El Río, la nueva obra de Enrique Singer • Gatopardo

El Río, la nueva obra de Enrique Singer

Un laberinto mental con tres extraordinarios actores inmersos en un juego de espejos.

Tiempo de lectura: 3 minutos

El montaje de la obra El Río es un laberinto mental. Es el logro de tres extraordinarios actores, el director, el escenógrafo y los músicos, de dejar al espectador como cuando sales de una clase de filosofía y no sabes si ya entiendes todo lo que pasa en el mundo o si más bien lo que pasa es que no entiendes nada.

Algo se te escapó, quizá. Las dos actrices se parecían mucho, a lo mejor fue eso. ¿La bruma de las luces? No sabes. Seguro que se te escapó algo, como al personaje principal se le escapó la pesca aquella primera vez.

El texto original es del dramaturgo inglés Jez Butterworth –que en el 2018 ganó un Premio Olivier por la obra The Ferryman– y la primera vez que lo leyó el director Enrique Singer tampoco lo entendió.

“¿Qué sentí la primera vez que leí el texto? Esa es una pregunta tremenda”, dice Singer entre carcajadas. “No entendí nada, hasta me chocó un poco. Dije: o es muy buen autor o es un charlatán”.

Obra de teatro El Río, Enrique Singer

Sergio Bonilla y Ana Isabel Esqueira en El Río obra de teatro dirigida por Enrique Singer / Cortesía @CulturaUNAM

La leyó tres veces antes de empezarla a trabajar con los actores, que en ese entonces eran Sergio Bonilla, Inés de Tavira y Marina de Tavira. Ahora, en su segunda temporada, la representación que hacía la nominada al Oscar corre a cargo Ana Isabel Esqueira.

Esqueira estuvo en la Escuela Nacional de Teatro de Bellas Artes y al egresar entró a la Compañía Nacional, donde en 2011 trabajó por primera vez con Singer. “Me encuentro con él prácticamente diez años después y nos seguimos entendiendo muy bien, sólo que ahora desde una perspectiva más madura, y nuestra comunicación se volvió muy eficiente”, dijo la actriz.

Eso permitió darle a esta segunda temporada una nueva identidad. Esqueira trabajó con ayuda de Marina de Tavira, quien le dio algunas herramientas para acercarse al papel. “Marina es una actriz que yo he admirado desde que estaba estudiando y eso me obligaba a ser muy responsable porque no podía sentirse un vacío”, explica la actriz y después añade que aunque la ayudó durante el proceso de preparación del personaje, ella tuvo que darle su propio giro: “Sería un ejercicio muy inútil de mi parte querer imitarla, porque somos dos personas diferentes y para actuar te vales de quien eres, tu instrumento eres tú”.


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Amor a la catástrofe


El espectador, sentado desde su butaca, presencia dos relaciones amorosas. Se intercalan los tiempos y a veces las historias son tan parecidas que parecen las mismas. El escenario, diseñado por Alejandro Luna, evoca una cabaña, aunque de forma onírica, incompleta, que deja que los recuerdos propios rellenen los espacios.

“Todo empezó porque al personaje, cuando era niño, se le escapó de las manos la primer trucha que pescó”, explica el director a Gatopardo. “A partir de ahí todas sus relaciones, como esa primera trucha, se le escapan de las manos”.

El Río es un juego de espejos entre los personajes y la relación que tienen entre ellos. A veces no es claro si se están viendo a ellos mismos, o si son un mismo personaje representado a tres voces.

Obra de teatro El Río, Alejandro Luna

Sergio Bonilla y Ana Isabel Esqueira en el escenario, diseñado por Alejandro Luna, de El Río. / Cortesía @CulturaUNAM

Enrique Singer interpreta que lo que el dramaturgo describe en la obra es un “juego de espejos cóncavos”, que te permiten ver un pedazo de la realidad, pero distorsionada. Es evidente que trata de relaciones amorosas, pero hay otras tesis menos evidentes sobre la importancia del primer amor, sobre los traumas de la infancia, sobre las mentiras que todo mundo se dice cuando está en una relación; en suma, las realidades distorsionadas.

La descripción de la obra es la siguiente: El hombre invitó a La mujer, su nueva novia, a la cabaña en la que siempre se queda en esa época del año, cuando el río que está cerca, en una noche sin luna, se llena de truchas. En la segunda escena, El hombre le habla a la policía porque no encuentra a La mujer, que se perdió en la oscuridad del agua.

Pero todo eso es tan ambiguo como las posibilidades de análisis, la cantidad de signos que por descifrar y la confusión de creer haberlo entendido todo y nada al mismo tiempo.

La obra es una invitación a ver a través de los espejos, pero también a dejar de usarlos.

El Río
Del 1 de febrero al 3 de marzo
Teatro Santa Catarina
Jueves, Viernes, Sábado y Domingo.

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