Las huellas de Amado Nervo

Las huellas de Amado Nervo

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Tiempo de Lectura: 00 min

Novelista, ensayista y poeta. Una de las voces más importantes del movimiento modernista.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

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Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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Las huellas de Amado Nervo

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Novelista, ensayista y poeta. Una de las voces más importantes del movimiento modernista.

El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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Novelista, ensayista y poeta. Una de las voces más importantes del movimiento modernista.

El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El 24 de mayo de 1919 falleció en Montevideo, Uruguay, uno de los poetas más importantes de México: Amado Nervo. Su fama y prestigio le merecieron ritos funerarios por la sorprendente temporalidad de seis meses; reconocimiento hoy impensable para cualquier un poeta en tiempos de obnubilación digital, anhelos materiales y desdenes del pensamiento y la estética.

El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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El buque que llevaría el cuerpo del vate a nuestro país zarpó de Uruguay con destino a Veracruz en julio, deteniéndose en países como Brasil, República Dominicana y Cuba. Por fin llegaría el 11 de noviembre de 1919 escoltado por naves venezolanas, brasileñas, argentinas y cubanas. En cada lugar se le rindieron honores y cientos de personas dieron el último adiós al escritor entre lágrimas y lamentos. La sociedad de principios del siglo XX comprendía la magnitud de la pérdida.

Hoy, a cien años de su muerte, si bien es cierto Nervo tiene una importante vigencia en la literatura de nuestros tiempos gracias a los intelectuales Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, la divulgación y edición de su obra sigue careciendo del esfuerzo merecido sobre todo para llegar a la juventud.

La industria editorial se ha vuelto una maquinaria de objetivos comerciales y la poesía no capta los ingresos generados por Best Sellers (pilares económicos de los imperios editoriales). Por su parte las editoriales de Estado, así como las universitarias, hacen un digno trabajo curando, recopilando y editando libros de autores fundamentales para nuestras letras, pero penosamente carecen de recursos económicos para mercadeo y distribución; salvaguardando la memoria y el trabajo de autores como Nervo, pero lejos de colocarlo como una lectura canon más allá de la obligatoriedad escolar.

Amado Nervo nació en Tepic, Nayarit el 27 de agosto de 1870. Novelista, ensayista y poeta, pasó a la historia como uno de los exponentes más importantes del movimiento modernista, en el cual figuran autores de la talla de Rubén Darío.

Sus primeros estudios los cursó en Michoacán, en Jacona, en el Colegio de San Luis Gonzaga, en el que destacó en aspectos académicos y donde tuvo su primer encuentro con los actos literarios, quedó marcado por “Sátira”, texto contra el estudio en el extranjero, en voz de Ignacio Montes de Oca y Obregón. Posteriormente estudió ciencias, filosofía y el primer año de leyes en el Seminario de Zamora. Sus primeras obras datan de su estadía michoacana.

En 1891 volvió a su natal Tepic y debido a premuras económicas se desplaza a Mazatlán, donde intercaló su trabajo en un despacho legal junto con sus primeros artículos en “El Correo de la tarde”. En 1894 viajó a la Ciudad de México y se integró con facilidad en el ambiente intelectual y cultural de la época. Colaboró en la emblemática Revista Azul y formó parte de importantes medios impresos como El Universal, El Nacional y El mundo.

En 1895 publicó su primera novela: El bachiller, luego vinieron sus poemarios Perlas Negras y Místicas en 1898. Para ese mismo año, junto a Jesús Valenzuela fundó y dirigió la Revista Moderna.

Hacia 1900 viajó a París como corresponsal del periódico El Imparcial, donde conoció a la que sería su esposa, Ana Cecilia Luisa Daillez, quien Nervo consideró el gran amor de su vida. Su muerte prematura en 1912 lo inspiró escribir los versos de La amada inmóvil.

De vuelta en nuestro país se desempeñó como académico y después como diplomático en la embajada de México en Madrid. En 1918 por consigna del presidente Victoriano Huerta, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay hasta 1919, año de su muerte.

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