Era el verano de 1965 cuando John Coltrane ofrecía un concierto a dueto con el saxofonista Archie Shepp en el festival de jazz Down Beat en Chicago. El público se dividió en dos: los que estaban fascinados por escuchar a los músicos alcanzar niveles impresionantes de improvisación musical y aquellos que los abucheaban y se marchaban por no escuchar el jazz modal que esperaban.
«Una división similar era evidente entre los críticos de jazz», recuerda Gioia en su libro Historia del Jazz. Sin embargo, la eterna batalla del género musical entre la improvisación y el libre estilo, contra lo clásico y sus orígenes melódicos, no era una encrucijada para Coltrane. Tras dejar las drogas y de tocar “lo que se esperaba de él”, Coltrane llegó tarde a la fama, pero una vez que encontró su sonido, se posicionó como un virtuoso del saxofón durante los siguientes -y últimos- doce años de su vida.
Sin su estilo libre con notas altísimas, sin su pasión por la investigación sonora o sin su propio homenaje a Charlie Parker –su máximo ídolo-, John Coltrane solo habría sido un saxofonista tenor que pasó por las bandas de Miles Davis y Thelonious Monk.
La confianza que Trane -como también era conocido- depositaba en la improvisación, se basaba en practicar exhaustivamente en su saxofón tenor. Tocó también instrumentos como el violín, el arpa y posteriormente el koto y el sítar, que adquirió durante una gira en Japón. Coltrane era consecuente con su idea de experimentar y no repetirse a sí mismo.
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John William Coltrane nació el 23 de septiembre de 1926 en un poblado llamado Hamlet en Carolina del Norte. Su padre era un sastre que lo motivó a tocar el clarinete. Su madre también tocaba el piano en casa, por lo que siempre estuvo rodeado de música. Durante su adolescencia escuchó a los saxofonistas Lester Young y a Johnny Hodges, de quienes tomó inspiración para continuar su aprendizaje musical con un ese instrumento. Después de servir en el Ejército de Estados Unidos para la Segunda Guerra Mundial como miembro de la banda marina en Hawaii, Coltrane se unió a varios grupos locales durante la década de los cuarenta.
Al inicio de su carrera no fue quisquilloso para integrarse a bandas que se consideraban de “ligas menores” porque sentía que, donde sea que tocara, podía aprender algo nuevo. Siempre abierto a conocer nuevas cosas, Coltrane fue parte de la banda de Eddie Vinson, por ejemplo, porque «abrió una área más extensa de escucha para él». Durante esa década escuchó a músicos contemporáneos para ampliar su repertorio. “En esa década Coleman Hawkins, Ben Webster y Tab Smith estaban haciendo cosas que yo no entendía, pero que sentía emocionalmente».
«La primera vez que oí a ‘Bird’ tocar, me pegó justo en medio de los ojos», admitió Coltrane tiempo después sobre Charlie Parker. Pero entre sus influencias, el saxofonista nombraba incluso a músicos que no grabaron un solo álbum.
En 1947 John Coltrane conoció a Miles Davis y tocaron junto a Sonny Rollins en Manhattan. Luego tomaron caminos separados y Trane tuvo la oportunidad de tocar con uno de sus ídolos y colega de «Bird» Parker, Dizzy Gillespie. Fue en 1955 cuando volvió a reunirse con Davis para colaborar por algunos años, hasta que la adicción de Coltrane a la heroína interfirió en su carrera. En 1957, Miles lo corrió del quinteto en el que tocaban ambos.
En ese periodo difícil, John hizo equipo con el pianista Thelonious Monk, a quien se refería como un «arquitecto musical de primer orden». Sin embargo, Monk, que dirigía su propio grupo de jazz, terminó acoplándose al sonido de Coltrane. «Llegó al punto que no tocaba por debajo de alguno de sus solos. El encuentro entre estos dos maestros del jazz tuvo lugar, fundamentalmente, en un plano de igualdad», recordó Gioia en Historia del Jazz.
Con 32 años de edad, John Coltrane se rehabilitó en su casa junto a su primera esposa, Juanita Naima y su hijastra, Antonia Andrews. En sus palabras, 1957 le trajo “por la gracia de Dios” un despertar espiritual que le guiaría a una vida más rica, completa y productiva.
“Como agradecimiento, pedí humildemente que se me otorgaran recursos y privilegios para hacer felices a otros a través de la música. Siento que se me concedió”, escribió Trane años después. Sus dos abuelos fueron ministros cristianos, por lo que su vida también estuvo llena de enseñanzas religiosas. Al final de sus días, Coltrane leía numerosos libros sobre todas las religiones, particularmente el hinduismo. Esta influencia se reflejaba en sus majestuosas composiciones, que alcanzaban niveles espirituales.
Después de recuperarse, la carrera musical de Coltrane ascendió a un plano más profesional y serio. Ya reconocido como un músico virtuoso de jazz por su trabajo con Monk y Davis, se aventuró a grabar en 1958 para el sello Blue Note su primer álbum en solitario, Blue Train. El disco se distinguía por las notas del saxo tenor que embellecían el blues en sus canciones.
Fue ese mismo año que el escritor Ira Gittler se refirió a la técnica musical de Coltrane como el uso de «capas de sonido». Era cada vez más evidente que su estilo musical consistía en tocar varias notas a la vez. Esto dejaba sin descanso a los demás instrumentistas, pero fue un sello distintivo que llegó Coltrane a través de su admiración por el bebop.
Más tarde, regresó al quinteto de Miles Davis y junto a Cannonball Adderley, Bill Evans y Jimmy Cobb grabaron en 1959 Kind of Blue, un disco esencial para la historia del jazz. En ese proceso, John Coltrane también trabajó en Giant Steps, otro álbum que lo posicionó entre los músicos más prestigiados –y mejor pagados- del jazz.
A ese disco le siguió Soultrane y junto a su cuarteto, que integraba al recién descubierto piansta McCoy Tyner, grabaron en 1963 My Favorite Things, Impressions y Crescent. Sin embargo, una de sus obras maestras fue el disco A Love Supreme que grabó en 1965.
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Este y sus siguientes discos, las inspiraciones literarias, religiosas y místicas fueron muy relevantes para su estilo libre. A Love Supreme fue una alabanza musical que hizo Coltrane a Dios, a quien le agradecía por darle ese «despertar» y los dones que solicitó luego de dejar las drogas.
«Cuando llegó a las tiendas y a las ondas radiofónicas en febrero de 1965, el disco se convirtió en un best seller en los círculos de jazz. Se escuchaba en los dormitorios universitarios al igual que en los ghettos», escribe Ashley Kahn en el libro A Love Supreme: The Story of John Coltrane’s Signature Album.
Aunque -como ocurre en cada revolución musical- siempre habrá una multitud que abucheé a los que experimentan y otra que les persuada a continuar, Coltrane se mantuvo firme.
“La música no tiene porque ser algo fácil de entender”, dijo Coltrane en 1963. Sus notas altas y su estilo de “varias capas” musicales son aún estudiados por la ciencia, músicos y seguidores que intentan desmenuzar la genialidad que Coltrane obtuvo de un ser supremo.
El 7 de julio de 1967, John Coltrane falleció a los 40 años de edad por una enfermedad en el hígado. De manera póstuma, se han lanzado al mercado más de su trabajo, gracias al hábito que mantuvo de practicar y grabar sin descanso. Sus ventas fueron exorbitantes dentro y fuera de Estados Unidos, en vida y muerte, y en 2007 le fue concedida una mención especial póstuma de los Premios Pulitzer “por su magistral improvisación, suprema musicalidad y centralidad icónica en la historia del jazz”. Ese mismo año, el escritor Ray Bradbury también obtuvo una mención especial.