Cristina Mittermeier, la niña que soñaba con navegar los océanos
Durante su infancia la fotógrafa mexicana Cristina Mittermeier quedó fascinada con libros de Jacques Cousteau y de aventuras. Con el tiempo se propuso alcanzar los lugares más espectaculares del planeta para documentar todo aquello que se encuentra en riesgo por la barbarie y la ambición humana.
El océano Atlántico luce imponente alrededor de Las Bahamas. En medio de esa inmensidad, entre la negrura de la noche, un pequeño velero surca las olas hacia la aventura. “La única forma de cambiar al mundo es a través de historias”, la voz de Cristina Mittermeier inicia el relato. La fotógrafa, ecologista, conferencista y escritora iza la vela del navío. “Y cuanto más grande se vuelva tu leyenda, más fácil será compartirla y la gente querrá escucharla”. Cristina ha dedicado su vida a recorrer los lugares más espectaculares del planeta para captar con su lente la fuerza de la naturaleza y los peligros que la acechan. “Estamos en una emergencia ambiental”, afirma luego de que la radio de la embarcación emita una alerta meteorológica sobre el punto a donde el SeaLegacy1 se dirige. “Y tener a este barco contando estas historias, nos da esperanza y nos inspira”.
El radar náutico indica que el destino de este viaje se ha alcanzado. “Parece que hubieran arrojado un maldito candelabro al océano”, dice el fotógrafo canadiense Paul Nicklen —pareja de vida y de aventuras de Mittermeier—, cuando mira con sus binoculares hacia una enorme plataforma petrolera en medio del Atlántico. “No podemos creer el tamaño y la escala de esa ciudad flotante”, agrega mientras Cristina lo escucha. “Tenemos la misión de expulsar a las grandes petroleras de las Bahamas solamente usando nuestras cámaras”, comenta Nicklen y ella asume esas palabras como el inicio de la batalla. Con su privilegiado ojo colocado en el visor de su cámara y resistiendo el vaivén de las olas para sostener un telefoto de gran alcance, Mitty, como se le conoce de cariño, apunta a su objetivo, espera pacientemente y dispara el arma con la que ha intentado salvar al mundo por años.
Nacida en la Ciudad de México en 1966, Cristina Mittermeier encontró su destino en algunos objetos que, con apenas seis o siete años de vida, tuvo que robar. Con nostalgia, recuerda el día en que su padre llegó a casa, a las afueras de Cuernavaca, Morelos, con regalos para todos sus hijos. Freddy, el hermano mayor de la familia, recibió con desinterés algunos libros que Cristina moría por tener. El Mundo Submarino del célebre Jacques Cousteau y varios títulos escritos por el italiano Emilio Salgari —como Piratas de la Malasia, La venganza de Sandokán o La reconquista de Mompracem, entre otros— contenían entre sus páginas las maravillas del océano y un sinfín de aventuras que Mitty moría por vivir, algún día, fuera de su imaginación.
“¿Por qué a Freddy si soy yo quien se interesa por estas cosas?”, recuerda entre risas, pero aún sin comprender cómo es que su padre no vio en ella una evidente fascinación por el mar y la aventura. A pesar de la zozobra, Mitty se escabullía cada noche al cuarto de su hermano para abrir los libros y vislumbrar su futuro. Dichos títulos, eventualmente formarían parte de la biblioteca personal de Mitty sin que su hermano lo supiera. Con el paso del tiempo, estas historias —que aún conserva entre lo más preciado— se han convertido en un recordatorio de los sueños de aquella pequeña que hoy siguen impulsando a la fotógrafa. “Creo que eso le hacemos a las niñas. Las educamos para que crean que las oportunidades son para los hombres y que algunas cosas no son para las mujeres. Yo crecí así. Muchas de mis amigas, igual de interesantes y curiosas, no hacían más que quedarse en casa y convertirse en amas de casa. Esa era la expectativa. Yo recuerdo a mi padre diciendo: ‘¿Quién va a querer casarse contigo si vas a trabajar en un barco de pesca?’”.
Aquella temeraria niña ha navegado en distintos navíos los siete mares hasta convertirse en una de las fotógrafas y ecologistas más reconocidas del planeta. Ingeniería Bioquímica en Ciencias del Mar del ITESM y fundadora de SeaLegacy —institución que busca proteger los océanos—, la mirada de Mittermeier ha sido parte de los medios más reconocidos en la lucha por el medio ambiente, como National Geographic o TIME. Sin embargo, ella solo se define a sí misma como una afortunada aventurera.
“¿Sabes qué? A veces me tengo que pellizcar al pensar que esa chiquita de Cuernavaca haya llegado tan lejos”, dice con una tímida sonrisa. Nuestra charla ocurre en el marco del estreno de Fotógrafo, serie de NatGeo y Disney+ que celebra el viaje de algunos de los narradores visuales más talentosos y reconocidos del mundo. “Nunca me imaginé el tener la suerte y el privilegio de poder compartir la belleza y las maravillas naturales de nuestro planeta. Además con el orgullo de ser mexicana y de representar a nuestro país a ese nivel”.
El secreto de su éxito radica en un superpoder dividido en dos partes: el tener un corazón mexicano y, sobre todo, el ser mujer. “Para mí, viajar alrededor del mundo siempre con la mirada viendo hacia México, me permite observar al país tan privilegiado que tenemos. Nos lo dicen y lo sabemos. Pero es hasta que no lo ves desde fuera que te das cuenta que somos un tesoro, tenemos un gran legado histórico, cultural, culinario y natural. México es una joya. Y no importa si estoy fotografiando en África o en la India, yo tengo ese lente mexicano con el que lo veo todo y que nadie me lo podrá quitar jamás”.
Parte de esa mirada se encuentra enormemente influenciada por la fuerza femenina de las mujeres de nuestro país; una que logra siempre superar cualquier reto y enfrentar cualquier adversidad. “He hablado con fotógrafas de otras partes del mundo que creen que ser mujer [en nuestra profesión] es una desventaja. Para mí es un superpoder porque simplemente no eres una amenaza”, afirma entre risas. “Como eres mujer, a la gente no le importa que tengas una cámara. Y me di cuenta que si me centraba en ese aspecto, podía ver de otra forma a los seres humanos y a la naturaleza a mi alrededor; y que tal vez haría algo que no muchos hacían. Creo que esa es una gran diferencia entre los hombres y mujeres como fotógrafos: para mí se trata de las relaciones. Las fotos que quiero hacer son de una madre con su bebé; sobre la conexión humana, mientras que para ellos se trata de la acción: el oso, el tiburón”.
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Dolor por la selva maya
En el contexto político en el que nos encontramos, es inevitable preguntarle a Cristina sobre lo que ella le diría a la mujer que próximamente se convierta en la primera presidenta en la historia mexicana: “Espero que, la que sea, deseche todos los prejuicios que tenemos por ser mexicanos […], aunque tengamos superpoderes, las mujeres vivimos en un mundo de machos y ojalá que cualquiera de esas dos señoras realmente se apodere del papel y nos lidere con su fuerza y su feminismo. Es un superpoder esa fuerza de maternidad, de lo femenino, de querer proteger a los tuyos. Ojala y [con alguna de ellas] veamos un México diferente. Tenemos 100 años de paternalismo político y qué bueno que sea una mujer porque, para bien o para mal, va a ser totalmente mejor que lo que hay ahorita”.
Luego de recorrer los sitios salvajes más espectaculares del planeta, Mitty siempre celebra y presume los paraísos que se esconden en su país. Con su corazón marcado por la Riviera Maya —Yucatán y sus cenotes le permitieron explorar su amor por el mundo acuático y, después, transformarlo en su profesión—, ella no puede ocultar su enorme preocupación por la forma en la que el actual gobierno mexicano desgarra la selva para la construcción del Tren Maya. A la fecha, el Tramo 5 de este cuestionado proyecto ha reportado la tala de más de 10 millones de árboles e incluso el derramamiento de concreto en estos milenarios paraísos bajo el agua.
“Si Andrés Manuel López Obrador se hubiera puesto un traje de baño y hubiera ido a ver en persona [los cenotes de la Riviera Maya] no hubiera permitido [el ecocidio que se está haciendo]. Pero la avaricia y la codicia”, hace una pausa, entrecierra los ojos y niega con la cabeza. “Se me hace un proyecto tan estúpido, y tan ciego además, porque el turismo nunca es excusa para destruir [la naturaleza]. Esto es como matar a la gallina de los huevos de oro. La gente va a la península de Yucatán a meterse a bañar a los cenotes. ¿Ahora a qué van a ir? ¿A los resorts? Es terrible lo que están haciendo porque es irrecuperable”.
A pesar de la tristeza y la impotencia que le provoca ver los cientos de imágenes y videos que documentan la destrucción de la selva maya, Mittermeier no se percibe en soledad mientras emprende la lucha por defender la riqueza milenaria mexicana. “Cuando siento esta angustia y ansiedad por lo que está sucediendo, me siento acompañada en el enojo y en la responsabilidad que nos toca para sacar fuerzas, no sé de dónde, y decir algo inspirador, que nos dé un poquito de esperanza y nos levante los ánimos para seguir luchando. Y ¿sabes qué?, creo que la herramienta más grande que tenemos como ciudadanos del mundo es nuestro voto. Tenemos que informarnos de quiénes son los candidatos de todos los países a quienes les importa el futuro del planeta y apoyarlos. Si hay alguien por quien tenemos que votar es definitivamente por ellos”.
El asombro infinito
El misticismo del Amazonas, las maravillas heladas del Ártico, los rostros de quienes habitan la selva o encontrarse con una imponente ballena azul en el fondo del mar: mirar las fotos de Cristina es conectar con la vida misma y lo fascinante que ha sido su paso por este planeta. Aunque logró cada uno de los sueños de esa niña exploradora, Mittermeier no pierde la fascinación de encontrarse con lugares de belleza indescriptible y capturar con su lente un mundo que trata de sobrevivir a la barbarie humana.
El camino de Mittermeier sigue, desde el inicio y hasta la actualidad, el legado de la icónica y legendaria fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, de quien expresa “es un tesoro de México”. Responsable de capturar un legado fotográfico invaluable de la historia de nuestro país, Graciela ha inspirado a incontables generaciones a narrar la vida, y a capturar emociones, a través de las imágenes. “Cuando ella era joven, podía irse a pueblear, sola, a fotografiar el Día de Muertos a donde ella quisiera. Hace poco pude hacer lo mismo en Oaxaca y estando ahí pensé también en Diego Rivera y en su Catrina garbancera. Entonces, creo que es importante estudiar el trabajo de los artistas que nos inspiran y en México no hay que ir muy lejos para encontrarte con la influencia de una Frida Kahlo o un Manuel Álvarez Bravo. En nuestro país realmente estamos parados en los hombros de gigantes”.
De la misma forma en que Graciela Iturbide ha sido un faro para Mittermeier, Cristina busca inspirar a aquellas niñas y adolescentes con ganas de salir al mundo y documentarlo a través de las imágenes. “El 90% de mi tarea siempre será motivar a que las mujeres tomen una cámara y nos pongamos a contar historias”, responde con emoción, cuando se le pregunta por aquella posibilidad de que sus imágenes tengan un impacto positivo en la vida de cualquiera que comparta el espíritu de aventura que a ella le mueve el corazón. “Necesitamos mucha más documentación de lo que está pasando en el mundo, y la fotografía y la cinematografía, y el arte en general, son herramientas poderosas para informar sobre la cultura en el mundo. Diego Rivera pintó sus murales para mostrar un movimiento político. Nosotras podemos aprender esas lecciones y usar un arma como una poderosa herramienta de cambio”.
ARTURO MAGAÑA ARCE. Cliente frecuente de Central Perk, alumno honorario de Hogwarts, miembro de la Alianza Rebelde y cácaro del cine mexicano. Periodista cinematográfico con más de diez años de experiencia, PR de entretenimiento y colaborador de MVS Noticias, Imagen Multicast, El País y Gatopardo.
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