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Los vínculos sonoros de Vivian Caccuri

Los vínculos sonoros de Vivian Caccuri

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Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
18
.
10
.
16
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Tiempo de Lectura: 00 min

Hasta finales de año en la Bienal de São Paulo, Vivian Caccuri cuestiona las migraciones y las fronteras entre una cultura y otra, a través de una instalación sonora.

En el Brasil imperial de 1832, un grupo de entre 5 mil y 8 mil esclavos practicaba en secreto el islam. A pesar de ser brasileños de nacimiento, tras ser descubiertos, la monarquía católica los envío “de regreso” a África, un territorio que les era completamente desconocido y no les ofrecía ninguna garantía de supervivencia. El exilio fue brutal para sus protagonistas y aunque parte del grupo se dispersó, la mayoría se estableció en Acra, capital de Ghana. Ahí el grupo étnico Ga decidió aceptarlos y les cedió algunas tierras. El intercambio resultó fructífero, pues los brasileños tenían conocimiento y tecnología que no existía en África: sabían, entre otras cosas, construir viviendas de dos pisos y manipular el hierro y el oro. Con el tiempo, los antiguos esclavos se adaptaron por completo a la tierra de sus ancestros y la comunidad Tabom existe hasta hoy en día.La artista sonora Vivian Caccuri es originaria de São Paulo, pero vive y trabaja en Río de Janeiro. Su trabajo crea y analiza las relaciones entre los fenómenos sonoros y la arquitectura, los espacios públicos, la identidad y la imaginación. En la universidad de Princeton, escribió su primer libro Música es lo que hago, y su trabajo se ha transmitido en estaciones de radio de Londres, Viena y Río de Janeiro. Este año participa en la edición número 32 de la Bienal de São Paulo, con una pieza que explora las implicaciones sonoras de esa migración forzada entre Brasil y Ghana. Su proyecto, titulado Tabombass, lleva a preguntarse a dónde pertenecen los sonidos, y si es que tienen realmente lugares de origen o cruzan fronteras con facilidad. ¿Hasta qué punto puede la gente llevar sonidos consigo cuando migra de una cultura a otra? y ¿cómo es que se mezclan los sonidos de dos culturas distantes?

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Desde su estudio en la imponente fábrica Bhering, en el barrio de Santo Cristo en Río de Janeiro, rodeada de libros, bocinas y bocetos, Caccuri habló para Gatopardo de su proyecto para la bienal, por el que viajó a Ghana persiguiendo esta historia. “Todos los sonidos, entre ellos los sonidos diaspóricos, tienen una cosa en común: el bajo”, dice la artista. “Es el único elemento de la música que está ligado tanto al ritmo, como a la armonía, y todo puede cambiar, pero el bajo permanece”, afirma.Partiendo de esa idea, construyó un altar al bajo, con un sistema subwoofer alimentado con el trabajo de diez artistas ghaneses: Kuvie, Wanlov, Steloo, Yaw P, Keyzuz, Mutombo da Poet, Ghalileo, Mensahighlife, Keyzuz y Panji Anoff. “Parte de mi investigación en Ghana fue averiguar cómo construyen bocinas, y descubrí que lo hacen al estilo jamaiquino. Tienen una influencia rastafari muy fuerte, y quise construirlas con los mismos materiales y técnicas”, explicó. Cada pista suena dos veces por hora, pero los momentos de silencio lo son sólo en apariencia, pues una pieza de sub-bajos (tonos de frecuencia inferior a 60Hz) compuesta por Caccuri, corre permanentemente. Sus sonidos pueden sentirse, a pesar de ser prácticamente imperceptibles para el oído humano. Frente a las enormes bocinas negras hechas a mano y de madera, un par de velas encendidas vibran para atestiguarlo.Una vez al mes, las líneas de bajo ghanés son intervenidas en vivo y en plena Bienal de São Paulo, por músicos brasileños con ritmos locales como el baile funk y aché, con una transmisión en vivo en Acra. Ghana y Brasil hacen de esta forma una reflexión sonora sobre esta relación histórica y cultural, y cada performance los músicos se enfrentan a la posibilidad de crear un nuevo género. Rodear la instalación trae entre ritmos y vibraciones la confirmación de que el sonido, a pesar de largos viajes y siglos de sincretización, tiene el poder de recordarle a cualquiera su origen, y de establecer también vínculos nuevos e imborrables entre personas que no se han visto jamás.Bienal de São PauloSeptiembre 10 a 12 de diciembre de 2016http://www.bienal.org.br/http://www.tabombass.com/

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Hasta finales de año en la Bienal de São Paulo, Vivian Caccuri cuestiona las migraciones y las fronteras entre una cultura y otra, a través de una instalación sonora.

En el Brasil imperial de 1832, un grupo de entre 5 mil y 8 mil esclavos practicaba en secreto el islam. A pesar de ser brasileños de nacimiento, tras ser descubiertos, la monarquía católica los envío “de regreso” a África, un territorio que les era completamente desconocido y no les ofrecía ninguna garantía de supervivencia. El exilio fue brutal para sus protagonistas y aunque parte del grupo se dispersó, la mayoría se estableció en Acra, capital de Ghana. Ahí el grupo étnico Ga decidió aceptarlos y les cedió algunas tierras. El intercambio resultó fructífero, pues los brasileños tenían conocimiento y tecnología que no existía en África: sabían, entre otras cosas, construir viviendas de dos pisos y manipular el hierro y el oro. Con el tiempo, los antiguos esclavos se adaptaron por completo a la tierra de sus ancestros y la comunidad Tabom existe hasta hoy en día.La artista sonora Vivian Caccuri es originaria de São Paulo, pero vive y trabaja en Río de Janeiro. Su trabajo crea y analiza las relaciones entre los fenómenos sonoros y la arquitectura, los espacios públicos, la identidad y la imaginación. En la universidad de Princeton, escribió su primer libro Música es lo que hago, y su trabajo se ha transmitido en estaciones de radio de Londres, Viena y Río de Janeiro. Este año participa en la edición número 32 de la Bienal de São Paulo, con una pieza que explora las implicaciones sonoras de esa migración forzada entre Brasil y Ghana. Su proyecto, titulado Tabombass, lleva a preguntarse a dónde pertenecen los sonidos, y si es que tienen realmente lugares de origen o cruzan fronteras con facilidad. ¿Hasta qué punto puede la gente llevar sonidos consigo cuando migra de una cultura a otra? y ¿cómo es que se mezclan los sonidos de dos culturas distantes?

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Desde su estudio en la imponente fábrica Bhering, en el barrio de Santo Cristo en Río de Janeiro, rodeada de libros, bocinas y bocetos, Caccuri habló para Gatopardo de su proyecto para la bienal, por el que viajó a Ghana persiguiendo esta historia. “Todos los sonidos, entre ellos los sonidos diaspóricos, tienen una cosa en común: el bajo”, dice la artista. “Es el único elemento de la música que está ligado tanto al ritmo, como a la armonía, y todo puede cambiar, pero el bajo permanece”, afirma.Partiendo de esa idea, construyó un altar al bajo, con un sistema subwoofer alimentado con el trabajo de diez artistas ghaneses: Kuvie, Wanlov, Steloo, Yaw P, Keyzuz, Mutombo da Poet, Ghalileo, Mensahighlife, Keyzuz y Panji Anoff. “Parte de mi investigación en Ghana fue averiguar cómo construyen bocinas, y descubrí que lo hacen al estilo jamaiquino. Tienen una influencia rastafari muy fuerte, y quise construirlas con los mismos materiales y técnicas”, explicó. Cada pista suena dos veces por hora, pero los momentos de silencio lo son sólo en apariencia, pues una pieza de sub-bajos (tonos de frecuencia inferior a 60Hz) compuesta por Caccuri, corre permanentemente. Sus sonidos pueden sentirse, a pesar de ser prácticamente imperceptibles para el oído humano. Frente a las enormes bocinas negras hechas a mano y de madera, un par de velas encendidas vibran para atestiguarlo.Una vez al mes, las líneas de bajo ghanés son intervenidas en vivo y en plena Bienal de São Paulo, por músicos brasileños con ritmos locales como el baile funk y aché, con una transmisión en vivo en Acra. Ghana y Brasil hacen de esta forma una reflexión sonora sobre esta relación histórica y cultural, y cada performance los músicos se enfrentan a la posibilidad de crear un nuevo género. Rodear la instalación trae entre ritmos y vibraciones la confirmación de que el sonido, a pesar de largos viajes y siglos de sincretización, tiene el poder de recordarle a cualquiera su origen, y de establecer también vínculos nuevos e imborrables entre personas que no se han visto jamás.Bienal de São PauloSeptiembre 10 a 12 de diciembre de 2016http://www.bienal.org.br/http://www.tabombass.com/

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Hasta finales de año en la Bienal de São Paulo, Vivian Caccuri cuestiona las migraciones y las fronteras entre una cultura y otra, a través de una instalación sonora.

En el Brasil imperial de 1832, un grupo de entre 5 mil y 8 mil esclavos practicaba en secreto el islam. A pesar de ser brasileños de nacimiento, tras ser descubiertos, la monarquía católica los envío “de regreso” a África, un territorio que les era completamente desconocido y no les ofrecía ninguna garantía de supervivencia. El exilio fue brutal para sus protagonistas y aunque parte del grupo se dispersó, la mayoría se estableció en Acra, capital de Ghana. Ahí el grupo étnico Ga decidió aceptarlos y les cedió algunas tierras. El intercambio resultó fructífero, pues los brasileños tenían conocimiento y tecnología que no existía en África: sabían, entre otras cosas, construir viviendas de dos pisos y manipular el hierro y el oro. Con el tiempo, los antiguos esclavos se adaptaron por completo a la tierra de sus ancestros y la comunidad Tabom existe hasta hoy en día.La artista sonora Vivian Caccuri es originaria de São Paulo, pero vive y trabaja en Río de Janeiro. Su trabajo crea y analiza las relaciones entre los fenómenos sonoros y la arquitectura, los espacios públicos, la identidad y la imaginación. En la universidad de Princeton, escribió su primer libro Música es lo que hago, y su trabajo se ha transmitido en estaciones de radio de Londres, Viena y Río de Janeiro. Este año participa en la edición número 32 de la Bienal de São Paulo, con una pieza que explora las implicaciones sonoras de esa migración forzada entre Brasil y Ghana. Su proyecto, titulado Tabombass, lleva a preguntarse a dónde pertenecen los sonidos, y si es que tienen realmente lugares de origen o cruzan fronteras con facilidad. ¿Hasta qué punto puede la gente llevar sonidos consigo cuando migra de una cultura a otra? y ¿cómo es que se mezclan los sonidos de dos culturas distantes?

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Desde su estudio en la imponente fábrica Bhering, en el barrio de Santo Cristo en Río de Janeiro, rodeada de libros, bocinas y bocetos, Caccuri habló para Gatopardo de su proyecto para la bienal, por el que viajó a Ghana persiguiendo esta historia. “Todos los sonidos, entre ellos los sonidos diaspóricos, tienen una cosa en común: el bajo”, dice la artista. “Es el único elemento de la música que está ligado tanto al ritmo, como a la armonía, y todo puede cambiar, pero el bajo permanece”, afirma.Partiendo de esa idea, construyó un altar al bajo, con un sistema subwoofer alimentado con el trabajo de diez artistas ghaneses: Kuvie, Wanlov, Steloo, Yaw P, Keyzuz, Mutombo da Poet, Ghalileo, Mensahighlife, Keyzuz y Panji Anoff. “Parte de mi investigación en Ghana fue averiguar cómo construyen bocinas, y descubrí que lo hacen al estilo jamaiquino. Tienen una influencia rastafari muy fuerte, y quise construirlas con los mismos materiales y técnicas”, explicó. Cada pista suena dos veces por hora, pero los momentos de silencio lo son sólo en apariencia, pues una pieza de sub-bajos (tonos de frecuencia inferior a 60Hz) compuesta por Caccuri, corre permanentemente. Sus sonidos pueden sentirse, a pesar de ser prácticamente imperceptibles para el oído humano. Frente a las enormes bocinas negras hechas a mano y de madera, un par de velas encendidas vibran para atestiguarlo.Una vez al mes, las líneas de bajo ghanés son intervenidas en vivo y en plena Bienal de São Paulo, por músicos brasileños con ritmos locales como el baile funk y aché, con una transmisión en vivo en Acra. Ghana y Brasil hacen de esta forma una reflexión sonora sobre esta relación histórica y cultural, y cada performance los músicos se enfrentan a la posibilidad de crear un nuevo género. Rodear la instalación trae entre ritmos y vibraciones la confirmación de que el sonido, a pesar de largos viajes y siglos de sincretización, tiene el poder de recordarle a cualquiera su origen, y de establecer también vínculos nuevos e imborrables entre personas que no se han visto jamás.Bienal de São PauloSeptiembre 10 a 12 de diciembre de 2016http://www.bienal.org.br/http://www.tabombass.com/

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Hasta finales de año en la Bienal de São Paulo, Vivian Caccuri cuestiona las migraciones y las fronteras entre una cultura y otra, a través de una instalación sonora.

En el Brasil imperial de 1832, un grupo de entre 5 mil y 8 mil esclavos practicaba en secreto el islam. A pesar de ser brasileños de nacimiento, tras ser descubiertos, la monarquía católica los envío “de regreso” a África, un territorio que les era completamente desconocido y no les ofrecía ninguna garantía de supervivencia. El exilio fue brutal para sus protagonistas y aunque parte del grupo se dispersó, la mayoría se estableció en Acra, capital de Ghana. Ahí el grupo étnico Ga decidió aceptarlos y les cedió algunas tierras. El intercambio resultó fructífero, pues los brasileños tenían conocimiento y tecnología que no existía en África: sabían, entre otras cosas, construir viviendas de dos pisos y manipular el hierro y el oro. Con el tiempo, los antiguos esclavos se adaptaron por completo a la tierra de sus ancestros y la comunidad Tabom existe hasta hoy en día.La artista sonora Vivian Caccuri es originaria de São Paulo, pero vive y trabaja en Río de Janeiro. Su trabajo crea y analiza las relaciones entre los fenómenos sonoros y la arquitectura, los espacios públicos, la identidad y la imaginación. En la universidad de Princeton, escribió su primer libro Música es lo que hago, y su trabajo se ha transmitido en estaciones de radio de Londres, Viena y Río de Janeiro. Este año participa en la edición número 32 de la Bienal de São Paulo, con una pieza que explora las implicaciones sonoras de esa migración forzada entre Brasil y Ghana. Su proyecto, titulado Tabombass, lleva a preguntarse a dónde pertenecen los sonidos, y si es que tienen realmente lugares de origen o cruzan fronteras con facilidad. ¿Hasta qué punto puede la gente llevar sonidos consigo cuando migra de una cultura a otra? y ¿cómo es que se mezclan los sonidos de dos culturas distantes?

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Desde su estudio en la imponente fábrica Bhering, en el barrio de Santo Cristo en Río de Janeiro, rodeada de libros, bocinas y bocetos, Caccuri habló para Gatopardo de su proyecto para la bienal, por el que viajó a Ghana persiguiendo esta historia. “Todos los sonidos, entre ellos los sonidos diaspóricos, tienen una cosa en común: el bajo”, dice la artista. “Es el único elemento de la música que está ligado tanto al ritmo, como a la armonía, y todo puede cambiar, pero el bajo permanece”, afirma.Partiendo de esa idea, construyó un altar al bajo, con un sistema subwoofer alimentado con el trabajo de diez artistas ghaneses: Kuvie, Wanlov, Steloo, Yaw P, Keyzuz, Mutombo da Poet, Ghalileo, Mensahighlife, Keyzuz y Panji Anoff. “Parte de mi investigación en Ghana fue averiguar cómo construyen bocinas, y descubrí que lo hacen al estilo jamaiquino. Tienen una influencia rastafari muy fuerte, y quise construirlas con los mismos materiales y técnicas”, explicó. Cada pista suena dos veces por hora, pero los momentos de silencio lo son sólo en apariencia, pues una pieza de sub-bajos (tonos de frecuencia inferior a 60Hz) compuesta por Caccuri, corre permanentemente. Sus sonidos pueden sentirse, a pesar de ser prácticamente imperceptibles para el oído humano. Frente a las enormes bocinas negras hechas a mano y de madera, un par de velas encendidas vibran para atestiguarlo.Una vez al mes, las líneas de bajo ghanés son intervenidas en vivo y en plena Bienal de São Paulo, por músicos brasileños con ritmos locales como el baile funk y aché, con una transmisión en vivo en Acra. Ghana y Brasil hacen de esta forma una reflexión sonora sobre esta relación histórica y cultural, y cada performance los músicos se enfrentan a la posibilidad de crear un nuevo género. Rodear la instalación trae entre ritmos y vibraciones la confirmación de que el sonido, a pesar de largos viajes y siglos de sincretización, tiene el poder de recordarle a cualquiera su origen, y de establecer también vínculos nuevos e imborrables entre personas que no se han visto jamás.Bienal de São PauloSeptiembre 10 a 12 de diciembre de 2016http://www.bienal.org.br/http://www.tabombass.com/

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En el Brasil imperial de 1832, un grupo de entre 5 mil y 8 mil esclavos practicaba en secreto el islam. A pesar de ser brasileños de nacimiento, tras ser descubiertos, la monarquía católica los envío “de regreso” a África, un territorio que les era completamente desconocido y no les ofrecía ninguna garantía de supervivencia. El exilio fue brutal para sus protagonistas y aunque parte del grupo se dispersó, la mayoría se estableció en Acra, capital de Ghana. Ahí el grupo étnico Ga decidió aceptarlos y les cedió algunas tierras. El intercambio resultó fructífero, pues los brasileños tenían conocimiento y tecnología que no existía en África: sabían, entre otras cosas, construir viviendas de dos pisos y manipular el hierro y el oro. Con el tiempo, los antiguos esclavos se adaptaron por completo a la tierra de sus ancestros y la comunidad Tabom existe hasta hoy en día.La artista sonora Vivian Caccuri es originaria de São Paulo, pero vive y trabaja en Río de Janeiro. Su trabajo crea y analiza las relaciones entre los fenómenos sonoros y la arquitectura, los espacios públicos, la identidad y la imaginación. En la universidad de Princeton, escribió su primer libro Música es lo que hago, y su trabajo se ha transmitido en estaciones de radio de Londres, Viena y Río de Janeiro. Este año participa en la edición número 32 de la Bienal de São Paulo, con una pieza que explora las implicaciones sonoras de esa migración forzada entre Brasil y Ghana. Su proyecto, titulado Tabombass, lleva a preguntarse a dónde pertenecen los sonidos, y si es que tienen realmente lugares de origen o cruzan fronteras con facilidad. ¿Hasta qué punto puede la gente llevar sonidos consigo cuando migra de una cultura a otra? y ¿cómo es que se mezclan los sonidos de dos culturas distantes?

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Desde su estudio en la imponente fábrica Bhering, en el barrio de Santo Cristo en Río de Janeiro, rodeada de libros, bocinas y bocetos, Caccuri habló para Gatopardo de su proyecto para la bienal, por el que viajó a Ghana persiguiendo esta historia. “Todos los sonidos, entre ellos los sonidos diaspóricos, tienen una cosa en común: el bajo”, dice la artista. “Es el único elemento de la música que está ligado tanto al ritmo, como a la armonía, y todo puede cambiar, pero el bajo permanece”, afirma.Partiendo de esa idea, construyó un altar al bajo, con un sistema subwoofer alimentado con el trabajo de diez artistas ghaneses: Kuvie, Wanlov, Steloo, Yaw P, Keyzuz, Mutombo da Poet, Ghalileo, Mensahighlife, Keyzuz y Panji Anoff. “Parte de mi investigación en Ghana fue averiguar cómo construyen bocinas, y descubrí que lo hacen al estilo jamaiquino. Tienen una influencia rastafari muy fuerte, y quise construirlas con los mismos materiales y técnicas”, explicó. Cada pista suena dos veces por hora, pero los momentos de silencio lo son sólo en apariencia, pues una pieza de sub-bajos (tonos de frecuencia inferior a 60Hz) compuesta por Caccuri, corre permanentemente. Sus sonidos pueden sentirse, a pesar de ser prácticamente imperceptibles para el oído humano. Frente a las enormes bocinas negras hechas a mano y de madera, un par de velas encendidas vibran para atestiguarlo.Una vez al mes, las líneas de bajo ghanés son intervenidas en vivo y en plena Bienal de São Paulo, por músicos brasileños con ritmos locales como el baile funk y aché, con una transmisión en vivo en Acra. Ghana y Brasil hacen de esta forma una reflexión sonora sobre esta relación histórica y cultural, y cada performance los músicos se enfrentan a la posibilidad de crear un nuevo género. Rodear la instalación trae entre ritmos y vibraciones la confirmación de que el sonido, a pesar de largos viajes y siglos de sincretización, tiene el poder de recordarle a cualquiera su origen, y de establecer también vínculos nuevos e imborrables entre personas que no se han visto jamás.Bienal de São PauloSeptiembre 10 a 12 de diciembre de 2016http://www.bienal.org.br/http://www.tabombass.com/

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