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Ecos de historias silenciosas

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El artista y videoasta Anri Sala cuestiona la imagen en movimiento en su primera exposición a gran escala en México.

¿Cómo suena el eco de un sonido cuyo sentido no es lo que se oye, sino los aspectos políticos y sociales que lo han formado? ¿Cómo imaginar estos sonidos que ya no existen pero que son los que más resuenan en la historia? Éstas son las cuestiones que el artista albanés Anri Sala (Tirana, 1974) intenta resolver en su reciente visita a la Ciudad de México.

El Museo Tamayo Arte Contemporáneo organiza la primera muestra individual a gran escala del artista en un museo del país, cuyo trabajo suele alterar las convenciones del lenguaje cinematográfico con elementos que buscan recuperar o reconstruir. En esta ocasión, a través de siete videos, instalaciones y dibujos, Sala explora la música y el sonido que, aunque invisibles (o más bien, silentes), reconfiguran las historias que sus obras cuentan. “Todas las canciones aquí se han convertido en himnos o antihimnos de eventos históricos. Me interesa cuál es el evento social y político que transforma una canción en himno”, comenta Anri Sala en entrevista.[caption id="attachment_204842" align="aligncenter" width="715"]

anri sala museo tamayo, int1

Video Take Over (2017) superpone las notas musicales de "La Marseillaise" y "La Internacional".[/caption]Sus videoinstalaciones Take Over (Marseillaise) y Take Over (Internationale), de 2017, reciben al visitante: las teclas de un piano se presionan mediante un mecanismo que hace sonar las dos melodías al mismo tiempo, las notas se sobreponen y crean caos, aunque por momentos coinciden. Las piezas son el himno nacional francés y “La Internacional”, la canción más famosa del movimiento obrero en el siglo XX, cuya letra, en un principio, se adaptó a la música de “La Marseillaise”, de 1792. Sus similitudes musicales son el telón de fondo de discrepancias ideológicas, ambas representan conceptos de nación distintos.“No se trata de qué va la canción, sino de qué lado de la canción se encuentra el público”, explica Sala. “Esto pasa con “La Internacional”, una canción con ideales muy bellos, de la lucha por el progreso, pero cuando se convirtió en el himno de la Unión Soviética, que en ciertos países era el sonido del invasor, esto cambió.” De este complejo trasfondo el espectador sólo escucha sus remanentes: disonancias, confusión.[caption id="attachment_204843" align="aligncenter" width="715"]

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El artista Anri Sala explora el sonido y la música en su más reciente visita a México en el Museo Tamayo y la galería Kurimanzutto. / ©Marc Domage[/caption]Le Clash y Tlatelolco Clash, de 2011, parecen estar compuestas con dicha confusión. En videos, filmados en Burdeos y la Ciudad de México, vemos a alguien girar la manivela de un organillo que interpreta “Should I stay or should I go” de la banda inglesa The Clash, canción emblemática del punk. Ésta suena entrecortada, pues las tarjetas perforadas con las que funciona el instrumento fueron divididas y repartidas entre personas que las van introduciendo en orden aleatorio, dinámica con la que el artista descompone la música: “Cada uno lleva su parte al organillo, es como si estuvieran llevando su propia voz. Esto produce una deconstrucción de la continuidad de la canción”, dijo. El video de Le Clash se grabó en un edificio que fue un importante foro underground, mientras que Tlatelolco Clash se hizo en la Plaza de las Tres Culturas. “Quería trabajar con la deconstrucción de una canción, pero también estaba buscando un espacio donde ocurrieran otras formas de ruptura en la continuidad de la vida y la historia.” Al escuchar la canción —himno de levantamiento social— sobre estos escenarios desolados, Sala pone aliento en un lugar cuyas voces se apagaron hace mucho tiempo. “Es un sitio de pérdida y devastación, pero también de construcción”, comentó.[caption id="attachment_204841" align="aligncenter" width="715"]

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Video Tlatelolco Clash (2011), en el Museo Tamayo.[/caption]Ravel Ravel (2013) es otra obra guiada por la pérdida. En ella vemos la interpretación del “Concierto para la mano izquierda” compuesta en 1931 por Maurice Ravel. Su título no es gesto poético, sino descripción: fue comisionada para un pianista que perdió su brazo derecho en la Primera Guerra Mundial. “Es más bien un concierto para la mano que ya no está, porque todos los esfuerzos del compositor se enfocaban en cómo olvidar el miembro perdido”, explica el artista. En Unravel (2013) vemos a una DJ mezclando las dos pistas de esta interpretación, como si buscara conciliar la ausencia de ese miembro perdido a partir de las melodías.“Estoy trabajando con la idea de la subjetividad en el sonido”, dice Sala, para quien el sonido importante no es el de sus videos. “Si antes estaba interesado en la subjetividad del instrumento, ahora estoy interesado en la subjetividad del espectador. La subjetividad de las personasactuando en el filme ha emigrado a la subjetividad de la persona que la observa.”[caption id="attachment_204840" align="aligncenter" width="347"]

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Dibujo All of a Tremble-Delusion Devolution (2017),en la galería Kurimanzutto. / Cortesía del artista y Kurimanzutto, Ciudad de México.[/caption]De manera paralela, el artista presenta en Kurimanzutto la exposición “All of a tremble” hasta el 28 de octubre. Los dibujos murales All of a tremble (Encounter II) y All of a tremble (Delusion/Devolution) componen esta muestra. Sala instaló un cilindro que imprime patrones florales. Mientras éste gira, roza al mismo tiempo las lengüetas de un peine metálico, convirtiendo la construcción de la imagen en un proceso que materializa el sonido.Así, cuando uno recorre las historias que presenta Anri Sala, que de no ser por sus voces quizá serían invisibles, nos convertimos en los instrumentos de la composición sonora, visual y arquitectónica que Sala ha construido en el museo. Es ahí, en el público, donde reside su sonido.

Anri SalaDel 6 de septiembre de 2017 al 14 de enero de 2018Museo Tamayomuseotamayo.org

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El artista y videoasta Anri Sala cuestiona la imagen en movimiento en su primera exposición a gran escala en México.

¿Cómo suena el eco de un sonido cuyo sentido no es lo que se oye, sino los aspectos políticos y sociales que lo han formado? ¿Cómo imaginar estos sonidos que ya no existen pero que son los que más resuenan en la historia? Éstas son las cuestiones que el artista albanés Anri Sala (Tirana, 1974) intenta resolver en su reciente visita a la Ciudad de México.

El Museo Tamayo Arte Contemporáneo organiza la primera muestra individual a gran escala del artista en un museo del país, cuyo trabajo suele alterar las convenciones del lenguaje cinematográfico con elementos que buscan recuperar o reconstruir. En esta ocasión, a través de siete videos, instalaciones y dibujos, Sala explora la música y el sonido que, aunque invisibles (o más bien, silentes), reconfiguran las historias que sus obras cuentan. “Todas las canciones aquí se han convertido en himnos o antihimnos de eventos históricos. Me interesa cuál es el evento social y político que transforma una canción en himno”, comenta Anri Sala en entrevista.[caption id="attachment_204842" align="aligncenter" width="715"]

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Video Take Over (2017) superpone las notas musicales de "La Marseillaise" y "La Internacional".[/caption]Sus videoinstalaciones Take Over (Marseillaise) y Take Over (Internationale), de 2017, reciben al visitante: las teclas de un piano se presionan mediante un mecanismo que hace sonar las dos melodías al mismo tiempo, las notas se sobreponen y crean caos, aunque por momentos coinciden. Las piezas son el himno nacional francés y “La Internacional”, la canción más famosa del movimiento obrero en el siglo XX, cuya letra, en un principio, se adaptó a la música de “La Marseillaise”, de 1792. Sus similitudes musicales son el telón de fondo de discrepancias ideológicas, ambas representan conceptos de nación distintos.“No se trata de qué va la canción, sino de qué lado de la canción se encuentra el público”, explica Sala. “Esto pasa con “La Internacional”, una canción con ideales muy bellos, de la lucha por el progreso, pero cuando se convirtió en el himno de la Unión Soviética, que en ciertos países era el sonido del invasor, esto cambió.” De este complejo trasfondo el espectador sólo escucha sus remanentes: disonancias, confusión.[caption id="attachment_204843" align="aligncenter" width="715"]

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El artista Anri Sala explora el sonido y la música en su más reciente visita a México en el Museo Tamayo y la galería Kurimanzutto. / ©Marc Domage[/caption]Le Clash y Tlatelolco Clash, de 2011, parecen estar compuestas con dicha confusión. En videos, filmados en Burdeos y la Ciudad de México, vemos a alguien girar la manivela de un organillo que interpreta “Should I stay or should I go” de la banda inglesa The Clash, canción emblemática del punk. Ésta suena entrecortada, pues las tarjetas perforadas con las que funciona el instrumento fueron divididas y repartidas entre personas que las van introduciendo en orden aleatorio, dinámica con la que el artista descompone la música: “Cada uno lleva su parte al organillo, es como si estuvieran llevando su propia voz. Esto produce una deconstrucción de la continuidad de la canción”, dijo. El video de Le Clash se grabó en un edificio que fue un importante foro underground, mientras que Tlatelolco Clash se hizo en la Plaza de las Tres Culturas. “Quería trabajar con la deconstrucción de una canción, pero también estaba buscando un espacio donde ocurrieran otras formas de ruptura en la continuidad de la vida y la historia.” Al escuchar la canción —himno de levantamiento social— sobre estos escenarios desolados, Sala pone aliento en un lugar cuyas voces se apagaron hace mucho tiempo. “Es un sitio de pérdida y devastación, pero también de construcción”, comentó.[caption id="attachment_204841" align="aligncenter" width="715"]

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Video Tlatelolco Clash (2011), en el Museo Tamayo.[/caption]Ravel Ravel (2013) es otra obra guiada por la pérdida. En ella vemos la interpretación del “Concierto para la mano izquierda” compuesta en 1931 por Maurice Ravel. Su título no es gesto poético, sino descripción: fue comisionada para un pianista que perdió su brazo derecho en la Primera Guerra Mundial. “Es más bien un concierto para la mano que ya no está, porque todos los esfuerzos del compositor se enfocaban en cómo olvidar el miembro perdido”, explica el artista. En Unravel (2013) vemos a una DJ mezclando las dos pistas de esta interpretación, como si buscara conciliar la ausencia de ese miembro perdido a partir de las melodías.“Estoy trabajando con la idea de la subjetividad en el sonido”, dice Sala, para quien el sonido importante no es el de sus videos. “Si antes estaba interesado en la subjetividad del instrumento, ahora estoy interesado en la subjetividad del espectador. La subjetividad de las personasactuando en el filme ha emigrado a la subjetividad de la persona que la observa.”[caption id="attachment_204840" align="aligncenter" width="347"]

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Dibujo All of a Tremble-Delusion Devolution (2017),en la galería Kurimanzutto. / Cortesía del artista y Kurimanzutto, Ciudad de México.[/caption]De manera paralela, el artista presenta en Kurimanzutto la exposición “All of a tremble” hasta el 28 de octubre. Los dibujos murales All of a tremble (Encounter II) y All of a tremble (Delusion/Devolution) componen esta muestra. Sala instaló un cilindro que imprime patrones florales. Mientras éste gira, roza al mismo tiempo las lengüetas de un peine metálico, convirtiendo la construcción de la imagen en un proceso que materializa el sonido.Así, cuando uno recorre las historias que presenta Anri Sala, que de no ser por sus voces quizá serían invisibles, nos convertimos en los instrumentos de la composición sonora, visual y arquitectónica que Sala ha construido en el museo. Es ahí, en el público, donde reside su sonido.

Anri SalaDel 6 de septiembre de 2017 al 14 de enero de 2018Museo Tamayomuseotamayo.org

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El artista y videoasta Anri Sala cuestiona la imagen en movimiento en su primera exposición a gran escala en México.

¿Cómo suena el eco de un sonido cuyo sentido no es lo que se oye, sino los aspectos políticos y sociales que lo han formado? ¿Cómo imaginar estos sonidos que ya no existen pero que son los que más resuenan en la historia? Éstas son las cuestiones que el artista albanés Anri Sala (Tirana, 1974) intenta resolver en su reciente visita a la Ciudad de México.

El Museo Tamayo Arte Contemporáneo organiza la primera muestra individual a gran escala del artista en un museo del país, cuyo trabajo suele alterar las convenciones del lenguaje cinematográfico con elementos que buscan recuperar o reconstruir. En esta ocasión, a través de siete videos, instalaciones y dibujos, Sala explora la música y el sonido que, aunque invisibles (o más bien, silentes), reconfiguran las historias que sus obras cuentan. “Todas las canciones aquí se han convertido en himnos o antihimnos de eventos históricos. Me interesa cuál es el evento social y político que transforma una canción en himno”, comenta Anri Sala en entrevista.[caption id="attachment_204842" align="aligncenter" width="715"]

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Video Take Over (2017) superpone las notas musicales de "La Marseillaise" y "La Internacional".[/caption]Sus videoinstalaciones Take Over (Marseillaise) y Take Over (Internationale), de 2017, reciben al visitante: las teclas de un piano se presionan mediante un mecanismo que hace sonar las dos melodías al mismo tiempo, las notas se sobreponen y crean caos, aunque por momentos coinciden. Las piezas son el himno nacional francés y “La Internacional”, la canción más famosa del movimiento obrero en el siglo XX, cuya letra, en un principio, se adaptó a la música de “La Marseillaise”, de 1792. Sus similitudes musicales son el telón de fondo de discrepancias ideológicas, ambas representan conceptos de nación distintos.“No se trata de qué va la canción, sino de qué lado de la canción se encuentra el público”, explica Sala. “Esto pasa con “La Internacional”, una canción con ideales muy bellos, de la lucha por el progreso, pero cuando se convirtió en el himno de la Unión Soviética, que en ciertos países era el sonido del invasor, esto cambió.” De este complejo trasfondo el espectador sólo escucha sus remanentes: disonancias, confusión.[caption id="attachment_204843" align="aligncenter" width="715"]

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El artista Anri Sala explora el sonido y la música en su más reciente visita a México en el Museo Tamayo y la galería Kurimanzutto. / ©Marc Domage[/caption]Le Clash y Tlatelolco Clash, de 2011, parecen estar compuestas con dicha confusión. En videos, filmados en Burdeos y la Ciudad de México, vemos a alguien girar la manivela de un organillo que interpreta “Should I stay or should I go” de la banda inglesa The Clash, canción emblemática del punk. Ésta suena entrecortada, pues las tarjetas perforadas con las que funciona el instrumento fueron divididas y repartidas entre personas que las van introduciendo en orden aleatorio, dinámica con la que el artista descompone la música: “Cada uno lleva su parte al organillo, es como si estuvieran llevando su propia voz. Esto produce una deconstrucción de la continuidad de la canción”, dijo. El video de Le Clash se grabó en un edificio que fue un importante foro underground, mientras que Tlatelolco Clash se hizo en la Plaza de las Tres Culturas. “Quería trabajar con la deconstrucción de una canción, pero también estaba buscando un espacio donde ocurrieran otras formas de ruptura en la continuidad de la vida y la historia.” Al escuchar la canción —himno de levantamiento social— sobre estos escenarios desolados, Sala pone aliento en un lugar cuyas voces se apagaron hace mucho tiempo. “Es un sitio de pérdida y devastación, pero también de construcción”, comentó.[caption id="attachment_204841" align="aligncenter" width="715"]

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Video Tlatelolco Clash (2011), en el Museo Tamayo.[/caption]Ravel Ravel (2013) es otra obra guiada por la pérdida. En ella vemos la interpretación del “Concierto para la mano izquierda” compuesta en 1931 por Maurice Ravel. Su título no es gesto poético, sino descripción: fue comisionada para un pianista que perdió su brazo derecho en la Primera Guerra Mundial. “Es más bien un concierto para la mano que ya no está, porque todos los esfuerzos del compositor se enfocaban en cómo olvidar el miembro perdido”, explica el artista. En Unravel (2013) vemos a una DJ mezclando las dos pistas de esta interpretación, como si buscara conciliar la ausencia de ese miembro perdido a partir de las melodías.“Estoy trabajando con la idea de la subjetividad en el sonido”, dice Sala, para quien el sonido importante no es el de sus videos. “Si antes estaba interesado en la subjetividad del instrumento, ahora estoy interesado en la subjetividad del espectador. La subjetividad de las personasactuando en el filme ha emigrado a la subjetividad de la persona que la observa.”[caption id="attachment_204840" align="aligncenter" width="347"]

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¿Cómo suena el eco de un sonido cuyo sentido no es lo que se oye, sino los aspectos políticos y sociales que lo han formado? ¿Cómo imaginar estos sonidos que ya no existen pero que son los que más resuenan en la historia? Éstas son las cuestiones que el artista albanés Anri Sala (Tirana, 1974) intenta resolver en su reciente visita a la Ciudad de México.

El Museo Tamayo Arte Contemporáneo organiza la primera muestra individual a gran escala del artista en un museo del país, cuyo trabajo suele alterar las convenciones del lenguaje cinematográfico con elementos que buscan recuperar o reconstruir. En esta ocasión, a través de siete videos, instalaciones y dibujos, Sala explora la música y el sonido que, aunque invisibles (o más bien, silentes), reconfiguran las historias que sus obras cuentan. “Todas las canciones aquí se han convertido en himnos o antihimnos de eventos históricos. Me interesa cuál es el evento social y político que transforma una canción en himno”, comenta Anri Sala en entrevista.[caption id="attachment_204842" align="aligncenter" width="715"]

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Video Take Over (2017) superpone las notas musicales de "La Marseillaise" y "La Internacional".[/caption]Sus videoinstalaciones Take Over (Marseillaise) y Take Over (Internationale), de 2017, reciben al visitante: las teclas de un piano se presionan mediante un mecanismo que hace sonar las dos melodías al mismo tiempo, las notas se sobreponen y crean caos, aunque por momentos coinciden. Las piezas son el himno nacional francés y “La Internacional”, la canción más famosa del movimiento obrero en el siglo XX, cuya letra, en un principio, se adaptó a la música de “La Marseillaise”, de 1792. Sus similitudes musicales son el telón de fondo de discrepancias ideológicas, ambas representan conceptos de nación distintos.“No se trata de qué va la canción, sino de qué lado de la canción se encuentra el público”, explica Sala. “Esto pasa con “La Internacional”, una canción con ideales muy bellos, de la lucha por el progreso, pero cuando se convirtió en el himno de la Unión Soviética, que en ciertos países era el sonido del invasor, esto cambió.” De este complejo trasfondo el espectador sólo escucha sus remanentes: disonancias, confusión.[caption id="attachment_204843" align="aligncenter" width="715"]

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El artista Anri Sala explora el sonido y la música en su más reciente visita a México en el Museo Tamayo y la galería Kurimanzutto. / ©Marc Domage[/caption]Le Clash y Tlatelolco Clash, de 2011, parecen estar compuestas con dicha confusión. En videos, filmados en Burdeos y la Ciudad de México, vemos a alguien girar la manivela de un organillo que interpreta “Should I stay or should I go” de la banda inglesa The Clash, canción emblemática del punk. Ésta suena entrecortada, pues las tarjetas perforadas con las que funciona el instrumento fueron divididas y repartidas entre personas que las van introduciendo en orden aleatorio, dinámica con la que el artista descompone la música: “Cada uno lleva su parte al organillo, es como si estuvieran llevando su propia voz. Esto produce una deconstrucción de la continuidad de la canción”, dijo. El video de Le Clash se grabó en un edificio que fue un importante foro underground, mientras que Tlatelolco Clash se hizo en la Plaza de las Tres Culturas. “Quería trabajar con la deconstrucción de una canción, pero también estaba buscando un espacio donde ocurrieran otras formas de ruptura en la continuidad de la vida y la historia.” Al escuchar la canción —himno de levantamiento social— sobre estos escenarios desolados, Sala pone aliento en un lugar cuyas voces se apagaron hace mucho tiempo. “Es un sitio de pérdida y devastación, pero también de construcción”, comentó.[caption id="attachment_204841" align="aligncenter" width="715"]

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Video Tlatelolco Clash (2011), en el Museo Tamayo.[/caption]Ravel Ravel (2013) es otra obra guiada por la pérdida. En ella vemos la interpretación del “Concierto para la mano izquierda” compuesta en 1931 por Maurice Ravel. Su título no es gesto poético, sino descripción: fue comisionada para un pianista que perdió su brazo derecho en la Primera Guerra Mundial. “Es más bien un concierto para la mano que ya no está, porque todos los esfuerzos del compositor se enfocaban en cómo olvidar el miembro perdido”, explica el artista. En Unravel (2013) vemos a una DJ mezclando las dos pistas de esta interpretación, como si buscara conciliar la ausencia de ese miembro perdido a partir de las melodías.“Estoy trabajando con la idea de la subjetividad en el sonido”, dice Sala, para quien el sonido importante no es el de sus videos. “Si antes estaba interesado en la subjetividad del instrumento, ahora estoy interesado en la subjetividad del espectador. La subjetividad de las personasactuando en el filme ha emigrado a la subjetividad de la persona que la observa.”[caption id="attachment_204840" align="aligncenter" width="347"]

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El Museo Tamayo Arte Contemporáneo organiza la primera muestra individual a gran escala del artista en un museo del país, cuyo trabajo suele alterar las convenciones del lenguaje cinematográfico con elementos que buscan recuperar o reconstruir. En esta ocasión, a través de siete videos, instalaciones y dibujos, Sala explora la música y el sonido que, aunque invisibles (o más bien, silentes), reconfiguran las historias que sus obras cuentan. “Todas las canciones aquí se han convertido en himnos o antihimnos de eventos históricos. Me interesa cuál es el evento social y político que transforma una canción en himno”, comenta Anri Sala en entrevista.[caption id="attachment_204842" align="aligncenter" width="715"]

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Video Tlatelolco Clash (2011), en el Museo Tamayo.[/caption]Ravel Ravel (2013) es otra obra guiada por la pérdida. En ella vemos la interpretación del “Concierto para la mano izquierda” compuesta en 1931 por Maurice Ravel. Su título no es gesto poético, sino descripción: fue comisionada para un pianista que perdió su brazo derecho en la Primera Guerra Mundial. “Es más bien un concierto para la mano que ya no está, porque todos los esfuerzos del compositor se enfocaban en cómo olvidar el miembro perdido”, explica el artista. En Unravel (2013) vemos a una DJ mezclando las dos pistas de esta interpretación, como si buscara conciliar la ausencia de ese miembro perdido a partir de las melodías.“Estoy trabajando con la idea de la subjetividad en el sonido”, dice Sala, para quien el sonido importante no es el de sus videos. “Si antes estaba interesado en la subjetividad del instrumento, ahora estoy interesado en la subjetividad del espectador. La subjetividad de las personasactuando en el filme ha emigrado a la subjetividad de la persona que la observa.”[caption id="attachment_204840" align="aligncenter" width="347"]

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Dibujo All of a Tremble-Delusion Devolution (2017),en la galería Kurimanzutto. / Cortesía del artista y Kurimanzutto, Ciudad de México.[/caption]De manera paralela, el artista presenta en Kurimanzutto la exposición “All of a tremble” hasta el 28 de octubre. Los dibujos murales All of a tremble (Encounter II) y All of a tremble (Delusion/Devolution) componen esta muestra. Sala instaló un cilindro que imprime patrones florales. Mientras éste gira, roza al mismo tiempo las lengüetas de un peine metálico, convirtiendo la construcción de la imagen en un proceso que materializa el sonido.Así, cuando uno recorre las historias que presenta Anri Sala, que de no ser por sus voces quizá serían invisibles, nos convertimos en los instrumentos de la composición sonora, visual y arquitectónica que Sala ha construido en el museo. Es ahí, en el público, donde reside su sonido.

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El Museo Tamayo Arte Contemporáneo organiza la primera muestra individual a gran escala del artista en un museo del país, cuyo trabajo suele alterar las convenciones del lenguaje cinematográfico con elementos que buscan recuperar o reconstruir. En esta ocasión, a través de siete videos, instalaciones y dibujos, Sala explora la música y el sonido que, aunque invisibles (o más bien, silentes), reconfiguran las historias que sus obras cuentan. “Todas las canciones aquí se han convertido en himnos o antihimnos de eventos históricos. Me interesa cuál es el evento social y político que transforma una canción en himno”, comenta Anri Sala en entrevista.[caption id="attachment_204842" align="aligncenter" width="715"]

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Video Take Over (2017) superpone las notas musicales de "La Marseillaise" y "La Internacional".[/caption]Sus videoinstalaciones Take Over (Marseillaise) y Take Over (Internationale), de 2017, reciben al visitante: las teclas de un piano se presionan mediante un mecanismo que hace sonar las dos melodías al mismo tiempo, las notas se sobreponen y crean caos, aunque por momentos coinciden. Las piezas son el himno nacional francés y “La Internacional”, la canción más famosa del movimiento obrero en el siglo XX, cuya letra, en un principio, se adaptó a la música de “La Marseillaise”, de 1792. Sus similitudes musicales son el telón de fondo de discrepancias ideológicas, ambas representan conceptos de nación distintos.“No se trata de qué va la canción, sino de qué lado de la canción se encuentra el público”, explica Sala. “Esto pasa con “La Internacional”, una canción con ideales muy bellos, de la lucha por el progreso, pero cuando se convirtió en el himno de la Unión Soviética, que en ciertos países era el sonido del invasor, esto cambió.” De este complejo trasfondo el espectador sólo escucha sus remanentes: disonancias, confusión.[caption id="attachment_204843" align="aligncenter" width="715"]

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El artista Anri Sala explora el sonido y la música en su más reciente visita a México en el Museo Tamayo y la galería Kurimanzutto. / ©Marc Domage[/caption]Le Clash y Tlatelolco Clash, de 2011, parecen estar compuestas con dicha confusión. En videos, filmados en Burdeos y la Ciudad de México, vemos a alguien girar la manivela de un organillo que interpreta “Should I stay or should I go” de la banda inglesa The Clash, canción emblemática del punk. Ésta suena entrecortada, pues las tarjetas perforadas con las que funciona el instrumento fueron divididas y repartidas entre personas que las van introduciendo en orden aleatorio, dinámica con la que el artista descompone la música: “Cada uno lleva su parte al organillo, es como si estuvieran llevando su propia voz. Esto produce una deconstrucción de la continuidad de la canción”, dijo. El video de Le Clash se grabó en un edificio que fue un importante foro underground, mientras que Tlatelolco Clash se hizo en la Plaza de las Tres Culturas. “Quería trabajar con la deconstrucción de una canción, pero también estaba buscando un espacio donde ocurrieran otras formas de ruptura en la continuidad de la vida y la historia.” Al escuchar la canción —himno de levantamiento social— sobre estos escenarios desolados, Sala pone aliento en un lugar cuyas voces se apagaron hace mucho tiempo. “Es un sitio de pérdida y devastación, pero también de construcción”, comentó.[caption id="attachment_204841" align="aligncenter" width="715"]

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Video Tlatelolco Clash (2011), en el Museo Tamayo.[/caption]Ravel Ravel (2013) es otra obra guiada por la pérdida. En ella vemos la interpretación del “Concierto para la mano izquierda” compuesta en 1931 por Maurice Ravel. Su título no es gesto poético, sino descripción: fue comisionada para un pianista que perdió su brazo derecho en la Primera Guerra Mundial. “Es más bien un concierto para la mano que ya no está, porque todos los esfuerzos del compositor se enfocaban en cómo olvidar el miembro perdido”, explica el artista. En Unravel (2013) vemos a una DJ mezclando las dos pistas de esta interpretación, como si buscara conciliar la ausencia de ese miembro perdido a partir de las melodías.“Estoy trabajando con la idea de la subjetividad en el sonido”, dice Sala, para quien el sonido importante no es el de sus videos. “Si antes estaba interesado en la subjetividad del instrumento, ahora estoy interesado en la subjetividad del espectador. La subjetividad de las personasactuando en el filme ha emigrado a la subjetividad de la persona que la observa.”[caption id="attachment_204840" align="aligncenter" width="347"]

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Dibujo All of a Tremble-Delusion Devolution (2017),en la galería Kurimanzutto. / Cortesía del artista y Kurimanzutto, Ciudad de México.[/caption]De manera paralela, el artista presenta en Kurimanzutto la exposición “All of a tremble” hasta el 28 de octubre. Los dibujos murales All of a tremble (Encounter II) y All of a tremble (Delusion/Devolution) componen esta muestra. Sala instaló un cilindro que imprime patrones florales. Mientras éste gira, roza al mismo tiempo las lengüetas de un peine metálico, convirtiendo la construcción de la imagen en un proceso que materializa el sonido.Así, cuando uno recorre las historias que presenta Anri Sala, que de no ser por sus voces quizá serían invisibles, nos convertimos en los instrumentos de la composición sonora, visual y arquitectónica que Sala ha construido en el museo. Es ahí, en el público, donde reside su sonido.

Anri SalaDel 6 de septiembre de 2017 al 14 de enero de 2018Museo Tamayomuseotamayo.org

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