Karla Castañeda, la cineasta que devoraba libros
Karla Castañeda es un talento en potencia que pronto dirigirá su primer largometraje, producido por Guillermo del Toro.
La cineasta y animadora Karla Castañeda es un torbellino de creatividad. Vestida con un conjunto negro bordado de colores y el cabello liso pegado al cráneo, tiene un aire que recuerda a las famosas Catrinas que adornan los hogares mexicanos para Día de Muertos. Castañeda habla y mueve las manos, mira de reojo, hace breves anotaciones en la libreta frente a ella. Su energía vibra en sus palabras y sin perder el hilo de sus pensamientos igual habla sobre su cercana relación con el director mexicano Guillermo del Toro que sobre el desarrollo de la industria de la animación en Guadalajara. Es una fuerza de la naturaleza.
Cuando ingresó a la universidad, todavía no se impartían en México licenciaturas ni especializaciones de animación como sucede actualmente. Siempre le gustó dibujar y leer, así que mientras en la parte académica se terminaba las materias de literatura de su escuela, por otro lado atendía clases de pintura que terminaron por alejarla del arte convencional. “A mí lo que más me interesaba era la literatura, entonces me enfoqué mucho en eso”, cuenta en entrevista con Gatopardo. “Me querían enseñar a hacer manzanas y el cuerpo humano y yo sentía que me contaminaban. Quería poder utilizar muchas técnicas sobre mis dibujos, como óleo o acuarela o grafito u otras cosas pero sin afectar a mis personajes”.
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Esos personajes que habitan su imaginación son la muestra viva de que su estilo jamás podrá estar atado a convencionalismos. Castañeda principalmente trabaja con la técnica de animación stop-motion, con la que ha dirigido dos cortometrajes ganadores del Ariel: Jacinta (2008), sobre una anciana que pasa el final de su vida tejiendo; y La noria (2012), sobre el proceso de duelo de un hombre cuyo hijo pequeño ha muerto. En ambos, los protagonistas resaltan por tener características físicas que aprovechan al máximo los materiales y el medio en que existen para alejarse del realismo visual.
Su estilo único y su habilidad para narrar historias conmovedoras sin un solo diálogo han llamado la atención de la audiencia y también la del director tapatío Guillermo del Toro, famoso por su apoyo constante a jóvenes talentos del cine en México. En la más reciente edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, del Toro anunció que producirá dos películas dirigidas por mujeres mexicanas. Uno será con Issa López, quien ha cosechado más de 20 premios internacionales con su película sobrenatural Vuelven (2017). El otro será el primer largometraje de Karla, mismo que están escribiendo juntos.
Cuando Karla Castañeda habla, pareciera que nada podrá detener el caudal de ideas que le salen como ráfaga por la boca. Apasionada e intensa, cuenta cómo conoció a del Toro hace tres años en Francia, durante el festival de animación más importante del mundo, Annecy. “Quería entrar a su masterclass pero estaba abarrotado, me dio boletos él y me dijo ‘vamos a echarnos un café’. Desde ahí tenemos esta amistad… En enero le empecé a escribir que quería hacer un largo. Siempre ha habido mucha honestidad entre nosotros y cuando vino a Guadalajara hablamos y me contó que tenía como un guión que tenía que ver con una historia que yo le conté. Platicamos mucho tiempo y empezamos a escribir, hasta que dice ‘¿Qué te parece si coescribimos tu largometraje?’,” cuenta.
A Karla le brillan los ojos ante la posibilidad de esta colaboración creativa, pues sumado a esa nueva mancuerna, a los pocos días del Toro anunció que produciría el largometraje. “Producir ya es meterte más en la película,” explica la directora. “Estoy esperando un poco que descanse para seguir con lo que más me emociona: la escritura. Yo vivo el presente, porque igual me dicen ‘¿cuándo va a salir?’ y yo quiero primero escribir e intercambiar nuestro imaginario y ya, que sea algo muy bien contadito”.
La sensibilidad de Karla Castañeda y su talento cinematográfico se benefician profundamente del bagaje cultural de esta joven devoradora de libros. Si bien su trabajo visual le da combustible a su alma, su amor por la literatura es el que mueve sus engranes narrativos. “Me encanta el corto experimental o lo que se haga de animación”, reflexiona. “Me gusta que cada quien haga lo que quiere, pero en mi trabajo si me gusta que haya una historia y que tenga todo un por qué y que también se sienta”. Por eso le parece tan importante alimentar al intelecto de más vitaminas literarias. “Hay mucha gente que sabe dibujar, pero también está como ese bagaje intelectual que puedes tener, que puedes nutrirte”, reflexiona. “Puedes leer a Hobbes, a Borges y a Kafka. Para mí es un nutriente, la verdad”.
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