Para Cristina Morales, escritora española que en los últimos años se ha consolidado como una de las voces hispanas más relevantes, la lucha feminista tiene y ha tenido varios frentes. Uno de éstos, y que a Morales le había resultado invisible hasta la publicación de su más reciente novela Lectura fácil, son los discursos provenientes de las opresiones machistas que ella ha narrado: “A qué le he dado yo importancia para introducirlo en un relato y a qué no; cuán apegada he estado al canon literario masculino que nos indica cuáles son los temas interesantes para la historia de la literatura, y cuán libre me he sentido de hablar de otras cosas”, dice la autora en entrevista con Gatopardo. Morales cuenta en Lectura fácil —su cuarta novela, con la que ganó el Premio Herralde de Novela 2018— una historia que está lejísimos de los cánones heteropatriarcales. Son cuatro protagonistas, Nati, Patri, Marga y Àngels, que han sido diagnosticadas con diferentes grados de discapacidad intelectual (medidos en porcentajes, siendo que Nati tiene 70%, Patri 52%, Marga 66% y Àngels 40%) por la administración médica del gobierno de Cataluña. Las cuatro viven en un piso tutelado, un departamento que otorgan algunas instituciones a personas con discapacidades para que tengan una vida “normal”, definición que a la autora le parece controversial dado que un alto porcentaje de la gente en Barcelona (ciudad en la que sitúa la novela y en la que ella vive) no puede pagar los alquileres, por lo que el movimiento okupa ha tomado mucha fuerza en la ciudad.[caption id="attachment_233471" align="aligncenter" width="620"]
Lectura fácil de Cristina Morales[/caption]Morales presenta a las personajes en diferentes formatos, pues cada una tiene actividades y preferencias distintas. Nati, por ejemplo, es una apasionada de los fanzines, por lo que en un momento la narración se hace a través de uno que lleva como título Yo, también quiero ser un macho. En otros momentos la historia se cuenta a partir de declaraciones que hacen los personajes ante un juzgado que pretende esterilizar forzosamente a Marga, porque le gusta mucho masturbarse y tener sexo. También se leen actas de una asamblea libertaria y anarquista a la que les gusta ir y hay un libro que escribió Àngels en formato de lectura fácil, que es un método diseñado para hacer las lecturas más sencillas y comprensibles —y que algunos consideran un sistema para la democratización—, en el que se cuenta la historia de cómo las primas llegaron a Barcelona y antes de eso surcaron por instituciones que las sometían por ser “retrasadas”.“Me servía como una metáfora del supercontrol, de la supertutela a la que estamos sometidas cualquiera, ciudadano o ciudadana, que tiene intactos sus derechos civiles y políticos y aún así estamos bajo una serie de sumisiones que quizá no son visibles. Pero en el caso de estas personas, que los tienen suspendidos, sí que era posible verlos”, explica Morales sobre por qué escogió que sus personajes tuvieran una discapacidad. “Para mí funcionan como una hipérbole de las que somos normalizadas, como un camino más corto para hacer ver la opresión cotidiana”.Lo escribió por intuición. No porque sabía que estos temas eran los que se necesitaban contar para cambiar el discurso, sino porque eran las cosas de las que ella tenía ganas de escribir. “Fue un feminismo que no pasaba tanto por la conciencia de estar escribiendo algo que podía tener una resonancia emancipadora, como más bien de un deseo, de voy a escribir lo que me da la gana, un lugar bastante onanista: voy a escribir lo que me hace feliz o lo que me gusta leer a mí”.Para la autora, el placer y el quehacer literario no están desligados de la política y de las reflexiones sociales. “Yo creo que hay una gran belleza en retratar literariamente aquello que nos oprime y nos vuelve feas”, comenta. Y el resultado es una historia entretenidísima, con comedia y tragedia y todas las exigencias aristotélicas, que te transporta a aquella Barcelona con okupas feministas que ya no quieren quedarse como un público oprimido que aplaude a lo que se le impone.
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Cuatro mujeres con discapacidad intelectual protagonizan esta novela ganadora de el Premio Herralde.
Para Cristina Morales, escritora española que en los últimos años se ha consolidado como una de las voces hispanas más relevantes, la lucha feminista tiene y ha tenido varios frentes. Uno de éstos, y que a Morales le había resultado invisible hasta la publicación de su más reciente novela Lectura fácil, son los discursos provenientes de las opresiones machistas que ella ha narrado: “A qué le he dado yo importancia para introducirlo en un relato y a qué no; cuán apegada he estado al canon literario masculino que nos indica cuáles son los temas interesantes para la historia de la literatura, y cuán libre me he sentido de hablar de otras cosas”, dice la autora en entrevista con Gatopardo. Morales cuenta en Lectura fácil —su cuarta novela, con la que ganó el Premio Herralde de Novela 2018— una historia que está lejísimos de los cánones heteropatriarcales. Son cuatro protagonistas, Nati, Patri, Marga y Àngels, que han sido diagnosticadas con diferentes grados de discapacidad intelectual (medidos en porcentajes, siendo que Nati tiene 70%, Patri 52%, Marga 66% y Àngels 40%) por la administración médica del gobierno de Cataluña. Las cuatro viven en un piso tutelado, un departamento que otorgan algunas instituciones a personas con discapacidades para que tengan una vida “normal”, definición que a la autora le parece controversial dado que un alto porcentaje de la gente en Barcelona (ciudad en la que sitúa la novela y en la que ella vive) no puede pagar los alquileres, por lo que el movimiento okupa ha tomado mucha fuerza en la ciudad.[caption id="attachment_233471" align="aligncenter" width="620"]
Lectura fácil de Cristina Morales[/caption]Morales presenta a las personajes en diferentes formatos, pues cada una tiene actividades y preferencias distintas. Nati, por ejemplo, es una apasionada de los fanzines, por lo que en un momento la narración se hace a través de uno que lleva como título Yo, también quiero ser un macho. En otros momentos la historia se cuenta a partir de declaraciones que hacen los personajes ante un juzgado que pretende esterilizar forzosamente a Marga, porque le gusta mucho masturbarse y tener sexo. También se leen actas de una asamblea libertaria y anarquista a la que les gusta ir y hay un libro que escribió Àngels en formato de lectura fácil, que es un método diseñado para hacer las lecturas más sencillas y comprensibles —y que algunos consideran un sistema para la democratización—, en el que se cuenta la historia de cómo las primas llegaron a Barcelona y antes de eso surcaron por instituciones que las sometían por ser “retrasadas”.“Me servía como una metáfora del supercontrol, de la supertutela a la que estamos sometidas cualquiera, ciudadano o ciudadana, que tiene intactos sus derechos civiles y políticos y aún así estamos bajo una serie de sumisiones que quizá no son visibles. Pero en el caso de estas personas, que los tienen suspendidos, sí que era posible verlos”, explica Morales sobre por qué escogió que sus personajes tuvieran una discapacidad. “Para mí funcionan como una hipérbole de las que somos normalizadas, como un camino más corto para hacer ver la opresión cotidiana”.Lo escribió por intuición. No porque sabía que estos temas eran los que se necesitaban contar para cambiar el discurso, sino porque eran las cosas de las que ella tenía ganas de escribir. “Fue un feminismo que no pasaba tanto por la conciencia de estar escribiendo algo que podía tener una resonancia emancipadora, como más bien de un deseo, de voy a escribir lo que me da la gana, un lugar bastante onanista: voy a escribir lo que me hace feliz o lo que me gusta leer a mí”.Para la autora, el placer y el quehacer literario no están desligados de la política y de las reflexiones sociales. “Yo creo que hay una gran belleza en retratar literariamente aquello que nos oprime y nos vuelve feas”, comenta. Y el resultado es una historia entretenidísima, con comedia y tragedia y todas las exigencias aristotélicas, que te transporta a aquella Barcelona con okupas feministas que ya no quieren quedarse como un público oprimido que aplaude a lo que se le impone.
Cuatro mujeres con discapacidad intelectual protagonizan esta novela ganadora de el Premio Herralde.
Para Cristina Morales, escritora española que en los últimos años se ha consolidado como una de las voces hispanas más relevantes, la lucha feminista tiene y ha tenido varios frentes. Uno de éstos, y que a Morales le había resultado invisible hasta la publicación de su más reciente novela Lectura fácil, son los discursos provenientes de las opresiones machistas que ella ha narrado: “A qué le he dado yo importancia para introducirlo en un relato y a qué no; cuán apegada he estado al canon literario masculino que nos indica cuáles son los temas interesantes para la historia de la literatura, y cuán libre me he sentido de hablar de otras cosas”, dice la autora en entrevista con Gatopardo. Morales cuenta en Lectura fácil —su cuarta novela, con la que ganó el Premio Herralde de Novela 2018— una historia que está lejísimos de los cánones heteropatriarcales. Son cuatro protagonistas, Nati, Patri, Marga y Àngels, que han sido diagnosticadas con diferentes grados de discapacidad intelectual (medidos en porcentajes, siendo que Nati tiene 70%, Patri 52%, Marga 66% y Àngels 40%) por la administración médica del gobierno de Cataluña. Las cuatro viven en un piso tutelado, un departamento que otorgan algunas instituciones a personas con discapacidades para que tengan una vida “normal”, definición que a la autora le parece controversial dado que un alto porcentaje de la gente en Barcelona (ciudad en la que sitúa la novela y en la que ella vive) no puede pagar los alquileres, por lo que el movimiento okupa ha tomado mucha fuerza en la ciudad.[caption id="attachment_233471" align="aligncenter" width="620"]
Lectura fácil de Cristina Morales[/caption]Morales presenta a las personajes en diferentes formatos, pues cada una tiene actividades y preferencias distintas. Nati, por ejemplo, es una apasionada de los fanzines, por lo que en un momento la narración se hace a través de uno que lleva como título Yo, también quiero ser un macho. En otros momentos la historia se cuenta a partir de declaraciones que hacen los personajes ante un juzgado que pretende esterilizar forzosamente a Marga, porque le gusta mucho masturbarse y tener sexo. También se leen actas de una asamblea libertaria y anarquista a la que les gusta ir y hay un libro que escribió Àngels en formato de lectura fácil, que es un método diseñado para hacer las lecturas más sencillas y comprensibles —y que algunos consideran un sistema para la democratización—, en el que se cuenta la historia de cómo las primas llegaron a Barcelona y antes de eso surcaron por instituciones que las sometían por ser “retrasadas”.“Me servía como una metáfora del supercontrol, de la supertutela a la que estamos sometidas cualquiera, ciudadano o ciudadana, que tiene intactos sus derechos civiles y políticos y aún así estamos bajo una serie de sumisiones que quizá no son visibles. Pero en el caso de estas personas, que los tienen suspendidos, sí que era posible verlos”, explica Morales sobre por qué escogió que sus personajes tuvieran una discapacidad. “Para mí funcionan como una hipérbole de las que somos normalizadas, como un camino más corto para hacer ver la opresión cotidiana”.Lo escribió por intuición. No porque sabía que estos temas eran los que se necesitaban contar para cambiar el discurso, sino porque eran las cosas de las que ella tenía ganas de escribir. “Fue un feminismo que no pasaba tanto por la conciencia de estar escribiendo algo que podía tener una resonancia emancipadora, como más bien de un deseo, de voy a escribir lo que me da la gana, un lugar bastante onanista: voy a escribir lo que me hace feliz o lo que me gusta leer a mí”.Para la autora, el placer y el quehacer literario no están desligados de la política y de las reflexiones sociales. “Yo creo que hay una gran belleza en retratar literariamente aquello que nos oprime y nos vuelve feas”, comenta. Y el resultado es una historia entretenidísima, con comedia y tragedia y todas las exigencias aristotélicas, que te transporta a aquella Barcelona con okupas feministas que ya no quieren quedarse como un público oprimido que aplaude a lo que se le impone.
Cuatro mujeres con discapacidad intelectual protagonizan esta novela ganadora de el Premio Herralde.
Para Cristina Morales, escritora española que en los últimos años se ha consolidado como una de las voces hispanas más relevantes, la lucha feminista tiene y ha tenido varios frentes. Uno de éstos, y que a Morales le había resultado invisible hasta la publicación de su más reciente novela Lectura fácil, son los discursos provenientes de las opresiones machistas que ella ha narrado: “A qué le he dado yo importancia para introducirlo en un relato y a qué no; cuán apegada he estado al canon literario masculino que nos indica cuáles son los temas interesantes para la historia de la literatura, y cuán libre me he sentido de hablar de otras cosas”, dice la autora en entrevista con Gatopardo. Morales cuenta en Lectura fácil —su cuarta novela, con la que ganó el Premio Herralde de Novela 2018— una historia que está lejísimos de los cánones heteropatriarcales. Son cuatro protagonistas, Nati, Patri, Marga y Àngels, que han sido diagnosticadas con diferentes grados de discapacidad intelectual (medidos en porcentajes, siendo que Nati tiene 70%, Patri 52%, Marga 66% y Àngels 40%) por la administración médica del gobierno de Cataluña. Las cuatro viven en un piso tutelado, un departamento que otorgan algunas instituciones a personas con discapacidades para que tengan una vida “normal”, definición que a la autora le parece controversial dado que un alto porcentaje de la gente en Barcelona (ciudad en la que sitúa la novela y en la que ella vive) no puede pagar los alquileres, por lo que el movimiento okupa ha tomado mucha fuerza en la ciudad.[caption id="attachment_233471" align="aligncenter" width="620"]
Lectura fácil de Cristina Morales[/caption]Morales presenta a las personajes en diferentes formatos, pues cada una tiene actividades y preferencias distintas. Nati, por ejemplo, es una apasionada de los fanzines, por lo que en un momento la narración se hace a través de uno que lleva como título Yo, también quiero ser un macho. En otros momentos la historia se cuenta a partir de declaraciones que hacen los personajes ante un juzgado que pretende esterilizar forzosamente a Marga, porque le gusta mucho masturbarse y tener sexo. También se leen actas de una asamblea libertaria y anarquista a la que les gusta ir y hay un libro que escribió Àngels en formato de lectura fácil, que es un método diseñado para hacer las lecturas más sencillas y comprensibles —y que algunos consideran un sistema para la democratización—, en el que se cuenta la historia de cómo las primas llegaron a Barcelona y antes de eso surcaron por instituciones que las sometían por ser “retrasadas”.“Me servía como una metáfora del supercontrol, de la supertutela a la que estamos sometidas cualquiera, ciudadano o ciudadana, que tiene intactos sus derechos civiles y políticos y aún así estamos bajo una serie de sumisiones que quizá no son visibles. Pero en el caso de estas personas, que los tienen suspendidos, sí que era posible verlos”, explica Morales sobre por qué escogió que sus personajes tuvieran una discapacidad. “Para mí funcionan como una hipérbole de las que somos normalizadas, como un camino más corto para hacer ver la opresión cotidiana”.Lo escribió por intuición. No porque sabía que estos temas eran los que se necesitaban contar para cambiar el discurso, sino porque eran las cosas de las que ella tenía ganas de escribir. “Fue un feminismo que no pasaba tanto por la conciencia de estar escribiendo algo que podía tener una resonancia emancipadora, como más bien de un deseo, de voy a escribir lo que me da la gana, un lugar bastante onanista: voy a escribir lo que me hace feliz o lo que me gusta leer a mí”.Para la autora, el placer y el quehacer literario no están desligados de la política y de las reflexiones sociales. “Yo creo que hay una gran belleza en retratar literariamente aquello que nos oprime y nos vuelve feas”, comenta. Y el resultado es una historia entretenidísima, con comedia y tragedia y todas las exigencias aristotélicas, que te transporta a aquella Barcelona con okupas feministas que ya no quieren quedarse como un público oprimido que aplaude a lo que se le impone.
Cuatro mujeres con discapacidad intelectual protagonizan esta novela ganadora de el Premio Herralde.
Para Cristina Morales, escritora española que en los últimos años se ha consolidado como una de las voces hispanas más relevantes, la lucha feminista tiene y ha tenido varios frentes. Uno de éstos, y que a Morales le había resultado invisible hasta la publicación de su más reciente novela Lectura fácil, son los discursos provenientes de las opresiones machistas que ella ha narrado: “A qué le he dado yo importancia para introducirlo en un relato y a qué no; cuán apegada he estado al canon literario masculino que nos indica cuáles son los temas interesantes para la historia de la literatura, y cuán libre me he sentido de hablar de otras cosas”, dice la autora en entrevista con Gatopardo. Morales cuenta en Lectura fácil —su cuarta novela, con la que ganó el Premio Herralde de Novela 2018— una historia que está lejísimos de los cánones heteropatriarcales. Son cuatro protagonistas, Nati, Patri, Marga y Àngels, que han sido diagnosticadas con diferentes grados de discapacidad intelectual (medidos en porcentajes, siendo que Nati tiene 70%, Patri 52%, Marga 66% y Àngels 40%) por la administración médica del gobierno de Cataluña. Las cuatro viven en un piso tutelado, un departamento que otorgan algunas instituciones a personas con discapacidades para que tengan una vida “normal”, definición que a la autora le parece controversial dado que un alto porcentaje de la gente en Barcelona (ciudad en la que sitúa la novela y en la que ella vive) no puede pagar los alquileres, por lo que el movimiento okupa ha tomado mucha fuerza en la ciudad.[caption id="attachment_233471" align="aligncenter" width="620"]
Lectura fácil de Cristina Morales[/caption]Morales presenta a las personajes en diferentes formatos, pues cada una tiene actividades y preferencias distintas. Nati, por ejemplo, es una apasionada de los fanzines, por lo que en un momento la narración se hace a través de uno que lleva como título Yo, también quiero ser un macho. En otros momentos la historia se cuenta a partir de declaraciones que hacen los personajes ante un juzgado que pretende esterilizar forzosamente a Marga, porque le gusta mucho masturbarse y tener sexo. También se leen actas de una asamblea libertaria y anarquista a la que les gusta ir y hay un libro que escribió Àngels en formato de lectura fácil, que es un método diseñado para hacer las lecturas más sencillas y comprensibles —y que algunos consideran un sistema para la democratización—, en el que se cuenta la historia de cómo las primas llegaron a Barcelona y antes de eso surcaron por instituciones que las sometían por ser “retrasadas”.“Me servía como una metáfora del supercontrol, de la supertutela a la que estamos sometidas cualquiera, ciudadano o ciudadana, que tiene intactos sus derechos civiles y políticos y aún así estamos bajo una serie de sumisiones que quizá no son visibles. Pero en el caso de estas personas, que los tienen suspendidos, sí que era posible verlos”, explica Morales sobre por qué escogió que sus personajes tuvieran una discapacidad. “Para mí funcionan como una hipérbole de las que somos normalizadas, como un camino más corto para hacer ver la opresión cotidiana”.Lo escribió por intuición. No porque sabía que estos temas eran los que se necesitaban contar para cambiar el discurso, sino porque eran las cosas de las que ella tenía ganas de escribir. “Fue un feminismo que no pasaba tanto por la conciencia de estar escribiendo algo que podía tener una resonancia emancipadora, como más bien de un deseo, de voy a escribir lo que me da la gana, un lugar bastante onanista: voy a escribir lo que me hace feliz o lo que me gusta leer a mí”.Para la autora, el placer y el quehacer literario no están desligados de la política y de las reflexiones sociales. “Yo creo que hay una gran belleza en retratar literariamente aquello que nos oprime y nos vuelve feas”, comenta. Y el resultado es una historia entretenidísima, con comedia y tragedia y todas las exigencias aristotélicas, que te transporta a aquella Barcelona con okupas feministas que ya no quieren quedarse como un público oprimido que aplaude a lo que se le impone.
Para Cristina Morales, escritora española que en los últimos años se ha consolidado como una de las voces hispanas más relevantes, la lucha feminista tiene y ha tenido varios frentes. Uno de éstos, y que a Morales le había resultado invisible hasta la publicación de su más reciente novela Lectura fácil, son los discursos provenientes de las opresiones machistas que ella ha narrado: “A qué le he dado yo importancia para introducirlo en un relato y a qué no; cuán apegada he estado al canon literario masculino que nos indica cuáles son los temas interesantes para la historia de la literatura, y cuán libre me he sentido de hablar de otras cosas”, dice la autora en entrevista con Gatopardo. Morales cuenta en Lectura fácil —su cuarta novela, con la que ganó el Premio Herralde de Novela 2018— una historia que está lejísimos de los cánones heteropatriarcales. Son cuatro protagonistas, Nati, Patri, Marga y Àngels, que han sido diagnosticadas con diferentes grados de discapacidad intelectual (medidos en porcentajes, siendo que Nati tiene 70%, Patri 52%, Marga 66% y Àngels 40%) por la administración médica del gobierno de Cataluña. Las cuatro viven en un piso tutelado, un departamento que otorgan algunas instituciones a personas con discapacidades para que tengan una vida “normal”, definición que a la autora le parece controversial dado que un alto porcentaje de la gente en Barcelona (ciudad en la que sitúa la novela y en la que ella vive) no puede pagar los alquileres, por lo que el movimiento okupa ha tomado mucha fuerza en la ciudad.[caption id="attachment_233471" align="aligncenter" width="620"]
Lectura fácil de Cristina Morales[/caption]Morales presenta a las personajes en diferentes formatos, pues cada una tiene actividades y preferencias distintas. Nati, por ejemplo, es una apasionada de los fanzines, por lo que en un momento la narración se hace a través de uno que lleva como título Yo, también quiero ser un macho. En otros momentos la historia se cuenta a partir de declaraciones que hacen los personajes ante un juzgado que pretende esterilizar forzosamente a Marga, porque le gusta mucho masturbarse y tener sexo. También se leen actas de una asamblea libertaria y anarquista a la que les gusta ir y hay un libro que escribió Àngels en formato de lectura fácil, que es un método diseñado para hacer las lecturas más sencillas y comprensibles —y que algunos consideran un sistema para la democratización—, en el que se cuenta la historia de cómo las primas llegaron a Barcelona y antes de eso surcaron por instituciones que las sometían por ser “retrasadas”.“Me servía como una metáfora del supercontrol, de la supertutela a la que estamos sometidas cualquiera, ciudadano o ciudadana, que tiene intactos sus derechos civiles y políticos y aún así estamos bajo una serie de sumisiones que quizá no son visibles. Pero en el caso de estas personas, que los tienen suspendidos, sí que era posible verlos”, explica Morales sobre por qué escogió que sus personajes tuvieran una discapacidad. “Para mí funcionan como una hipérbole de las que somos normalizadas, como un camino más corto para hacer ver la opresión cotidiana”.Lo escribió por intuición. No porque sabía que estos temas eran los que se necesitaban contar para cambiar el discurso, sino porque eran las cosas de las que ella tenía ganas de escribir. “Fue un feminismo que no pasaba tanto por la conciencia de estar escribiendo algo que podía tener una resonancia emancipadora, como más bien de un deseo, de voy a escribir lo que me da la gana, un lugar bastante onanista: voy a escribir lo que me hace feliz o lo que me gusta leer a mí”.Para la autora, el placer y el quehacer literario no están desligados de la política y de las reflexiones sociales. “Yo creo que hay una gran belleza en retratar literariamente aquello que nos oprime y nos vuelve feas”, comenta. Y el resultado es una historia entretenidísima, con comedia y tragedia y todas las exigencias aristotélicas, que te transporta a aquella Barcelona con okupas feministas que ya no quieren quedarse como un público oprimido que aplaude a lo que se le impone.
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