Bolero, mandadero, taxista, cartero, boxeador y torero, Mario Moreno, lo hizo todo. Sin embargo, el sexto de catorce hijos del matrimonio Moreno Reyes, pasaría a la historia no por sus múltiples trabajos, sino por las películas de Cantinflas, un carismático personaje que dominaría las carpas y salas de cine de la última mitad del siglo XX.
La personalidad cómica de Moreno, nacido el 12 de agosto de 1911 en la colonia Santa María la Ribera, pero criado en el barrio bravo de Tepito en el Centro de la ciudad, permitió su rápido ascenso en las carpas populares, creando un personaje que representaba al pueblo, apropiando sus mañas lingüísticas y adaptándolas a un lenguaje propio, trastrabillado. "Es el iletrado que toma control del lenguaje como puede", detalló en su momento Carlos Monsiváis. Cantinflas, como se le llamó a dicho personaje, se convertiría con el tiempo en una de las figuras más importantes de la comedia mexicana.
Con el tiempo, y tras un afortunado encuentro con el representante Jacques Gelman, Cantinflas llegaría al cine, quizá el espacio donde mejor pudo desarrollar sus sátiras sociales y políticas con cintas como El gendarme desconocido (1941), El mago (1949), Si yo fuera diputado... (1952) y Sube y baja (1958). Desafortunadamente, su cercanía con el poder y sus constantes grillas sindicales en la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) nublaron los últimos años de su carrera, donde la comodidad de los temas y su reciente paso por el cine hollywoodense mermaron su filmografía, aunque no necesariamente la aceptación del público.
"A diferencia de Tin Tan, que se le veía como un personaje vulgar por trompudo, por lépero o por sacar chicas con poca ropa, Cantinflas, a pesar de este delirio verbal que tenía, era como más propio", dice el crítico Rafael Aviña, en entrevista con Gatopardo, "Cantinflas, el de los primeros años, era un gran personaje, pero después de mediados de los años 50 cayó. Sus películas se volvieron muy moralinas, mediocres, malas o aburridas".
Considerado como "el Charles Chaplin mexicano", Mario Moreno falleció el 20 de abril de 1993, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. En su honor, recordamos las cinco mejores películas de Cantinflas en las que él y su álter ego peladito lucieron su habilidad en pantalla.
Ahí está el detalle (1940)
Después de dos breves apariciones en su currículum, No te engañes corazón (1936) y El signo de la muerte (1938), Mario Moreno debutaría a Cantinflas como el personaje principal de la película Ahí está el detalle (1940), dirigida por Juan Bustillo Oro y coprotagonizada por Joaquín Pardavé, Sara García, Sofía Álvarez y Manuel Noriega.
En el filme, el asesinato de un perro y la aparición de un gángster desencadena una serie de enredos entre múltiples personajes con el peladito Cantinflas en el centro de todo. La película causó sensación entre las audiencias y originó un culto al personaje de gorrito y paliacate en el cuello, especialmente por la destreza verbal con la que Moreno enfrentaba a su personaje en un juzgado, aplicando, lo que después se conocería como "el cantinfleo".
El bolero de Raquel (1956)
Con 15 películas previas en blanco y negro, Cantinflas aparecería por primera vez a todo color en la comedia El bolero de Raquel (1956), dirigida por Miguel M. Delgado y fotografíada por Gabriel Figueroa.
Tras la muerte de su mejor amigo, Cantinflas tiene que hacerse cargo del pequeño Chavita (interpretado por Paquito Fernández), hijo del recién difunto. Con la necesidad de tener dinero para mantener al niño y deseoso de progresar, Cantinflas explorará múltiples trabajos e incluso volverá a la escuela, donde conocerá a Raquel, una atractiva profesora del colegio del huérfano.
Recordada por muchos por aquella mítica escena en la que Moreno baila en un escenario rojo el bolero de Maurice Ravel, lo que origina el juego de palabras que dio título al filme, El bolero de Raquel se convirtió en un éxito de audiencias y figuró en los Premios Ariel a lo mejor del cine, conquistando el premio a Mejor Actuación Infantil.
La vuelta al mundo en ochenta días (1956)
En el mismo año de El bolero de Raquel, Mario Moreno abandonaría a Cantinflas en nuestro país y se enfundaría en las elegantes ropas de Paspartout, en la adaptación fílmica de la novela La vuelta al mundo en ochenta días (Around the World in 80 Days), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por David Niven.
En la película, ganadora de cinco premios Oscar -incluyendo Mejor Película-, Moreno interpretaba al mayordomo de Phileas Fogg, un caballero inglés, que ha apostado con sus compañeros de club que podría dar una vuelta al mundo en 80 días. El éxito de la cinta, que también contó con la participación de Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Shirley MacLaine, Buster Keaton y Cesar Romero, permitió que Moreno fuera contratado para hacer otra película en Hollywood: Pepe. Sin embargo, la barrera del lenguaje motivó al intérprete mexicano a regresar a nuestro país.
Por cierto, en 1956, Cantinflas se convirtió en el primer mexicano en ganar el Globo de Oro a Mejor Actor en una comedia.
Su excelencia (1967)
Entrando en terrenos políticos en plena Guerra Fría, Moreno presentó en 1967 su película Su excelencia, dirigida por Miguel M. Delgado y coprotagonizada por Sonia Infante, Guillermo Zetina, Tito Junco y Miguel Manzano.
Ubicando la acción en el ficticio país oriental de Pepeslavia, Moreno describía una sátira política con paralelismos entre los conflictos del bloque soviético y Europa, interpretando a un canciller que, tras una serie de golpes de Estado, termina como presidente de la pequeña República de Cocos, voto clave en una asamblea internacional cuyas decisiones encaminarán el futuro del mundo. Con la inexperiencia que lo precede, el canciller (conocido como coloquialmente como "Lopitos") construye un escenario divertido, pero fatal. La cinta, una de las primeras en las que Moreno se ubicaba dentro del poder y no fuera de él, en un ejercicio similar a lo que Chaplin consiguió en El gran dictador, destacó gracias a su habilidad para criticar un sistema que aparentemente entraba en el proceso de desaparecer.
El patrullero 777 (1978)
En su penúltima película antes del retiro, Mario Moreno volvería a uno de sus personajes más reconocidos: el del oficial 777, anteriormente visto en El gendarme desconocido y El bombero atómico. En la cinta, el actor interpretaba a Diógenes, un policía capitalino dispuesto a cumplir con todas las misiones... que no contemplen hacer su trabajo.
El filme, dirigido por Miguel M. Delgado y escrito por el propio Mario Moreno, ofrece una mirada conservadora a una serie de problemas que acontecían en la capital mexicana durante el control de Arturo "El negro" Durazo. Atacado por su simpleza y la tibieza de su crítica, Cantinflas ofrecería una comedia cruda que intentaba mejorar la percepción que la sociedad tenía de las fuerzas policiacas.
Conoce un poco más sobre algunas de las figuras más importantes del cine mexicano:
Las cinco mejores películas de Pedro Armendáriz
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A 107 años de su nacimiento, recordamos 5 películas de "Cantinflas" en sus mejores momentos.
Bolero, mandadero, taxista, cartero, boxeador y torero, Mario Moreno, lo hizo todo. Sin embargo, el sexto de catorce hijos del matrimonio Moreno Reyes, pasaría a la historia no por sus múltiples trabajos, sino por las películas de Cantinflas, un carismático personaje que dominaría las carpas y salas de cine de la última mitad del siglo XX.
La personalidad cómica de Moreno, nacido el 12 de agosto de 1911 en la colonia Santa María la Ribera, pero criado en el barrio bravo de Tepito en el Centro de la ciudad, permitió su rápido ascenso en las carpas populares, creando un personaje que representaba al pueblo, apropiando sus mañas lingüísticas y adaptándolas a un lenguaje propio, trastrabillado. "Es el iletrado que toma control del lenguaje como puede", detalló en su momento Carlos Monsiváis. Cantinflas, como se le llamó a dicho personaje, se convertiría con el tiempo en una de las figuras más importantes de la comedia mexicana.
Con el tiempo, y tras un afortunado encuentro con el representante Jacques Gelman, Cantinflas llegaría al cine, quizá el espacio donde mejor pudo desarrollar sus sátiras sociales y políticas con cintas como El gendarme desconocido (1941), El mago (1949), Si yo fuera diputado... (1952) y Sube y baja (1958). Desafortunadamente, su cercanía con el poder y sus constantes grillas sindicales en la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) nublaron los últimos años de su carrera, donde la comodidad de los temas y su reciente paso por el cine hollywoodense mermaron su filmografía, aunque no necesariamente la aceptación del público.
"A diferencia de Tin Tan, que se le veía como un personaje vulgar por trompudo, por lépero o por sacar chicas con poca ropa, Cantinflas, a pesar de este delirio verbal que tenía, era como más propio", dice el crítico Rafael Aviña, en entrevista con Gatopardo, "Cantinflas, el de los primeros años, era un gran personaje, pero después de mediados de los años 50 cayó. Sus películas se volvieron muy moralinas, mediocres, malas o aburridas".
Considerado como "el Charles Chaplin mexicano", Mario Moreno falleció el 20 de abril de 1993, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. En su honor, recordamos las cinco mejores películas de Cantinflas en las que él y su álter ego peladito lucieron su habilidad en pantalla.
Ahí está el detalle (1940)
Después de dos breves apariciones en su currículum, No te engañes corazón (1936) y El signo de la muerte (1938), Mario Moreno debutaría a Cantinflas como el personaje principal de la película Ahí está el detalle (1940), dirigida por Juan Bustillo Oro y coprotagonizada por Joaquín Pardavé, Sara García, Sofía Álvarez y Manuel Noriega.
En el filme, el asesinato de un perro y la aparición de un gángster desencadena una serie de enredos entre múltiples personajes con el peladito Cantinflas en el centro de todo. La película causó sensación entre las audiencias y originó un culto al personaje de gorrito y paliacate en el cuello, especialmente por la destreza verbal con la que Moreno enfrentaba a su personaje en un juzgado, aplicando, lo que después se conocería como "el cantinfleo".
El bolero de Raquel (1956)
Con 15 películas previas en blanco y negro, Cantinflas aparecería por primera vez a todo color en la comedia El bolero de Raquel (1956), dirigida por Miguel M. Delgado y fotografíada por Gabriel Figueroa.
Tras la muerte de su mejor amigo, Cantinflas tiene que hacerse cargo del pequeño Chavita (interpretado por Paquito Fernández), hijo del recién difunto. Con la necesidad de tener dinero para mantener al niño y deseoso de progresar, Cantinflas explorará múltiples trabajos e incluso volverá a la escuela, donde conocerá a Raquel, una atractiva profesora del colegio del huérfano.
Recordada por muchos por aquella mítica escena en la que Moreno baila en un escenario rojo el bolero de Maurice Ravel, lo que origina el juego de palabras que dio título al filme, El bolero de Raquel se convirtió en un éxito de audiencias y figuró en los Premios Ariel a lo mejor del cine, conquistando el premio a Mejor Actuación Infantil.
La vuelta al mundo en ochenta días (1956)
En el mismo año de El bolero de Raquel, Mario Moreno abandonaría a Cantinflas en nuestro país y se enfundaría en las elegantes ropas de Paspartout, en la adaptación fílmica de la novela La vuelta al mundo en ochenta días (Around the World in 80 Days), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por David Niven.
En la película, ganadora de cinco premios Oscar -incluyendo Mejor Película-, Moreno interpretaba al mayordomo de Phileas Fogg, un caballero inglés, que ha apostado con sus compañeros de club que podría dar una vuelta al mundo en 80 días. El éxito de la cinta, que también contó con la participación de Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Shirley MacLaine, Buster Keaton y Cesar Romero, permitió que Moreno fuera contratado para hacer otra película en Hollywood: Pepe. Sin embargo, la barrera del lenguaje motivó al intérprete mexicano a regresar a nuestro país.
Por cierto, en 1956, Cantinflas se convirtió en el primer mexicano en ganar el Globo de Oro a Mejor Actor en una comedia.
Su excelencia (1967)
Entrando en terrenos políticos en plena Guerra Fría, Moreno presentó en 1967 su película Su excelencia, dirigida por Miguel M. Delgado y coprotagonizada por Sonia Infante, Guillermo Zetina, Tito Junco y Miguel Manzano.
Ubicando la acción en el ficticio país oriental de Pepeslavia, Moreno describía una sátira política con paralelismos entre los conflictos del bloque soviético y Europa, interpretando a un canciller que, tras una serie de golpes de Estado, termina como presidente de la pequeña República de Cocos, voto clave en una asamblea internacional cuyas decisiones encaminarán el futuro del mundo. Con la inexperiencia que lo precede, el canciller (conocido como coloquialmente como "Lopitos") construye un escenario divertido, pero fatal. La cinta, una de las primeras en las que Moreno se ubicaba dentro del poder y no fuera de él, en un ejercicio similar a lo que Chaplin consiguió en El gran dictador, destacó gracias a su habilidad para criticar un sistema que aparentemente entraba en el proceso de desaparecer.
El patrullero 777 (1978)
En su penúltima película antes del retiro, Mario Moreno volvería a uno de sus personajes más reconocidos: el del oficial 777, anteriormente visto en El gendarme desconocido y El bombero atómico. En la cinta, el actor interpretaba a Diógenes, un policía capitalino dispuesto a cumplir con todas las misiones... que no contemplen hacer su trabajo.
El filme, dirigido por Miguel M. Delgado y escrito por el propio Mario Moreno, ofrece una mirada conservadora a una serie de problemas que acontecían en la capital mexicana durante el control de Arturo "El negro" Durazo. Atacado por su simpleza y la tibieza de su crítica, Cantinflas ofrecería una comedia cruda que intentaba mejorar la percepción que la sociedad tenía de las fuerzas policiacas.
Conoce un poco más sobre algunas de las figuras más importantes del cine mexicano:
Las cinco mejores películas de Pedro Armendáriz
A 107 años de su nacimiento, recordamos 5 películas de "Cantinflas" en sus mejores momentos.
Bolero, mandadero, taxista, cartero, boxeador y torero, Mario Moreno, lo hizo todo. Sin embargo, el sexto de catorce hijos del matrimonio Moreno Reyes, pasaría a la historia no por sus múltiples trabajos, sino por las películas de Cantinflas, un carismático personaje que dominaría las carpas y salas de cine de la última mitad del siglo XX.
La personalidad cómica de Moreno, nacido el 12 de agosto de 1911 en la colonia Santa María la Ribera, pero criado en el barrio bravo de Tepito en el Centro de la ciudad, permitió su rápido ascenso en las carpas populares, creando un personaje que representaba al pueblo, apropiando sus mañas lingüísticas y adaptándolas a un lenguaje propio, trastrabillado. "Es el iletrado que toma control del lenguaje como puede", detalló en su momento Carlos Monsiváis. Cantinflas, como se le llamó a dicho personaje, se convertiría con el tiempo en una de las figuras más importantes de la comedia mexicana.
Con el tiempo, y tras un afortunado encuentro con el representante Jacques Gelman, Cantinflas llegaría al cine, quizá el espacio donde mejor pudo desarrollar sus sátiras sociales y políticas con cintas como El gendarme desconocido (1941), El mago (1949), Si yo fuera diputado... (1952) y Sube y baja (1958). Desafortunadamente, su cercanía con el poder y sus constantes grillas sindicales en la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) nublaron los últimos años de su carrera, donde la comodidad de los temas y su reciente paso por el cine hollywoodense mermaron su filmografía, aunque no necesariamente la aceptación del público.
"A diferencia de Tin Tan, que se le veía como un personaje vulgar por trompudo, por lépero o por sacar chicas con poca ropa, Cantinflas, a pesar de este delirio verbal que tenía, era como más propio", dice el crítico Rafael Aviña, en entrevista con Gatopardo, "Cantinflas, el de los primeros años, era un gran personaje, pero después de mediados de los años 50 cayó. Sus películas se volvieron muy moralinas, mediocres, malas o aburridas".
Considerado como "el Charles Chaplin mexicano", Mario Moreno falleció el 20 de abril de 1993, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. En su honor, recordamos las cinco mejores películas de Cantinflas en las que él y su álter ego peladito lucieron su habilidad en pantalla.
Ahí está el detalle (1940)
Después de dos breves apariciones en su currículum, No te engañes corazón (1936) y El signo de la muerte (1938), Mario Moreno debutaría a Cantinflas como el personaje principal de la película Ahí está el detalle (1940), dirigida por Juan Bustillo Oro y coprotagonizada por Joaquín Pardavé, Sara García, Sofía Álvarez y Manuel Noriega.
En el filme, el asesinato de un perro y la aparición de un gángster desencadena una serie de enredos entre múltiples personajes con el peladito Cantinflas en el centro de todo. La película causó sensación entre las audiencias y originó un culto al personaje de gorrito y paliacate en el cuello, especialmente por la destreza verbal con la que Moreno enfrentaba a su personaje en un juzgado, aplicando, lo que después se conocería como "el cantinfleo".
El bolero de Raquel (1956)
Con 15 películas previas en blanco y negro, Cantinflas aparecería por primera vez a todo color en la comedia El bolero de Raquel (1956), dirigida por Miguel M. Delgado y fotografíada por Gabriel Figueroa.
Tras la muerte de su mejor amigo, Cantinflas tiene que hacerse cargo del pequeño Chavita (interpretado por Paquito Fernández), hijo del recién difunto. Con la necesidad de tener dinero para mantener al niño y deseoso de progresar, Cantinflas explorará múltiples trabajos e incluso volverá a la escuela, donde conocerá a Raquel, una atractiva profesora del colegio del huérfano.
Recordada por muchos por aquella mítica escena en la que Moreno baila en un escenario rojo el bolero de Maurice Ravel, lo que origina el juego de palabras que dio título al filme, El bolero de Raquel se convirtió en un éxito de audiencias y figuró en los Premios Ariel a lo mejor del cine, conquistando el premio a Mejor Actuación Infantil.
La vuelta al mundo en ochenta días (1956)
En el mismo año de El bolero de Raquel, Mario Moreno abandonaría a Cantinflas en nuestro país y se enfundaría en las elegantes ropas de Paspartout, en la adaptación fílmica de la novela La vuelta al mundo en ochenta días (Around the World in 80 Days), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por David Niven.
En la película, ganadora de cinco premios Oscar -incluyendo Mejor Película-, Moreno interpretaba al mayordomo de Phileas Fogg, un caballero inglés, que ha apostado con sus compañeros de club que podría dar una vuelta al mundo en 80 días. El éxito de la cinta, que también contó con la participación de Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Shirley MacLaine, Buster Keaton y Cesar Romero, permitió que Moreno fuera contratado para hacer otra película en Hollywood: Pepe. Sin embargo, la barrera del lenguaje motivó al intérprete mexicano a regresar a nuestro país.
Por cierto, en 1956, Cantinflas se convirtió en el primer mexicano en ganar el Globo de Oro a Mejor Actor en una comedia.
Su excelencia (1967)
Entrando en terrenos políticos en plena Guerra Fría, Moreno presentó en 1967 su película Su excelencia, dirigida por Miguel M. Delgado y coprotagonizada por Sonia Infante, Guillermo Zetina, Tito Junco y Miguel Manzano.
Ubicando la acción en el ficticio país oriental de Pepeslavia, Moreno describía una sátira política con paralelismos entre los conflictos del bloque soviético y Europa, interpretando a un canciller que, tras una serie de golpes de Estado, termina como presidente de la pequeña República de Cocos, voto clave en una asamblea internacional cuyas decisiones encaminarán el futuro del mundo. Con la inexperiencia que lo precede, el canciller (conocido como coloquialmente como "Lopitos") construye un escenario divertido, pero fatal. La cinta, una de las primeras en las que Moreno se ubicaba dentro del poder y no fuera de él, en un ejercicio similar a lo que Chaplin consiguió en El gran dictador, destacó gracias a su habilidad para criticar un sistema que aparentemente entraba en el proceso de desaparecer.
El patrullero 777 (1978)
En su penúltima película antes del retiro, Mario Moreno volvería a uno de sus personajes más reconocidos: el del oficial 777, anteriormente visto en El gendarme desconocido y El bombero atómico. En la cinta, el actor interpretaba a Diógenes, un policía capitalino dispuesto a cumplir con todas las misiones... que no contemplen hacer su trabajo.
El filme, dirigido por Miguel M. Delgado y escrito por el propio Mario Moreno, ofrece una mirada conservadora a una serie de problemas que acontecían en la capital mexicana durante el control de Arturo "El negro" Durazo. Atacado por su simpleza y la tibieza de su crítica, Cantinflas ofrecería una comedia cruda que intentaba mejorar la percepción que la sociedad tenía de las fuerzas policiacas.
Conoce un poco más sobre algunas de las figuras más importantes del cine mexicano:
Las cinco mejores películas de Pedro Armendáriz
A 107 años de su nacimiento, recordamos 5 películas de "Cantinflas" en sus mejores momentos.
Bolero, mandadero, taxista, cartero, boxeador y torero, Mario Moreno, lo hizo todo. Sin embargo, el sexto de catorce hijos del matrimonio Moreno Reyes, pasaría a la historia no por sus múltiples trabajos, sino por las películas de Cantinflas, un carismático personaje que dominaría las carpas y salas de cine de la última mitad del siglo XX.
La personalidad cómica de Moreno, nacido el 12 de agosto de 1911 en la colonia Santa María la Ribera, pero criado en el barrio bravo de Tepito en el Centro de la ciudad, permitió su rápido ascenso en las carpas populares, creando un personaje que representaba al pueblo, apropiando sus mañas lingüísticas y adaptándolas a un lenguaje propio, trastrabillado. "Es el iletrado que toma control del lenguaje como puede", detalló en su momento Carlos Monsiváis. Cantinflas, como se le llamó a dicho personaje, se convertiría con el tiempo en una de las figuras más importantes de la comedia mexicana.
Con el tiempo, y tras un afortunado encuentro con el representante Jacques Gelman, Cantinflas llegaría al cine, quizá el espacio donde mejor pudo desarrollar sus sátiras sociales y políticas con cintas como El gendarme desconocido (1941), El mago (1949), Si yo fuera diputado... (1952) y Sube y baja (1958). Desafortunadamente, su cercanía con el poder y sus constantes grillas sindicales en la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) nublaron los últimos años de su carrera, donde la comodidad de los temas y su reciente paso por el cine hollywoodense mermaron su filmografía, aunque no necesariamente la aceptación del público.
"A diferencia de Tin Tan, que se le veía como un personaje vulgar por trompudo, por lépero o por sacar chicas con poca ropa, Cantinflas, a pesar de este delirio verbal que tenía, era como más propio", dice el crítico Rafael Aviña, en entrevista con Gatopardo, "Cantinflas, el de los primeros años, era un gran personaje, pero después de mediados de los años 50 cayó. Sus películas se volvieron muy moralinas, mediocres, malas o aburridas".
Considerado como "el Charles Chaplin mexicano", Mario Moreno falleció el 20 de abril de 1993, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. En su honor, recordamos las cinco mejores películas de Cantinflas en las que él y su álter ego peladito lucieron su habilidad en pantalla.
Ahí está el detalle (1940)
Después de dos breves apariciones en su currículum, No te engañes corazón (1936) y El signo de la muerte (1938), Mario Moreno debutaría a Cantinflas como el personaje principal de la película Ahí está el detalle (1940), dirigida por Juan Bustillo Oro y coprotagonizada por Joaquín Pardavé, Sara García, Sofía Álvarez y Manuel Noriega.
En el filme, el asesinato de un perro y la aparición de un gángster desencadena una serie de enredos entre múltiples personajes con el peladito Cantinflas en el centro de todo. La película causó sensación entre las audiencias y originó un culto al personaje de gorrito y paliacate en el cuello, especialmente por la destreza verbal con la que Moreno enfrentaba a su personaje en un juzgado, aplicando, lo que después se conocería como "el cantinfleo".
El bolero de Raquel (1956)
Con 15 películas previas en blanco y negro, Cantinflas aparecería por primera vez a todo color en la comedia El bolero de Raquel (1956), dirigida por Miguel M. Delgado y fotografíada por Gabriel Figueroa.
Tras la muerte de su mejor amigo, Cantinflas tiene que hacerse cargo del pequeño Chavita (interpretado por Paquito Fernández), hijo del recién difunto. Con la necesidad de tener dinero para mantener al niño y deseoso de progresar, Cantinflas explorará múltiples trabajos e incluso volverá a la escuela, donde conocerá a Raquel, una atractiva profesora del colegio del huérfano.
Recordada por muchos por aquella mítica escena en la que Moreno baila en un escenario rojo el bolero de Maurice Ravel, lo que origina el juego de palabras que dio título al filme, El bolero de Raquel se convirtió en un éxito de audiencias y figuró en los Premios Ariel a lo mejor del cine, conquistando el premio a Mejor Actuación Infantil.
La vuelta al mundo en ochenta días (1956)
En el mismo año de El bolero de Raquel, Mario Moreno abandonaría a Cantinflas en nuestro país y se enfundaría en las elegantes ropas de Paspartout, en la adaptación fílmica de la novela La vuelta al mundo en ochenta días (Around the World in 80 Days), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por David Niven.
En la película, ganadora de cinco premios Oscar -incluyendo Mejor Película-, Moreno interpretaba al mayordomo de Phileas Fogg, un caballero inglés, que ha apostado con sus compañeros de club que podría dar una vuelta al mundo en 80 días. El éxito de la cinta, que también contó con la participación de Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Shirley MacLaine, Buster Keaton y Cesar Romero, permitió que Moreno fuera contratado para hacer otra película en Hollywood: Pepe. Sin embargo, la barrera del lenguaje motivó al intérprete mexicano a regresar a nuestro país.
Por cierto, en 1956, Cantinflas se convirtió en el primer mexicano en ganar el Globo de Oro a Mejor Actor en una comedia.
Su excelencia (1967)
Entrando en terrenos políticos en plena Guerra Fría, Moreno presentó en 1967 su película Su excelencia, dirigida por Miguel M. Delgado y coprotagonizada por Sonia Infante, Guillermo Zetina, Tito Junco y Miguel Manzano.
Ubicando la acción en el ficticio país oriental de Pepeslavia, Moreno describía una sátira política con paralelismos entre los conflictos del bloque soviético y Europa, interpretando a un canciller que, tras una serie de golpes de Estado, termina como presidente de la pequeña República de Cocos, voto clave en una asamblea internacional cuyas decisiones encaminarán el futuro del mundo. Con la inexperiencia que lo precede, el canciller (conocido como coloquialmente como "Lopitos") construye un escenario divertido, pero fatal. La cinta, una de las primeras en las que Moreno se ubicaba dentro del poder y no fuera de él, en un ejercicio similar a lo que Chaplin consiguió en El gran dictador, destacó gracias a su habilidad para criticar un sistema que aparentemente entraba en el proceso de desaparecer.
El patrullero 777 (1978)
En su penúltima película antes del retiro, Mario Moreno volvería a uno de sus personajes más reconocidos: el del oficial 777, anteriormente visto en El gendarme desconocido y El bombero atómico. En la cinta, el actor interpretaba a Diógenes, un policía capitalino dispuesto a cumplir con todas las misiones... que no contemplen hacer su trabajo.
El filme, dirigido por Miguel M. Delgado y escrito por el propio Mario Moreno, ofrece una mirada conservadora a una serie de problemas que acontecían en la capital mexicana durante el control de Arturo "El negro" Durazo. Atacado por su simpleza y la tibieza de su crítica, Cantinflas ofrecería una comedia cruda que intentaba mejorar la percepción que la sociedad tenía de las fuerzas policiacas.
Conoce un poco más sobre algunas de las figuras más importantes del cine mexicano:
Las cinco mejores películas de Pedro Armendáriz
A 107 años de su nacimiento, recordamos 5 películas de "Cantinflas" en sus mejores momentos.
Bolero, mandadero, taxista, cartero, boxeador y torero, Mario Moreno, lo hizo todo. Sin embargo, el sexto de catorce hijos del matrimonio Moreno Reyes, pasaría a la historia no por sus múltiples trabajos, sino por las películas de Cantinflas, un carismático personaje que dominaría las carpas y salas de cine de la última mitad del siglo XX.
La personalidad cómica de Moreno, nacido el 12 de agosto de 1911 en la colonia Santa María la Ribera, pero criado en el barrio bravo de Tepito en el Centro de la ciudad, permitió su rápido ascenso en las carpas populares, creando un personaje que representaba al pueblo, apropiando sus mañas lingüísticas y adaptándolas a un lenguaje propio, trastrabillado. "Es el iletrado que toma control del lenguaje como puede", detalló en su momento Carlos Monsiváis. Cantinflas, como se le llamó a dicho personaje, se convertiría con el tiempo en una de las figuras más importantes de la comedia mexicana.
Con el tiempo, y tras un afortunado encuentro con el representante Jacques Gelman, Cantinflas llegaría al cine, quizá el espacio donde mejor pudo desarrollar sus sátiras sociales y políticas con cintas como El gendarme desconocido (1941), El mago (1949), Si yo fuera diputado... (1952) y Sube y baja (1958). Desafortunadamente, su cercanía con el poder y sus constantes grillas sindicales en la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) nublaron los últimos años de su carrera, donde la comodidad de los temas y su reciente paso por el cine hollywoodense mermaron su filmografía, aunque no necesariamente la aceptación del público.
"A diferencia de Tin Tan, que se le veía como un personaje vulgar por trompudo, por lépero o por sacar chicas con poca ropa, Cantinflas, a pesar de este delirio verbal que tenía, era como más propio", dice el crítico Rafael Aviña, en entrevista con Gatopardo, "Cantinflas, el de los primeros años, era un gran personaje, pero después de mediados de los años 50 cayó. Sus películas se volvieron muy moralinas, mediocres, malas o aburridas".
Considerado como "el Charles Chaplin mexicano", Mario Moreno falleció el 20 de abril de 1993, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. En su honor, recordamos las cinco mejores películas de Cantinflas en las que él y su álter ego peladito lucieron su habilidad en pantalla.
Ahí está el detalle (1940)
Después de dos breves apariciones en su currículum, No te engañes corazón (1936) y El signo de la muerte (1938), Mario Moreno debutaría a Cantinflas como el personaje principal de la película Ahí está el detalle (1940), dirigida por Juan Bustillo Oro y coprotagonizada por Joaquín Pardavé, Sara García, Sofía Álvarez y Manuel Noriega.
En el filme, el asesinato de un perro y la aparición de un gángster desencadena una serie de enredos entre múltiples personajes con el peladito Cantinflas en el centro de todo. La película causó sensación entre las audiencias y originó un culto al personaje de gorrito y paliacate en el cuello, especialmente por la destreza verbal con la que Moreno enfrentaba a su personaje en un juzgado, aplicando, lo que después se conocería como "el cantinfleo".
El bolero de Raquel (1956)
Con 15 películas previas en blanco y negro, Cantinflas aparecería por primera vez a todo color en la comedia El bolero de Raquel (1956), dirigida por Miguel M. Delgado y fotografíada por Gabriel Figueroa.
Tras la muerte de su mejor amigo, Cantinflas tiene que hacerse cargo del pequeño Chavita (interpretado por Paquito Fernández), hijo del recién difunto. Con la necesidad de tener dinero para mantener al niño y deseoso de progresar, Cantinflas explorará múltiples trabajos e incluso volverá a la escuela, donde conocerá a Raquel, una atractiva profesora del colegio del huérfano.
Recordada por muchos por aquella mítica escena en la que Moreno baila en un escenario rojo el bolero de Maurice Ravel, lo que origina el juego de palabras que dio título al filme, El bolero de Raquel se convirtió en un éxito de audiencias y figuró en los Premios Ariel a lo mejor del cine, conquistando el premio a Mejor Actuación Infantil.
La vuelta al mundo en ochenta días (1956)
En el mismo año de El bolero de Raquel, Mario Moreno abandonaría a Cantinflas en nuestro país y se enfundaría en las elegantes ropas de Paspartout, en la adaptación fílmica de la novela La vuelta al mundo en ochenta días (Around the World in 80 Days), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por David Niven.
En la película, ganadora de cinco premios Oscar -incluyendo Mejor Película-, Moreno interpretaba al mayordomo de Phileas Fogg, un caballero inglés, que ha apostado con sus compañeros de club que podría dar una vuelta al mundo en 80 días. El éxito de la cinta, que también contó con la participación de Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Shirley MacLaine, Buster Keaton y Cesar Romero, permitió que Moreno fuera contratado para hacer otra película en Hollywood: Pepe. Sin embargo, la barrera del lenguaje motivó al intérprete mexicano a regresar a nuestro país.
Por cierto, en 1956, Cantinflas se convirtió en el primer mexicano en ganar el Globo de Oro a Mejor Actor en una comedia.
Su excelencia (1967)
Entrando en terrenos políticos en plena Guerra Fría, Moreno presentó en 1967 su película Su excelencia, dirigida por Miguel M. Delgado y coprotagonizada por Sonia Infante, Guillermo Zetina, Tito Junco y Miguel Manzano.
Ubicando la acción en el ficticio país oriental de Pepeslavia, Moreno describía una sátira política con paralelismos entre los conflictos del bloque soviético y Europa, interpretando a un canciller que, tras una serie de golpes de Estado, termina como presidente de la pequeña República de Cocos, voto clave en una asamblea internacional cuyas decisiones encaminarán el futuro del mundo. Con la inexperiencia que lo precede, el canciller (conocido como coloquialmente como "Lopitos") construye un escenario divertido, pero fatal. La cinta, una de las primeras en las que Moreno se ubicaba dentro del poder y no fuera de él, en un ejercicio similar a lo que Chaplin consiguió en El gran dictador, destacó gracias a su habilidad para criticar un sistema que aparentemente entraba en el proceso de desaparecer.
El patrullero 777 (1978)
En su penúltima película antes del retiro, Mario Moreno volvería a uno de sus personajes más reconocidos: el del oficial 777, anteriormente visto en El gendarme desconocido y El bombero atómico. En la cinta, el actor interpretaba a Diógenes, un policía capitalino dispuesto a cumplir con todas las misiones... que no contemplen hacer su trabajo.
El filme, dirigido por Miguel M. Delgado y escrito por el propio Mario Moreno, ofrece una mirada conservadora a una serie de problemas que acontecían en la capital mexicana durante el control de Arturo "El negro" Durazo. Atacado por su simpleza y la tibieza de su crítica, Cantinflas ofrecería una comedia cruda que intentaba mejorar la percepción que la sociedad tenía de las fuerzas policiacas.
Conoce un poco más sobre algunas de las figuras más importantes del cine mexicano:
Las cinco mejores películas de Pedro Armendáriz
Bolero, mandadero, taxista, cartero, boxeador y torero, Mario Moreno, lo hizo todo. Sin embargo, el sexto de catorce hijos del matrimonio Moreno Reyes, pasaría a la historia no por sus múltiples trabajos, sino por las películas de Cantinflas, un carismático personaje que dominaría las carpas y salas de cine de la última mitad del siglo XX.
La personalidad cómica de Moreno, nacido el 12 de agosto de 1911 en la colonia Santa María la Ribera, pero criado en el barrio bravo de Tepito en el Centro de la ciudad, permitió su rápido ascenso en las carpas populares, creando un personaje que representaba al pueblo, apropiando sus mañas lingüísticas y adaptándolas a un lenguaje propio, trastrabillado. "Es el iletrado que toma control del lenguaje como puede", detalló en su momento Carlos Monsiváis. Cantinflas, como se le llamó a dicho personaje, se convertiría con el tiempo en una de las figuras más importantes de la comedia mexicana.
Con el tiempo, y tras un afortunado encuentro con el representante Jacques Gelman, Cantinflas llegaría al cine, quizá el espacio donde mejor pudo desarrollar sus sátiras sociales y políticas con cintas como El gendarme desconocido (1941), El mago (1949), Si yo fuera diputado... (1952) y Sube y baja (1958). Desafortunadamente, su cercanía con el poder y sus constantes grillas sindicales en la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) nublaron los últimos años de su carrera, donde la comodidad de los temas y su reciente paso por el cine hollywoodense mermaron su filmografía, aunque no necesariamente la aceptación del público.
"A diferencia de Tin Tan, que se le veía como un personaje vulgar por trompudo, por lépero o por sacar chicas con poca ropa, Cantinflas, a pesar de este delirio verbal que tenía, era como más propio", dice el crítico Rafael Aviña, en entrevista con Gatopardo, "Cantinflas, el de los primeros años, era un gran personaje, pero después de mediados de los años 50 cayó. Sus películas se volvieron muy moralinas, mediocres, malas o aburridas".
Considerado como "el Charles Chaplin mexicano", Mario Moreno falleció el 20 de abril de 1993, después de una larga batalla contra el cáncer de pulmón. En su honor, recordamos las cinco mejores películas de Cantinflas en las que él y su álter ego peladito lucieron su habilidad en pantalla.
Ahí está el detalle (1940)
Después de dos breves apariciones en su currículum, No te engañes corazón (1936) y El signo de la muerte (1938), Mario Moreno debutaría a Cantinflas como el personaje principal de la película Ahí está el detalle (1940), dirigida por Juan Bustillo Oro y coprotagonizada por Joaquín Pardavé, Sara García, Sofía Álvarez y Manuel Noriega.
En el filme, el asesinato de un perro y la aparición de un gángster desencadena una serie de enredos entre múltiples personajes con el peladito Cantinflas en el centro de todo. La película causó sensación entre las audiencias y originó un culto al personaje de gorrito y paliacate en el cuello, especialmente por la destreza verbal con la que Moreno enfrentaba a su personaje en un juzgado, aplicando, lo que después se conocería como "el cantinfleo".
El bolero de Raquel (1956)
Con 15 películas previas en blanco y negro, Cantinflas aparecería por primera vez a todo color en la comedia El bolero de Raquel (1956), dirigida por Miguel M. Delgado y fotografíada por Gabriel Figueroa.
Tras la muerte de su mejor amigo, Cantinflas tiene que hacerse cargo del pequeño Chavita (interpretado por Paquito Fernández), hijo del recién difunto. Con la necesidad de tener dinero para mantener al niño y deseoso de progresar, Cantinflas explorará múltiples trabajos e incluso volverá a la escuela, donde conocerá a Raquel, una atractiva profesora del colegio del huérfano.
Recordada por muchos por aquella mítica escena en la que Moreno baila en un escenario rojo el bolero de Maurice Ravel, lo que origina el juego de palabras que dio título al filme, El bolero de Raquel se convirtió en un éxito de audiencias y figuró en los Premios Ariel a lo mejor del cine, conquistando el premio a Mejor Actuación Infantil.
La vuelta al mundo en ochenta días (1956)
En el mismo año de El bolero de Raquel, Mario Moreno abandonaría a Cantinflas en nuestro país y se enfundaría en las elegantes ropas de Paspartout, en la adaptación fílmica de la novela La vuelta al mundo en ochenta días (Around the World in 80 Days), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por David Niven.
En la película, ganadora de cinco premios Oscar -incluyendo Mejor Película-, Moreno interpretaba al mayordomo de Phileas Fogg, un caballero inglés, que ha apostado con sus compañeros de club que podría dar una vuelta al mundo en 80 días. El éxito de la cinta, que también contó con la participación de Marlene Dietrich, Frank Sinatra, Shirley MacLaine, Buster Keaton y Cesar Romero, permitió que Moreno fuera contratado para hacer otra película en Hollywood: Pepe. Sin embargo, la barrera del lenguaje motivó al intérprete mexicano a regresar a nuestro país.
Por cierto, en 1956, Cantinflas se convirtió en el primer mexicano en ganar el Globo de Oro a Mejor Actor en una comedia.
Su excelencia (1967)
Entrando en terrenos políticos en plena Guerra Fría, Moreno presentó en 1967 su película Su excelencia, dirigida por Miguel M. Delgado y coprotagonizada por Sonia Infante, Guillermo Zetina, Tito Junco y Miguel Manzano.
Ubicando la acción en el ficticio país oriental de Pepeslavia, Moreno describía una sátira política con paralelismos entre los conflictos del bloque soviético y Europa, interpretando a un canciller que, tras una serie de golpes de Estado, termina como presidente de la pequeña República de Cocos, voto clave en una asamblea internacional cuyas decisiones encaminarán el futuro del mundo. Con la inexperiencia que lo precede, el canciller (conocido como coloquialmente como "Lopitos") construye un escenario divertido, pero fatal. La cinta, una de las primeras en las que Moreno se ubicaba dentro del poder y no fuera de él, en un ejercicio similar a lo que Chaplin consiguió en El gran dictador, destacó gracias a su habilidad para criticar un sistema que aparentemente entraba en el proceso de desaparecer.
El patrullero 777 (1978)
En su penúltima película antes del retiro, Mario Moreno volvería a uno de sus personajes más reconocidos: el del oficial 777, anteriormente visto en El gendarme desconocido y El bombero atómico. En la cinta, el actor interpretaba a Diógenes, un policía capitalino dispuesto a cumplir con todas las misiones... que no contemplen hacer su trabajo.
El filme, dirigido por Miguel M. Delgado y escrito por el propio Mario Moreno, ofrece una mirada conservadora a una serie de problemas que acontecían en la capital mexicana durante el control de Arturo "El negro" Durazo. Atacado por su simpleza y la tibieza de su crítica, Cantinflas ofrecería una comedia cruda que intentaba mejorar la percepción que la sociedad tenía de las fuerzas policiacas.
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