Desde los años 80, Pedro Lemebel ha sido una amenaza cuádruple. Es artista plástico, un performer que puede imitar y trastornar cualquier estilo visual, un cronista de frases vívidas y afiladas, y un provocador con don para el humor y la ironía en sus encarnaciones más salvajes y lacerantes. La mezcla de estos talentos, puesta al servicio de una profunda conciencia política, hacen que un hombre tenga la capacidad de dejar una huella considerable en el mundo, que es precisamente lo que ha hecho Lemebel de su vida.En Hispanoamérica lo conocemos a partir de Loco Afán, su segundo libro, compuesto de una serie de crónicas que desnudan las grietas de la entonces naciente sociedad sudamericana postdictadura, además de la sórdida pesadilla en la que puede vivir un homosexual pobre en el cono sur. Aquí, Lemebel se reveló como narrador experto, y también como poeta a propósito de su Manifiesto: hablo por la diferencia, donde exalta la valentía de aceptar su homosexualidad y duda que el fin de la homofobia se alcance con el retorno de las democracias.[caption id="attachment_229606" align="aligncenter" width="620"]
Cortesía Berlinale[/caption]En ese Chile del pasado y también en el de ahora, Lemebel consigue entrometerse en medios escritos y de televisión. Y aunque muchos de esos medios se esfuerzan e insisten en publicar periodismo excelente, algunos más incisivos, otros más perturbadores, las páginas de sus crónicas aparecen flanqueadas por anuncios de artículos de lujo y vacaciones en el caribe, adornadas con caricaturas despreocupadamente divertidas sobre las flaquezas de la vida burguesa.En su lucha cotidiana, Lemebel resiste el peso de la cruz que los medios le infligen como parte de ese estilo que tienen para narrar las peores injusticias y atrocidades en “perfecto equilibro” con sus políticas comerciales y de marketing. El mundo puede irse al infierno, pero cuando sintonizamos nuestro programa de televisión favorito, de inmediato entendemos que el infierno es para otra gente. Nada ha cambiado para nosotros y nada lo hará nunca. Somos afables, tranquilos y sofisticados, no hay de qué preocuparse.Pero Lemebel quiere preocuparse. Hoy. Es su trabajo. Ha abrazado la preocupación como la vocación de su vida y se inquieta por los atropellos que percibe en Latinoamérica. Se niega a tomarse las cosas con calma. Se resiste a ser tratado como personaje anacrónico. Y lo hace incluso hoy, sobreviviendo a su propia muerte.
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En Berlín, Lemebel, el documental que lo trae de regreso al recoger parte importante de su trabajo performático, gana por votación unánime el Teddy Award 2019 de la Berlinale, probablemente, la competencia LGTB más importante del mundo.No ayer, sino hoy y, por qué no, siempre, Lemebel nos empuja, quiere que perdamos el equilibrio, pillarnos con la guardia baja, y para ello aborda sus temas desde numerosos ángulos y con incontables matices tonales: burla y capricho, indignación y reproche, incluso ternura y afecto elogioso.Diez años antes de morir, junto a su amiga y documentalista Joanna Reposi, Lemebel inició lo que bien podría llamarse, el último proyecto: mantener la cámara encendida, no dejar de filmar y superponer escenas de su amplio registro perfomático. Sus conferencias a salón repleto en universidades, sus entrevistas para la televisión, su doliente amor por su madre.[caption id="attachment_229605" align="aligncenter" width="620"]
Cortesía Berlinale[/caption]Es un artista necesario. Lemebel está siempre vigente. Y es que, es verdad que la diversidad tiene tiempo poniéndose de moda y las ciudades de este lado del mundo son ciudades sorprendentemente tolerantes, donde la mayoría de la gente se esfuerza durante la mayor parte del tiempo en llevarse bien con los demás.Sin embargo, las tensiones raciales y homofóbicas existen, a menudo arden en silencio y a veces explotan en forma de actos violentos aislados. Fue triste recibir hace algunos días la noticia de que, en Chile, la dirección de un colegio despidió a un profesor por dar a leer a sus alumnos Loco Afán. Basta de odio, basta de intolerancia, basta de demonizar al otro.Lemebel, es la ópera prima con la que Joanna Reposi instala al artista en una nueva dirección, lejos del silencio y rumbo a lo sublime.