El clásico corrido evolucionó para convertirse en una apología de las vidas acomodadas de los juniors del país y de la juventud que vive en medio de una crisis de ansiedad generacional mientras persigue los tres minutos de éxtasis que le ofrece el subgénero de moda.
Tras una revelación, Octavio se transformó en La Bruja y empezó a construir su propia feminidad, una en la que sus barbas negras no rivalizaran con las faldas. Este cortometraje de Cecilia Villaverde y Alejandro Paredes está nominado al Ariel.