Los silencios en la noche del colapso del Metro

Los silencios en la noche del colapso del Metro

Veintiséis personas fallecieron en el accidente de la Línea 12 del Metro, cuando se desplomaron una trabe y dos vagones desde un tramo elevado. Las horas que siguieron marcaron la vida de las familias de las víctimas.

Tiempo de lectura: 6 minutos

—¡Déjenlos pasar!

—¡Déjenlos que pasen! ¡Traen lámparas!

—¡Ya están aquí, güey! ¡No le hagan a la mamada!

Las pocas luces encendidas sobre avenida Tláhuac iluminaban parcialmente los rostros de los vecinos y los familiares de las víctimas, que esperaban noticias cerca del lugar. De un lado de la valla metálica que cercaba la zona, una camioneta de la Comisión Federal de Electricidad cargada de plantas de luz se abría paso entre la gente para llegar al área de trabajo. Del otro lado de la valla, decenas de policías de la Ciudad de México con cascos y escudos de acrílico se aseguraban de que nadie cruzara la zona donde yacía una trabe del Metro que había colapsado unas horas antes, llevándose consigo dos vagones con personas abordo. Esto había ocurrido en la Línea 12, entre las estaciones Tezonco y Olivos, a las 22:22 horas del 3 de mayo. En la calle, se escuchaban los gritos de la multitud:

—¡Ya déjenlos pasar! ¡Ni que fueran a entrar por gusto!

—¡Déjenlos que pasen!

La frustración de todos ahí reunidos era patente. Llevaban más de tres horas esperando información sobre sus seres queridos, que probablemente estaban atrapados entre las gigantescas piezas de concreto y de metal color naranja de los vagones. Y ahora se sumaba la absurda escena de descoordinación entre autoridades federales y locales para agilizar los trabajos de rescate. Las callecitas y casas de las colonias aledañas permanecían a oscuras pues el servicio de luz estaba suspendido tras el accidente.

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