Tiempo de lectura: 4 minutosFederico García Lorca nació en Fuente Vaqueros, un municipio andaluz. En la casa en la que creció con sus hermanos –Francisco, Concha e Isabel– y sus padres –Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero– hay ahora un museo. El 5 de junio de 1898, el día en que nació, nadie se imaginaba que se convertiría en uno de los escritores más importantes de la historia. Mucho menos se pensó que se crearía un instituto dedicado a la investigación de sus obras o que en el siglo XXI se retomarían sus textos para volverlos a poner en escena. Tampoco hubo quién imaginara que un artista pop como Miguel Bosé lo interpretaría en un cortometraje y que cientos de flamencos se compondrían en su honor.
El primer libro de García Lorca, Impresiones y Paisajes (1918), se publicó cuando el escritor tenía 20 años, después de que emprendiera una serie de viajes motivados por su profesor universitario, Martín Domínguez Barrueta. En esos viajes, Lorca recorrió Andalucía, Castilla y Galicia, descubrió paisajes y lugares inesperados, y afianzó amistad con Melchor Fernández, Almagro, Miguel Pizarro, Manuel Ángeles Ortiz, Ismael G. de la Serna y Ángel Barrios, personajes a los que también les esperaban grandes carreras.
Estudiaba entonces Filosofía y Letras en la Universidad de Granada y era aficionado al piano. Su madre, Vicenta Lorca, le había inculcado desde muy chico el gusto por la lectura y escritura, y para cuando llegó a la universidad, donde sus amigos lo reconocían más como músico que como escritor, Lorca ya escribía poemas y canciones.
Junto con sus compañeros de clase, Lorca instauró El Rinconcillo, una tertulia literaria que se celebraba en el café Alameda y que comenzó a tornear lo que se convertiría en la Generación del 27, que marcó un antes y un después en la cultura española.
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En la primavera de 1919 muchos de los integrantes de El Rinconcillo decidieron trasladarse a Madrid y continuar con sus estudios en la capital. A pesar de los reclamos de sus padres, Lorca les siguió y se instaló en la Residencia de Estudiantes, que en esa época era uno de los principales núcleos de modernización científica y educativa de Europa. Ahí cruzaron caminos Albert Einstein, John Maynard Keynes y Marie Curie; un hervidero de ciencia, cultura, política y arte que dejó una profunda huella en la educación intelectual de Lorca. Ahí también conoció a Luis Buñuel, Salvador Dalí, José Moreno Villa, Emilio Prados, Pedro Salinas, Pepín Bello y Juan Ramón Jiménez.
García Lorca disfrutaba de las tertulias, la discusión y el intercambio. En diferentes trabajos y etapas se notan las presencias de sus conocidos. Dalí, por ejemplo, le impulsaba a dibujar, Buñuel empapaba sus trabajos de simbolismos y Salinas le transmitía lo que entendía de Proust.
La Generación del 27, reconocida así por la reunión de poetas y escritores que se congregaron en 1927 para conmemorar la muerte de Luis de Góngora y un término que aún muchos desaprueban, se definió por artistas que lograron exponer la vida en formas antes no reconocidas. Fue un movimiento artístico en la antesala a la Guerra Civil española que habló sobre la muerte, el amor, la miseria y las injusticias sociales.
Cuando apenas se formaba este grupo, Lorca estaba por cumplir los 30 años y había alcanzado, según los historiadores, su madurez como escritor. También estaba entrando en una profunda crisis emocional por las críticas que había recibido a recientes trabajos publicados y por la ruptura con el escultor Emilio Aladrén, con quién se dice que tuvo una intensa relación.
En 1928, cuando Lorca publicó Romancero Gitano, Dalí y Luis Buñuel le dijeron que era un costumbrista y la prensa lo criticó profundamente. Ese libro fue uno de los primeros con los que alcanzó la fama y ahora, el conjunto de 18 romanceros, es ejemplo de la influencia que la cultura urbana tuvo en el escritor. El escritor andaluz tenía una facultad que los demás de su generación carecían: sabía usar la cultura popular como inspiración para crear obras de la más alta gama artística. Aunque le molestaba que le vincularan al folclor, pues eso se consideraba anticuado, Lorca entendía que en las calles era el lugar para la poesía.
“El café de Chinitas”
1
En el café de Chinitas
dijo Paquiro a su hermano:
«Soy más valiente que tú,
más torero y más gitano».
2
En el café de Chinitas
dijo Paquiro a Frascuelo:
«Soy más valiente que tú,
más gitano y más torero».
3
Sacó Paquiro el reló
y dijo de esta manera:
«Este toro ha de morir
antes de las cuatro y media».
4
Al dar las cuatro en la calle
se salieron del café
y era Paquiro en la calle
un torero de cartel.
El viaje fue una parte esencial de la obra de Lorca. Así como entendió la vida española, también retrató las calles de Nueva York, La Habana y Buenos Aires. Sus viajes le llevaron a producir grandes textos, libros y canciones. En la gran manzana –a la cual llegó a bordo del Olympic, el hermano sobreviviente del Titanic– encontró un mundo destrozado por el capitalismo y una sociedad mal hecha. La llamó la ciudad de alambre y muerte, pues le impresionó el trato que se le daba a los afroamericanos. Puso en duda del supuesto progreso –le parecía mejor reformular el pasado– y ganó inspiración para uno de sus libros más reconocidos: Poeta en Nueva York (1940).
En sus viajes por América escribió sobre la muerte, los olores, los sistemas torcidos, la belleza de las mujeres y el trabajo obrero. «Los pueblos son libros. Las ciudades periódicos mentirosos», dijo una vez el escritor.
Federico García Lorca sabía, como pocos en su época, entender lo popular. Neopopular, le llamaron. Para cuando regresó a España, ya era un escritor condecorado, famosísimo y perseguido por sus ideas, el franquismo ganaba fuerza y la Guerra Civil española se apoderaba de las calles.
Federico García Lorca murió fusilado el 18 de agosto de 1936. Lo acusaban de muchas cosas: “ser espía de los rusos, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual”. Antes de los disparos le preguntaron sobre sus preferencias políticas, él contestó: “soy a la vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico”.
Federico García Lorca fue uno de los más grandes y célebres poetas de la historia, y uno de los cientos de desaparecidos por el franquismo. Lo que no se sabía, es que su legado se mantendría vivo.