Estrés por el calentamiento global
En 10 años se perderán horas de trabajo a causa de las altas temperaturas
El calor no nos dejará trabajar ni ser productivos dentro de 10 años si se cumplen los pronósticos del aumento en la temperatura global de 1.5 grados centígrados al finalizar el siglo XX. Así lo indica el informe Trabajar en un planeta más caliente: El impacto del estrés térmico en la productividad laboral y el trabajo decente de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
A nivel Latinoamérica, México será el país que pierda más horas de trabajo por estrés térmico traducidos en 544 mil empleos de tiempo completo para 2030. Los sectores que se verán más afectados serán la agricultura y de construcción, en los que además predomina la informalidad.
Las áreas a nivel global con mayor vulnerabilidad al estrés térmico tienden a ser las mismas que se caracterizan por la falta de trabajos decentes, es decir, aquellos que respetan los derechos laborales fundamentales con ingresos justos proporcionales al esfuerzo, sin discriminación y con protección social. Belice, por ejemplo, únicamente perderá 4 mil empleos debido a este fenómeno, pero resultarán significativos pues equivalen a poco más del 2 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
El estrés térmico es el exceso de calor superior a los niveles que el cuerpo puede tolerar sin menoscabo de sus capacidades fisiológicas. Este fenómeno ocurre generalmente con temperaturas ambiente arriba de 35 grados centígrados y en condiciones de alta humedad.
Si la temperatura del cuerpo se eleva más de los 38 grados centígrados, habrá cansancio por calor que resultará en daños físicos y cognitivos. Si la temperatura sobrepasa los 40.6 grados, podría derivar en daños a los órganos del cuerpo, pérdida de consciencia y el aumento en las posibilidades de muerte.
“Para millones de trabajadores en todo el mundo, el aumento en la temperatura es un signo de estrés. Para muchas economías, es una amenaza a su productividad. El mecanismo de defensa natural de un trabajador contra el estrés térmico es bajar el ritmo de trabajo, tomar más descansos cada vez más largos o limitar sus horas productivas”, explica la OIT en el Informe.
El aumento de la temperatura del planeta, causadas por el cambio climático, convertirá el estrés térmico en un fenómeno habitual, advierte el organismo internacional.
El impacto de este fenómeno se observará de manera más profunda en aquellos trabajadores que estén a la intemperie, como los que se dedican a la agricultura o la construcción. En este aspecto, el estrés térmico podría exacerbar también las desigualdades de género que ya existen, pero sobre todo en el ámbito de la agricultura.
Otro sector que registrará un fuerte impacto es la maquila y manufactura, pues los lugares de trabajo suelen ser al interior de fábricas o talleres sin aire acondicionado. Otros tipos de trabajo contemplados son aquellos relacionados a la recolección de basura o desechos, reparaciones, transporte, turismo y deportes.
Los trabajadores mayores también estarán en riesgo por contar con menor resistencia fisiológica a los altos niveles de calor, pero representarán una tasa importante poblacional para 2030, al considerar que la población es cada vez más vieja.
Dentro de casi 10 años se prevé que se pierda el equivalente al 2 por ciento de las horas de trabajo cada año, ya sea porque hace demasiado calor para trabajar o porque los trabajadores deben hacerlo a un menor ritmo.
Estrés térmico y migración
El estrés térmico es cada vez más uno de los factores que obligan a las personas a migrar.
La OIT resalta que no es un fenómeno nuevo, pero tampoco frecuente. Durante el periodo 2005-2015, los niveles más elevados de estrés térmico se asociaron con el crecimiento de los flujos migratorios, una tendencia que no se había observado en la década precedente.
“Esto puede ser una señal de que las familias toman cada vez más en cuenta el cambio climático en sus decisiones para migrar», indica el informe.
En el mes más caliente de 1995, el sector agrícola registró por sí solo el 83 por ciento de las horas de trabajo perdidas a nivel mundial debido al estrés térmico. Se prevé que la pérdida continúe con un 60 por ciento en el mes más caliente de 2030.
Esto podría significar que los trabajadores de ese sector tengan que migrar a otras ciudades o países para encontrar un trabajo que no requiera estar tantas horas bajo el sol.
Islas de calor urbanos
Las ciudades también enfrentan problemas relacionados con el estrés térmico, pues hay una proliferación de las denominadas islas de calor urbanas (ICU) –áreas de concentración de calor en el interior de las ciudades debido al aumento demográfico y la urbanización. En estas zonas se intensificará más el impacto de las olas de calor y se agravarán los riesgos que afrontan los trabajadores.
Una ICU se caracteriza principalmente porque la temperatura del aire es más elevada en el área urbana que en los alrededores rurales. A las ICU se les puede considerar como un cambio climático local o regional, de acuerdo con el artículo «La isla de calor urbana y la vegetación arbórea» del doctor Víctor Barradas Miranda, ecólogo e investigador en cambio climático del Instituto de Ecología de la UNAM.
Es muy probable que los habitantes de ciertos puntos en la Ciudad de México ya hayan experimentado el estrés térmico, al considerar que el aumento en la temperatura del área urbana involucra un efecto directo en el índice de confort térmico humano.
Soluciones
Lo primordial será que cada país implemente unas políticas y medidas de adaptación para proteger a los trabajadores de estas condiciones. Desde luego, tener un plan directo para mitigar el cambio climático y frenar mayores incrementos de temperatura.
La OIT recomienda contar con reformas estructurales para ayudar a los agricultores a realizar la transición a otros sectores laborales.
Para disminuir las temperaturas en las ICU se presenta la sencilla opción de pintar tantas superficies sean posibles de color blanco, para reflejar una cantidad de radiación solar. El clima urbano es el resultado del efecto de la radiación que reciben las superficies de la ciudad y que se disipa en la atmósfera.
Víctor Barradas y su equipo proponen también colocar arreglos de vegetación urbana que pueden ser simplemente comunidades vegetales de dos especies arbóreas que proliferan en ciudades: el hule y el trueno.
“Nuestro equipo de trabajo ha observado que en algunos parques urbanos la estructura y la composición florística de la vegetación actual en la Ciudad de México producen diferencias en la temperatura del aire de hasta 5 grados centígrados”.
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