juntan la ciencia y el arte. “Hasta que llegó el virus me estaba yendo muy bien”, dice entre risas el artista brasileño. En su página se anuncian seis eventos pospuestos en lo que va del año. Este 2020 se cumplen 40 años de su carrera y algunas de sus obras ya forman parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y también de la Galería Tate, de Londres. La trayectoria que ha marcado Kac con su obra se ha dedicado a replantear la existencia humana –incluso su relevancia– y a presentar nuevas formas de entender el mundo, más allá de una visión binaria. “Siempre tuve muy claro que tendríamos que reemplazar esta visión binaria por un modelo de red”, dice Kac y explica que la pandemia del coronavirus es un gran ejemplo para analizar esto, pues la crisis no recae solo en la enfermedad: se mueven los sistemas de salud, la economía, la estructura social, etcétera. “Por eso muchas de mis obras son sobre nuevas condiciones del sujeto”. Eduardo Kac (Rio de Janeiro, Brasil, 1962) acuñó e ideó el bioarte –también conocido como arte transgénico, Bio-art o arte genético– en 1997, pero desde el 82, que comenzó a trabajar con los nuevos medios de comunicación, su obra tomó especial relevancia. El internet y las computadoras comenzaban a abrirse camino y Kac identificó de inmediato que no sólo iban a convertirse elementos de expresión, como la pintura o la danza, sino que iban a dar frente a un nuevo paradigma. “Un cambio de manera de pensar y de actuar”, explicó el artista durante la conferencia virtual que dio como parte del programa de El Aleph. Él entendió la red como un sistema que le iba dar a las interacciones sociales un nuevo significado. Kac ha dedicado su vida a analizar las diferentes formas de comunicación y ha encontrado una especial importancia en la comunicación interespecies, estudiando el impacto que tiene una forma de vida sobre la otra y los aspectos de estas relaciones que no son evidentes a simple vista.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac.

Não! (Blue) (1982), Eduardo Kac. Su pieza más famosa, “GFP Bunny”, es una coneja llamada Alba modificada genéticamente para que, bajo cierta luz, se vea verde fosforescente. La presentó en el año 2000, junto con el nuevo milenio. Esta pieza se volvió una expresión del futuro, de la ciencia, del impacto de los humanos en la naturaleza, y también de la irreverencia; provocó críticas y expresiones de todo tipo, y al poco tiempo, se volvió un ícono cultural. Ha aparecido en Los Simpsons, The Big Bang Theory y Sherlock, por mencionar unas pocas referencias. La imagen de Alba se ha retomado innumerables veces, en todas las coordenadas del planeta, y Eduardo Kac decidió seguir explorando el tema, al analizar todo lo que la coneja podía representar y la multiplicidad de lecturas que se le pueden dar a un ser vivo de estas características. Así es como creó Rabbit Remix, una serie de obras que han servido para explorar nuevos aspectos y elementos poéticos en torno a Alba. Entre ellos, están los “Lagoglyfs”, que son lenguajes en los que el universo semántico siempre es Alba, al transformarse infinidad de signos de colores negro, blanco y verde. Como parte de esta serie hizo esculturas, pinturas, intervenciones públicas, viniles, animaciones y hasta un mensaje para la constelación Lepus. En el 2009 comenzó a hacer unas variantes de estos glifos específicamente para ser leídos a través de las señales satelitales –Google Earth– llamados Lagoogleglyfs. Hay uno en el tejado del Oi Futuro Art Center, de Rio de Janeiro; otro en el del Museo Esbaluard de Mallorca; uno más en un área abierta del Finsbury Park, en Londres; y otro en el Centro Cultural Apollonia, en Estrasburgo, Francia. “La obra no es o el físico o el digital. La obra, su materialidad, su existencia, su ontología, es ser simultáneamente física y digital”, explica Kac. A través de estas piezas expone la complejidad de las relaciones, no sólo de lo digital con lo físico, sino de la política y la sociedad, pues las obras dependen de los permisos satelitales de muchos gobiernos. Además, a través de ellas, habla de la fragilidad del planeta en el que vivimos, pues muestra que, aunque nos parezca muy lejos, el fin de la atmósfera está a tan solo 100km de la superficie de la Tierra. “Pensé en esta obra para evidenciar la escala global y su relación con el cosmos”, dice el brasileño.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac.

The Eight Day (2001), Eduardo Kac. En mayo de este año iba a montar otro de sus Lagoogleglyfs en el techo de La Casa del Lago Juan José Arreola, en el marco del Aleph, pero el covid lo hizo imposible. “Quería hacer el primer Lagooglelyf en México, físico, era la idea, pero todo lo físico con el virus desapareció”, entonces se planteó la posibilidad de hacer el primero de esta serie completamente digital: “Lagooglelyf HS” (Haut Serie, fuera de serie). Una vez que hizo el diseño, lo incorporó al recorrido digital del museo. Esta versión le permitió una expresión particular, pues cuando hace las piezas de forma física tiene muchas limitaciones de espacio. “Como el tamaño (de las piezas) tiene que ver con la resolución del satélite, no es posible hacer formas muy complejas, porque serían enormes. Pero en este caso, el techo de la Casa tiene proporción, pero no tiene escala, así que pude hacer una forma mucho más compleja, algo que hasta hoy no me había sido posible”, declara el artista. La prolífica obra de Kac se ha expuesto en todos los continentes, e incluso, en el espacio sideral, cuando creó la pieza “Inner Telescope” junto con el astronauta Thomas Pesquet. Su trabajo se trata de intervenir límites de lo humano y lo visible, un rango en el que están, por ejemplo, los virus y los microbios, presentes en el mundo físico, aunque no podemos verlos. También reflexiona sobre la subjetividad, la evolución, la memoria y la condición de creación. Su trabajo se cruza con temas como el capitalismo, la economía, la política, la ciencia, el espacio, y los colores, entre muchos otros. En sus 40 años de carrera, Eduardo Kac no ha parado de expandir sus alcances.

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