COP 27: México ante la crisis climática

COP 27: México ante la crisis climática

China ha contribuido en un 30% al total de emisiones de carbono acumuladas en el mundo desde 1850 hasta 2021, mientras que México solo con el 1.2%. Sin embargo, es necesario llegar a acuerdos globales para contrarrestar la emergencia climática.

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El pasado 18 de noviembre concluyó la COP 27, organizada por la ONU, una reunión anual en la que participan más de 200 países para discutir acciones a nivel global para combatir el cambio climático. Sus logros más destacados han sido el protocolo de Kyoto y el Acuerdo de París, en los que se acordó disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero para cumplir con la muy difícil meta de mantener el incremento en la temperatura mundial por debajo de los dos grados centígrados.

La más reciente edición, que tuvo lugar en Egipto, se enfocó en la creación de un fondo mundial de pérdidas y daños, es decir, recursos para compensar a los países vulnerables que ya sufren catástrofes climáticas a consecuencia de las emisiones del norte global, que representan el 92% del total. Esta vez, México tuvo una participación muy activa, debido a que lanzó una serie de propuestas muy ambiciosas: primero, reducir en los próximos ocho años 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero que produce; segundo, disminuir 52 millones de toneladas de carbono; y tercero, duplicar la emisión actual de energía limpia, para lo que ha estimado una inversión de 48 mil millones de dólares en colaboración con Estados Unidos y la mezcla de capital público y privado.

Estas metas están ligadas a la estrategia planteada en octubre por el presidente Lopez Obrador ,en el Plan Sonora, que busca la explotación del litio, la producción de semiconductores y el desarrollo de plantas de energía limpia. Sin embargo, el escepticismo de expertos, ambientalistas y de la población en general no se ha hecho esperar, principalmente porque el año pasado, con la reforma eléctrica del presidente, se priorizó la quema de combustóleo para la generación de energía y se le cerró la puerta a la inversión privada enfocada en energía limpia.

Así que alrededor de estas nuevas propuestas hay muchas preguntas: ¿cuáles son las principales motivaciones de México para fijarse retos tan grandes?, ¿se tiene la capacidad económica y política para cumplirlos?, ¿a qué se comprometieron el resto de los países?

Por un lado, México es uno de los países más afectados por la crisis climática debido a sus condiciones geográficas y su pertenencia al sur global, pero, por otro lado, pertenece al grupo de países más contaminantes del mundo, ya que es responsable del 1.2% de las emisiones acumuladas de 1850 a 2021 a nivel mundial, con aproximadamente 25 billones de toneladas de CO2, un porcentaje que parece bajo en comparación con el 30% que representa China, pero que no debe ser razón para evadir responsabilidades.

“Si la pregunta es de qué lado deberíamos estar, la respuesta es que de los dos; por un lado, con la responsabilidad de ayudar a los países que están menos desarrollados, pero también abiertos a que haya mecanismos de compensación que vengan de otros países y eso es lo que México ha estado haciendo históricamente. Por ejemplo, cada cuatro o cinco años el país aporta a distintos fondos como el Fondo Verde Climático o el Fondo Mundial para el Medio Ambiente, pero al mismo tiempo es receptor de apoyos y generalmente recibe el doble o el triple de lo que aporta”,  explica Enrique Lendo, Coordinador de Proyectos del departamento de Finanzas Sostenibles de la ONU

Según sus datos, México recibe tres veces más dinero para enfrentar el cambio climático de lo que da y hay mucho interés por implementar de manera urgente estas medidas por  la presión monetaria internacional que hay detrás. A pesar de ello, el gobierno ha mostrado cierta resistencia a apostar por las energías renovables, pues solo el 10% de la energía que se genera en México proviene de estas fuentes, mientras que el 86% es de origen fósil y solo el 2% es nuclear.

Raúl Bolaños Cacho Cué, presidente de la Comisión de Cambio Climático, quien legisla por el partido Verde Ecologista en el Senado, habla de sus propuestas para que todo esto se cumpla. “¿Qué es lo que vamos hacer nosotros como legisladores? Ponerlo en una ley. Hoy tenemos la Ley General de Cambio Climático, donde en el segundo transitorio se tiene establecida la meta del 22% de reducción de emisiones para el 2030. Ya acordamos que vamos a presentar la iniciativa para que antes de que termine este periodo esté en la ley que México tiene que cumplir con la reducción del 35% de sus emisiones de gases de efecto invernadero”.

Pero no todos los países se han comprometido en igual medida en la COP 27. China, el mayor emisor del mundo, es el ejemplo más claro de ello, pues en su reciente participación dijo abiertamente que aún no iniciará esfuerzos para reducir su nivel de emisiones, debido a que tiene a más de un millón de personas en situación de pobreza, por lo que seguirá concentrándose en su desarrollo económico.

Esta resistencia entre países tan poderosos y contaminantes afecta el progreso y el empeño de muchos otros y por supuesto complicará el cumplimiento de las metas globales. Tras esta reunión la ONU hizo un cálculo que evidenció que aún si todos cumplieran a cabalidad con lo acordado, se podría frenar el calentamiento global solo hasta los 2.5 grados, lo cual sigue sin ser suficiente.

La paradoja está en que los países desarrollados, que tienen mayor riqueza y mejores sistemas de producción de energía, son quienes están pidiendo prórrogas para no contribuir de inmediato en la lucha para mejorar las condiciones climáticas, mientras que los países del sur global piden una compensación económica para tener la posibilidad de encaminarse hacia las energías renovables.  “Nos han hecho creer que conversaciones como estas son imposibles de tener. La narrativa dominante ha sido,‘eso no se puede discutir, no se puede discutir el reparto de la riqueza’, entonces para qué hablamos de otras estrategias que no van a derivar en las soluciones reales que necesitamos”, defiende Pablo Montaño, maestro en Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable.

Ante este panorama, la COP 27 hizo evidente lo que ya se sabía, que los cambios individuales son necesarios, pero no suficientes, ya que lo que se necesita son transformaciones estructurales que modifiquen la forma en que se genera y distribuye la riqueza en el mundo.

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