Diez libros que dices haber leído
Hablar con autoridad de libros que no hemos leído es, tanto un vicio adquirido, como una forma efectiva de socialización. Ya sea porque muchos de ellos han sido adaptados a películas, obras de teatro y programas radiofónicos, o por mecanismos más misteriosos de memoria colectiva, hay obras que sentimos haber leído ya. Aún así, nunca es tarde para ponerse al corriente.
La interpretación de los sueños de Sigmund Freud
Pieza seminal del pensamiento freudiano, La interpretación de los sueños sigue siendo un libro fascinante a pesar de las refutaciones que ha recibido en tanto documento científico. Se trata de una investigación en torno a los símbolos y la historia de la onirocrítica desde la antigüedad, visitando personajes y casos que pueden leerse como relatos, antes que como historiales clínicas.
El Príncipe de Nicolás Maquiavelo
“El fin justifica los medios”, es una frase recurrente en epígrafes, memes, telenovelas y TedTalks. ¿Realmente la dijo Maquiavelo? y de ser así, ¿en qué contexto lo hizo? Este tratado político del siglo XVI se publicó impreso cinco años después de la muerte de su autor, aunque hubo un manuscrito distribuido a menor escala anteriormente que ya se había catalogado como una obra controversial, no solo por los conflictos éticos y políticos que plantea, sino porque fue escrito en italiano vernáculo y no en latín.
Madame Bovary de Gustave Flaubert
Pareciera que alrededor de los grandes libros abundan historias y frases apócrifas; por ejemplo, la que se atribuye a Gustave Flaubert: “Madame Bovary soy yo”. Real o no, la afirmación da una idea de lo mucho que ha significado para sus lectores el nombre de Emma Bovary, protagonista de esta novela realista del siglo XIX. Si hubiera que leer un drama decimonónico sobre amoríos e infidelidades que sea este, un libro que, como dijo Daniel Pennac (éste sí de verdad), hace que el lector contraiga esa “enfermedad de transmisión textual” que es el “bovarysmo”.
Pedro Páramo de Juan Rulfo
Un libro fundamental en la literatura mexicana moderna y que tiene un nombre que remite casi por reflejo al campo, el bajío, la luna, los huizaches y mezquites, los pueblos abandonados. A pesar de que una enorme cantidad de críticos y académicos han desmenuzado esta obra, sigue siendo un libro espectral y misterioso. Como diría una de las mejores lectoras de Rulfo, Cristina Rivera Garza, cada quien tiene un “Pedro Páramo suyo de él”, que lo espera en Comala.
Anna Karénina de Lev N. Tolstói
Incluso en su versión electrónica este es un libro que impone por su tamaño. Sin embargo, cuando el público ruso conoció a Anna Karénina por primera vez fue en los periódicos, a través de episodios semanales. La apariencia física del personaje que da nombre a la obra parece estar inspirada en Maria Hartung (1832-1919), la primogénita del poeta ruso Aleksandr Pushkin, y la primera frase de la novela, es una de las más citadas de la literatura universal: “Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”.
Los miserables de Victor Hugo
El caodaísmo es una religión que se fundó en Vietnam hace menos de cien años y entre sus santos están, además de profetas como Jesús o Mahoma, varios franceses: Juana de Arco, Louise Pasteur y Victor Hugo. Esto último resulta menos extraño si se toma en cuenta que el también autor de Nuestra señora de París era una especie de leyenda en vida. En Los miserables – novela adaptada múltiples veces al cine y al teatro musical- relata la epopeya que va desde el fin de la era napoleónica hasta la insurrección republicana, desde la perspectiva de las clases populares. Quizá sea esta la razón principal por la que Victor Hugo es considerado por algunos, un santo y un adalid del amor y la justicia.
La guerra de los mundos de H.G. Wells
Ya sea por la famosa adaptación de Orson Welles, que aterrorizó a los radioescuchas estadounidenses en 1938, o porque es una de las historias clásicas sobre extraterrestres, La guerra de los mundos es uno de esos libros de los que es fácil hablar sin haberlo leído. Pero este clásico de H.G. Wells resguarda muchas sorpresas que sólo pueden descubrirse leyendo la versión original. Los virus, las naves con tentáculos y el contexto histórico de los propios marcianos, se siente tan nuevo como la primera vez que se publicó.
La metamorfosis de Franz Kafka
En la literatura universal hay pocas frases tan famosas como: “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. Es tal la fuerza de esta línea, que contiene por sí sola a la novela entera y todo aquello que calificamos hoy con el adjetivo “kafkiano”. Sin embargo, La metamorfosis depara escenas, momentos y sensaciones menos conocidas que abren la puerta de entrada hacia una pesadilla que nunca termina.
Crimen y castigo de Fiódor Dostoievski
Voluminoso como casi todas la novelas de Dostoievski, Crimen y Castigo tiene la fama de ser un estudio filosófico sobre el mal y sus consecuencias. Esa es la razón por la que todos conocen su argumento -un hombre asesina a una anciana y debe expiar su culpa-, pero tal vez no se atrevan a sumergirse en sus centenas de páginas de introspección y densidad psicológica. Sin embargo, este libro es todo menos una novela impenetrable. Al contrario, es uno de las más entrañables y entretenidas del escritor ruso.
Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco
A diferencia de muchos libros de esta lista, Las batallas en el desierto es un libro corto y que seguro muchos habrán leído. Pero es tal su legado –ya sea en la canción de Café Tacvba o la película basada en él, con guión de Vicente Leñero-, que quizá el libro ha entrado más por inercia que por vía lectora al imaginario colectivo mexicano. Si consideras que este es el caso, aquí puedes asegurarte de no volver a conformarte con al versión de nadie más.
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