Medellín atraviesa por varios fenómenos sociales provocados por la gentrificación y la revolución digital. Convertida en uno de los principales nodos globales, según el Foro Económico Mundial, una treintena de comunidades tech están formando a una generación de colombianos que pueda reescribir el pasado criminal de la ciudad, mediante ese lenguaje detrás de las apps y sitios web que usamos a diario. Jóvenes de barrios, como la Comuna 13, podrían transformar su futuro.
El siguiente testimonio fue escrito por una exguerrillera de las FARC y da cuenta de la vida cotidiana de los combatientes en la selva colombiana. Este texto surgió de un taller comunitario, coordinado por el escritor Juan Álvarez con ayuda del Instituto Caro y Cuervo y el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. En el taller, los exguerrilleros contaron que 97% del tiempo en la insurgencia fue estar allí en la naturaleza, no en el combate. Lejos de romantizar la naturaleza o la guerra, este testimonio ofrecer un punto de vista sobre el medio ambiente al que muy pocas veces tenemos acceso.
Poco se habla fuera de Colombia de los campesinos, el eslabón más débil de la cadena de tráfico, que siembran y procesan la hoja de coca en laboratorios clandestinos. Los daños a la salud —por la exposición a sustancias tóxicas, sin las cuales sus cultivos no sobrevivirían a plagas ni a suelos poco fértiles— no se han estudiado con rigor. La política antidrogas, en su intento por frenar esta práctica, ha creado un ambiente en el que tomar medidas de salud pública es casi imposible.