Las claves de la seguridad. Ensayo sobre la política contra la violencia.

Las claves de la seguridad

El analista Eduardo Guerrero estudia desde hace varios años la seguridad en México. Sus críticas al modelo de seguridad le valieron algunos roces con el presidente Calderón después de que el tema se reconociera como una prioridad en la agenda pública.

Tiempo de lectura: 16 minutos

Mi primer acercamiento al sector seguridad fue a mediados de la década de los noventa. Durante mis estudios de maestría en la Universidad de Delaware, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), la agencia mexicana de inteligencia, me contrató para que llevara a cabo un monitoreo en la prensa norteamericana sobre las negociaciones del TLC y para que elaborara reseñas de las novedades editoriales en materia de inteligencia y seguridad nacional. Al regresar a México, acepté la invitación de los directivos del CISEN para incorporarme a su equipo.

Durante los noventa, México enfrentaba desafíos distintos a los actuales. El proceso democratizador y los grupos radicales tenían una prioridad mayor en la agenda pública —y en las labores de inteligencia del gobierno federal— que los pleitos entre narcotraficantes. Las jornadas laborales eran interminables. Sin embargo, en las largas noches que pasé en las instalaciones del CISEN, inmersas en una zona boscosa al sur de la Ciudad de México, el análisis de inteligencia me cautivó. En la década siguiente fui funcionario en otras agencias públicas, cursé un doctorado y colaboré con instituciones académicas, pero mi pasión por los temas de seguridad permaneció.

Para 2006 trabajaba como Director Ejecutivo del Servicio Profesional del IFE. La contienda electoral de ese año ha sido tal vez la más divisiva en la historia contemporánea. Cuando las aguas se calmaron después de ese intenso proceso, quedó claro que la renovación del Consejo General que había aprobado mi nombramiento sería una de las condiciones que se impondrían dentro de los acuerdo políticos postelectorales. En ese contexto decidí salir del IFE y explorar de nuevo mi pasión por los temas de seguridad.

En 2008, fundé una empresa de consultoría. Mi primer tarea fue reclutar y coordinar a un grupo de analistas para realizar un monitoreo diario de los medios de comunicación y construir bases de datos sobre variables que pudieran resultar relevantes para entender la operación de las organizaciones criminales: decomisos, arrestos, mensajes, presencia de grupos en distintas ciudades y eventos en penales. Asimismo, incluimos un grupo de variables que desafortunadamente se tornarían centrales en los años siguientes: el uso de distintas formas de violencia: amenazas, ejecuciones, ataques y enfrentamientos.

Contrario a lo que suele pensarse, los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI en México se caracterizaron por la reducción constante de la violencia. A pesar del levantamiento zapatista y del “error de diciembre”, de 1992 a 2007 la tasa de homicidios se redujo a la mitad. Con ocho homicidios por cada cien mil habitantes durante el primer año de gobierno de Felipe Calderón, México se acercaba a países como Estados Unidos (donde se registran cinco por cada cien mil habitantes).

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