Samuel García: palabras necias, oídos fosfo
La trayectoria de Samuel García es tan breve como llena de contradicciones. Con ayuda de la popularidad de su esposa, Mariana Rodríguez, se convirtió en gobernador de Nuevo León, y ahora busca la Presidencia. En el camino dejó una crisis constitucional, un amago de golpe de Estado y una intensa disputa por el poder previa a las elecciones. ¿Puede gobernar un país alguien que socava a su propio estado?
Queda claro que la vida da muchas vueltas y que se vale cambiar de opinión. Sin embargo, hoy en día, la frontera que separa al vacilante del hipócrita se torna particularmente borrosa.
Es sabido que en la esfera política las palabras pierden valor. Quienes participan en ella suelen justificar sus controvertidas decisiones aduciendo que “dentro de ese ámbito no hay impolutos” o que “alguien tiene que ensuciarse las manos”, pues no se puede ser un buen político si se actúa con congruencia.
Como resignándonos a que necesitamos políticos, así como necesitamos recolectores de basura, y en los dos casos debemos asumir que huelen mal, vemos que el panorama electoral transita entre la deshonestidad y el cinismo.
La historia de Samuel García, abanderado de Movimiento Ciudadano (MC) para competir en las próximas elecciones presidenciales, resulta especialmente grave y resalta por sus burdas irresponsabilidades.
Da igual que, hace apenas unos meses, el todavía gobernador de Nuevo León afirmara que cumpliría con sus votantes y no se iba a distraer de su encargo. Poco importa que ese mismo personaje, cuando era diputado local, fue el único que votó en contra de la licencia que el Congreso del Estado le autorizó a su antecesor, Jaime “El Bronco” Rodríguez, para contender por la presidencia de México como candidato independiente.
Aunque la combinación de descaro y desmemoria (con su renovada dosis de frivolidad y espectáculo) resultan suficientes para que Samuel García aparezca en la boleta electoral del 2024 sin mayores consecuencias, bien vale la pena dejar constancia sobre cuál es el panorama en Nuevo León, a propósito de sus insensatas decisiones y sus ínfulas de grandeza.
En lo jurídico
Esos tres doctorados en Derecho que presume Samuel García, poco han servido para resolver la crisis constitucional en la que él mismo ha metido a Nuevo León. Y es que la Constitución local es bastante clara: si el gobernador solicita licencia por más de 30 días, será el Congreso quien designe a un interino. El problema aquí es que, fuera de García y del alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, MC no tiene liderazgos importantes en Nuevo León, ni siquiera una mayoría legislativa para poder instalar a alguien afín “que le cuide el changarro” durante esta nueva aventura electoral. Cabe recordar que en la elección del 2021, los naranjas no obtuvieron ninguna diputación de mayoría relativa en todo el estado.
Así el PAN y el PRI, que dominan el Congreso local, se han aprovechado de la situación para cobrarle factura a los naranjas. Juntos impusieron a uno de los suyos, nada más y nada menos que el presidente del Poder Judicial de Nuevo León, Arturo Salinas, un exmilitante panista cuya reputación es bien conocida (y cuestionada) en la localidad. A pesar de ello, Samuel García se las arregló para dejar al secretario general de Gobierno, Javier Navarro Velasco, como su emisario para asumir el cargo.
A pesar de que tanto el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya se han pronunciado al respecto y el panorama jurídico parece claro, el desenlace es de pronóstico reservado y necesariamente las distintas fuerzas políticas en pugna deberán sentarse a negociar. La desesperación de los emecistas ha llevado a algunos miembros del gabinete a amenazar con utilizar a los cuerpos de seguridad para mantener a quien ellos quieran como gobernador interino. La paradoja es evidente: las ambiciones presidenciales de Samuel García le pueden costar la gobernabilidad del estado.
En lo político
Samuel García sabe lo que puede lograr en campaña y el fenómeno político en el que se ha convertido. Por eso, quizá, no le importa tener un buen equipo de abogados, sino contar con publicistas creativos y varios community managers que le generen likes.
Su vacío ideológico no es otra cosa que un reflejo de su estridencia y sus incesantes ganas de protagonismo. García tiene el respaldo de López Obrador y Claudia Sheinbaum, mientras en sus historias de Instagram se compara con el nuevo presidente de Argentina, el ultraderechista Javier Milei. Lee la biografía de Elon Musk y admira a la familia Kennedy, y al mismo tiempo incluye en su gabinete a algunos activistas sociales del estado.
Samuel no se cansa de generar contenido. Se le ve más cómodo en las calles, haciendo numeritos con su esposa influencer, que asumiendo sus responsabilidades como gobernante. “Un populista tipo bien”, como lo definió el periodista Luis Mendoza; un personaje que tristemente sabe que su imagen vale más que su palabra y, por ende, está dispuesto a decir cualquier cosa sobre cualquier tema.
Que si los del sur del país no trabajan, que si su esposa enseña mucho las piernas, que él no es Tlaloc para provocar la lluvia ante la escasez de agua, que para su hija «nada de huipiles», que si el encargado de la Fiscalía se tiene que ir “porque obedece a un gángster”, que si los activistas opositores son «unos loquitos», que si esto, que si lo otro.
Da igual lo que diga, mientras lo diga fuerte, Samuel asume que no habrá consecuencias. No obstante, a pesar de ser un tópico y que desde su primer spot está mandando ese mensaje, habrá que decir que García no es un meme, pero no por sus sinsentidos, sino porque sus dichos importan y reflejan ese carácter intolerante que tiene implicaciones reales para sus gobernados.
A manera de conclusión
Parecería que dejar tirado al proyecto neolonés no cambiaría nada el panorama político cuando regrese a su cargo. La aventura presidencial de García, vista así, no sería otra cosa más que un dulce sueño transmitido en tiempo real por redes sociales. Sin lugar a dudas, su gente, “la raza”, le seguirá perdonando todas y cada una de sus irresponsabilidades.
Sin embargo, quiero creer que el electorado tiene memoria, que los errores se pagan caro, y que la patética experiencia con “El Bronco” sirvió para sensibilizar a la ciudadanía en Nuevo León. El estado no puede ni debe convertirse en una plataforma política para cualquier ambicioso.
En la última evaluación realizada por Cómo Vamos Nuevo León, una de las organizaciones civiles más importantes en el estado, que toma en cuenta los datos duros y metas establecidas por la propia administración de García, obtuvo una calificación de 6.9, reprobando en áreas como salud pública y seguridad.
Ante los malos resultados, Samuel García descalificó el trabajo de Cómo Vamos llamándoles “reventadores”. Su ingratitud se puso de manifiesto después de años de celebrar y trabajar a la par de dicha organización. Días después pidió perdón, como entreviendo que sus irresponsables decisiones empiezan a tener un costo.
Gane quien gane la próxima elección presidencial de 2024, espero que no sea el cinismo. Ojalá que los políticos se hagan cargo de una vez por todas de sus palabras, o al menos que como ciudadanía sepamos cobrarles factura. A palabras necias, oídos fosfo.
JUAN JESÚS GARZA ONOFRE. Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y profesor de derecho constitucional en El Colegio de México.
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