La casa que detuvo una carretera al NAIM de Enrique Peña Nieto

Ser casa: Nieves Rodríguez

Una casa de cemento gris con reja metálica, un patio grande con árboles frutales, perros deambulando, nietos jugando y una cocina de fogón. Este este el hogar de Nieves Rodríguez, uno que detuvo a la carretera que conectaría el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, obra emblema del expresidente Enrique Peña Nieto, y que terminó inconcluso.

Tiempo de lectura: 18 minutos

No hay trampa en lo que voy a describir a continuación: la construcción de una carretera fue interrumpida por una casa. Sin metáfora alguna. A unos pasos del gris asfalto estaba un pedazo de tierra con un hogar. El olor de la cocina era el oráculo del futuro y la sonoridad de voces riendo una invitación a entrar. La lógica citadina dicta que las casas están a la orilla del camino, pero esta no. La casa de Nieves Rodríguez detenía la carretera Peñón-Pirámides, parte del proyecto para el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), emblema de la Presidencia de Enrique Peña Nieto. 

Imagen 1

Una casa de cemento gris con reja metálica, un patio grande con árboles frutales —los duraznos son los favoritos de Nieves—, perros deambulando, nietos jugando, un lavadero grande y una cocina de fogón. 

Después de la reja que rodea la casa, tal vez unos tres o cuatro metros después: una carretera. En 2019, cuando conocí este espacio, Google Maps no mostraba esta anomalía lógica: las carreteras son para transitar, no para ser detenidas por una cocina. 

Recuerdo 1

A veces somos extractivistas cuando intentamos pelear contra el extractivismo. Yo fui parte de un grupo de estudio que hizo entrevistas a integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco (FPDT) para saber qué narrativas sostienen la resistencia en ese territorio. Entrevistamos a Nieves, terminamos y nos fuimos. Arrancó la camioneta en la que regresamos a la Ciudad de México, pero Nieves la detuvo y nos dio un vaso de refresco a cada uno. Ahí supe que Nieves tiene como principio de cotidianidad el compartir. También aprendí que no se trata de obtener la historia sino de abrazarla. 

Debe haber un contexto para entender el texto

“La tierra no se vende, se ama y se defiende», máxima del FPDT y precepto indispensable para esta historia. El origen de la organización se remonta a 2001, cuando el 22 de octubre se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el cual se expropiarían “por causa de utilidad pública” más de 5 000 hectáreas de asentamiento humano, tierra parcelada y uso común para la construcción del NAICM. Los pobladores de la región se enteraron por el noticiero matutino y comenzaron a organizarse quienes vivían en los municipios de San Salvador Atenco, San Francisco Acuexcómac y San Miguel Tocuila. Ese primer grupo de personas preocupadas por su tierra se convirtió en el FPDT. Después de varios encuentros violentos entre el movimiento y el gobierno federal, actividades culturales y movilizaciones sociales de apoyo, el 6 de agosto del 2002 Vicente Fox derogó el decreto presidencial que él mismo había promulgado en 2001.

En el siglo XVII Enrico Martínez y Adrian Boot proyectaron grandes sueños para la desecación de los lagos del Valle de México. Fracasaron. Martínez, encargado por el virrey Luis Velasco, intentó construir un desagüe para la Cuenca de México que se componía de cinco lagos: Zumpango, Texcoco, Xochimilco, Chalco y Xaltocan. Su proyecto se derrumbó, provocando una nueva inundación en la capital novohispana. Así llegó el flamenco Adrian Boot, quien prometió arreglar el fallo de Martínez. Propuso fortalecer los diques y las calzadas existentes y añadir un anillo protector alrededor de la ciudad. El nivel del agua sería regulado por canales, molinos de viento y bombas de drenaje. Aunque el arquitecto trató de convencer al gobierno español de los beneficios del agua en la ciudad, ambos planes fueron deshechos por la inundación de San Mateo en 1629 que mantuvo a la Ciudad de México inundada bajo dos metros de agua por cinco años. En ese entonces la capital de la Nueva España medía apenas una fracción del centro de la ciudad actual.

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En 2019 conocí a Ignacio del Valle, un señor que se parece mucho a mi abuelo y tiene la palabra larga y tendida. Caminamos los cerros con él. Nos contó de las “vacaciones que le dio el gobierno”, refiriéndose a los años que pasó en el penal del Altiplano por participar en lo que el FDPT conoce como “Mayo Rojo”. Se refieren a la primavera de 2006, cuando el Frente decidió apoyar a un grupo de floristas desalojados el 3 de mayo del mercado de Texcoco por la policía municipal para evitar que vendieran sus productos, por lo que solicitaron la ayuda y la movilización del Frente. Como respuesta, un operativo en el cual aproximadamente 700 elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) y 1 815 agentes municipales y estatales intentaron desmovilizar a los integrantes del Frente mientras Enrique Peña Nieto era gobernador del Estado de México. 

El operativo tuvo como consecuencia el asesinato de Francisco Javier Cortés Santiago, de 14 años, y Ollin Alexis Benhumea, de 20. Cuarenta y siete mujeres detenidas denunciaron tortura sexual por parte de las fuerzas policiales. Cómo olvidar cuando Enrique Peña Nieto, el 15 de junio del 2006, mientras intentaba conseguir inversión para su estado en Nueva York, declaró que ordenó el operativo Atenco con la intención de “restablecer el orden”. Además, intentó descalificar las denuncias de las mujeres al decir: “Es conocido que los manuales de los grupos radicales dicen que hay que declararse violadas, en el caso de las mujeres, y en el de los hombres haber sido objeto de abuso y maltrato». 

Un año después, el 4 de mayo de 2007, Alfredo Blas Galindo, juez primero de lo penal con sede en Toluca, condenó a Ignacio del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo por el delito de secuestro y retención de un funcionario público. Los tres integrantes del FPDT fueron condenados a 67 años y 6 meses de prisión. Trinidad Ramírez y América del Valle, esposa e hija de Nacho, tuvieron que exiliarse. Las mujeres que se quedaron continuaron con el movimiento. Trabajaron para liberar a sus presos políticos e hicieron talleres de arte en conjunto con universitarios para que el apoyo al Frente no desapareciera. 

Huazontles con Mole

Uno de los platillo típicos donde vive Nieves Rodríguez está hecha con huazontles y mole. Foto: Brenda Anayatsin Ortiz.

En 2010 la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió un amparo interpuesto por los detenidos y ordenó la liberación de los 12 integrantes encarcelados en el Altiplano Central. Los ministros señalaron que la conducta de los detenidos no podía ser considerada como secuestro equiparado, además de que no tuvieron acceso al debido proceso. Si bien en 2014 fueron arrestadas 20 personas, entre servidores públicos, policías y médicos, por violencia sexual hacia las mujeres de Atenco, las víctimas sostienen que no ha habido reparación ni justicia. 

El 22 de octubre del 2021, en el vigésimo aniversario del FPDT,  las víctimas de la represión de aquel “Mayo Rojo” tomaron el micrófono en la plaza principal de Atenco y expresaron que consideraban que los culpables no habían rendido cuentas por lo ocurrido. Recuerdo cómo subieron al escenario con mantas con las caras de Francisco Javier Cortés Santiago y Ollin Alexis Benhumea y dijeron: “Mientras los expresidentes Enrique Peña Nieto y Vicente Fox no enfrenten un juicio por su participación en la represión no será suficiente para las víctimas”. Ese día nos dieron dos tlacoyos, chicharrón en salsa verde, frijoles y un arroz rojo esponjoso que comimos apachurrados en sillas negras de las que se utilizan para los bautizos y las primeras comuniones. 

Ahora, otro momento: Enrique Peña Nieto fue increpado por alumnos de la Ibero en mayo del 2012 en su visita como candidato a la Presidencia de la República: “Fue una acción determinada, que asumo personalmente, para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de hacer uso de la fuerza pública como, además debo decirlo, fue validado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. Me recuerda a Gustavo Díaz Ordaz, cuando dijo frente al Congreso de la Unión el 1 de septiembre de 1968: “Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados; pero todo tiene su límite y no podemos permitir ya que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico” y después ocurrió la matanza del 2 de octubre. Ambos expresidentes disfrazan el uso legítimo de la fuerza por parte del Estado para justificar acciones que violan los derechos humanos. 

Si bien el Estado se define por el monopolio de la violencia, la lógica política que la legitima es que la fuerza no puede ser usada para reprimir a quienes se manifiestan, especialmente si es de forma pacífica, y mucho menos ejercerla para intentar disciplinar a los ciudadanos. Las mujeres agredidas han planteado, junto con el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, que la violencia sexual se usa con diversos objetivos como represión, intimidación, humillación y generación de pruebas inculpatorias; es decir, la violencia sexual en este contexto no puede entenderse como agentes individuales que agreden a mujeres, sino como una estrategia punitiva y de escarmiento contra el cuerpo de las mujeres. Si el Estado es capaz de ser agresor usando la fuerza que se le ha confiado, ¿no está rompiendo el contrato social? Y me pregunto: ¿qué puede sostener nuestra confianza en un Estado agresor?

Ganó el “Salvar a México” en 2012 y Peña Nieto fue electo presidente de este país. Comenzó la construcción del NAICM y con ello la carretera Peñón-Pirámides. Con el apoyo del FPDT, la casa de Nieves fue la única que detuvo la carretera. Y en ese momento de contraposición al suelo gris fue cuando se infligió la primera herida sobre las piernas de Nieves. Junto a su casa se abrió un camino paralelo de tierra que se dirigía a las obras del NAICM. Un camión que llevaba piedras sacadas de los cerros de alrededor hacia el futuro aeropuerto pasó a toda velocidad cuando Nieves regresaba del trabajo en su moto. Nieves, al intentar evitar el impacto con el transporte, salió expulsada y cayó a alta velocidad. Ese momento marcó el comienzo para Nieves de tortuosas terapias, operaciones y numerosos gastos para recuperar la movilidad de sus extremidades.

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Francisco Hernández publicó su Historia natural de la Nueva España en el siglo XVI, una catalogación de los recursos descubiertos en los nuevos territorios del Imperio Español. El saber sobre las novedosas maravillas permitía explotarlas y poner el conocimiento al servicio de la nueva administración política. Allí describe el ahuatle, elaborado con los huevecillos de axayácatl, chinche de los cuerpos de agua de la cuenca de México. Con el granulado de esta chinche, se hace una masa circular cuando se combina con huevo. Nieves dice que es “el caviar de los pobres”. 

En 2021 Nieves sufrió otro accidente, aunque no supo si realmente fue accidental… Intrépida y práctica Nieves utilizaba una motoneta para ir y regresar de su trabajo en el centro de Atenco. Durante un trayecto otra motoneta la persiguió. Ella sintió miedo y se cayó, por lo que quedó impedida por meses para caminar. “Yo sentí que venían por mí”, me dijo. Aunque no está segura, la sospecha no es infundada si recorremos las amenazas que vivió durante los años que resistió a la carretera, entre ellas, un muerto colgado en su árbol de durazno. 

En 2022 el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador construyó la carretera Peñón-Pirámides y declaró Área Natural Protegida al Lago de Texcoco (unas por otras, dicen…). La casa de Nieves desapareció, pero le sobrevive el árbol de durazno que puede verse desde la ventana de la morada que le dio el gobierno federal para suplir lo expropiado. Nieves dice que extraña su casa porque ahí está el ombligo de su hija. 

#YoPrefieroElLago es un movimiento que conocí por mi amigo el periodista Al Dabi Olvera, quien me abrió los caminos en Atenco. Fue mi pase de entrada a la casa de Nacho y me invitó a mi primera comida en casa de Nieves. El movimiento nació para promover el voto contra la continuación del aeropuerto en Texcoco en la consulta que se llevó a cabo en los meses en que AMLO fue presidente electo, entre la elección y su toma de protesta. #YoPrefieroElLago buscó hablarles a los habitantes de la CDMX y explicarles la importancia cultural y natural del Lago de Texcoco, así como expresar que la conservación de este cuerpo de agua se relaciona intrínsecamente con las prácticas de vida de los habitantes de la región, entre ellas, sus actividades agrícolas. Así se opusieron a la expropiación para el pretendido aeropuerto. La consulta tuvo una participación de menos del 1% del padrón electoral, un poco más de un millón de personas, pero ganó con amplia mayoría de casi 70% en contra del NAICM. AMLO dice ser muy diferente a otros gobiernos porque no destruyó el Lago de Texcoco, incluso lo protegió, pero la carretera que desapareció la casa de Nieves forma parte de un circuito que conecta la CDMX con el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, uno de los proyectos insigne de su sexenio. Al igual que el NAICM, los pueblos aledaños al AIFA han denunciado afectaciones ambientales y a su territorio por la construcción de un aeropuerto.

César del Valle, hijo de Nacho, me dijo en una de tantas pláticas que hemos compartido que la desecación del lago es un proyecto colonial que nació en la época novohispana y actualmente es continuado por el Estado-Nación. Para él, desde entonces hasta ahora, drenar el lago ha sido una prioridad del Estado. Si en la Colonia significó romper con las formas de comunicación entre los pueblos, hoy implica el desarrollo inmobiliario y desaparecer las formas campesinas de la vida para ofrecer el trabajo asalariado.

Presentación de personaje: Nieves

Si tuviera que describir a Nieves lo haría como un augurio de fe, un durazno alto, un ahuautle con chile bien picoso, unos huazontles con mole, unos nietos que corren, una carretera que destruye y una compañía que cobija. Nieves es la hierba medicinal que rodea a la flor, que la acompaña para protegerla de insectos y que cura a quien alimenta. 

Nieves es unas manos que trabajan, una tierra que es fértil a pesar de la urbanización obligada. Nieves es Atenco y, a la vez, ya no lo es. Nieves me abrazó y me enseñó a cocinar. Nieves es alimento y perpetuadora de memoria. Nieves es una mujer frágil haciéndose mayor y reflejando la violencia del Estado en su cuerpo: unas piernas que necesitan ser reparadas, una casa que ya no existe. Nieves necesita ser abierta por los médicos que le advertirán no continuar más con la lucha. Nieves es la expulsión por un Estado que divide el territorio de acuerdo con el cumplimiento de funcionalidades de carácter nacional usurpando los vínculos con el territorio de los pobladores que lo habitan. Nieves tuvo que dejar el ombligo de su hija en beneficio del interés público. Nieves es carcajadas dulces pero estridentes, Nieves es pilar de nietos e hijos. Nieves ha sufrido la violencia estatal, la desigualdad y la precarización de su cuerpo por sostener los trabajos de cuidado que dan continuidad a la vida. 

Recuerdo 3: las historias se encarnan

Siento el calor de las cocinas. Dicen que no es ecológico usar leña, pero ¿qué sabemos aquellos que no vivimos del campo? Dos cocinas en el patio de Nieves y una más dentro de la casa, espacios que confabulan los misterios de los ingredientes que sostienen la existencia. El huauzontle sabe a tierra un poco amarga y tiene un aspecto rugoso. Sus hojas se despliegan en la mesa que acompaña la cocina de humo que está más lejos de la casa.

Huauzontles con mole es el plato elegido por Nieves. Primero hay que limpiarlos para que no sean pura hierba dura, cortarlos un poco. Es una minidomesticación del desorden frondoso de esa hierba que se desparrama sin estructura. Las manos de Nieves son como cualesquiera otras, pero son suyas. En ese momento me parecen mágicas y tiernas, especialmente tiernas. 

Hay que batir el huevo y disponer un plato con harina. Los huauzontles van capeados. Un arte que seguro trajeron monjas a estas tierras. ¿Quién diría que sus artilugios alimentarios ahora serían usados para contrarrestar las lógicas de desecación traídas con su llegada a estos territorios? Supongo que así se conjugan las cocinas, se mezclan y maceran con contextos tan distintos que su fin utilitario, el de alimentar los cuerpos, termina siendo también una posición política sobre lo que somos y lo que soñamos ser. 

Al mismo tiempo Nieves me manda a “mover” —mezclar— el mole en la cazuela que está a fuego lento en la cocina dentro de la casa. “Lento, no hay prisa. Si no se amarga el mole y ahí sí, paʼ qué te cuento”. Me acerco a la olla —dando y dando decía mi tía— y lo empiezo a mover. Pienso en tener cuidado con seguir un ritmo uniforme, si no la cosa no cuaja. Me agarro de valentía —porque penosa soy— y le digo a Nieves que su historia me parece importante, que quisiera contarla. El mole comienza a burbujear, hay que seguir meneando. No se vaya a pegar a la cazuela.

“Sí, hija, naʼ más me avisas cuando vienes pa´ recibirte bien. Tú sabes que yo los quiero mucho y siempre quiero ayudarles”, dice, mientras me deja con la responsabilidad del mole y se va a la cocina de leña para comenzar a capear y freír los huauzontles. Algo así es el proceso: juntas unos pedazos de huauzontle, un tamaño que represente la cantidad que quepa en un plato, pero que casi se desborde, porque la vastedad es un elemento infaltable en quien gusta de regocijar a sus invitados. No hay que olvidarse de agregarle a los huauzontles un poco de queso panela para formar unas tortitas que se remojarán en el huevo. Luego hay que pasarlas por la harina para después sumergirlas en el aceite. Cuando las tortitas ya están fritas, se ponen en un plato cubierto con una servilleta para que se absorba un poco de aceite. Por último, se sirven bañadas con el mole que se supone estoy moviendo, pero que dejé un poco descuidado para ir de chismosa con Nieves a ver cómo preparaba estas tortitas de huauzontle. 

Todo bien con el mole, no lo arruiné y mis temores fueron infundados. “Nambre, aquí han comido todos los compañeros. Cuando estaba la parte más dura de la lucha, hasta en la madrugada dábamos tandas de comida. Teníamos armas escondidas. Yo sí estaba preparada pa’ agarrar una si era necesario”, dice Nieves, al pasearse de un lado a otro de la cocina en casa, mientras vamos alzando los trastes y lavándolos en tandas. 

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Soy la última en sentarme a comer, eso me gusta. Sentarse cuando hay otro trabajando es una falta al principio de siempre sé útil que mi mamá insertó en mí. Está rebueno el huauzontle, pero eso sí ¡qué desmadre arma en la cocina! Va a costar trabajo limpiar la harina con pulcritud, pero creo que eso no es tan importante para Nieves, lo impoluto no define su casa. Me parece más cercana a esa habilidad de crear un orden individual que va moviendo los objetos a su propio ritmo respondiendo a los mandatos de nietos e hijos que llenan y vacían la casa a ratos. 

Quiero dejar este recuerdo hasta aquí. Una mesa llena de personas que comen huauzontles. Una Nieves, no sé si feliz, pero al menos en plenitud de movimiento, artífice de mágicos remedios cubiertos de mole que provocan la sonrisa agradecida de 10 citadinos. 

Imagen 2: otra casa

El sol pega directo en las paredes de ladrillo. Al entrar se siente la presencia de Nieves porque todo está plagado de plantas. Algunas con flores, otras simplemente desbordándose por las orillas y subiendo por el muro. Otra casa. Hay posibilidad de volver a comenzar. Nieves camina. A ratos también entristece.

La memoria es una masa moldeable, a veces se infla al comal y otras no

Una bolsa puede ser un utensilio para hacer tortillas cuando no se cuenta con la máquina de metal. Primero hay que expandir el tamaño de la bolsa cortándola por un lado, así como el fondo. Acto seguido se toma la masa, como la mitad del tamaño de un puño de la mano, y se hace una bolita, recordando las habilidades obtenidas de jugar con lodo o plastilina en la infancia; luego se pone la porción de la masa en la mitad de la bolsa y se cubre con la otra mitad de plástico. Después se aplasta un poco para la obtención de un círculo regordete que se irá expandiendo al presionar la masa. No debe olvidarse voltear la bolsa y apretar con las manos para que quede lisita sobre la masa —si se olvida este detalle no se inflará la tortilla al echarla sobre el comal—. Ahora hay que quitar la mitad del plástico y recargar el círculo de masa en una de las manos mientras se va jalando el resto de la bolsa para despegarla de la masa y, ahora sí, aviéntese al comal que ya debe estar caliente sobre la estufa prendida. 

Nieves me enseñó esta técnica mientras me dice que si aprendo bien hasta pongo un puesto de sopes. La masa es suave en las manos, una sensación placentera en su roce, sumamente moldeable, como la memoria. Cuando intento construir la historia de Nieves se me escapa el orden cronológico y lineal, se encima con los sabores, olores y los recuerdos de dos o tres enchiladas chulas que me he comido en su casa y provocaron su risa porque segurito que me puse toda sonrojada por el picante que devastó mi boca. Pienso, entonces, que poner la memoria al comal implica el resultado de un ordenamiento que le dé sentido causa-efecto a las historias; sin embargo, al igual que la masa, la memoria está atravesada por la presión de nuestras emociones, vínculos afectivos o condiciones sociales que la van conformando. Como mis tortillas, ninguna memoria puede aspirar a la circunferencia perfecta. Las grietas y las orillas irregulares son una afrenta a la linealidad, que a su vez demuestra cómo toda historia es moldeada por los afectos que ponemos —o no— en ella. 

Esta tortilla que presento aquí es sobre cómo el conocer a Nieves me hizo saber que el trabajo de cocinar, limpiar y cuidar sostiene la voluntad de las personas para oponerse a proyectos que irrumpen su vida cotidiana porque lo que comemos conforma horizontes políticos; es decir, hacer tortillas implica sembrar maíz, que haya un suelo para diseminar, que existan campesinos, que la vida de la tierra sea fértil. 

Recuerdo 2: los trabajos de cuidado sostienen la lucha 

En 2021 se conmemoraron 20 años del FPDT y también 15 años del “Mayo Rojo”, la gran represión sufrida en Atenco, días que coinciden con celebrar la Santa Cruz en el calendario católico. El 3 de mayo, después de ir a caminar al lago y bendecir la cruz, todos estábamos sentados en el patio de Nieves mientras el calor del fogón nos calentaba. Nos sirvieron dos tortitas de ahuautle, preparación que se consigue de capear los huevecillos en salsa verde con calabacitas y flor de calabaza. El sabor del ahuautle es salado. “Así es comer un lago”, pienso. Además, una cucharada de arroz rojo y dos tlacoyos. Escuchábamos historias del pasado en el movimiento, pero también, sobre nuestras comidas favoritas. Yo hablé del mole verde de mi mamá. Las mujeres iban y venían, servían, lavaban, cocinaban, hacían que el alimento fuera una realidad. No hubo grandes discursos políticos. Solo comida. La cosa es simple: sin lago no hay ahuautle. Los ingredientes con los que hacemos metamorfosis al fogón y que permiten nuestra subsistencia, no solamente en los días de fiesta sino en la vida diaria, dependen de las condiciones naturales. Desaparecer un lago implica la eliminación de prácticas culinarias. 

Hace una semana

“Te voy a sacar unas fotos para que se las enseñes a tu mamá”. Hacemos tortillas con bolsas de plástico porque se perdió su maquinita durante la mudanza. Por primera vez se infló una tortilla que eché al comal y Nieves me felicita, ríe y me dice que ya podré poner un puesto de sopes. También se carcajea de cómo me enchilo con la salsa verde molcajeteada que hizo. “Cuando te sientas en depresión, vente…” y me invita —con una obligatoriedad digna de cualquier mamá— a que comience a comer porque todo se va a enfriar. 

Con el café y el panqué de postre, Nieves se pone algo triste y enojada. ¿Por qué no debería estarlo? Resulta que después de dos atentados contra su vida, un cadáver colgado en su árbol de durazno, el choque de una patrulla en su casa, el acoso al quitarle el agua y la electricidad, amenazas físicas y la violencia psicológica para forzarla a vender, Nieves ahora es acusada por parte de personas de su comunidad de “mala activista” por haber aceptado otra casa del gobierno federal a cambio de expropiar la suya para que la carretera siguiera su camino. Me pregunto si congruencia significa idealizar la precarización. ¿Acaso una casa no es lo mínimo que debería darte el gobierno por arrebatarte la tuya? 

El problema del maniqueísmo es otorgarle el poder a los mismos de siempre

“El compromiso es que no se va a urbanizar, ese es el compromiso. Tenían detenida una autopista, se llegó al acuerdo de que van a permitir el paso porque ya estaba construida y tampoco se podía dejar esa obra abandonada, faltaban creo que 100 metros para conectar”, dijo AMLO el 22 de marzo cuando se declaró el Área Natural Protegida del Lago de Texcoco. La autopista a la que se refiere es por la que se expropió la casa de Nieves. El presidente se apropia de luchas ajenas, capitaliza este tipo de acciones para darle un halo de diferencia a su gobierno, pero construye otro aeropuerto, expropia otras tierras y deseca otros territorios. Pregúntenle al Frente de Pueblos Originarios en Defensa del Agua (FPODA), principal movimiento opositor al aeropuerto Felipe Ángeles, en el estado de Hidalgo. 

El FPDT tiene más de veinte años de resistir, cuatro personas muertas en enfrentamientos o represión por parte del Estado, mujeres torturadas sexualmente, años en la cárcel, estrés postraumático, la ruptura de la confianza en la comunidad y la continuidad de la discriminación de la vida campesina, para que ahora un gobierno expulse de la Historia al movimiento y haga creer que la protección del lago es una cuestión de buena voluntad y no de lucha. El discurso del gobierno es el de una izquierda caudillista que acomoda todo en un costal de buenos y malos. Virtuosos quienes estén con el cambio que dice representar el partido y malos todos los demás. “Conservador”, es una palabra que pierde su significado en boca del presidente. Según él, son “conservadores y detractores” quienes integran el colectivo “Sélvame del Tren” que está en contra del Tren Maya por las irregularidades de su construcción y las afectaciones ambientales que ha causado. 

Nieves Rodríguez

Nieves es unas manos que trabajan, una tierra que es fértil a pesar de la urbanización obligada. Nieves es Atenco y, a la vez, ya no lo es. Foto: Brenda Anayatsin Ortiz.

El problema con la retórica promovida desde Palacio Nacional es que colapsa todas las posiciones políticas en un “estás conmigo o en mi contra”. Por ejemplo, AMLO declaró el pasado 4 de enero que no puede haber coincidencias entre su gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN): “Ellos no ayudaron al movimiento que nosotros emprendimos para llevar a cabo la transformación del país, al contrario, ellos decían que éramos iguales [a los otros partidos] y además llamaban a no votar”. El presidente recordó que el movimiento zapatista enunció durante las elecciones del 2018 que no apoyarían ningún tipo de proyecto que legitimase el aparato electoral y, especialmente, el Estado-Nación mexicano. AMLO ha actuado como un caudillo, promoviendo un dualismo bueno-malo que tiene como su más grave consecuencia el obstaculizar —o desaparecer— el disenso. 

El gobierno actual decretó el Área Natural Protegida, pero no es su resistencia la que ha sostenido el territorio. Lo que ha hecho este gobierno es utilizar una noción sobre apoyo popular a su proyecto debido a los resultados que consiguió en la votación del 2018 para apropiarse discursivamente de luchas históricas y, con ello, construirse una imagen de benefactor de las buenas causas. Sin embargo,, recordemos que quitó un aeropuerto para construir otro provocando consecuencias ambientales y despojando a sus habitantes del derecho a decidir. Es verdad que estamos en el juego de la democracia representativa y hay que negociar con el Estado como monstruo o facilitador, dependiendo de la situación; pero son los habitantes quienes interactúan y hacen su vida con el territorio cada día.

Los ancestros que trabajaron en la encomienda, las infancias despojadas de los sabores que sus abuelos disfrutaron a diario, las mujeres que ponen la cuerpa para que todos coman, los hombres discriminados sistemáticamente por representar el retraso de un país que buscó desindigenizar la vida para dar cabida a la modernidad, todas ellas y todos ellos son la comunidad que ha conseguido que después de 500 años siga existiendo el Lago de Texcoco. 

El otro día por la mañana

Eché los sopes al comal, después de un rato los volteé para que se calentarán de ambos lados. Puse a hervir agua para el té. El desayuno perfecto. Serví los sopes en un plato y le mandé una foto a Nieves. “¡Qué bueno que te gustaron! ¿Cuándo vienes?”, esa respuesta me hizo sonreír. A pesar de todo Nieves sigue haciendo casa para otros, para mí, por ejemplo.


EKATHERINA SICARDO REYES, ajonjolí de todos los moles. Historiadora del arte e investigadora sobre los trabajos de cuidado y su impacto en el cuidado del territorio. Ha sido investigadora en el Museo Franz Mayer. Locutora y productora radiofónica y de podcast. Actualmente coordina los contenidos culturales de Ibero 90.9. La puedes encontrar en el podcast Antropofagia. También dando clases en la Ibero.

BRENDA ANAYATSIN ORTIZ es artista visual y profesora de la Facultad de Artes y Diseño, UNAM. Egresada del Seminario de Fotografía Contemporánea del Centro de la Imagen (2007) y la segunda generación del Seminario de Medios Múltiples (2005-2008). Su práctica artística, concentrada en la fotografía. Su trabajo ha sido expuesto de forma colectiva en el Centro de la Imagen, el MUCA Roma, el MUAC y otros espacios. En los últimos años ha trabajado en proyectos que vinculan arte y activismo en relación con conflictos socio-ecológicos en el Estado de México, particularmente en el Nevado de Toluca y el Lago de Texcoco


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