Disturbios de Stonewall: 50 años de orgullo
Hace 50 años, el movimiento LGBT+ cambió para siempre gracias al levantamiento en Stonewall.
En 2017, el ídolo indie Stephin Merrit cantó la siguiente línea en su canción “69’ Judy Garland”:
The first brick the drag king threw
To draw blood from the boys in blue
Said «Here lies Judy Garland» on it
It flew through historic air
Even Taylor Mead was there
And Allen Ginsberg wrote a sonnet
One day after the funeral
Stones flew over the Stonewall
Una traducción leería más o menos así:
El primer ladrillo que el drag king arrojó
Para sacar sangre de los policías
Tenía escrito “Aquí yace Judy Garland”
Voló por aire histórico
Hasta Taylor Mead estaba ahí
Y Allen Ginsberg escribió un soneto.
Un día después de su funeral
Las piedras volaron sobre Stonewall.
Merrit está hablando de los disturbios en Stonewall, uno de los eventos más importantes del siglo XX para el movimiento LGBT+, donde policías condujeron una redada en un bar mantenido por la mafia llamado Stonewall Inn, ubicado en Greenwich Village, Nueva York. El bar era famoso por ser muy feo, pero también por ser un refugio para gente homosexual y transexual. La situación rápidamente se salió de control y lo que pretendía ser una operación policiaca como de costumbre, se transformó en una serie de violentas demostraciones donde personas gay, trans, lesbianas, drag queens y muchos otros pertenecientes al segmento LGBT+ (incluyendo especialmente minorías negras y latinas) lucharon contra policías en la madrugada del 28 de junio de 1959, así como varios días subsecuentes.
«Comenzaron a haber noticias de lo sucedido, que había un altercado cerca de Stonewall, y cuando llegamos como a las 2 am había de todo. Había cientos de personas… trans, lesbianas, femmes, trans, blancos, negros… todos estaban ahí.» recuerda Jay Toole, activista por la gente sin hogar y testigo de los disturbios de esa noche.
Stonewall se volvió un parteaguas para movimientos sociales LGBT+, pero con todo este peso de relevancia, hay un consistente mito alrededor de esa noche. Uno que puede surgir de la necesidad o de la simple exageración, y llega a ser perpetuado por canciones como la de Merrit. Los disturbios no tuvieron nada que ver con Judy Garland y su funeral unos días antes del acontecimiento, a pesar de que era un ícono gay, ella en realidad siempre se deslindó del movimiento, y una inmensa cantidad de participantes de Stonewall (principalmente homosexuales y transexuales de orígenes negros y latinos) no se sentían identificados con su imagen. También existe la anécdota del primer ladrillo arrojado en la revuelta, el cual se atribuye famosamente a Marsha P. Johnson, a pesar de que ella no se encontraba ahí al estallido de los hechos. El historiador queer Hugh Ryan y varios otros testimonios de Stonewall inclusive cuestionan la presencia de ladrillos durante los disturbios.
A pesar de este rastro de fantasía, la noche es indiscutiblemente importante para la comunidad y el avance de los derechos LGBT+ en Estados Unidos, y su influencia puede ser resentida a nivel internacional. A mediados del siglo, la comunidad era rechazada socialmente y perseguida también, bajo términos legales como “desviaciones sexuales”, que criminalizaban prácticas homosexuales, patrones de vestimenta o hasta simples manifestaciones de afecto. El activista y profesor Wallace Sanders recuerda que hasta un baile romántico con una pareja del mismo sexo podría llevarte a la cárcel en el mejor de los casos, o a una violenta golpiza en el peor. La década de 1950 no era un buen tiempo para ser homosexual. El historiador David Carter apunta que nunca antes en la historia de Estados Unidos la homosexualidad había sido tan violentamente perseguida y castigada.
A pesar de que muchos movimientos, protestas y diversas manifestaciones ya existían en 1969 por los derechos LGBT+, ningunó galvanizó a la gente como los disturbios de Stonewall. Este acontecimiento influyó en la creación del Movimiento para la Liberación Homosexual, donde se buscaba —a través de la acción directa— que se combatiera el estigma hacia la homosexualidad con una acción clave: orgullo. Después de Stonewall, cada estado de EUA tenía al menos una asociación pro LGBT en su haber, y un sentimiento de urgencia se apoderó de varias ciudades del país. El orgullo de pertenecer finalmente se volvió algo relevante, y “orgullo” es un concepto que resuena en todo el mundo hasta el día de hoy.
Junio, mes del orgullo gay, fue elegido no de forma arbitraria, sino para conmemorar los disturbios de Stonewall desde su primer aniversario, y para recordar la importancia que tuvo para las décadas subsecuentes. 50 años después, los disturbios en Stonewall ayudaron a que el orgullo fuese el catalizador que es hoy, uno de movimientos sociales, comunidad, amor propio y tambén amor hacia los demás. El desfile del orgullo comenzó como el Christopher Stret Liberation March en 1970, y se llamó así porque Stonewall Inn se encontraba en Christopher Street. Eventualmente, esto se convirtió en el desfile del orgullo homosexual, que tendría sus réplicas en cada país del mundo.
El historiador David Carter recuerda una cita de Immanuel Kant sobre la Revolución Francesa para aludir a estos hechos: “El evento en cuestión no involucra alguno de estos hechos trascendentes […] de hombres que hacen pequeño en sus ojos lo que ya era de por sí algo grande [..] Lo que nos concierne es la actitud de los espectadores, como se revela a sí misma en público mientras el drama de los grandes cambios políticos toma lugar”. La frase se refiere a que la importancia de un evento recae tanto en las personas que lo vivieron, como en los que atestiguaron y decidieron tomar cartas en el asunto, en el shock emocional que el evento provocó.
Stonewall fue hace 50 años, pero su relevancia recae en que las causas de raíz, que desembocaron en estos disturbios aún tienen mucho eco hoy. Racismo, homofobia, transfobia, un miedo pervasivo hacia la diferencia, todos estos están profundamente ligados a Stonewall. La noche está rodeada de mito y de exageración, de eventos que nunca sucedieron pero se toman a ciencia cierta como verdaderos. Pero aún así, eso no hace menos reales las consecuencias y su importancia. La activista y cineasta Tourmaline (antes Reina Gossett) declara que “una historia no tiene que ser verdadera para ser significativa”, refiriéndose a que todas las imprecisiones de Sonewall en realidad sirven para generar una narrativa que tal vez no es del todo cierta, pero es completamente necesaria, porque visibiliza una historia que durante décadas fue hecha a un lado.
50 años después, Stonewall es un evento que habla de la necesidad que las personas tienen para reclamar y retomar sus propias historias, contadas por ellos, hacia ellos y en beneficio de ellos.
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