Glenfiddich Grand Cru: la maduración al límite
Pasan pocos minutos después del mediodía –en un día fresco y luminoso en la Ciudad de México– y el picnic está servido. Participamos en una experiencia degustativa vía remota, la presentación del Glenfiddich Grand Cru, la invención más atrevida e intensa hasta ahora de la marca escocesa.
Una tarta salada de foie gras au torchon compite por la atención del paladar con su contraparte, una tarta azucarada: curada en naranja y mandarina confitada, compuesta por láminas de guayaba, hojas de frutas y un detalle de xoconostle que agrega el toque único de México. A un lado, 23 años de maduración caben en una copa de whisky para maridar el menú del chef Fernando Martínez Zavala, fundador de Migrante, un restaurante de cocina internacional ubicado en la colonia Roma.
Éste es un whisky que resulta de la ambición por reinventar cada nota y aroma, para redefinir los momentos de celebración en compañía de ésta bebida. El Gran Cru nace tras más de un siglo de excelencia de la destilería Glenffidich. Una firma que en 1886 surge con un objetivo: el de hacer el mejor whisky del valle de Dufftown en Escocia, de ahí deriva su nombre que en galéico significa: valle de los ciervos. Christiano Protti, embajador en México y América Latina de Glenfiddich, brinda desde su lado de la pantalla con un whisky puro de malta premiado con el reconocido galardón Wines & Spirits Product of the Year en los Frontier Awards de 2020. La casa destilera ha sido laureada a lo largo de su historia en eventos como el Scotch Whisky Masters y World Whiskies Awards –dos de los eventos más relevantes en el mundo del whisky–.
El color oro profundo del Grand Cru consuma de manera simbólica uno de sus atributos más excepcionales: la distinguida fusión de su herencia escocesa con los mejores sabores de Francia. Terminado, como parte de un proceso de maduración de 23 años, en barricas de roble francés cuvée, que alguna vez produjeron exquisito vino espumoso, se crea una expresión única y lujosa con la suavidad que diferencia a los sabores de esta destilería. Cada gota de este destilado acumula distintas capas de aromas que van desde la flor del manzano hasta los detalles cítricos del limón y el olor del pan recién horneado. Un perfume suave y seductor que predispone a las papilas gustativas. Servido para catar durante el almuerzo, el primer sorbo provoca sorpresa en la boca. Acentos de vainilla, sándalo y términos frutales son el resultado de un proceso de más de dos décadas de maduración en barriles de roble americano y europeo. Los diversos niveles olfativos de la bebida se deben a un prolongado casamiento en el que, a lo largo de seis meses, se van incorporando capa por capa los aromas y sabores al método de añejamiento. Asimilado cada uno de los elementos de este whisky, maridamos con las tartas crujientes del chef Martínez Zavala, que se desmoronan y se encuentran con gusto con la cremosidad única del Grand Cru en un picnic virtual que reúne lo mejor de Escocia, Francia y México. El fundador de Migrante restaurante diseñó en conjunto con Glenfiddich, esta propuesta a dos tiempos de platillos fríos que resalta cada elemento presente en este whisky excepcional. Un menú que agrega el factor mexicano a la presentación de un producto escocés, francés y norteamericano.
CONTINUAR LEYENDORecomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.