El camino de Eduardo García. El hombre detrás de Maximo Bistrot

El camino de Eduardo García. El hombre detrás de Máximo Bistrot

Liliana López
Fotografía de Seo Ju Park


Su nombre es sinónimo de supervivencia. Maximo Bistrot ha tenido una larga espera para abrir su nuevo espacio, luego de que la pandemia pusiera en la cuerda floja a toda la comunidad restaurantera de México. Esta es la historia de un cocinero a prueba de balas.

Tiempo de lectura: 18 minutos

Desde la cocina de Maximo, Eduardo García, al que todos conocen como Lalo, trabaja enérgico con la mirada puesta sobre los sartenes donde termina un risotto con cangrejo y, al mismo tiempo, revuelve la salsa de tomatillo que va con una lubina asada. Es un domingo 15 de marzo de 2020 y parece inusual. El restaurante no está a reventar como suele estar todos los domingos del año; los meseros se frotan las manos obsesivamente con gel antibacterial y se siente un aire de despedida, como si fueran las últimas veces. El virus que paralizaría al mundo apenas se asoma en Ciudad de México, pero el miedo ya es tangible. El chef intuye lo que va a pasar y siente incertidumbre.

Saber lo que viene es como recibir un golpe seco. “Lo más espantoso de esto es que el mundo puede entrar en una recesión grande. Lo que me importa es poder seguir pagando la renta y la nómina”, afirma. Una semana después, tuvo que cerrar de manera temporal todos sus locales (Lalo, Havre 77 y Maximo). E inmediatamente, sin darse tiempo para elucubrar planes o siquiera para estremecerse por lo que estaba por venir, se lanzó a los menús para llevar, una manera de mantener a flote los salarios, pero también la cordura. Una manera de estar activo.

En ese entonces, faltaban pocos días para la inauguración del nuevo local. Maximo estrenaría una nueva sede en la calle de Álvaro Obregón, en la misma colonia Roma, un maravilloso espacio cuatro o cinco veces más grande que el anterior y una cocina como la soñó, con todos los juguetes para crear. Ese plan quedaría en pausa. Tuvo que cambiarlo por la adaptación a los domicilios durante la cuarentena, un negocio además al que jamás se había enfrentado. Por fortuna, Lalo sabe sobreponerse a los obstáculos porque los ha tenido que sortear toda su vida.

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