Hillary latina. La estrategia de la demócrata para llegar a la Casa Blanca.

Hillary latina

¿Cómo esta mujer que pertenece a la mayoría racial anglosajona, con su jerga bostoniana, su sitio destacado en el establecimiento político, y su corrección pública, logrará el apoyo de aquellos migrantes que mueven los engranes de la maquinaria estadounidense?

Tiempo de lectura: 19 minutos

Hillary Clinton luce radiante. Sube a un escenario bordeado por tres flancos de simpatizantes que corean su nombre; el cuarto lado es una tarima con reporteros y fotógrafos. Vistiendo un traje sastre negro, una blusa verde, y un collar a juego, saluda, se acomoda el pelo rubio, camina al ritmo de la música, agita la mano hacia la tribuna. A su lado, portando un brillante saco rojo, Dolores Huerta, la mujer que junto con César Chávez se volvió el ícono de la lucha sindical de los campesinos mexicanos y mexicoamericanos durante los años sesenta, aplaude y posa para las fotografías. Hillary suelta de pronto esa risa de dientes descarados que la hace lucir espontánea, y coloca una mano sobre la espalda de Dolores. Los flashes de las cámaras las cubren como una lluvia.

Nada es casual en esta escena. La presencia de Dolores Huerta en este gimnasio de escuela de Albuquerque, Nuevo México, el 2 de febrero de 2008, es el sello de aprobación de un importante sector del liderazgo latino a la candidatura de Hillary Rodham Clinton —abogada, ex primera dama de Arkansas, ex primera dama de Estados Unidos, ex secretaria de estado y senadora por Nueva York—; una comunidad latina, migrante y mexicoamericana, que desde los años de la presidencia de Bill Clinton ha dado un voto de confianza a la pareja anglosajona más popular de la política estadounidense.

Tres días después del mitin en Albuquerque, se celebrará el llamado Super Tuesday, día en el que los demócratas de la mitad de los estados de la Unión Americana celebrarán su elección primaria entre cuatro precandidatos —John Edwards, Joe Biden, y los dos punteros, Barack Obama y Hillary Clinton— para designar a su candidato presidencial. Hillary ganará aquí, en Nuevo México, con 49% del voto, y al finalizar la ronda de primarias ganará también la mayor parte de los estados con alta población latina: California, Arizona, Nueva York, Nevada, Texas y Florida. Sin embargo, los resultados finales de la elección beneficiarán a Obama gracias al sistema electoral estadounidense basado en el número de delegados que obtiene un candidato y no en el número de votos directos: Hillary recibirá 94 000 votos más que Obama, pero obtendrá trece delegados menos. Obama, un senador de Illinois sin experiencia alguna en el Poder Ejecutivo local, estatal o federal, se quedará con la candidatura y más tarde ganará la presidencia al republicano John McCain.

Para que eso ocurra tendrán que darse varias cosas al interior del Partido Demócrata: tras la derrota, Hillary hará un recuento de su capital político, y encontrará un elemento clave: durante las primarias, el voto latino la favorecerá en un 63% sobre 35% para Obama. Para ganar, Obama necesitará el voto latino. Y resultará evidente que para ganar el voto latino, necesitará a Hillary.

Nada de esto cruza por la mente de la sonriente Hillary que esta noche de febrero en Albuquerque confía en que los números estarán de su lado. En una excelente pieza de oratoria, como las que la caracterizan, la precandidata agradece a Dolores Huerta su presencia y comparte con la audiencia su propia experiencia cuando, siendo estudiante, trabajó con los hijos de los campesinos migrantes. La audiencia, anglosajones y latinos principalmente, aplaude. Hillary Clinton, la política anglosajona más latina del país, luce radiante.

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