El 24 de marzo es el aniversario del golpe militar de Argentina. Los familiares de desaparecidos, asesinados y presos políticos temieron, durante cuatro décadas, que volvieran los militares, sin dimensionar que también podían volver los civiles que los apoyaron. Con Javier Milei, el negacionismo de la dictadura ha regresado.
Un gran botín: la base de datos con información genética que resguarda la FGR. Un sospechoso: el excomisionado Nacional de Búsqueda, Roberto Cabrera Alfaro, acusado de robar datos para entregarlos a un laboratorio privado. Y un país con morgues y panteones que desbordan cuerpos sin identificar. Ésta es una crónica de cómo se lucra con el dolor en un país que duplicó en tres años el número oficial de desaparecidos; una historia de convenios opacos y laboratorios privados que buscan hacer negocio y de un Estado, incapaz y corrupto, que les abre esa puerta.
Algunas emprenden desde sus redes sociales, otras logran pagar un sitio web y muchas más apuestan por la nueva plaza pública: el tianguis digital. “Nenis” las llamaron despectivamente y la etiqueta se viralizó. Pero respondieron con imágenes todavía más burlonas: ellas sosteniendo al mundo, ellas contando billetes.
Un día en la fiscalía para feminicidios, en una ciudad donde una mujer es asesinada cada cinco días, en un país donde se cuentan 10 feminicidios al día. La criminalidad deja sin descanso a los equipos forenses conformados por mujeres. ¿Cómo logran observar el dolor y desentrañar las cifras?; ¿cómo tomar distancia sin perder la empatía?; ¿qué hacer con la desigualdad laboral frente a sus pares hombres?; y ¿qué hacer con el peligro latente de ser mujer en este oficio? Éstas son las preguntas que ellas encaran día con día.
En Veracruz, una cuadrilla de seis hombres tiene por trabajo buscar en fosas clandestinas lo que queda de quienes ahí fueron escondidos. No son padres detrás del rastro de sus hijos, tampoco voluntarios. Son jornaleros que rascan la tierra a cambio de un sueldo pagado por los familiares de desaparecidos.