Hipótesis sobre Camargo

Hipótesis sobre Camargo

Los grupos de operaciones especiales se anunciaron hace varios años como la panacea contra el crimen organizado. Los hechos en Camargo, Tamaulipas, donde los miembros de uno de esos grupos masacraron a 16 migrantes, indican lo contrario.

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A finales de enero de este año, policías estatales de Tamaulipas, en activo, acribillaron en Camargo a 19 personas –16 de ellas, migrantes de Guatemala– que iban a bordo de una camioneta. Les prendieron fuego, muy probablemente para dificultar su identificación o para hacer pasar la masacre como una acción del crimen organizado, y trasladaron el vehículo, con los cadáveres, a un sitio distinto, lejos del rastro de sus municiones. Subrayo: No se trata de policías cualquiera, sino de una agrupación con una encomienda fuera de lo común, probablemente extralegal. La mayoría de los implicados pertenece al Grupo de Operaciones Especiales (GOPES) de la Secretaría de Seguridad Pública estatal que, de acuerdo con el decreto de su creación, tiene entre sus objetivos desplegar tareas “de neutralización de objetivos tácticos o estratégicos”; por supuesto, “neutralizar” es un eufemismo ampliamente utilizado para referirse a una acción realizada para privar de la vida a alguien. Hasta la fecha, no hay noticia de que el grupo en cuestión haya dejado de existir. La decisión recae en el titular del ejecutivo estatal, Francisco García Cabeza de Vaca. No debería esperar más para hacerlo.

Surgen entonces las interrogantes: ¿Por qué subsisten estos grupos, en Tamaulipas y otros estados? ¿A quién responden en el día a día los GOPES? Sobre ellos pesan otros señalamientos recientes por delitos tan graves como homicidios y desapariciones forzadas. Me atrevo a lanzar la hipótesis de que los grupos especiales tienen lugar en las instituciones –de los tres órdenes de gobierno, sin distinción– porque se piensa que “hacen justicia” y que ésta no se puede lograr por la vía de ley, pues implica procesos de investigación, acusación y sentencia emitida por una autoridad neutral (es decir, jueces y juezas). No recurren a este camino por varias razones, entre ellas, su incapacidad de investigar y, luego, de litigar un caso en los juzgados; porque desconfían del sistema de justicia; por franca colusión con alguna de las partes en conflicto; o por una combinación de las tres. Así que se les expiden (informalmente) licencias para matar o, en su léxico, para “neutralizar” al enemigo.

Les llaman grupos de operaciones especiales, de élite. Sus creadores se inventaron y se creyeron que son la única forma de enfrentar al crimen organizado y sus distintas ramificaciones –pobres de aquellos no criminales que queden en medio, en el caso de Camargo, migrantes–. Mientras tanto, sus defensores arguyen que los derechos humanos “sólo sirven a los delincuentes” o hacen referencia a situaciones extremas: ¿Qué harías tú si te disparan varios con fusiles AR-15?, ¿leerles sus derechos y arrestarlos?

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