La lucha feminista sigue. La rabia llegó para quedarse - Gatopardo

La rabia digna llegó para quedarse

Cuando las mujeres hacen de la política arte, de la protesta inspiración para millones de niñas, sin un solo disparo y sin declarar la guerra, los poderosos tiemblan y la maquinaria machista se aceita para operar unida.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Olivia tiene diez años y hace unas semanas su padre descubrió que escribe poesía; una noche leyó en voz alta un poema feminista, texto inimaginable para cualquier escritora rebelde de hace cincuenta años. Olivia no sabe, aunque seguramente lo intuye, que la exigencia que revela su texto para ser mirada de frente, a los ojos, para saber que existe —el reclamo de una digna rabia histórica que nada tiene de infantil—, está cargada de millones de voces de otras niñas que aún no saben escribir o carecen del derecho a ser educadas y escuchadas. Ella nació en 2010 cuando Paulina cumplía 19 años y le preguntaba a su madre por qué los chicos creían tener el derecho a decirle cómo debe vestir, si llevar tatuajes o no, si ser pintora, psicóloga, tatuadora; y eligió serlo todo, a cambio de su osadía la cultura machista a su alrededor comenzó a cobrarle caro el atrevimiento de no pedir permiso para ser la protagonista de su propia vida y la dueña de su cuerpo. El mismo mes en que Paulina se rebeló contra el profesor de la universidad progre de la Ciudad de México por acosar a las alumnas sexual y psicológicamente, Andrea cumplía 15 años y tomaba del librero de su madre una obra de Rita Segato, la antropóloga feminista nacida en Argentina y radicada en Brasil que ha inspirado con sus investigaciones a millones de jóvenes que llevaron a cabo el performance Un violador en tu camino, ese que desató la rabia de miles de iracundos machistas de todos los países.

El 25 de noviembre de 2019, cuatro jóvenes fundadoras de Las Tesis organizaron un performance histórico en Valparaíso, Chile. La manifestación artístico-política se ha reproducido en más de treinta idiomas y países, desde zonas indígenas hasta ciudades cosmopolitas. Mujeres de doce años como Xóchitl, hasta de noventa, como Eloísa, han retomado el montaje que se convirtió en un himno mundial del feminismo joven que no pide permiso para señalar a los violadores, a los jueces corruptos, a los acosadores sexuales, a los pederastas y torturadores; ninguno de los que encubren estas violencias sale ileso del poderoso performance. Ellas, las jóvenes, comprendieron cabalmente que las cadenas de poder son las que permiten que subsista y se fortalezca el machismo depredador y asesino, ese que durante la pandemia se ha hecho más evidente.

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