Cali: entre el fuego y la resistencia

Cali: entre el fuego y la resistencia

El Paro Nacional de Colombia lleva 15 días y Cali se ha convertido en el epicentro de las manifestaciones. La ciudad ha visto bloqueos, enfrentamientos entre la fuerza pública y los civiles, escasea la comida y el combustible. Cali es una bomba de tiempo.

Tiempo de lectura: 9 minutos

Cali es la ciudad más importante del suroccidente colombiano y la tercera más poblada del país, hoy emblema del Paro Nacional que suma 15 días consecutivos de movilizaciones.

Es la tarde del 9 de mayo de 2021, se cuentan al menos 12 integrantes de la Guardia Indígena –una organización ancestral conformada por mujeres y hombres que defienden la vida, el territorio y la cultura– heridos con armas de fuego. Daniela Soto, de 23 años, lideresa del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), y estudiante de Filosofía, permanece en una clínica tras recibir dos impactos de bala en el abdomen. Ocurrió hacia las 14:30 horas en el sur de la ciudad, sobre la avenida que conduce al municipio de Jamundí, cuando un bus escalera en el que se desplazaban algunos de los indígenas que llegaron a Cali, provenientes del departamento vecino del Cauca, para apoyar el paro, fue interceptado por camionetas blancas con hombres armados.

Según un comunicado del CRIC y como evidencian testigos y videos, el grupo acudió al lugar tras el llamado de uno de sus integrantes, cuyo vehículo también había sido obstaculizado por estas camionetas blancas, y allí “fueron atacados con armas de fuego por hombres de civil resguardados por la Policía Nacional”.

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El 28 de abril miles de colombianos salieron a las calles para protestar contra un proyecto de ley presentado por el gobierno nacional que buscaba la reforma del régimen tributario con medidas como el IVA a productos de la canasta familiar y el aumento de cargas impositivas. Desde entonces, con el derribo de la estatua de Sebastián de Belalcázar –el español que fundó Cali– por parte de indígenas del pueblo misak, la capital del departamento del Valle del Cauca y del pacífico colombiano se convirtió en el epicentro de las manifestaciones de ese y los días posteriores. Cali, desde los años setenta, ha recibido a miles de personas de la región, muchas desplazadas por la violencia –azotada por el narcotráfico en los ochenta y noventa–, convirtiéndose en esta ciudad con dos millones y medio de habitantes, de gran tradición musical y literaria influida por su población afrodescendiente y rodeada de plantaciones de caña de azúcar.

REUTERS/Juan B Diaz NO RESALES.

—Fue una movilización marcada por la alegría de los jóvenes, por el entusiasmo de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, por los transportadores que exigían el retiro de la reforma tributaria y muchas otras cosas en las que el gobierno está fallando, especialmente en derechos humanos, la implementación del Acuerdo de Paz y temas de salud— dice Leonardo González, coordinador del Observatorio de Derechos Humanos y Conflictividades del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), sobre las jornadas del 28, 29 y 30 de abril.

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