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A 5 años del 19s: usar las redes sociales para ayudar

A 5 años del 19s: usar las redes sociales para ayudar

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
18
.
09
.
22
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

En el quinto aniversario del sismo del 19 de septiembre de 2017, tres personas que destacaron por su solidaridad recuerdan cómo se organizaron para ayudar, desde las redes sociales que han transformado las experiencias colectivas, y entre las calles y los escombros. Hubo quien gestionó la colecta de víveres en Michoacán, aquellos que se preocuparon por las mascotas perdidas o atrapadas y personas que participaron en la creación de un método para verificar la información; estos testimonios son parte del aprendizaje cívico del 19s.

Como si un cronómetro demoníaco se hubiera activado, treinta y dos años después exactamente de que un terremoto asolara al entonces Distrito Federal con gran violencia, a las 13:14 horas del miércoles 19 de septiembre de 2017 un sismo de magnitud 7.1, al que más tarde se le conoció como 19s, cimbró varias zonas del país, entre ellas, de nuevo, la Ciudad de México. Esto obligó a los mexicanos, y especialmente a los capitalinos, a revivir una muy amarga experiencia ocurrida más de tres décadas atrás.

A pesar de que los dos eventos dejaron una senda de dolor y destrucción, hay diferencias considerables. Mientras que el sismo de 1985, de magnitud de 8.1, cuyo epicentro fue en el estado de Guerrero, provocó la muerte de cuarenta mil personas aproximadamente, de acuerdo con cifras del Sistema Sismológico Nacional, suscitando decenas de miles de heridos y damnificados, y casi setenta mil edificios con daños totales o parciales, además de grandes pérdidas económicas que tardaron décadas en subsanarse, el sismo del 19s, que tuvo lugar hace cinco años, con epicentro entre los estados de Morelos y Puebla, mató a 370 personas, dejó a 7,289 heridos, y cincuenta y dos edificios colapsados o con daños.

Entre las consecuencias demográficas que el desastre de mitad de los años ochenta trajo a la Ciudad de México está que una gran parte de la población que vivía en el centro histórico se desplazó hacia otras delegaciones al sur y a otros estados del país, por lo que la urbe dejó de crecer al ritmo que lo hizo durante varias décadas.

La menor magnitud del sismo de 2017 no significa que no haya habido tragedias. En el 19s, el colegio Enrique Rébsamen, en Coapa, se derrumbó, lo que causó veintiséis víctimas mortales, entre el personal y el alumnado, mientras que un edificio de oficinas en la avenida Álvaro Obregón se desmoronó con varias decenas de oficinistas adentro. También hubo centenas de muertos, como consecuencia de la caída de diversos inmuebles en las colonias Obrera, Girasoles, del Valle, Roma, Educación, Portales, Condesa, Narvarte, Lomas Estrella, Miravalle, Campestre Churubusco, San Francisco Culhuacán, Coapa, San Gregorio Atlapulco y Niños Héroes de Chapultepec, además de las víctimas en otras entidades como Morelos, Puebla, Estado de México y Oaxaca.

Otra de las diferencias entre el terremoto de 1985 y el 19s estriba en que la sociedad mexicana y la capital de la República son considerablemente distintas. En 2017, la población mexicana tenía una mayor sensibilidad y concientización frente a los desastres naturales; los constantes simulacros nos han permitido a los capitalinos tener un sentido de alerta más agudo frente a estas eventualidades y la organización para la evacuación de los edificios se ha depurado. Desarrollos tecnológicos como el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano y herramientas como el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México, mejor conocido como C5, que capta e integra información para la toma de decisiones sobre seguridad pública, urgencias médicas, medio ambiente, protección civil, movilidad y servicios a la comunidad, han sido muy útiles.

Otro contraste radica en el flujo de la información. En 1985, la comunicación permanecía centralizada. Los mexicanos se enteraban de los sucesos mediante las estaciones de radio y los noticiarios en los escasos canales de televisión que había en ese momento. Sin teléfonos celulares, redes sociales e internet, los ciudadanos se informaban de la mejor forma que podían. Tras el terremoto, la señal de televisión de una de las dos cadenas nacionales se suspendió durante varias horas, luego de haberse venido abajo su antena principal, y la comunicación con otros países casi desapareció al menos durante el día del sismo. Fue entonces que los radioaficionados dieron cuenta de lo ocurrido con sus precarios aparatos de telecomunicaciones.

fotos del sismo del 19 de septiembre, medellín
Medellín y San Luis Potosí.
Colonia Roma.

Entre un mar de información que necesita organizarse


Para Mónica Portes, directora de Comunicación de Twitter para América Latina, una de las diferencias fundamentales entre el terremoto de 1985 y el sismo del 19s es justamente la comunicación: “Ahora estábamos en un mar de información y necesitábamos organizarla. La ventaja de Twitter es que es tiempo real”. Esta plataforma fue clave en lo ocurrido hace cinco años, pues agilizó la conversación pública y facilitó el rescate de las personas atrapadas en los escombros de los edificios, la llegada rápida de víveres a los lugares donde se necesitaban y la solicitud de auxilio en diversos lugares. A diferencia de otras redes sociales, los mensajes en Twitter se amplificaron debido a la naturaleza de esta red social que es abierta (es decir, sus usuarios pueden leer casi todos los mensajes que se publican).

Mónica explica que tres semanas antes del sismo del 19s, Twitter había organizado un entrenamiento con Protección Civil. El propósito fue que los usuarios entendieran la plataforma, conocieran las herramientas que brinda y enseñarles buenas prácticas para que en una situación como ésta se diversifique y se extienda el mensaje. “Veníamos fresquecitos”, recuerda Mónica. De esta forma, los equipos estaban preparados acerca de cómo comunicar lo que debían saber las personas. Después del temblor, Twitter creó una Lista que contenía las arrobas de instituciones gubernamentales y grupos de la sociedad civil para dar prioridad a la información oficial.

Entre otras acciones que llevó a cabo esta plataforma estuvo la activación de un emoji que motivaba el diálogo y difundía información sobre las labores de rescate, voluntariado y recolección de insumos. También hubo un equipo de periodistas trabajando en la selección de historias vinculadas con el sismo del 19s para “Moments”, un repertorio sobre temas actuales populares o relevantes. Asimismo, se otorgaron anuncios en la plataforma a organizaciones que ayudaban al gobierno en las tareas de rescate.

La gran velocidad con que circularon los datos también provocó que la desinformación se hiciera presente de forma igual de vertiginosa. ¿Quién no recuerda el llamado a acudir a espacios que ya estaban saturados? En las redes sociales y algunos medios aparecieron historias que describían la presunta caída del edificio Plaza Condesa, de un tramo del segundo piso del Periférico y del Hospital Siglo XXI, información que fue refutada horas después. Hasta prestigiosos medios de comunicación impresos y electrónicos, después de haber “verificado” la información con las autoridades, dieron a conocer que una niña llamada Frida Sofía esperaba ser rescatada entre las ruinas del Colegio Rébsamen, lo que provocó que una audiencia creciente derramara lágrimas frente al televisor por lo que al final resultó ser una noticia falsa del 19s, ya que ninguna infante con ese nombre estaba registrada en esa escuela.

En este sentido, Mónica señala que “la desinformación es algo que tomamos con mucha seriedad, pero también Twitter sirve a la conversación pública”. Es decir, más que censurar o eliminar contenidos, buscan brindar un contexto para que el usuario tome sus propias decisiones. “No decimos lo que es falso o verdadero”, porque, señala, hay otras instancias que pueden hacerlo. De hecho, hubo usuarios que durante los días álgidos de septiembre de 2017 desmintieron información acerca de las consecuencias del sismo que no resultaba verdadera.

La sociedad de nuestro país en los días próximos al 19s dio cuenta de su espíritu generoso. Para Mónica, quien es responsable de la comunicación de esta plataforma en Latinoamérica, una actitud que distingue a los mexicanos es la solidaridad. Explica emocionada: “la gente en lugar de correr del humo, corre hacia él, buscando cómo ayudar. Pudimos verlo en Twitter, la gente buscaba ayudar”.

De Morelia hacia los escombros


Uno de esos actores del 19s, que brindaron auxilio de forma desinteresada durante aquellos días, fue el michoacano Eduardo Zárate, de 31 años, quien es conferencista y consultor en temas de turismo inclusivo y accesible. Hace cinco años se encontraba en el poblado de Zinapécuaro, en su estado natal, junto con un grupo de amigos con los que colaboraba en una organización de jóvenes, cuando se enteró de que había temblado en la Ciudad de México. Tuvo una mezcla de emociones que iban entre el miedo y la angustia. Supo por el radio que hacían falta víveres, agua y medicamentos, así que se dirigió a Morelia y se puso de acuerdo con sus compañeros para organizar la donación de bienes perecederos por parte de los morelianos. Llenaron con víveres una camioneta y un coche para dirigirse a la capital mexicana, a casi trescientos kilómetros de distancia, a la que partieron ese mismo día. Le llamó la atención encontrar el camino despejado, sin tráfico. A su arribo, fueron orientados por personal de Protección Civil para saber a dónde podían llevar las provisiones.

Antes de salir rumbo a la ciudad, se enteró de que un amigo suyo se encontraba atrapado entre los escombros de un edificio en la colonia del Valle, por lo que junto con sus amigos acudió al inmueble a prestar ayuda. En un principio pensó que no lo tomarían en cuenta, al ser una persona con discapacidad adquirida que requiere de silla de ruedas, pero lo canalizaron a colaborar en la separación de residuos. Ahí se enteró de que habían sacado a algunas personas con heridas leves, entre las que se encontraba su amigo Fernando, lo que le dio una gran alegría.

Durante los días posteriores al 19s continuó ayudando y después volvió a su tierra. Dice que el regreso fue normal y tranquilo, pero que al llegar a Michoacán se dio cuenta de que se había convertido en un personaje conocido debido a una fotografía que le tomaron en la que aparece con una silla de ruedas cargando escombros sobre su espalda y que se viralizó en Twitter. “Ya todo mundo sabía lo que yo estaba haciendo y yo ni en cuenta”, reconoce. Desde Morelia se sumó a las labores de colectas con algunas instituciones. Eduardo siempre habla en la primera persona del plural: “Todos nos sumamos a la recaudación de víveres. No sólo fue para la Ciudad de México sino a todos los lugares afectados”.

Sobre las tareas pendientes luego del 19s, Eduardo indica que a la sociedad mexicana le sigue faltando empatía para una sana convivencia: “No sólo fue el sismo del 85, no sólo fue el sismo del 2017. Se vino una pandemia, una catástrofe global. A todos nos llegó a tocar. Se llevó a amigos y a familiares y a conocidos. Nos sigue faltando empatía. En el mundo en general no hemos aprendido absolutamente nada de lo que hemos vivido. Seguimos siendo personas egoístas, frías y calculadoras. No nos damos cuenta del valor que tiene vivir día con día”.

“¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”


Nelly Mercado fue otra ciudadana valiente que tuvo presencia en el 19s. Su trabajo como diseñadora de experiencia de usuario y de interfaz se vincula con internet y las aplicaciones de teléfonos celulares, lo que le permitió aprovechar la plataforma de Twitter, que le gusta mucho por su movimiento y velocidad, para difundir su mensaje y conectar a las personas.

Aunque vive en la Ciudad de México, curiosamente estaba en San Miguel de Allende el 19 de septiembre de 2017. Se dirigía hacia la capital cuando comenzó a recibir llamadas de familiares y de amigos que le contaron que había temblado muy fuerte. Al prender el radio y escuchar lo que ocurría, decidió regresar al lugar donde estaba y revisar lo que pasaba mediante Twitter. Para ella fue estremecedor enterarse de esa tragedia colectiva. Fueron horas de terror al percatarse de cómo la urbe era asediada por el sufrimiento, a lo que se sumaba lo que había sucedido días antes cuando un terremoto de aun mayor intensidad azotó el sureste del país.

Nelly cuenta que estaba muy afligida debido a que sus dos gatos permanecían solos en su departamento, pero ella no sabía en ese momento si estaban bien. En Twitter vio cómo la gente se organizaba para responder al 19s. Los usuarios creaban listas de desaparecidos que se actualizaron constantemente; también leyó en algunas cuentas a personas que estaban buscando a sus perros. Se acuerda de una chica que escribió que su edificio se había caído en la colonia del Valle y que sus gatas estaban ahí. Entonces pensó que, si había una lista de personas desaparecidas, también era necesaria una de animales extraviados.

Para ella la forma más sencilla de resolver los problemas es mediante internet, por lo que ese mismo día creó la cuenta @MascotasSismo e hizo un álbum de publicaciones con las fotos que recopilaba y que le hacían llegar los usuarios. En unas pocas horas se hizo viral, relata Nelly con emoción. No sólo recibía mensajes sobre mascotas perdidas, sino de animales que los usuarios encontraban y de personas que habían salido de sus casas con sus mascotas, pero cuyos hogares ya no estaban en pie. Fue así que organizó una página en Google Sites para informar dónde aceptaban animales de compañía, quién aceptaba donativos de croquetas, y todo aquello relacionado a las familias con animales.

Poco a poco comenzó a recibir más reportes. Cuando le avisaban que se había recuperado una mascota, anunciaba que el caso ya se había resuelto. Como debía volver a la Ciudad de México, encargó temporalmente la cuenta a una amiga suya, ya que no era posible detener esta labor. Narra cómo se recibieron reportes de usuarios de Sudamérica que intentaban ayudar, desde Colombia y Argentina, avisando que determinado usuario había visto tal animal y que era igual a uno que buscaba otra persona. Gracias a todos esos reportes se resolvieron muchos casos. El objetivo era reunir a las mascotas con sus dueños.

En total, Nelly recibió mil trescientos reportes de perros, gatos, tortugas y aves perdidos, de los cuales cuatrocientos noventa y ocho se reunieron con sus dueños, lo que es una cifra enorme. Así como hubo reencuentros felices, también hubo noticias de animales que fallecieron durante el sismo del 19s, como una perra muerta en el edificio derrumbado en la calle de Ámsterdam. Los casos que se resolvían favorablemente eran muy alentadores y en los que había un resultado negativo eran muy tristes.

Tras el sismo, Nelly sigue actualizando la cuenta con reportes de animales perdidos y dueños que buscan a sus mascotas. “¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”, se pregunta. Durante los días posteriores al sismo, la cuenta tuvo más de diecisiete mil seguidores y hoy suma más de treinta y seis mil.

Además de estos reportes, Nelly ahora actualiza la cuenta con información sobre tenencia responsable, datos que los dueños de mascotas muchas veces desconocen. Los perros necesitan correas, se asustan, a pesar de que sus dueños crean que son tan inteligentes como Lassie. Asimismo, las mascotas requieren de un collar con sus datos.

Hacia una organización colectiva


Mónica Meltis Véjar es directora ejecutiva de Data Cívica, una organización que trabaja a favor de los derechos humanos a través de herramientas tecnológicas y análisis de datos y estadística. Cuando ocurrió el sismo del 19s, ella estaba en su oficina en la colonia Juárez. Al lado había dos escuelas y ella fue testigo de cómo los padres recogían, llenos de angustia y desesperación, a sus hijos, lo que fue una experiencia dura. Después de salir de la oficina visitó con un par de colegas un parque para serenarse después de lo ocurrido.

Al ver las noticias en la televisión y percatarse del daño en muchos edificios de la ciudad, supieron del edificio colapsado en la avenida Álvaro Obregón, sitio al que se dirigieron. En ese trayecto observaron otro inmueble derrumbado en Viaducto y Torreón, donde estuvieron ayudando durante varias horas. Ella y sus compañeros se dieron cuenta de cómo la gente organizaba colectas para acudir con víveres a los sitios donde se requería. Cuando Mónica volvió a su casa creó un mapa en el que ubicó los puntos donde se requería auxilio y en los que había visto derrumbes.

En ese momento entró en contacto con sus amigos del colectivo de ciclistas Bicitekas, muy presentes en el activismo de la movilidad urbana y con quienes había coincidido en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Ahí se dio cuenta de que los ciclistas se habían convertido en un elemento fundamental ante el colapso de las vialidades. Entre sus colegas y otros grupos organizados se reunieron en el Centro Horizontal. Con la red que ya tenían y el acceso a los medios, lograron tener visibilidad y gestionar las necesidades que se requerían.

Tras el sismo comenzaron a recibir solicitudes de lo que demandaban ciertos espacios. No obstante, muchas veces, la información no se había actualizado. “Por ejemplo, decían, en Rébsamen necesitamos mucha agua, y llegábamos todos con litros de agua y ya había montañas de litros de agua. Empezamos a detectar esa necesidad de tener a gente en terreno que verificara la información”, explica Mónica.

En muchos lugares había facilidad para acceder, pero en otros era mucho más difícil, como en San Gregorio, en Xochimilco, lo que hacía más complicado todo. Ante la oferta y la demanda, la dificultad para acceder a las vialidades y la velocidad de los sucesos, era necesario conectar con enlaces que estuvieran en el territorio con el fin de que pudieran comprobar lo que faltaba y lo que había. De esta forman comenzaron a organizarse a través de mapas y así nació la plataforma digital #Verificado19S, un grupo de al menos veinte personas.

La ayuda no tardó en llegar. Comenzaron a asistir un gran número de voluntarios, al punto de que no sabían qué tarea asignarles. En ese momento vincularon a personas que estaban en los centros de acopio con quienes se encontraban en los derrumbes. A partir de ese intercambio de información pudieron desplazar aquello que se ofrecía –que en ocasiones eran quinientos pozoles– hacia los puntos donde la ayuda era requerida.

Para Mónica, quien subraya que habla a título personal, hay un legado en al menos en dos sentidos. El primero es que #Verificado19S funcionó muy bien al inicio como un momento de estructura orgánica, lo que también ocurrió en comités vecinales y redes que ya funcionaban. Señala que existe un parentesco entre el 19s y el sismo de 1985, ya que “la organización que se gestó a partir de esa tragedia se tradujo en otro tipo de agrupaciones. Es una lección importante, la organización colectiva en momentos de mucha necesidad también requiere una reflexión sobre lo que se requiere para sostenerla”. Por otra parte, señala que otra herencia es el procedimiento que definieron para verificar la información: “Lo viste con tus ojos y hay documentación, o hay alguien que lo vio y lo documentó y está en terreno, por lo que efectivamente nos puede confirmar que esa es la información real”. Esto resultaba fundamental en un momento en el que había tanto movimiento de información y ésta caducaba en un transcurso de diez minutos, por lo que discernir entre lo falso y lo verdadero era urgente.

Mónica hace una pausa para la autocrítica sobre lo ocurrido en esos días. Señala que podrían haber funcionado mejor para delegar y gestionar el trabajo con más organización colectiva y menos liderazgos individuales. Es decir, en ese momento se requería gente que hubiera descansado y que no estuviera al borde de un ataque de nervios para distinguir cuáles eran las responsabilidades de cada quien. Explica que el cansancio luego de esos días fue tan grande que no fue posible articular nada más adelante.

A pesar de las críticas y autocríticas de estos mexicanos conscientes, es indudable que los esfuerzos y las labores realizadas individual o colectivamente por estas personas y organizaciones comprometidas, como Mónica Portes, Eduardo Zárate, Nelly Mercado, Mónica Meltis y #Verificado19S, han rendido frutos. Es evidente que hay un gran número de tareas pendientes, pero también que existe un camino recorrido. Sin saber qué desastre natural se encuentra a la vuelta de la esquina, las experiencias de los sismos de 1985 y 2017 han creado un aprendizaje en la sociedad mexicana que se volverá a poner a prueba en cualquier momento.

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En el quinto aniversario del sismo del 19 de septiembre de 2017, tres personas que destacaron por su solidaridad recuerdan cómo se organizaron para ayudar, desde las redes sociales que han transformado las experiencias colectivas, y entre las calles y los escombros. Hubo quien gestionó la colecta de víveres en Michoacán, aquellos que se preocuparon por las mascotas perdidas o atrapadas y personas que participaron en la creación de un método para verificar la información; estos testimonios son parte del aprendizaje cívico del 19s.

Como si un cronómetro demoníaco se hubiera activado, treinta y dos años después exactamente de que un terremoto asolara al entonces Distrito Federal con gran violencia, a las 13:14 horas del miércoles 19 de septiembre de 2017 un sismo de magnitud 7.1, al que más tarde se le conoció como 19s, cimbró varias zonas del país, entre ellas, de nuevo, la Ciudad de México. Esto obligó a los mexicanos, y especialmente a los capitalinos, a revivir una muy amarga experiencia ocurrida más de tres décadas atrás.

A pesar de que los dos eventos dejaron una senda de dolor y destrucción, hay diferencias considerables. Mientras que el sismo de 1985, de magnitud de 8.1, cuyo epicentro fue en el estado de Guerrero, provocó la muerte de cuarenta mil personas aproximadamente, de acuerdo con cifras del Sistema Sismológico Nacional, suscitando decenas de miles de heridos y damnificados, y casi setenta mil edificios con daños totales o parciales, además de grandes pérdidas económicas que tardaron décadas en subsanarse, el sismo del 19s, que tuvo lugar hace cinco años, con epicentro entre los estados de Morelos y Puebla, mató a 370 personas, dejó a 7,289 heridos, y cincuenta y dos edificios colapsados o con daños.

Entre las consecuencias demográficas que el desastre de mitad de los años ochenta trajo a la Ciudad de México está que una gran parte de la población que vivía en el centro histórico se desplazó hacia otras delegaciones al sur y a otros estados del país, por lo que la urbe dejó de crecer al ritmo que lo hizo durante varias décadas.

La menor magnitud del sismo de 2017 no significa que no haya habido tragedias. En el 19s, el colegio Enrique Rébsamen, en Coapa, se derrumbó, lo que causó veintiséis víctimas mortales, entre el personal y el alumnado, mientras que un edificio de oficinas en la avenida Álvaro Obregón se desmoronó con varias decenas de oficinistas adentro. También hubo centenas de muertos, como consecuencia de la caída de diversos inmuebles en las colonias Obrera, Girasoles, del Valle, Roma, Educación, Portales, Condesa, Narvarte, Lomas Estrella, Miravalle, Campestre Churubusco, San Francisco Culhuacán, Coapa, San Gregorio Atlapulco y Niños Héroes de Chapultepec, además de las víctimas en otras entidades como Morelos, Puebla, Estado de México y Oaxaca.

Otra de las diferencias entre el terremoto de 1985 y el 19s estriba en que la sociedad mexicana y la capital de la República son considerablemente distintas. En 2017, la población mexicana tenía una mayor sensibilidad y concientización frente a los desastres naturales; los constantes simulacros nos han permitido a los capitalinos tener un sentido de alerta más agudo frente a estas eventualidades y la organización para la evacuación de los edificios se ha depurado. Desarrollos tecnológicos como el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano y herramientas como el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México, mejor conocido como C5, que capta e integra información para la toma de decisiones sobre seguridad pública, urgencias médicas, medio ambiente, protección civil, movilidad y servicios a la comunidad, han sido muy útiles.

Otro contraste radica en el flujo de la información. En 1985, la comunicación permanecía centralizada. Los mexicanos se enteraban de los sucesos mediante las estaciones de radio y los noticiarios en los escasos canales de televisión que había en ese momento. Sin teléfonos celulares, redes sociales e internet, los ciudadanos se informaban de la mejor forma que podían. Tras el terremoto, la señal de televisión de una de las dos cadenas nacionales se suspendió durante varias horas, luego de haberse venido abajo su antena principal, y la comunicación con otros países casi desapareció al menos durante el día del sismo. Fue entonces que los radioaficionados dieron cuenta de lo ocurrido con sus precarios aparatos de telecomunicaciones.

fotos del sismo del 19 de septiembre, medellín
Medellín y San Luis Potosí.
Colonia Roma.

Entre un mar de información que necesita organizarse


Para Mónica Portes, directora de Comunicación de Twitter para América Latina, una de las diferencias fundamentales entre el terremoto de 1985 y el sismo del 19s es justamente la comunicación: “Ahora estábamos en un mar de información y necesitábamos organizarla. La ventaja de Twitter es que es tiempo real”. Esta plataforma fue clave en lo ocurrido hace cinco años, pues agilizó la conversación pública y facilitó el rescate de las personas atrapadas en los escombros de los edificios, la llegada rápida de víveres a los lugares donde se necesitaban y la solicitud de auxilio en diversos lugares. A diferencia de otras redes sociales, los mensajes en Twitter se amplificaron debido a la naturaleza de esta red social que es abierta (es decir, sus usuarios pueden leer casi todos los mensajes que se publican).

Mónica explica que tres semanas antes del sismo del 19s, Twitter había organizado un entrenamiento con Protección Civil. El propósito fue que los usuarios entendieran la plataforma, conocieran las herramientas que brinda y enseñarles buenas prácticas para que en una situación como ésta se diversifique y se extienda el mensaje. “Veníamos fresquecitos”, recuerda Mónica. De esta forma, los equipos estaban preparados acerca de cómo comunicar lo que debían saber las personas. Después del temblor, Twitter creó una Lista que contenía las arrobas de instituciones gubernamentales y grupos de la sociedad civil para dar prioridad a la información oficial.

Entre otras acciones que llevó a cabo esta plataforma estuvo la activación de un emoji que motivaba el diálogo y difundía información sobre las labores de rescate, voluntariado y recolección de insumos. También hubo un equipo de periodistas trabajando en la selección de historias vinculadas con el sismo del 19s para “Moments”, un repertorio sobre temas actuales populares o relevantes. Asimismo, se otorgaron anuncios en la plataforma a organizaciones que ayudaban al gobierno en las tareas de rescate.

La gran velocidad con que circularon los datos también provocó que la desinformación se hiciera presente de forma igual de vertiginosa. ¿Quién no recuerda el llamado a acudir a espacios que ya estaban saturados? En las redes sociales y algunos medios aparecieron historias que describían la presunta caída del edificio Plaza Condesa, de un tramo del segundo piso del Periférico y del Hospital Siglo XXI, información que fue refutada horas después. Hasta prestigiosos medios de comunicación impresos y electrónicos, después de haber “verificado” la información con las autoridades, dieron a conocer que una niña llamada Frida Sofía esperaba ser rescatada entre las ruinas del Colegio Rébsamen, lo que provocó que una audiencia creciente derramara lágrimas frente al televisor por lo que al final resultó ser una noticia falsa del 19s, ya que ninguna infante con ese nombre estaba registrada en esa escuela.

En este sentido, Mónica señala que “la desinformación es algo que tomamos con mucha seriedad, pero también Twitter sirve a la conversación pública”. Es decir, más que censurar o eliminar contenidos, buscan brindar un contexto para que el usuario tome sus propias decisiones. “No decimos lo que es falso o verdadero”, porque, señala, hay otras instancias que pueden hacerlo. De hecho, hubo usuarios que durante los días álgidos de septiembre de 2017 desmintieron información acerca de las consecuencias del sismo que no resultaba verdadera.

La sociedad de nuestro país en los días próximos al 19s dio cuenta de su espíritu generoso. Para Mónica, quien es responsable de la comunicación de esta plataforma en Latinoamérica, una actitud que distingue a los mexicanos es la solidaridad. Explica emocionada: “la gente en lugar de correr del humo, corre hacia él, buscando cómo ayudar. Pudimos verlo en Twitter, la gente buscaba ayudar”.

De Morelia hacia los escombros


Uno de esos actores del 19s, que brindaron auxilio de forma desinteresada durante aquellos días, fue el michoacano Eduardo Zárate, de 31 años, quien es conferencista y consultor en temas de turismo inclusivo y accesible. Hace cinco años se encontraba en el poblado de Zinapécuaro, en su estado natal, junto con un grupo de amigos con los que colaboraba en una organización de jóvenes, cuando se enteró de que había temblado en la Ciudad de México. Tuvo una mezcla de emociones que iban entre el miedo y la angustia. Supo por el radio que hacían falta víveres, agua y medicamentos, así que se dirigió a Morelia y se puso de acuerdo con sus compañeros para organizar la donación de bienes perecederos por parte de los morelianos. Llenaron con víveres una camioneta y un coche para dirigirse a la capital mexicana, a casi trescientos kilómetros de distancia, a la que partieron ese mismo día. Le llamó la atención encontrar el camino despejado, sin tráfico. A su arribo, fueron orientados por personal de Protección Civil para saber a dónde podían llevar las provisiones.

Antes de salir rumbo a la ciudad, se enteró de que un amigo suyo se encontraba atrapado entre los escombros de un edificio en la colonia del Valle, por lo que junto con sus amigos acudió al inmueble a prestar ayuda. En un principio pensó que no lo tomarían en cuenta, al ser una persona con discapacidad adquirida que requiere de silla de ruedas, pero lo canalizaron a colaborar en la separación de residuos. Ahí se enteró de que habían sacado a algunas personas con heridas leves, entre las que se encontraba su amigo Fernando, lo que le dio una gran alegría.

Durante los días posteriores al 19s continuó ayudando y después volvió a su tierra. Dice que el regreso fue normal y tranquilo, pero que al llegar a Michoacán se dio cuenta de que se había convertido en un personaje conocido debido a una fotografía que le tomaron en la que aparece con una silla de ruedas cargando escombros sobre su espalda y que se viralizó en Twitter. “Ya todo mundo sabía lo que yo estaba haciendo y yo ni en cuenta”, reconoce. Desde Morelia se sumó a las labores de colectas con algunas instituciones. Eduardo siempre habla en la primera persona del plural: “Todos nos sumamos a la recaudación de víveres. No sólo fue para la Ciudad de México sino a todos los lugares afectados”.

Sobre las tareas pendientes luego del 19s, Eduardo indica que a la sociedad mexicana le sigue faltando empatía para una sana convivencia: “No sólo fue el sismo del 85, no sólo fue el sismo del 2017. Se vino una pandemia, una catástrofe global. A todos nos llegó a tocar. Se llevó a amigos y a familiares y a conocidos. Nos sigue faltando empatía. En el mundo en general no hemos aprendido absolutamente nada de lo que hemos vivido. Seguimos siendo personas egoístas, frías y calculadoras. No nos damos cuenta del valor que tiene vivir día con día”.

“¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”


Nelly Mercado fue otra ciudadana valiente que tuvo presencia en el 19s. Su trabajo como diseñadora de experiencia de usuario y de interfaz se vincula con internet y las aplicaciones de teléfonos celulares, lo que le permitió aprovechar la plataforma de Twitter, que le gusta mucho por su movimiento y velocidad, para difundir su mensaje y conectar a las personas.

Aunque vive en la Ciudad de México, curiosamente estaba en San Miguel de Allende el 19 de septiembre de 2017. Se dirigía hacia la capital cuando comenzó a recibir llamadas de familiares y de amigos que le contaron que había temblado muy fuerte. Al prender el radio y escuchar lo que ocurría, decidió regresar al lugar donde estaba y revisar lo que pasaba mediante Twitter. Para ella fue estremecedor enterarse de esa tragedia colectiva. Fueron horas de terror al percatarse de cómo la urbe era asediada por el sufrimiento, a lo que se sumaba lo que había sucedido días antes cuando un terremoto de aun mayor intensidad azotó el sureste del país.

Nelly cuenta que estaba muy afligida debido a que sus dos gatos permanecían solos en su departamento, pero ella no sabía en ese momento si estaban bien. En Twitter vio cómo la gente se organizaba para responder al 19s. Los usuarios creaban listas de desaparecidos que se actualizaron constantemente; también leyó en algunas cuentas a personas que estaban buscando a sus perros. Se acuerda de una chica que escribió que su edificio se había caído en la colonia del Valle y que sus gatas estaban ahí. Entonces pensó que, si había una lista de personas desaparecidas, también era necesaria una de animales extraviados.

Para ella la forma más sencilla de resolver los problemas es mediante internet, por lo que ese mismo día creó la cuenta @MascotasSismo e hizo un álbum de publicaciones con las fotos que recopilaba y que le hacían llegar los usuarios. En unas pocas horas se hizo viral, relata Nelly con emoción. No sólo recibía mensajes sobre mascotas perdidas, sino de animales que los usuarios encontraban y de personas que habían salido de sus casas con sus mascotas, pero cuyos hogares ya no estaban en pie. Fue así que organizó una página en Google Sites para informar dónde aceptaban animales de compañía, quién aceptaba donativos de croquetas, y todo aquello relacionado a las familias con animales.

Poco a poco comenzó a recibir más reportes. Cuando le avisaban que se había recuperado una mascota, anunciaba que el caso ya se había resuelto. Como debía volver a la Ciudad de México, encargó temporalmente la cuenta a una amiga suya, ya que no era posible detener esta labor. Narra cómo se recibieron reportes de usuarios de Sudamérica que intentaban ayudar, desde Colombia y Argentina, avisando que determinado usuario había visto tal animal y que era igual a uno que buscaba otra persona. Gracias a todos esos reportes se resolvieron muchos casos. El objetivo era reunir a las mascotas con sus dueños.

En total, Nelly recibió mil trescientos reportes de perros, gatos, tortugas y aves perdidos, de los cuales cuatrocientos noventa y ocho se reunieron con sus dueños, lo que es una cifra enorme. Así como hubo reencuentros felices, también hubo noticias de animales que fallecieron durante el sismo del 19s, como una perra muerta en el edificio derrumbado en la calle de Ámsterdam. Los casos que se resolvían favorablemente eran muy alentadores y en los que había un resultado negativo eran muy tristes.

Tras el sismo, Nelly sigue actualizando la cuenta con reportes de animales perdidos y dueños que buscan a sus mascotas. “¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”, se pregunta. Durante los días posteriores al sismo, la cuenta tuvo más de diecisiete mil seguidores y hoy suma más de treinta y seis mil.

Además de estos reportes, Nelly ahora actualiza la cuenta con información sobre tenencia responsable, datos que los dueños de mascotas muchas veces desconocen. Los perros necesitan correas, se asustan, a pesar de que sus dueños crean que son tan inteligentes como Lassie. Asimismo, las mascotas requieren de un collar con sus datos.

Hacia una organización colectiva


Mónica Meltis Véjar es directora ejecutiva de Data Cívica, una organización que trabaja a favor de los derechos humanos a través de herramientas tecnológicas y análisis de datos y estadística. Cuando ocurrió el sismo del 19s, ella estaba en su oficina en la colonia Juárez. Al lado había dos escuelas y ella fue testigo de cómo los padres recogían, llenos de angustia y desesperación, a sus hijos, lo que fue una experiencia dura. Después de salir de la oficina visitó con un par de colegas un parque para serenarse después de lo ocurrido.

Al ver las noticias en la televisión y percatarse del daño en muchos edificios de la ciudad, supieron del edificio colapsado en la avenida Álvaro Obregón, sitio al que se dirigieron. En ese trayecto observaron otro inmueble derrumbado en Viaducto y Torreón, donde estuvieron ayudando durante varias horas. Ella y sus compañeros se dieron cuenta de cómo la gente organizaba colectas para acudir con víveres a los sitios donde se requería. Cuando Mónica volvió a su casa creó un mapa en el que ubicó los puntos donde se requería auxilio y en los que había visto derrumbes.

En ese momento entró en contacto con sus amigos del colectivo de ciclistas Bicitekas, muy presentes en el activismo de la movilidad urbana y con quienes había coincidido en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Ahí se dio cuenta de que los ciclistas se habían convertido en un elemento fundamental ante el colapso de las vialidades. Entre sus colegas y otros grupos organizados se reunieron en el Centro Horizontal. Con la red que ya tenían y el acceso a los medios, lograron tener visibilidad y gestionar las necesidades que se requerían.

Tras el sismo comenzaron a recibir solicitudes de lo que demandaban ciertos espacios. No obstante, muchas veces, la información no se había actualizado. “Por ejemplo, decían, en Rébsamen necesitamos mucha agua, y llegábamos todos con litros de agua y ya había montañas de litros de agua. Empezamos a detectar esa necesidad de tener a gente en terreno que verificara la información”, explica Mónica.

En muchos lugares había facilidad para acceder, pero en otros era mucho más difícil, como en San Gregorio, en Xochimilco, lo que hacía más complicado todo. Ante la oferta y la demanda, la dificultad para acceder a las vialidades y la velocidad de los sucesos, era necesario conectar con enlaces que estuvieran en el territorio con el fin de que pudieran comprobar lo que faltaba y lo que había. De esta forman comenzaron a organizarse a través de mapas y así nació la plataforma digital #Verificado19S, un grupo de al menos veinte personas.

La ayuda no tardó en llegar. Comenzaron a asistir un gran número de voluntarios, al punto de que no sabían qué tarea asignarles. En ese momento vincularon a personas que estaban en los centros de acopio con quienes se encontraban en los derrumbes. A partir de ese intercambio de información pudieron desplazar aquello que se ofrecía –que en ocasiones eran quinientos pozoles– hacia los puntos donde la ayuda era requerida.

Para Mónica, quien subraya que habla a título personal, hay un legado en al menos en dos sentidos. El primero es que #Verificado19S funcionó muy bien al inicio como un momento de estructura orgánica, lo que también ocurrió en comités vecinales y redes que ya funcionaban. Señala que existe un parentesco entre el 19s y el sismo de 1985, ya que “la organización que se gestó a partir de esa tragedia se tradujo en otro tipo de agrupaciones. Es una lección importante, la organización colectiva en momentos de mucha necesidad también requiere una reflexión sobre lo que se requiere para sostenerla”. Por otra parte, señala que otra herencia es el procedimiento que definieron para verificar la información: “Lo viste con tus ojos y hay documentación, o hay alguien que lo vio y lo documentó y está en terreno, por lo que efectivamente nos puede confirmar que esa es la información real”. Esto resultaba fundamental en un momento en el que había tanto movimiento de información y ésta caducaba en un transcurso de diez minutos, por lo que discernir entre lo falso y lo verdadero era urgente.

Mónica hace una pausa para la autocrítica sobre lo ocurrido en esos días. Señala que podrían haber funcionado mejor para delegar y gestionar el trabajo con más organización colectiva y menos liderazgos individuales. Es decir, en ese momento se requería gente que hubiera descansado y que no estuviera al borde de un ataque de nervios para distinguir cuáles eran las responsabilidades de cada quien. Explica que el cansancio luego de esos días fue tan grande que no fue posible articular nada más adelante.

A pesar de las críticas y autocríticas de estos mexicanos conscientes, es indudable que los esfuerzos y las labores realizadas individual o colectivamente por estas personas y organizaciones comprometidas, como Mónica Portes, Eduardo Zárate, Nelly Mercado, Mónica Meltis y #Verificado19S, han rendido frutos. Es evidente que hay un gran número de tareas pendientes, pero también que existe un camino recorrido. Sin saber qué desastre natural se encuentra a la vuelta de la esquina, las experiencias de los sismos de 1985 y 2017 han creado un aprendizaje en la sociedad mexicana que se volverá a poner a prueba en cualquier momento.

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A 5 años del 19s: usar las redes sociales para ayudar

A 5 años del 19s: usar las redes sociales para ayudar

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En el quinto aniversario del sismo del 19 de septiembre de 2017, tres personas que destacaron por su solidaridad recuerdan cómo se organizaron para ayudar, desde las redes sociales que han transformado las experiencias colectivas, y entre las calles y los escombros. Hubo quien gestionó la colecta de víveres en Michoacán, aquellos que se preocuparon por las mascotas perdidas o atrapadas y personas que participaron en la creación de un método para verificar la información; estos testimonios son parte del aprendizaje cívico del 19s.

Como si un cronómetro demoníaco se hubiera activado, treinta y dos años después exactamente de que un terremoto asolara al entonces Distrito Federal con gran violencia, a las 13:14 horas del miércoles 19 de septiembre de 2017 un sismo de magnitud 7.1, al que más tarde se le conoció como 19s, cimbró varias zonas del país, entre ellas, de nuevo, la Ciudad de México. Esto obligó a los mexicanos, y especialmente a los capitalinos, a revivir una muy amarga experiencia ocurrida más de tres décadas atrás.

A pesar de que los dos eventos dejaron una senda de dolor y destrucción, hay diferencias considerables. Mientras que el sismo de 1985, de magnitud de 8.1, cuyo epicentro fue en el estado de Guerrero, provocó la muerte de cuarenta mil personas aproximadamente, de acuerdo con cifras del Sistema Sismológico Nacional, suscitando decenas de miles de heridos y damnificados, y casi setenta mil edificios con daños totales o parciales, además de grandes pérdidas económicas que tardaron décadas en subsanarse, el sismo del 19s, que tuvo lugar hace cinco años, con epicentro entre los estados de Morelos y Puebla, mató a 370 personas, dejó a 7,289 heridos, y cincuenta y dos edificios colapsados o con daños.

Entre las consecuencias demográficas que el desastre de mitad de los años ochenta trajo a la Ciudad de México está que una gran parte de la población que vivía en el centro histórico se desplazó hacia otras delegaciones al sur y a otros estados del país, por lo que la urbe dejó de crecer al ritmo que lo hizo durante varias décadas.

La menor magnitud del sismo de 2017 no significa que no haya habido tragedias. En el 19s, el colegio Enrique Rébsamen, en Coapa, se derrumbó, lo que causó veintiséis víctimas mortales, entre el personal y el alumnado, mientras que un edificio de oficinas en la avenida Álvaro Obregón se desmoronó con varias decenas de oficinistas adentro. También hubo centenas de muertos, como consecuencia de la caída de diversos inmuebles en las colonias Obrera, Girasoles, del Valle, Roma, Educación, Portales, Condesa, Narvarte, Lomas Estrella, Miravalle, Campestre Churubusco, San Francisco Culhuacán, Coapa, San Gregorio Atlapulco y Niños Héroes de Chapultepec, además de las víctimas en otras entidades como Morelos, Puebla, Estado de México y Oaxaca.

Otra de las diferencias entre el terremoto de 1985 y el 19s estriba en que la sociedad mexicana y la capital de la República son considerablemente distintas. En 2017, la población mexicana tenía una mayor sensibilidad y concientización frente a los desastres naturales; los constantes simulacros nos han permitido a los capitalinos tener un sentido de alerta más agudo frente a estas eventualidades y la organización para la evacuación de los edificios se ha depurado. Desarrollos tecnológicos como el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano y herramientas como el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México, mejor conocido como C5, que capta e integra información para la toma de decisiones sobre seguridad pública, urgencias médicas, medio ambiente, protección civil, movilidad y servicios a la comunidad, han sido muy útiles.

Otro contraste radica en el flujo de la información. En 1985, la comunicación permanecía centralizada. Los mexicanos se enteraban de los sucesos mediante las estaciones de radio y los noticiarios en los escasos canales de televisión que había en ese momento. Sin teléfonos celulares, redes sociales e internet, los ciudadanos se informaban de la mejor forma que podían. Tras el terremoto, la señal de televisión de una de las dos cadenas nacionales se suspendió durante varias horas, luego de haberse venido abajo su antena principal, y la comunicación con otros países casi desapareció al menos durante el día del sismo. Fue entonces que los radioaficionados dieron cuenta de lo ocurrido con sus precarios aparatos de telecomunicaciones.

fotos del sismo del 19 de septiembre, medellín
Medellín y San Luis Potosí.
Colonia Roma.

Entre un mar de información que necesita organizarse


Para Mónica Portes, directora de Comunicación de Twitter para América Latina, una de las diferencias fundamentales entre el terremoto de 1985 y el sismo del 19s es justamente la comunicación: “Ahora estábamos en un mar de información y necesitábamos organizarla. La ventaja de Twitter es que es tiempo real”. Esta plataforma fue clave en lo ocurrido hace cinco años, pues agilizó la conversación pública y facilitó el rescate de las personas atrapadas en los escombros de los edificios, la llegada rápida de víveres a los lugares donde se necesitaban y la solicitud de auxilio en diversos lugares. A diferencia de otras redes sociales, los mensajes en Twitter se amplificaron debido a la naturaleza de esta red social que es abierta (es decir, sus usuarios pueden leer casi todos los mensajes que se publican).

Mónica explica que tres semanas antes del sismo del 19s, Twitter había organizado un entrenamiento con Protección Civil. El propósito fue que los usuarios entendieran la plataforma, conocieran las herramientas que brinda y enseñarles buenas prácticas para que en una situación como ésta se diversifique y se extienda el mensaje. “Veníamos fresquecitos”, recuerda Mónica. De esta forma, los equipos estaban preparados acerca de cómo comunicar lo que debían saber las personas. Después del temblor, Twitter creó una Lista que contenía las arrobas de instituciones gubernamentales y grupos de la sociedad civil para dar prioridad a la información oficial.

Entre otras acciones que llevó a cabo esta plataforma estuvo la activación de un emoji que motivaba el diálogo y difundía información sobre las labores de rescate, voluntariado y recolección de insumos. También hubo un equipo de periodistas trabajando en la selección de historias vinculadas con el sismo del 19s para “Moments”, un repertorio sobre temas actuales populares o relevantes. Asimismo, se otorgaron anuncios en la plataforma a organizaciones que ayudaban al gobierno en las tareas de rescate.

La gran velocidad con que circularon los datos también provocó que la desinformación se hiciera presente de forma igual de vertiginosa. ¿Quién no recuerda el llamado a acudir a espacios que ya estaban saturados? En las redes sociales y algunos medios aparecieron historias que describían la presunta caída del edificio Plaza Condesa, de un tramo del segundo piso del Periférico y del Hospital Siglo XXI, información que fue refutada horas después. Hasta prestigiosos medios de comunicación impresos y electrónicos, después de haber “verificado” la información con las autoridades, dieron a conocer que una niña llamada Frida Sofía esperaba ser rescatada entre las ruinas del Colegio Rébsamen, lo que provocó que una audiencia creciente derramara lágrimas frente al televisor por lo que al final resultó ser una noticia falsa del 19s, ya que ninguna infante con ese nombre estaba registrada en esa escuela.

En este sentido, Mónica señala que “la desinformación es algo que tomamos con mucha seriedad, pero también Twitter sirve a la conversación pública”. Es decir, más que censurar o eliminar contenidos, buscan brindar un contexto para que el usuario tome sus propias decisiones. “No decimos lo que es falso o verdadero”, porque, señala, hay otras instancias que pueden hacerlo. De hecho, hubo usuarios que durante los días álgidos de septiembre de 2017 desmintieron información acerca de las consecuencias del sismo que no resultaba verdadera.

La sociedad de nuestro país en los días próximos al 19s dio cuenta de su espíritu generoso. Para Mónica, quien es responsable de la comunicación de esta plataforma en Latinoamérica, una actitud que distingue a los mexicanos es la solidaridad. Explica emocionada: “la gente en lugar de correr del humo, corre hacia él, buscando cómo ayudar. Pudimos verlo en Twitter, la gente buscaba ayudar”.

De Morelia hacia los escombros


Uno de esos actores del 19s, que brindaron auxilio de forma desinteresada durante aquellos días, fue el michoacano Eduardo Zárate, de 31 años, quien es conferencista y consultor en temas de turismo inclusivo y accesible. Hace cinco años se encontraba en el poblado de Zinapécuaro, en su estado natal, junto con un grupo de amigos con los que colaboraba en una organización de jóvenes, cuando se enteró de que había temblado en la Ciudad de México. Tuvo una mezcla de emociones que iban entre el miedo y la angustia. Supo por el radio que hacían falta víveres, agua y medicamentos, así que se dirigió a Morelia y se puso de acuerdo con sus compañeros para organizar la donación de bienes perecederos por parte de los morelianos. Llenaron con víveres una camioneta y un coche para dirigirse a la capital mexicana, a casi trescientos kilómetros de distancia, a la que partieron ese mismo día. Le llamó la atención encontrar el camino despejado, sin tráfico. A su arribo, fueron orientados por personal de Protección Civil para saber a dónde podían llevar las provisiones.

Antes de salir rumbo a la ciudad, se enteró de que un amigo suyo se encontraba atrapado entre los escombros de un edificio en la colonia del Valle, por lo que junto con sus amigos acudió al inmueble a prestar ayuda. En un principio pensó que no lo tomarían en cuenta, al ser una persona con discapacidad adquirida que requiere de silla de ruedas, pero lo canalizaron a colaborar en la separación de residuos. Ahí se enteró de que habían sacado a algunas personas con heridas leves, entre las que se encontraba su amigo Fernando, lo que le dio una gran alegría.

Durante los días posteriores al 19s continuó ayudando y después volvió a su tierra. Dice que el regreso fue normal y tranquilo, pero que al llegar a Michoacán se dio cuenta de que se había convertido en un personaje conocido debido a una fotografía que le tomaron en la que aparece con una silla de ruedas cargando escombros sobre su espalda y que se viralizó en Twitter. “Ya todo mundo sabía lo que yo estaba haciendo y yo ni en cuenta”, reconoce. Desde Morelia se sumó a las labores de colectas con algunas instituciones. Eduardo siempre habla en la primera persona del plural: “Todos nos sumamos a la recaudación de víveres. No sólo fue para la Ciudad de México sino a todos los lugares afectados”.

Sobre las tareas pendientes luego del 19s, Eduardo indica que a la sociedad mexicana le sigue faltando empatía para una sana convivencia: “No sólo fue el sismo del 85, no sólo fue el sismo del 2017. Se vino una pandemia, una catástrofe global. A todos nos llegó a tocar. Se llevó a amigos y a familiares y a conocidos. Nos sigue faltando empatía. En el mundo en general no hemos aprendido absolutamente nada de lo que hemos vivido. Seguimos siendo personas egoístas, frías y calculadoras. No nos damos cuenta del valor que tiene vivir día con día”.

“¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”


Nelly Mercado fue otra ciudadana valiente que tuvo presencia en el 19s. Su trabajo como diseñadora de experiencia de usuario y de interfaz se vincula con internet y las aplicaciones de teléfonos celulares, lo que le permitió aprovechar la plataforma de Twitter, que le gusta mucho por su movimiento y velocidad, para difundir su mensaje y conectar a las personas.

Aunque vive en la Ciudad de México, curiosamente estaba en San Miguel de Allende el 19 de septiembre de 2017. Se dirigía hacia la capital cuando comenzó a recibir llamadas de familiares y de amigos que le contaron que había temblado muy fuerte. Al prender el radio y escuchar lo que ocurría, decidió regresar al lugar donde estaba y revisar lo que pasaba mediante Twitter. Para ella fue estremecedor enterarse de esa tragedia colectiva. Fueron horas de terror al percatarse de cómo la urbe era asediada por el sufrimiento, a lo que se sumaba lo que había sucedido días antes cuando un terremoto de aun mayor intensidad azotó el sureste del país.

Nelly cuenta que estaba muy afligida debido a que sus dos gatos permanecían solos en su departamento, pero ella no sabía en ese momento si estaban bien. En Twitter vio cómo la gente se organizaba para responder al 19s. Los usuarios creaban listas de desaparecidos que se actualizaron constantemente; también leyó en algunas cuentas a personas que estaban buscando a sus perros. Se acuerda de una chica que escribió que su edificio se había caído en la colonia del Valle y que sus gatas estaban ahí. Entonces pensó que, si había una lista de personas desaparecidas, también era necesaria una de animales extraviados.

Para ella la forma más sencilla de resolver los problemas es mediante internet, por lo que ese mismo día creó la cuenta @MascotasSismo e hizo un álbum de publicaciones con las fotos que recopilaba y que le hacían llegar los usuarios. En unas pocas horas se hizo viral, relata Nelly con emoción. No sólo recibía mensajes sobre mascotas perdidas, sino de animales que los usuarios encontraban y de personas que habían salido de sus casas con sus mascotas, pero cuyos hogares ya no estaban en pie. Fue así que organizó una página en Google Sites para informar dónde aceptaban animales de compañía, quién aceptaba donativos de croquetas, y todo aquello relacionado a las familias con animales.

Poco a poco comenzó a recibir más reportes. Cuando le avisaban que se había recuperado una mascota, anunciaba que el caso ya se había resuelto. Como debía volver a la Ciudad de México, encargó temporalmente la cuenta a una amiga suya, ya que no era posible detener esta labor. Narra cómo se recibieron reportes de usuarios de Sudamérica que intentaban ayudar, desde Colombia y Argentina, avisando que determinado usuario había visto tal animal y que era igual a uno que buscaba otra persona. Gracias a todos esos reportes se resolvieron muchos casos. El objetivo era reunir a las mascotas con sus dueños.

En total, Nelly recibió mil trescientos reportes de perros, gatos, tortugas y aves perdidos, de los cuales cuatrocientos noventa y ocho se reunieron con sus dueños, lo que es una cifra enorme. Así como hubo reencuentros felices, también hubo noticias de animales que fallecieron durante el sismo del 19s, como una perra muerta en el edificio derrumbado en la calle de Ámsterdam. Los casos que se resolvían favorablemente eran muy alentadores y en los que había un resultado negativo eran muy tristes.

Tras el sismo, Nelly sigue actualizando la cuenta con reportes de animales perdidos y dueños que buscan a sus mascotas. “¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”, se pregunta. Durante los días posteriores al sismo, la cuenta tuvo más de diecisiete mil seguidores y hoy suma más de treinta y seis mil.

Además de estos reportes, Nelly ahora actualiza la cuenta con información sobre tenencia responsable, datos que los dueños de mascotas muchas veces desconocen. Los perros necesitan correas, se asustan, a pesar de que sus dueños crean que son tan inteligentes como Lassie. Asimismo, las mascotas requieren de un collar con sus datos.

Hacia una organización colectiva


Mónica Meltis Véjar es directora ejecutiva de Data Cívica, una organización que trabaja a favor de los derechos humanos a través de herramientas tecnológicas y análisis de datos y estadística. Cuando ocurrió el sismo del 19s, ella estaba en su oficina en la colonia Juárez. Al lado había dos escuelas y ella fue testigo de cómo los padres recogían, llenos de angustia y desesperación, a sus hijos, lo que fue una experiencia dura. Después de salir de la oficina visitó con un par de colegas un parque para serenarse después de lo ocurrido.

Al ver las noticias en la televisión y percatarse del daño en muchos edificios de la ciudad, supieron del edificio colapsado en la avenida Álvaro Obregón, sitio al que se dirigieron. En ese trayecto observaron otro inmueble derrumbado en Viaducto y Torreón, donde estuvieron ayudando durante varias horas. Ella y sus compañeros se dieron cuenta de cómo la gente organizaba colectas para acudir con víveres a los sitios donde se requería. Cuando Mónica volvió a su casa creó un mapa en el que ubicó los puntos donde se requería auxilio y en los que había visto derrumbes.

En ese momento entró en contacto con sus amigos del colectivo de ciclistas Bicitekas, muy presentes en el activismo de la movilidad urbana y con quienes había coincidido en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Ahí se dio cuenta de que los ciclistas se habían convertido en un elemento fundamental ante el colapso de las vialidades. Entre sus colegas y otros grupos organizados se reunieron en el Centro Horizontal. Con la red que ya tenían y el acceso a los medios, lograron tener visibilidad y gestionar las necesidades que se requerían.

Tras el sismo comenzaron a recibir solicitudes de lo que demandaban ciertos espacios. No obstante, muchas veces, la información no se había actualizado. “Por ejemplo, decían, en Rébsamen necesitamos mucha agua, y llegábamos todos con litros de agua y ya había montañas de litros de agua. Empezamos a detectar esa necesidad de tener a gente en terreno que verificara la información”, explica Mónica.

En muchos lugares había facilidad para acceder, pero en otros era mucho más difícil, como en San Gregorio, en Xochimilco, lo que hacía más complicado todo. Ante la oferta y la demanda, la dificultad para acceder a las vialidades y la velocidad de los sucesos, era necesario conectar con enlaces que estuvieran en el territorio con el fin de que pudieran comprobar lo que faltaba y lo que había. De esta forman comenzaron a organizarse a través de mapas y así nació la plataforma digital #Verificado19S, un grupo de al menos veinte personas.

La ayuda no tardó en llegar. Comenzaron a asistir un gran número de voluntarios, al punto de que no sabían qué tarea asignarles. En ese momento vincularon a personas que estaban en los centros de acopio con quienes se encontraban en los derrumbes. A partir de ese intercambio de información pudieron desplazar aquello que se ofrecía –que en ocasiones eran quinientos pozoles– hacia los puntos donde la ayuda era requerida.

Para Mónica, quien subraya que habla a título personal, hay un legado en al menos en dos sentidos. El primero es que #Verificado19S funcionó muy bien al inicio como un momento de estructura orgánica, lo que también ocurrió en comités vecinales y redes que ya funcionaban. Señala que existe un parentesco entre el 19s y el sismo de 1985, ya que “la organización que se gestó a partir de esa tragedia se tradujo en otro tipo de agrupaciones. Es una lección importante, la organización colectiva en momentos de mucha necesidad también requiere una reflexión sobre lo que se requiere para sostenerla”. Por otra parte, señala que otra herencia es el procedimiento que definieron para verificar la información: “Lo viste con tus ojos y hay documentación, o hay alguien que lo vio y lo documentó y está en terreno, por lo que efectivamente nos puede confirmar que esa es la información real”. Esto resultaba fundamental en un momento en el que había tanto movimiento de información y ésta caducaba en un transcurso de diez minutos, por lo que discernir entre lo falso y lo verdadero era urgente.

Mónica hace una pausa para la autocrítica sobre lo ocurrido en esos días. Señala que podrían haber funcionado mejor para delegar y gestionar el trabajo con más organización colectiva y menos liderazgos individuales. Es decir, en ese momento se requería gente que hubiera descansado y que no estuviera al borde de un ataque de nervios para distinguir cuáles eran las responsabilidades de cada quien. Explica que el cansancio luego de esos días fue tan grande que no fue posible articular nada más adelante.

A pesar de las críticas y autocríticas de estos mexicanos conscientes, es indudable que los esfuerzos y las labores realizadas individual o colectivamente por estas personas y organizaciones comprometidas, como Mónica Portes, Eduardo Zárate, Nelly Mercado, Mónica Meltis y #Verificado19S, han rendido frutos. Es evidente que hay un gran número de tareas pendientes, pero también que existe un camino recorrido. Sin saber qué desastre natural se encuentra a la vuelta de la esquina, las experiencias de los sismos de 1985 y 2017 han creado un aprendizaje en la sociedad mexicana que se volverá a poner a prueba en cualquier momento.

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En el quinto aniversario del sismo del 19 de septiembre de 2017, tres personas que destacaron por su solidaridad recuerdan cómo se organizaron para ayudar, desde las redes sociales que han transformado las experiencias colectivas, y entre las calles y los escombros. Hubo quien gestionó la colecta de víveres en Michoacán, aquellos que se preocuparon por las mascotas perdidas o atrapadas y personas que participaron en la creación de un método para verificar la información; estos testimonios son parte del aprendizaje cívico del 19s.

Como si un cronómetro demoníaco se hubiera activado, treinta y dos años después exactamente de que un terremoto asolara al entonces Distrito Federal con gran violencia, a las 13:14 horas del miércoles 19 de septiembre de 2017 un sismo de magnitud 7.1, al que más tarde se le conoció como 19s, cimbró varias zonas del país, entre ellas, de nuevo, la Ciudad de México. Esto obligó a los mexicanos, y especialmente a los capitalinos, a revivir una muy amarga experiencia ocurrida más de tres décadas atrás.

A pesar de que los dos eventos dejaron una senda de dolor y destrucción, hay diferencias considerables. Mientras que el sismo de 1985, de magnitud de 8.1, cuyo epicentro fue en el estado de Guerrero, provocó la muerte de cuarenta mil personas aproximadamente, de acuerdo con cifras del Sistema Sismológico Nacional, suscitando decenas de miles de heridos y damnificados, y casi setenta mil edificios con daños totales o parciales, además de grandes pérdidas económicas que tardaron décadas en subsanarse, el sismo del 19s, que tuvo lugar hace cinco años, con epicentro entre los estados de Morelos y Puebla, mató a 370 personas, dejó a 7,289 heridos, y cincuenta y dos edificios colapsados o con daños.

Entre las consecuencias demográficas que el desastre de mitad de los años ochenta trajo a la Ciudad de México está que una gran parte de la población que vivía en el centro histórico se desplazó hacia otras delegaciones al sur y a otros estados del país, por lo que la urbe dejó de crecer al ritmo que lo hizo durante varias décadas.

La menor magnitud del sismo de 2017 no significa que no haya habido tragedias. En el 19s, el colegio Enrique Rébsamen, en Coapa, se derrumbó, lo que causó veintiséis víctimas mortales, entre el personal y el alumnado, mientras que un edificio de oficinas en la avenida Álvaro Obregón se desmoronó con varias decenas de oficinistas adentro. También hubo centenas de muertos, como consecuencia de la caída de diversos inmuebles en las colonias Obrera, Girasoles, del Valle, Roma, Educación, Portales, Condesa, Narvarte, Lomas Estrella, Miravalle, Campestre Churubusco, San Francisco Culhuacán, Coapa, San Gregorio Atlapulco y Niños Héroes de Chapultepec, además de las víctimas en otras entidades como Morelos, Puebla, Estado de México y Oaxaca.

Otra de las diferencias entre el terremoto de 1985 y el 19s estriba en que la sociedad mexicana y la capital de la República son considerablemente distintas. En 2017, la población mexicana tenía una mayor sensibilidad y concientización frente a los desastres naturales; los constantes simulacros nos han permitido a los capitalinos tener un sentido de alerta más agudo frente a estas eventualidades y la organización para la evacuación de los edificios se ha depurado. Desarrollos tecnológicos como el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano y herramientas como el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México, mejor conocido como C5, que capta e integra información para la toma de decisiones sobre seguridad pública, urgencias médicas, medio ambiente, protección civil, movilidad y servicios a la comunidad, han sido muy útiles.

Otro contraste radica en el flujo de la información. En 1985, la comunicación permanecía centralizada. Los mexicanos se enteraban de los sucesos mediante las estaciones de radio y los noticiarios en los escasos canales de televisión que había en ese momento. Sin teléfonos celulares, redes sociales e internet, los ciudadanos se informaban de la mejor forma que podían. Tras el terremoto, la señal de televisión de una de las dos cadenas nacionales se suspendió durante varias horas, luego de haberse venido abajo su antena principal, y la comunicación con otros países casi desapareció al menos durante el día del sismo. Fue entonces que los radioaficionados dieron cuenta de lo ocurrido con sus precarios aparatos de telecomunicaciones.

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Medellín y San Luis Potosí.
Colonia Roma.

Entre un mar de información que necesita organizarse


Para Mónica Portes, directora de Comunicación de Twitter para América Latina, una de las diferencias fundamentales entre el terremoto de 1985 y el sismo del 19s es justamente la comunicación: “Ahora estábamos en un mar de información y necesitábamos organizarla. La ventaja de Twitter es que es tiempo real”. Esta plataforma fue clave en lo ocurrido hace cinco años, pues agilizó la conversación pública y facilitó el rescate de las personas atrapadas en los escombros de los edificios, la llegada rápida de víveres a los lugares donde se necesitaban y la solicitud de auxilio en diversos lugares. A diferencia de otras redes sociales, los mensajes en Twitter se amplificaron debido a la naturaleza de esta red social que es abierta (es decir, sus usuarios pueden leer casi todos los mensajes que se publican).

Mónica explica que tres semanas antes del sismo del 19s, Twitter había organizado un entrenamiento con Protección Civil. El propósito fue que los usuarios entendieran la plataforma, conocieran las herramientas que brinda y enseñarles buenas prácticas para que en una situación como ésta se diversifique y se extienda el mensaje. “Veníamos fresquecitos”, recuerda Mónica. De esta forma, los equipos estaban preparados acerca de cómo comunicar lo que debían saber las personas. Después del temblor, Twitter creó una Lista que contenía las arrobas de instituciones gubernamentales y grupos de la sociedad civil para dar prioridad a la información oficial.

Entre otras acciones que llevó a cabo esta plataforma estuvo la activación de un emoji que motivaba el diálogo y difundía información sobre las labores de rescate, voluntariado y recolección de insumos. También hubo un equipo de periodistas trabajando en la selección de historias vinculadas con el sismo del 19s para “Moments”, un repertorio sobre temas actuales populares o relevantes. Asimismo, se otorgaron anuncios en la plataforma a organizaciones que ayudaban al gobierno en las tareas de rescate.

La gran velocidad con que circularon los datos también provocó que la desinformación se hiciera presente de forma igual de vertiginosa. ¿Quién no recuerda el llamado a acudir a espacios que ya estaban saturados? En las redes sociales y algunos medios aparecieron historias que describían la presunta caída del edificio Plaza Condesa, de un tramo del segundo piso del Periférico y del Hospital Siglo XXI, información que fue refutada horas después. Hasta prestigiosos medios de comunicación impresos y electrónicos, después de haber “verificado” la información con las autoridades, dieron a conocer que una niña llamada Frida Sofía esperaba ser rescatada entre las ruinas del Colegio Rébsamen, lo que provocó que una audiencia creciente derramara lágrimas frente al televisor por lo que al final resultó ser una noticia falsa del 19s, ya que ninguna infante con ese nombre estaba registrada en esa escuela.

En este sentido, Mónica señala que “la desinformación es algo que tomamos con mucha seriedad, pero también Twitter sirve a la conversación pública”. Es decir, más que censurar o eliminar contenidos, buscan brindar un contexto para que el usuario tome sus propias decisiones. “No decimos lo que es falso o verdadero”, porque, señala, hay otras instancias que pueden hacerlo. De hecho, hubo usuarios que durante los días álgidos de septiembre de 2017 desmintieron información acerca de las consecuencias del sismo que no resultaba verdadera.

La sociedad de nuestro país en los días próximos al 19s dio cuenta de su espíritu generoso. Para Mónica, quien es responsable de la comunicación de esta plataforma en Latinoamérica, una actitud que distingue a los mexicanos es la solidaridad. Explica emocionada: “la gente en lugar de correr del humo, corre hacia él, buscando cómo ayudar. Pudimos verlo en Twitter, la gente buscaba ayudar”.

De Morelia hacia los escombros


Uno de esos actores del 19s, que brindaron auxilio de forma desinteresada durante aquellos días, fue el michoacano Eduardo Zárate, de 31 años, quien es conferencista y consultor en temas de turismo inclusivo y accesible. Hace cinco años se encontraba en el poblado de Zinapécuaro, en su estado natal, junto con un grupo de amigos con los que colaboraba en una organización de jóvenes, cuando se enteró de que había temblado en la Ciudad de México. Tuvo una mezcla de emociones que iban entre el miedo y la angustia. Supo por el radio que hacían falta víveres, agua y medicamentos, así que se dirigió a Morelia y se puso de acuerdo con sus compañeros para organizar la donación de bienes perecederos por parte de los morelianos. Llenaron con víveres una camioneta y un coche para dirigirse a la capital mexicana, a casi trescientos kilómetros de distancia, a la que partieron ese mismo día. Le llamó la atención encontrar el camino despejado, sin tráfico. A su arribo, fueron orientados por personal de Protección Civil para saber a dónde podían llevar las provisiones.

Antes de salir rumbo a la ciudad, se enteró de que un amigo suyo se encontraba atrapado entre los escombros de un edificio en la colonia del Valle, por lo que junto con sus amigos acudió al inmueble a prestar ayuda. En un principio pensó que no lo tomarían en cuenta, al ser una persona con discapacidad adquirida que requiere de silla de ruedas, pero lo canalizaron a colaborar en la separación de residuos. Ahí se enteró de que habían sacado a algunas personas con heridas leves, entre las que se encontraba su amigo Fernando, lo que le dio una gran alegría.

Durante los días posteriores al 19s continuó ayudando y después volvió a su tierra. Dice que el regreso fue normal y tranquilo, pero que al llegar a Michoacán se dio cuenta de que se había convertido en un personaje conocido debido a una fotografía que le tomaron en la que aparece con una silla de ruedas cargando escombros sobre su espalda y que se viralizó en Twitter. “Ya todo mundo sabía lo que yo estaba haciendo y yo ni en cuenta”, reconoce. Desde Morelia se sumó a las labores de colectas con algunas instituciones. Eduardo siempre habla en la primera persona del plural: “Todos nos sumamos a la recaudación de víveres. No sólo fue para la Ciudad de México sino a todos los lugares afectados”.

Sobre las tareas pendientes luego del 19s, Eduardo indica que a la sociedad mexicana le sigue faltando empatía para una sana convivencia: “No sólo fue el sismo del 85, no sólo fue el sismo del 2017. Se vino una pandemia, una catástrofe global. A todos nos llegó a tocar. Se llevó a amigos y a familiares y a conocidos. Nos sigue faltando empatía. En el mundo en general no hemos aprendido absolutamente nada de lo que hemos vivido. Seguimos siendo personas egoístas, frías y calculadoras. No nos damos cuenta del valor que tiene vivir día con día”.

“¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”


Nelly Mercado fue otra ciudadana valiente que tuvo presencia en el 19s. Su trabajo como diseñadora de experiencia de usuario y de interfaz se vincula con internet y las aplicaciones de teléfonos celulares, lo que le permitió aprovechar la plataforma de Twitter, que le gusta mucho por su movimiento y velocidad, para difundir su mensaje y conectar a las personas.

Aunque vive en la Ciudad de México, curiosamente estaba en San Miguel de Allende el 19 de septiembre de 2017. Se dirigía hacia la capital cuando comenzó a recibir llamadas de familiares y de amigos que le contaron que había temblado muy fuerte. Al prender el radio y escuchar lo que ocurría, decidió regresar al lugar donde estaba y revisar lo que pasaba mediante Twitter. Para ella fue estremecedor enterarse de esa tragedia colectiva. Fueron horas de terror al percatarse de cómo la urbe era asediada por el sufrimiento, a lo que se sumaba lo que había sucedido días antes cuando un terremoto de aun mayor intensidad azotó el sureste del país.

Nelly cuenta que estaba muy afligida debido a que sus dos gatos permanecían solos en su departamento, pero ella no sabía en ese momento si estaban bien. En Twitter vio cómo la gente se organizaba para responder al 19s. Los usuarios creaban listas de desaparecidos que se actualizaron constantemente; también leyó en algunas cuentas a personas que estaban buscando a sus perros. Se acuerda de una chica que escribió que su edificio se había caído en la colonia del Valle y que sus gatas estaban ahí. Entonces pensó que, si había una lista de personas desaparecidas, también era necesaria una de animales extraviados.

Para ella la forma más sencilla de resolver los problemas es mediante internet, por lo que ese mismo día creó la cuenta @MascotasSismo e hizo un álbum de publicaciones con las fotos que recopilaba y que le hacían llegar los usuarios. En unas pocas horas se hizo viral, relata Nelly con emoción. No sólo recibía mensajes sobre mascotas perdidas, sino de animales que los usuarios encontraban y de personas que habían salido de sus casas con sus mascotas, pero cuyos hogares ya no estaban en pie. Fue así que organizó una página en Google Sites para informar dónde aceptaban animales de compañía, quién aceptaba donativos de croquetas, y todo aquello relacionado a las familias con animales.

Poco a poco comenzó a recibir más reportes. Cuando le avisaban que se había recuperado una mascota, anunciaba que el caso ya se había resuelto. Como debía volver a la Ciudad de México, encargó temporalmente la cuenta a una amiga suya, ya que no era posible detener esta labor. Narra cómo se recibieron reportes de usuarios de Sudamérica que intentaban ayudar, desde Colombia y Argentina, avisando que determinado usuario había visto tal animal y que era igual a uno que buscaba otra persona. Gracias a todos esos reportes se resolvieron muchos casos. El objetivo era reunir a las mascotas con sus dueños.

En total, Nelly recibió mil trescientos reportes de perros, gatos, tortugas y aves perdidos, de los cuales cuatrocientos noventa y ocho se reunieron con sus dueños, lo que es una cifra enorme. Así como hubo reencuentros felices, también hubo noticias de animales que fallecieron durante el sismo del 19s, como una perra muerta en el edificio derrumbado en la calle de Ámsterdam. Los casos que se resolvían favorablemente eran muy alentadores y en los que había un resultado negativo eran muy tristes.

Tras el sismo, Nelly sigue actualizando la cuenta con reportes de animales perdidos y dueños que buscan a sus mascotas. “¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”, se pregunta. Durante los días posteriores al sismo, la cuenta tuvo más de diecisiete mil seguidores y hoy suma más de treinta y seis mil.

Además de estos reportes, Nelly ahora actualiza la cuenta con información sobre tenencia responsable, datos que los dueños de mascotas muchas veces desconocen. Los perros necesitan correas, se asustan, a pesar de que sus dueños crean que son tan inteligentes como Lassie. Asimismo, las mascotas requieren de un collar con sus datos.

Hacia una organización colectiva


Mónica Meltis Véjar es directora ejecutiva de Data Cívica, una organización que trabaja a favor de los derechos humanos a través de herramientas tecnológicas y análisis de datos y estadística. Cuando ocurrió el sismo del 19s, ella estaba en su oficina en la colonia Juárez. Al lado había dos escuelas y ella fue testigo de cómo los padres recogían, llenos de angustia y desesperación, a sus hijos, lo que fue una experiencia dura. Después de salir de la oficina visitó con un par de colegas un parque para serenarse después de lo ocurrido.

Al ver las noticias en la televisión y percatarse del daño en muchos edificios de la ciudad, supieron del edificio colapsado en la avenida Álvaro Obregón, sitio al que se dirigieron. En ese trayecto observaron otro inmueble derrumbado en Viaducto y Torreón, donde estuvieron ayudando durante varias horas. Ella y sus compañeros se dieron cuenta de cómo la gente organizaba colectas para acudir con víveres a los sitios donde se requería. Cuando Mónica volvió a su casa creó un mapa en el que ubicó los puntos donde se requería auxilio y en los que había visto derrumbes.

En ese momento entró en contacto con sus amigos del colectivo de ciclistas Bicitekas, muy presentes en el activismo de la movilidad urbana y con quienes había coincidido en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Ahí se dio cuenta de que los ciclistas se habían convertido en un elemento fundamental ante el colapso de las vialidades. Entre sus colegas y otros grupos organizados se reunieron en el Centro Horizontal. Con la red que ya tenían y el acceso a los medios, lograron tener visibilidad y gestionar las necesidades que se requerían.

Tras el sismo comenzaron a recibir solicitudes de lo que demandaban ciertos espacios. No obstante, muchas veces, la información no se había actualizado. “Por ejemplo, decían, en Rébsamen necesitamos mucha agua, y llegábamos todos con litros de agua y ya había montañas de litros de agua. Empezamos a detectar esa necesidad de tener a gente en terreno que verificara la información”, explica Mónica.

En muchos lugares había facilidad para acceder, pero en otros era mucho más difícil, como en San Gregorio, en Xochimilco, lo que hacía más complicado todo. Ante la oferta y la demanda, la dificultad para acceder a las vialidades y la velocidad de los sucesos, era necesario conectar con enlaces que estuvieran en el territorio con el fin de que pudieran comprobar lo que faltaba y lo que había. De esta forman comenzaron a organizarse a través de mapas y así nació la plataforma digital #Verificado19S, un grupo de al menos veinte personas.

La ayuda no tardó en llegar. Comenzaron a asistir un gran número de voluntarios, al punto de que no sabían qué tarea asignarles. En ese momento vincularon a personas que estaban en los centros de acopio con quienes se encontraban en los derrumbes. A partir de ese intercambio de información pudieron desplazar aquello que se ofrecía –que en ocasiones eran quinientos pozoles– hacia los puntos donde la ayuda era requerida.

Para Mónica, quien subraya que habla a título personal, hay un legado en al menos en dos sentidos. El primero es que #Verificado19S funcionó muy bien al inicio como un momento de estructura orgánica, lo que también ocurrió en comités vecinales y redes que ya funcionaban. Señala que existe un parentesco entre el 19s y el sismo de 1985, ya que “la organización que se gestó a partir de esa tragedia se tradujo en otro tipo de agrupaciones. Es una lección importante, la organización colectiva en momentos de mucha necesidad también requiere una reflexión sobre lo que se requiere para sostenerla”. Por otra parte, señala que otra herencia es el procedimiento que definieron para verificar la información: “Lo viste con tus ojos y hay documentación, o hay alguien que lo vio y lo documentó y está en terreno, por lo que efectivamente nos puede confirmar que esa es la información real”. Esto resultaba fundamental en un momento en el que había tanto movimiento de información y ésta caducaba en un transcurso de diez minutos, por lo que discernir entre lo falso y lo verdadero era urgente.

Mónica hace una pausa para la autocrítica sobre lo ocurrido en esos días. Señala que podrían haber funcionado mejor para delegar y gestionar el trabajo con más organización colectiva y menos liderazgos individuales. Es decir, en ese momento se requería gente que hubiera descansado y que no estuviera al borde de un ataque de nervios para distinguir cuáles eran las responsabilidades de cada quien. Explica que el cansancio luego de esos días fue tan grande que no fue posible articular nada más adelante.

A pesar de las críticas y autocríticas de estos mexicanos conscientes, es indudable que los esfuerzos y las labores realizadas individual o colectivamente por estas personas y organizaciones comprometidas, como Mónica Portes, Eduardo Zárate, Nelly Mercado, Mónica Meltis y #Verificado19S, han rendido frutos. Es evidente que hay un gran número de tareas pendientes, pero también que existe un camino recorrido. Sin saber qué desastre natural se encuentra a la vuelta de la esquina, las experiencias de los sismos de 1985 y 2017 han creado un aprendizaje en la sociedad mexicana que se volverá a poner a prueba en cualquier momento.

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A 5 años del 19s: usar las redes sociales para ayudar

A 5 años del 19s: usar las redes sociales para ayudar

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En el quinto aniversario del sismo del 19 de septiembre de 2017, tres personas que destacaron por su solidaridad recuerdan cómo se organizaron para ayudar, desde las redes sociales que han transformado las experiencias colectivas, y entre las calles y los escombros. Hubo quien gestionó la colecta de víveres en Michoacán, aquellos que se preocuparon por las mascotas perdidas o atrapadas y personas que participaron en la creación de un método para verificar la información; estos testimonios son parte del aprendizaje cívico del 19s.

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Ilustración de
Traducción de

Como si un cronómetro demoníaco se hubiera activado, treinta y dos años después exactamente de que un terremoto asolara al entonces Distrito Federal con gran violencia, a las 13:14 horas del miércoles 19 de septiembre de 2017 un sismo de magnitud 7.1, al que más tarde se le conoció como 19s, cimbró varias zonas del país, entre ellas, de nuevo, la Ciudad de México. Esto obligó a los mexicanos, y especialmente a los capitalinos, a revivir una muy amarga experiencia ocurrida más de tres décadas atrás.

A pesar de que los dos eventos dejaron una senda de dolor y destrucción, hay diferencias considerables. Mientras que el sismo de 1985, de magnitud de 8.1, cuyo epicentro fue en el estado de Guerrero, provocó la muerte de cuarenta mil personas aproximadamente, de acuerdo con cifras del Sistema Sismológico Nacional, suscitando decenas de miles de heridos y damnificados, y casi setenta mil edificios con daños totales o parciales, además de grandes pérdidas económicas que tardaron décadas en subsanarse, el sismo del 19s, que tuvo lugar hace cinco años, con epicentro entre los estados de Morelos y Puebla, mató a 370 personas, dejó a 7,289 heridos, y cincuenta y dos edificios colapsados o con daños.

Entre las consecuencias demográficas que el desastre de mitad de los años ochenta trajo a la Ciudad de México está que una gran parte de la población que vivía en el centro histórico se desplazó hacia otras delegaciones al sur y a otros estados del país, por lo que la urbe dejó de crecer al ritmo que lo hizo durante varias décadas.

La menor magnitud del sismo de 2017 no significa que no haya habido tragedias. En el 19s, el colegio Enrique Rébsamen, en Coapa, se derrumbó, lo que causó veintiséis víctimas mortales, entre el personal y el alumnado, mientras que un edificio de oficinas en la avenida Álvaro Obregón se desmoronó con varias decenas de oficinistas adentro. También hubo centenas de muertos, como consecuencia de la caída de diversos inmuebles en las colonias Obrera, Girasoles, del Valle, Roma, Educación, Portales, Condesa, Narvarte, Lomas Estrella, Miravalle, Campestre Churubusco, San Francisco Culhuacán, Coapa, San Gregorio Atlapulco y Niños Héroes de Chapultepec, además de las víctimas en otras entidades como Morelos, Puebla, Estado de México y Oaxaca.

Otra de las diferencias entre el terremoto de 1985 y el 19s estriba en que la sociedad mexicana y la capital de la República son considerablemente distintas. En 2017, la población mexicana tenía una mayor sensibilidad y concientización frente a los desastres naturales; los constantes simulacros nos han permitido a los capitalinos tener un sentido de alerta más agudo frente a estas eventualidades y la organización para la evacuación de los edificios se ha depurado. Desarrollos tecnológicos como el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano y herramientas como el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México, mejor conocido como C5, que capta e integra información para la toma de decisiones sobre seguridad pública, urgencias médicas, medio ambiente, protección civil, movilidad y servicios a la comunidad, han sido muy útiles.

Otro contraste radica en el flujo de la información. En 1985, la comunicación permanecía centralizada. Los mexicanos se enteraban de los sucesos mediante las estaciones de radio y los noticiarios en los escasos canales de televisión que había en ese momento. Sin teléfonos celulares, redes sociales e internet, los ciudadanos se informaban de la mejor forma que podían. Tras el terremoto, la señal de televisión de una de las dos cadenas nacionales se suspendió durante varias horas, luego de haberse venido abajo su antena principal, y la comunicación con otros países casi desapareció al menos durante el día del sismo. Fue entonces que los radioaficionados dieron cuenta de lo ocurrido con sus precarios aparatos de telecomunicaciones.

fotos del sismo del 19 de septiembre, medellín
Medellín y San Luis Potosí.
Colonia Roma.

Entre un mar de información que necesita organizarse


Para Mónica Portes, directora de Comunicación de Twitter para América Latina, una de las diferencias fundamentales entre el terremoto de 1985 y el sismo del 19s es justamente la comunicación: “Ahora estábamos en un mar de información y necesitábamos organizarla. La ventaja de Twitter es que es tiempo real”. Esta plataforma fue clave en lo ocurrido hace cinco años, pues agilizó la conversación pública y facilitó el rescate de las personas atrapadas en los escombros de los edificios, la llegada rápida de víveres a los lugares donde se necesitaban y la solicitud de auxilio en diversos lugares. A diferencia de otras redes sociales, los mensajes en Twitter se amplificaron debido a la naturaleza de esta red social que es abierta (es decir, sus usuarios pueden leer casi todos los mensajes que se publican).

Mónica explica que tres semanas antes del sismo del 19s, Twitter había organizado un entrenamiento con Protección Civil. El propósito fue que los usuarios entendieran la plataforma, conocieran las herramientas que brinda y enseñarles buenas prácticas para que en una situación como ésta se diversifique y se extienda el mensaje. “Veníamos fresquecitos”, recuerda Mónica. De esta forma, los equipos estaban preparados acerca de cómo comunicar lo que debían saber las personas. Después del temblor, Twitter creó una Lista que contenía las arrobas de instituciones gubernamentales y grupos de la sociedad civil para dar prioridad a la información oficial.

Entre otras acciones que llevó a cabo esta plataforma estuvo la activación de un emoji que motivaba el diálogo y difundía información sobre las labores de rescate, voluntariado y recolección de insumos. También hubo un equipo de periodistas trabajando en la selección de historias vinculadas con el sismo del 19s para “Moments”, un repertorio sobre temas actuales populares o relevantes. Asimismo, se otorgaron anuncios en la plataforma a organizaciones que ayudaban al gobierno en las tareas de rescate.

La gran velocidad con que circularon los datos también provocó que la desinformación se hiciera presente de forma igual de vertiginosa. ¿Quién no recuerda el llamado a acudir a espacios que ya estaban saturados? En las redes sociales y algunos medios aparecieron historias que describían la presunta caída del edificio Plaza Condesa, de un tramo del segundo piso del Periférico y del Hospital Siglo XXI, información que fue refutada horas después. Hasta prestigiosos medios de comunicación impresos y electrónicos, después de haber “verificado” la información con las autoridades, dieron a conocer que una niña llamada Frida Sofía esperaba ser rescatada entre las ruinas del Colegio Rébsamen, lo que provocó que una audiencia creciente derramara lágrimas frente al televisor por lo que al final resultó ser una noticia falsa del 19s, ya que ninguna infante con ese nombre estaba registrada en esa escuela.

En este sentido, Mónica señala que “la desinformación es algo que tomamos con mucha seriedad, pero también Twitter sirve a la conversación pública”. Es decir, más que censurar o eliminar contenidos, buscan brindar un contexto para que el usuario tome sus propias decisiones. “No decimos lo que es falso o verdadero”, porque, señala, hay otras instancias que pueden hacerlo. De hecho, hubo usuarios que durante los días álgidos de septiembre de 2017 desmintieron información acerca de las consecuencias del sismo que no resultaba verdadera.

La sociedad de nuestro país en los días próximos al 19s dio cuenta de su espíritu generoso. Para Mónica, quien es responsable de la comunicación de esta plataforma en Latinoamérica, una actitud que distingue a los mexicanos es la solidaridad. Explica emocionada: “la gente en lugar de correr del humo, corre hacia él, buscando cómo ayudar. Pudimos verlo en Twitter, la gente buscaba ayudar”.

De Morelia hacia los escombros


Uno de esos actores del 19s, que brindaron auxilio de forma desinteresada durante aquellos días, fue el michoacano Eduardo Zárate, de 31 años, quien es conferencista y consultor en temas de turismo inclusivo y accesible. Hace cinco años se encontraba en el poblado de Zinapécuaro, en su estado natal, junto con un grupo de amigos con los que colaboraba en una organización de jóvenes, cuando se enteró de que había temblado en la Ciudad de México. Tuvo una mezcla de emociones que iban entre el miedo y la angustia. Supo por el radio que hacían falta víveres, agua y medicamentos, así que se dirigió a Morelia y se puso de acuerdo con sus compañeros para organizar la donación de bienes perecederos por parte de los morelianos. Llenaron con víveres una camioneta y un coche para dirigirse a la capital mexicana, a casi trescientos kilómetros de distancia, a la que partieron ese mismo día. Le llamó la atención encontrar el camino despejado, sin tráfico. A su arribo, fueron orientados por personal de Protección Civil para saber a dónde podían llevar las provisiones.

Antes de salir rumbo a la ciudad, se enteró de que un amigo suyo se encontraba atrapado entre los escombros de un edificio en la colonia del Valle, por lo que junto con sus amigos acudió al inmueble a prestar ayuda. En un principio pensó que no lo tomarían en cuenta, al ser una persona con discapacidad adquirida que requiere de silla de ruedas, pero lo canalizaron a colaborar en la separación de residuos. Ahí se enteró de que habían sacado a algunas personas con heridas leves, entre las que se encontraba su amigo Fernando, lo que le dio una gran alegría.

Durante los días posteriores al 19s continuó ayudando y después volvió a su tierra. Dice que el regreso fue normal y tranquilo, pero que al llegar a Michoacán se dio cuenta de que se había convertido en un personaje conocido debido a una fotografía que le tomaron en la que aparece con una silla de ruedas cargando escombros sobre su espalda y que se viralizó en Twitter. “Ya todo mundo sabía lo que yo estaba haciendo y yo ni en cuenta”, reconoce. Desde Morelia se sumó a las labores de colectas con algunas instituciones. Eduardo siempre habla en la primera persona del plural: “Todos nos sumamos a la recaudación de víveres. No sólo fue para la Ciudad de México sino a todos los lugares afectados”.

Sobre las tareas pendientes luego del 19s, Eduardo indica que a la sociedad mexicana le sigue faltando empatía para una sana convivencia: “No sólo fue el sismo del 85, no sólo fue el sismo del 2017. Se vino una pandemia, una catástrofe global. A todos nos llegó a tocar. Se llevó a amigos y a familiares y a conocidos. Nos sigue faltando empatía. En el mundo en general no hemos aprendido absolutamente nada de lo que hemos vivido. Seguimos siendo personas egoístas, frías y calculadoras. No nos damos cuenta del valor que tiene vivir día con día”.

“¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”


Nelly Mercado fue otra ciudadana valiente que tuvo presencia en el 19s. Su trabajo como diseñadora de experiencia de usuario y de interfaz se vincula con internet y las aplicaciones de teléfonos celulares, lo que le permitió aprovechar la plataforma de Twitter, que le gusta mucho por su movimiento y velocidad, para difundir su mensaje y conectar a las personas.

Aunque vive en la Ciudad de México, curiosamente estaba en San Miguel de Allende el 19 de septiembre de 2017. Se dirigía hacia la capital cuando comenzó a recibir llamadas de familiares y de amigos que le contaron que había temblado muy fuerte. Al prender el radio y escuchar lo que ocurría, decidió regresar al lugar donde estaba y revisar lo que pasaba mediante Twitter. Para ella fue estremecedor enterarse de esa tragedia colectiva. Fueron horas de terror al percatarse de cómo la urbe era asediada por el sufrimiento, a lo que se sumaba lo que había sucedido días antes cuando un terremoto de aun mayor intensidad azotó el sureste del país.

Nelly cuenta que estaba muy afligida debido a que sus dos gatos permanecían solos en su departamento, pero ella no sabía en ese momento si estaban bien. En Twitter vio cómo la gente se organizaba para responder al 19s. Los usuarios creaban listas de desaparecidos que se actualizaron constantemente; también leyó en algunas cuentas a personas que estaban buscando a sus perros. Se acuerda de una chica que escribió que su edificio se había caído en la colonia del Valle y que sus gatas estaban ahí. Entonces pensó que, si había una lista de personas desaparecidas, también era necesaria una de animales extraviados.

Para ella la forma más sencilla de resolver los problemas es mediante internet, por lo que ese mismo día creó la cuenta @MascotasSismo e hizo un álbum de publicaciones con las fotos que recopilaba y que le hacían llegar los usuarios. En unas pocas horas se hizo viral, relata Nelly con emoción. No sólo recibía mensajes sobre mascotas perdidas, sino de animales que los usuarios encontraban y de personas que habían salido de sus casas con sus mascotas, pero cuyos hogares ya no estaban en pie. Fue así que organizó una página en Google Sites para informar dónde aceptaban animales de compañía, quién aceptaba donativos de croquetas, y todo aquello relacionado a las familias con animales.

Poco a poco comenzó a recibir más reportes. Cuando le avisaban que se había recuperado una mascota, anunciaba que el caso ya se había resuelto. Como debía volver a la Ciudad de México, encargó temporalmente la cuenta a una amiga suya, ya que no era posible detener esta labor. Narra cómo se recibieron reportes de usuarios de Sudamérica que intentaban ayudar, desde Colombia y Argentina, avisando que determinado usuario había visto tal animal y que era igual a uno que buscaba otra persona. Gracias a todos esos reportes se resolvieron muchos casos. El objetivo era reunir a las mascotas con sus dueños.

En total, Nelly recibió mil trescientos reportes de perros, gatos, tortugas y aves perdidos, de los cuales cuatrocientos noventa y ocho se reunieron con sus dueños, lo que es una cifra enorme. Así como hubo reencuentros felices, también hubo noticias de animales que fallecieron durante el sismo del 19s, como una perra muerta en el edificio derrumbado en la calle de Ámsterdam. Los casos que se resolvían favorablemente eran muy alentadores y en los que había un resultado negativo eran muy tristes.

Tras el sismo, Nelly sigue actualizando la cuenta con reportes de animales perdidos y dueños que buscan a sus mascotas. “¿Cómo no voy usar esta herramienta para ayudar a la gente?”, se pregunta. Durante los días posteriores al sismo, la cuenta tuvo más de diecisiete mil seguidores y hoy suma más de treinta y seis mil.

Además de estos reportes, Nelly ahora actualiza la cuenta con información sobre tenencia responsable, datos que los dueños de mascotas muchas veces desconocen. Los perros necesitan correas, se asustan, a pesar de que sus dueños crean que son tan inteligentes como Lassie. Asimismo, las mascotas requieren de un collar con sus datos.

Hacia una organización colectiva


Mónica Meltis Véjar es directora ejecutiva de Data Cívica, una organización que trabaja a favor de los derechos humanos a través de herramientas tecnológicas y análisis de datos y estadística. Cuando ocurrió el sismo del 19s, ella estaba en su oficina en la colonia Juárez. Al lado había dos escuelas y ella fue testigo de cómo los padres recogían, llenos de angustia y desesperación, a sus hijos, lo que fue una experiencia dura. Después de salir de la oficina visitó con un par de colegas un parque para serenarse después de lo ocurrido.

Al ver las noticias en la televisión y percatarse del daño en muchos edificios de la ciudad, supieron del edificio colapsado en la avenida Álvaro Obregón, sitio al que se dirigieron. En ese trayecto observaron otro inmueble derrumbado en Viaducto y Torreón, donde estuvieron ayudando durante varias horas. Ella y sus compañeros se dieron cuenta de cómo la gente organizaba colectas para acudir con víveres a los sitios donde se requería. Cuando Mónica volvió a su casa creó un mapa en el que ubicó los puntos donde se requería auxilio y en los que había visto derrumbes.

En ese momento entró en contacto con sus amigos del colectivo de ciclistas Bicitekas, muy presentes en el activismo de la movilidad urbana y con quienes había coincidido en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México. Ahí se dio cuenta de que los ciclistas se habían convertido en un elemento fundamental ante el colapso de las vialidades. Entre sus colegas y otros grupos organizados se reunieron en el Centro Horizontal. Con la red que ya tenían y el acceso a los medios, lograron tener visibilidad y gestionar las necesidades que se requerían.

Tras el sismo comenzaron a recibir solicitudes de lo que demandaban ciertos espacios. No obstante, muchas veces, la información no se había actualizado. “Por ejemplo, decían, en Rébsamen necesitamos mucha agua, y llegábamos todos con litros de agua y ya había montañas de litros de agua. Empezamos a detectar esa necesidad de tener a gente en terreno que verificara la información”, explica Mónica.

En muchos lugares había facilidad para acceder, pero en otros era mucho más difícil, como en San Gregorio, en Xochimilco, lo que hacía más complicado todo. Ante la oferta y la demanda, la dificultad para acceder a las vialidades y la velocidad de los sucesos, era necesario conectar con enlaces que estuvieran en el territorio con el fin de que pudieran comprobar lo que faltaba y lo que había. De esta forman comenzaron a organizarse a través de mapas y así nació la plataforma digital #Verificado19S, un grupo de al menos veinte personas.

La ayuda no tardó en llegar. Comenzaron a asistir un gran número de voluntarios, al punto de que no sabían qué tarea asignarles. En ese momento vincularon a personas que estaban en los centros de acopio con quienes se encontraban en los derrumbes. A partir de ese intercambio de información pudieron desplazar aquello que se ofrecía –que en ocasiones eran quinientos pozoles– hacia los puntos donde la ayuda era requerida.

Para Mónica, quien subraya que habla a título personal, hay un legado en al menos en dos sentidos. El primero es que #Verificado19S funcionó muy bien al inicio como un momento de estructura orgánica, lo que también ocurrió en comités vecinales y redes que ya funcionaban. Señala que existe un parentesco entre el 19s y el sismo de 1985, ya que “la organización que se gestó a partir de esa tragedia se tradujo en otro tipo de agrupaciones. Es una lección importante, la organización colectiva en momentos de mucha necesidad también requiere una reflexión sobre lo que se requiere para sostenerla”. Por otra parte, señala que otra herencia es el procedimiento que definieron para verificar la información: “Lo viste con tus ojos y hay documentación, o hay alguien que lo vio y lo documentó y está en terreno, por lo que efectivamente nos puede confirmar que esa es la información real”. Esto resultaba fundamental en un momento en el que había tanto movimiento de información y ésta caducaba en un transcurso de diez minutos, por lo que discernir entre lo falso y lo verdadero era urgente.

Mónica hace una pausa para la autocrítica sobre lo ocurrido en esos días. Señala que podrían haber funcionado mejor para delegar y gestionar el trabajo con más organización colectiva y menos liderazgos individuales. Es decir, en ese momento se requería gente que hubiera descansado y que no estuviera al borde de un ataque de nervios para distinguir cuáles eran las responsabilidades de cada quien. Explica que el cansancio luego de esos días fue tan grande que no fue posible articular nada más adelante.

A pesar de las críticas y autocríticas de estos mexicanos conscientes, es indudable que los esfuerzos y las labores realizadas individual o colectivamente por estas personas y organizaciones comprometidas, como Mónica Portes, Eduardo Zárate, Nelly Mercado, Mónica Meltis y #Verificado19S, han rendido frutos. Es evidente que hay un gran número de tareas pendientes, pero también que existe un camino recorrido. Sin saber qué desastre natural se encuentra a la vuelta de la esquina, las experiencias de los sismos de 1985 y 2017 han creado un aprendizaje en la sociedad mexicana que se volverá a poner a prueba en cualquier momento.

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