Caravana de sueños coartados
“Al ser un un país de migrantes, tendríamos que ser capaces de dar una lección de solidaridad”.
Durante los últimos días no se ha dejado de hablar sobre la caravana migratoria que partió el pasado 13 de octubre de San Pedro Sula con destino a la frontera sur de Estados Unidos. Sin embargo, como he escuchado en muchas ocasiones, los hermanos de Centro y Sudamérica fueron una vez más víctimas de atropellos a manos de las autoridades mexicanas. El gobierno de México ha intentado vender su interés por “defender” los derechos humanos de los mexicanos en el exterior, pero su política es falsa e hipócrita.
Primero, los gobernantes no nos han “defendido” de los ataques de Trump, como sí lo han hecho estos cientos de personas que marchan y públicamente demandan respeto. Cuando el entonces candidato y hoy presidente Donald Trump insultó a los mexicanos llamándonos “criminales y violadores”, ¿qué hizo el gobierno de Peña Nieto? Con manteles largos lo recibió en nuestro país.
Segundo, el Presidente Peña Nieto y Luis Videgaray han utilizado la palabra “diplomacia” como escudo protector para someterse a todos los caprichos de Donald Trump. ¿Es acaso México menos que Estados Unidos? Por su PIB, tal vez; México se posiciona en la decimoquinta posición a nivel mundial según el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, cuando hablamos de comercio, hay que decir que Estados Unidos depende mucho de su vecino del sur, ya que somos el tercer país con el que hace más intercambios comerciales anualmente.
El punto es que México no debería ser el perrito faldero de los Estados Unidos. El compromiso del gobierno con sus ciudadanos debe ser más grande que cualquier orden, twitt o rabieta de niño rico. Nuestro país tampoco puede seguir haciendo el trabajo sucio para Trump.
Esta no es la primera vez que se da este tipo de caravana. Tiempo atrás hubo una proveniente de El Salvador, durante la cual el presidente estadounidense amenazó a Peña con frenar las negociaciones del nuevo tratado de libre comercio. Al final, el gobierno mexicano cedió y puso manos a la obra para frenar la marcha.
Como mexicanos nuestro deber es defender los derechos humanos de nuestros hermanos centro americanos y de todo aquel que pase por nuestra tierra. Si somos un un país de migrantes, tendríamos que ser capaces de dar una lección solidaridad y no actuar con el mismo odio con el que han tratado a nuestros connacionales. Lo sucedido en la frontera con Guatemala no debería ser el reflejo de México, pero desafortunadamente lo es. Es cierto que no podemos tapar el Sol con un dedo, pero es repugnante ver las imágenes de soldados mexicanos rociando a mujeres y niños con gases lacrimógenos. Ellos sólo buscan llegar a Estados Unidos en busca de un mejor futuro, como muchos de los que estamos aquí lo hicimos en algún momento.
Por último, es urgente dejar de utilizar la retórica de Trump para hablar de migración, al categorizar a estas personas como criminales, porque no lo son. Muchos de ellos vienen escapando de un régimen, de las amenazas de pandillas despiadadas, y de la pobreza que tiene a cientos de madres desesperadas por darle un mejor futuro a sus hijos. Todos ellos viene en busca de un sueño, que hoy se parece mucho más a una pesadilla.
*Fotografía de portada: Refugiados hondureños caminan por las calles Esquipulas, Guateemala / vía Getty Images.
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