Kamala Harris. Fotografía de Kevin Lamarque / Reuters.
“Harris es la consolidación, la confirmación, de que las mujeres ya están al frente de la política en el país”, dice Andrew Selee. “Esto ya es parte del nuevo escenario en la política de Estados Unidos”.
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Kamala Harris decidió, a diferencia de su madre, no ser activista. “No me gusta la idea de tener que pedir permiso para hacer las cosas que yo sé que se deben cambiar”, dijo la actual candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos. Su aparición en la boleta electoral marca un momento histórico: es la primera mujer no blanca y de ascendencia asiática en contender para ese puesto.
Harris creció yendo a manifestaciones. Sus padres, inmigrantes de Jamaica y la India, llegaron a Estados Unidos para estudiar la licenciatura en la Universidad de Berkeley; se conocieron como parte de un movimiento por los derechos civiles en el que participaban activamente. Podría decirse que Shyamala Gopalan y Donald Harris son representantes del American Dream, y ahora sus hijas han tomado la estafeta.
Kamala –nombre inspirado en la diosa hinduista de la fortuna, la riqueza y la prosperidad– y su hermana Maya crecieron en un barrio afroamericano de Berkeley, California. En repetidas ocasiones la actual senadora de California ha contado que su madre les decía que no permitieran que los demás definieran su futuro: era de ellas y de nadie más. La señora Gopalan escogió que crecieran ahí para que estuvieran en contacto con lo que significa ser afroamericano, y además, procuraba llevarlas a Nueva Delhi, su ciudad natal, una vez al año y cocinarles mucha comida india, para mantenerlas cerca de su herencia cultural.
“Para la mayoría de los norteamericanos es una historia de éxito, una persona de padres extranjeros, que creció como mujer afroamericana, con mucha mezcla cultural, y salió adelante como una de las figuras más importantes del país”, dice Andrew Selee –Director y fundador del Instituto México del Centro Wilson en Washington, DC y presidente del Instituto de Políticas Migratorias– en entrevista con Gatopardo.
Aún sin haber obtenido la candidatura a la presidencia, su llegada a la boleta, el ticket, como dicen los estadounidenses, marca una inflexión en la historia del país. Es una mujer, es afroamericana, su madre es asiática y su carrera ha estado llena de controversias. Además, su llegada al poder, significaría la derrota de Donald Trump.
La senadora estadounidense Kamala Harris, durante una audiencia del Comité Judicial del Senado en el Capitolio de Washington, Estados Unidos, el 27 de septiembre, 2018. Fotografía de Jim Bourg / Reuters.
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El primer paso de Harris en la política fue en la fiscalía del condado de Alameda, en San Francisco, California, cuando tenía tan solo 26 años. Para ese momento ya se había graduado del colegiado en la Universidad Howard y del Hastings College of the Law, de la Universidad de California. Dedicó su carrera al cumplimiento de la ley: en el 2003 fue elegida como fiscal de San Francisco y cuatro años después volvieron a elegirla para ese puesto.
En su gestión como procuradora de justicia de la ciudad de San Francisco trabajó en reformar el sistema penitenciario y se opuso a la pena de muerte. A los tres meses de haber tomado puesto como fiscal de distrito, el miembro de una banda criminal mató a un policía con una AK-47. Tanto republicanos como demócratas, exigieron que la fiscalía castigara al culpable con pena de muerte. Ella alzo la voz para decir que lo único que provocaría ese castigo sería una mayor discriminación contra gente pobre y negra; y que ella no alentaría más muertes.
En ese puesto también instauró un programa de reinserción que se volvió ejemplo a nivel federal, considerado por el Departamento de Justicia de la Nación (DOJ, por sus siglas en inglés) como un modelo para otras ciudades. “Back on Track” promueve que personas de entre 18 y 30 años que han sido encarceladas por crímenes que no tuvieron que ver con armas de fuego o mafias, se declararan culpables, a cambio de una libertad condicional que les exigía cumplir con hasta 220 horas de servicio comunitario, un diploma de preparatoria, mantener un empleo estable, tomar clases de paternidad y maternidad, y pasar en limpio pruebas de drogas.
Simpatizantes de la entonces candidata a la presidencial demócrata Kamala Harris agitan carteles durante el Desfile del Orgullo en San Francisco, California, 30 de junio de 2019. Fotografía de Stephen Lam / Reuters.
En el 2010 Kamala Harris fue elegida para ser la Fiscal General del estado de California. En ese cargo hizo una serie de reformas para la justicia criminal en las que contemplaba a las personas afroamericanas, integrantes de la comunidad LGBT+ y migrantes como las víctimas principales de los crímenes de odio. También empujó reformas de protección al medio ambiente y restricciones a la compra-venta de armas. Por otro lado, en su mandato, incrementaron muchísimo las tasas de encarcelamiento.
En el 2017, Harris comenzó su campaña para convertirse en Senadora por el estado de California. Al ganar el curul, se convirtió en la segunda mujer afroamericana en sentarse en el Senado. No pasaron ni tres años cuando anunció que competiría por la presidencia de la nación.
En Estados Unidos el proceso electoral tiene varias fases. Antes de tener un candidato a la presidencia de la república, en cada uno de los partidos se compite por llegar al frente del mismo. Harris fue la primera candidata de peso en anunciar que entraría a esta carrera por el bando demócrata, bajo el eslogan “por el pueblo”. Tuvo algunos momentos célebres, como después de un debate en el que confrontó a Joe Biden sobre sus decisiones de segregación racial, pero su mayor éxito se debió a su pasado como fiscal.
“Le costó mucho trabajo posicionarse en la campaña”, explica Julia Madrazo, Directora de Programas de la U.S.-Mexico Foundation y conductora del podcast sobre política estadounidense, Burros y Elefantes. Mientras procuraba mostrarse lejos del ala más conservadora del partido (como Joe Biden), su carrera como fiscal le exigía responder a una tendencia no muy progresista. “Le costó muchísimo tratar de ganar ese espacio en el centro del partido, y al final fue un esfuerzo muy poco exitoso”, afirma. La candidatura la ganó Biden.
“Hay un consenso general de que ella era muy progresista en muchas cosas durante su tiempo como fiscal general de California, como la legalización de la marihuana y la implementación de cámaras en el uniforme de los policías”, dice Hope Miles, ciudadana estadounidense y activista. “Pero también fue la responsable de encarcelar muchísima gente de color en un momento en el que buscábamos alejarnos de los encarcelamientos masivos”.
Sin embargo, el 12 de junio del 2020 la prensa anunció que Joe Biden quería a Kamala Harris como acompañante para ganar las elecciones de noviembre.
“Con la edad de Biden y con una pandemia de por medio, la candidata a vicepresidencia tenía que ser alguien que pudiera entrar en funciones en cualquier momento y Harris claramente llenó ese perfil como nadie más”, explica Selee. El candidato a la presidencia había dicho ya que escogería a una mujer de color, y para muchos, no había mejor opción que Kamala Harris. Ella tiene experiencia en la política y en el mundo de las leyes, y ayudará a llevar el partido demócrata a un ala un poco más progresista que Biden.
El candidato presidencial demócrata de Estados Unidos y ex vicepresidente Joe Biden, la senadora Kamala Harris y la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer durante una parada de campaña en Detroit, Michigan, Estados Unidos, el 9 de marzo de 2020. Fotografía de Brendan McDermid / Reuters.
“Yo creo que es más un reflejo del contexto que vive el país –refiriéndose a Black Lives Matter– por un lado, y por otro lado la creciente diversificación del partido demócrata; los demócratas no pueden tener a dos personas blancas en la boleta”, dice por otro lado Madrazo. Quien piensa que la apuesta por Kamala Harris está también orientada a ayudar a que el partido demócrata conecte con los más jóvenes, pues es buena en los medios digitales y está muy conectada con la cultura popular.
Buena parte de los analistas políticos coinciden en que es poco probable que Joe Biden busque la reelección en 2024, sino que le abrirá el camino a Harris para que sea ella quien quede al mando. Aunque esto no ha sido confirmado por ninguno de los dos candidatos, el candidato a la presidencia tiene 77 años, lo cual significa que tendría más de 80 años cuando buscara esa reelección, mientras que Harris tiene 55.
Kamala Harris nació el 20 de octubre de 1964 en Oakland, California. Está casada con el abogado Douglas Emhoff y tiene dos hijastros. La educaron como hindú y protestante, pero ella se identifica más con la segunda religión. Fue siempre una estudiante destacada y se desempeñó como abogada y después fiscal. También podría ser la primera presidenta afroamericana y asiática de Estados Unidos, hija de migrantes.
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