Tiempo de lectura: 5 minutosJorge Carrión dice que le cambiaron el nombre de chico. Sus padres migraron de Andalucía a Cataluña cuando era niño y, como en esa época, entre finales de los 70 y principios de los 80, existía un mecanismo llamado “ley de normalización lingüística”, en la escuela pública se les hablaba en catalán, le empezaron a llamar Jordi, la traducción de su nombre. Su correo mantiene la versión catalana mientras que sus libros los firma con la castellana.
“En aquella época puse Jordi Carrión como nombre y eso me condicionó para siempre porque ahora mucha gente que me conoce como Jorge por mis libros —en Twitter soy Jorge Carrión, en Facebook soy Jorge Carrión, en Instagram soy Jorge Carrión, pero mi correo sigue siendo Jordi Carrión— y en cuanto alguien recibe un email mío, automáticamente empieza a llamarme Jordi”, dice el escritor durante una videollamada con Gatopardo. Detrás se mira un librero de madera y ahí uno de los pocos títulos que se alcanzan a leer es el de su libro Contra Amazon (Galaxia Gutenberg, 2019). Habla desde su casa, en Barcelona, y lo que se ve es parte de la biblioteca que dice compartió con sus vecinos durante la cuarentena y que en su más reciente publicación, Lo Viral —publicado recientemente por la misma editorial— cuenta cómo fue que ellos conectaran de una forma que las pantallas no lograban.
Lo viral es un diario ficticio de no-ficción; una reconstrucción de reflexiones traídas por el encerrón de la pandemia estructurado por días, en la que Carrión presenta a sus amigos, a su familia, a sus estudiantes; también muestra sus intereses profundos por la cultura pop, por Rosalía y el fenómeno musical que representa, por las películas y por los libros. Es una exposición de conocimiento pero también de sus intimidades.
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El ensayo comienza con un guiño a Franz Kafka, quien será retomado a lo largo del trabajo en varias ocasiones por la afinidad que tienen en formato, pero también porque la sociedad está viviendo una metamorfosis. “El concepto es, sobre todo, la viralidad digital como sombra, como contrapeso, como correlato simbólico de la realidad biológica”, dice el escritor. Llegó el virus y lo viral se volvió más importante que antes: la compartidera, lo común, algo de todos, en un mundo donde eso ya sólo se puede a través de la pantalla.
Jorge Carrión es licenciado y doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra. Hasta septiembre del año pasado era crítico cultural para The New York Times en español; ahora tiene una columna dominical en la web del medio. También ha hecho crítica cultural en los suplementos de los diarios Avui, ABC, Perfil, Clarín y La Vanguardia; pero también ha publicado en Letras Libres, National Geographic Viajes, Otra Parte, Revista de Occidente, Eñe, Lonely Planet Magazine y Anfibia, porque además de periodismo cultural, también le gusta hacer de viajes. Es profesor de periodismo literario en el Máster en Creación Literaria en la Barcelona School of Management y ha sido jurado de los premios Gabriel García Márquez de la FNPI.
«Llegó el virus y lo viral se volvió más importante que antes: la compartidera, lo común, algo de todos, en un mundo donde eso ya sólo se puede a través de la pantalla».
El asunto es que los algoritmos han llegado a dominar la vida; determinan nuestras compras, lo que vemos, la gente con la que conectamos. “Ya no hay nada ajeno a lo cuantitativo”, dice Carrión en la entrevista. “Si queremos ser realmente lectores del siglo XXI deberíamos dedicar una cierta atención y un cierto tiempo a estudiar, a pensar, cómo funciona este nuevo paradigma: el algoritmo se ha convertido en el nuevo dios”. Es un misterio y le tenemos fe. Es fascinante, poderoso y cada vez más omnipotente.
Lo viral contrapone lo clásico y lo viral. La idea central crece a lo largo de las menos de doscientas páginas extrapolándose hacia la tecnología y las humanidades, la ciencia y las artes, la literatura. Todos esos elementos algorítmicos, expresa Jorge Carrión de diversas formas y con ejemplos múltiples. “En un momento tan polarizado como este, lo que tiene que imponerse es el diálogo y yo diría que si no conseguimos que dialogue lo viral con lo clásico; es decir, que dialogue la parte más superficial, masiva, intuitiva y racional de internet con ciertos valores como la memoria, la profundidad, la tradición, etcétera, estamos perdidos”.
Este libro, a pesar de su discurso teórico, es gran literatura. El recorrido de Carrión es ya largo: tiene siete novelas, cinco ensayos, una novela gráfica y seis libros de viaje. Además, por supuesto, de cientos de artículos y notas en diversos medios de comunicación. En Lo viral se encuentran pedazos riquísimos que se alejan de la oratoria, de la teoría clásica, anodina. La de Jorge, o Jordi, despierta y atrae, sumerge:
“11 de enero de 2020. Primer muerto por coronavirus. Primera víctima mortal. Primer fallecido. Los medios no mencionan su nombre, pero sí su género y su edad: es un hombre de 61 años. Con el paso de los días iremos sabiendo que la enfermedad afecta sobre todo a hombres mayores. Que será una masacre de la tercera edad. Pero todavía no sabemos nada y la importancia de esa muerte, de ese muerto, de ese fallecido, de esa posible, tal vez probable, primera víctima mortal, tan lejana, anónima, es totalmente retrospectiva: seamos sinceros, hoy nos da exactamente igual”.
Sobre la parte biológica, o sea la de la Covid-19, Carrión deja muy clara su postura: no le parecen las teorías conspiracionales porque pretenden quitarle al humano la responsabilidad. Si no tuviéramos el despiadado sistema de producción y destrucción, si no insistiéramos con talar árboles y traficar con animales, no estaríamos en estas circunstancias. También declara que esta pandemia existe en un momento muy particular de la historia: “Yo diría que la alarma y la preocupación del [VIH y el Ébola] eran equivalentes”, dice. “Lo que evidentemente ha ocurrido es que esta pandemia ha llegado en un momento muy complejo a nivel tecnológico, social y político. No sé cuántas veces en la historia de la humanidad reciente, del último siglo, hemos tenido tantos gobiernos problemáticos como los que tenemos ahora: Trump, Bolsonaro, Maduro; Filipinas, Rusia, Turquía, China, etcétera”. A este ya de por sí largo listado, le suma que ahora también hay más laboratorios y fábricas de desinformación. Muchas veces en el libro insiste en la responsabilidad de los humanos en esta pandemia y de cómo esto es tan solo un preámbulo de lo que sucederá con la crisis ambiental.
«Pero todavía no sabemos nada y la importancia de esa muerte, de ese muerto, de ese fallecido, de esa posible, tal vez probable, primera víctima mortal, tan lejana, anónima, es totalmente retrospectiva: seamos sinceros, hoy nos da exactamente igual».
Aunque es relativamente breve, Lo Viral expone una enorme cantidad de conceptos. Recorre, por ejemplo, el génesis del ensayo moderno a manos de Michel de Montaigne y también de la influencia que Italo Calvino ha tenido en Carrión. Habla del meme —el origen de la viralidad—, las nuevas tecnologías, las series televisivas como fenómeno cultural, las redes sociales y las tendencias más recientes. También recorre otros diarios —muy meta— como el de Kafka y Susan Sontag. “He dejado de estudiar objetos culturales aislados y he empezado a intentar entender las estructuras de las cuales son producidos los contenidos, llegan a las audiencias y finalmente son cancelados u olvidados; con la intuición de que en el fondo hay un misterio, hay algo fascinante”, dice Carrión a través de esa pantalla que es como un espejo y ventana al mismo tiempo y que nos ha permitido mantenernos conectados durante la pandemia.
Día tras día, en este diario inventado que Carrión escribió del 10 de marzo al 25 de mayo de 2020, pero que empieza el 17 de noviembre del 2019, el tarragoní muestra lo que lee, a su familia, a sus amigos, a quienes admira, lo que más ha extrañado y lo que no añora nada. Reclama que no le hicimos más caso a la ciencia ficción (“nadie en las películas de zombies ha visto películas de zombies”) pero reconoce que los gobiernos han hecho lo que creen que pueden o deben hacer. Lo Viral muestra el mundo digital tan cercano como es, tan internalizado, tan parte de nosotros, tan contagiado ya en lo que somos.