Felipe Hernández tenía cinco hijos y una esposa con la que compartía el temor de un porvenir incierto en el Valle de Chalco. Se fue a Estados Unidos sin estar convencido de querer hacerlo. Así empezó su lucha por volver.
En medio de la resonancia que ha generado el movimiento de activistas Dreamers, los hijos de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, están aquellos que viven con un doble estigma: ser indocumentados y ser homosexuales. Éste es el adelanto del libro de Eileen Truax, «Dreamers, La lucha de una generación por su sueño americano».
En tan sólo cuatro años se convirtió en una de las figuras más notables de la iglesia.