“Hemos tenido que dejar de lado los libros y diseñar, de la nada, material para trabajar con ellas a distancia”, cuenta la maestra. También dividieron las sesiones para atender primero a las chicas que están en nivel de alfabetización, después primaria y al final secundaria. Para impartir clase utilizan presentaciones de Powerpoint y se apoyan de las clases televisadas que dispuso el gobierno.
La Secretaría de Educación Pública dispuso que a partir del 20 de abril se impartirían clases a través de la televisión, la radio e internet, como parte del programa Aprende en Casa. Aunque la cuarentena había comenzado unas semanas antes, se decidió arrancar el programa después de las vacaciones de Semana Santa. La programación incluye clases para preescolar, primaria, secundaria y bachillerato, que siguen el plan educacional de la SEP.
En la conferencia de prensa en la que se dio a conocer este plan, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, declaró que con estas medidas se cumpliría con los compromisos acordados con las autoridades educativas de todo el país.
Amalia Rodríguez y su hijo Luciano Rodríguez, edad 7. Ciudad Juárez, México. Abril 20, 2020. / Reuters.
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Alejandra Rodríguez Escobar es maestra de 4º año en la escuela Primaria Federal Elisa Griensen, en Ciudad Juárez. Tiene 35 alumnos y está preocupada porque solo ocho o nueve de ellos tienen acceso a internet y muchos no logran sintonizar los canales donde se transmite el programa Aprende en Casa. Además, para los que sí logran verlo, la demanda es demasiada. Pasan ocho horas viendo las clases y haciendo tareas y trabajos, así que se saturan. Además, la escuela decidió hacer videos y audios para estar contacto también con los papás a través de Whatsapp.
En entrevista telefónica habla de que los horarios no están bien pensados, pues no en toda la república se tiene el mismo huso y esto provoca que quienes están una o dos horas detrás del horario central, tengan que empezar demasiado temprano. “Los más chiquitos empiezan a las 6 o 7 de la mañana y eso no hace ningún sentido”, dice.
Alejandra también es mamá, así que puede entender la complejidad de la situación desde ambos frentes. En su casa no tiene televisión de paga y no logró poner las clases que le tocaban a su hija, que va en tercero de primaria. Además, su tiempo de trabajo aumentó muchísimo: “Antes tenía un horario, pero ahora trabajo todo el día. Tengo que estar atendiendo a mis alumnos y también a mi hija, además de hacer la comida, limpiar y todo lo que se tiene que hacer en la casa”.
Aprendió a usar Google Classroom y es una herramienta que le encanta, pero no le parece realista para la situación del país. “Hay muchos niños en México que con trabajos y tienen televisión, y si la televisión no hay llegado a todos lados, cómo va a llegar el internet, cómo van a tener estos niños acceso a una computadora”, pregunta la maestra.
Para responder a este nuevo reto, el gobierno entregó cuadernillos para complementar la educación de los estudiantes, pero son los docentes quienes tienen la responsabilidad de hacérselos llegar. El temor a contagiarse de Covid-19 y la imposibilidad de transportarse a ciertos lugares, ha provocado que este recurso no llegue a todos los alumnos.
“Hemos hablado de que al regresar a las aulas haremos un repaso de lo estudiado a distancia, pero siento que va a haber mucho rezago”, dice Alejandra, un poco antes de que Esteban Moctezuma declarara que los alumnos no volverían al colegio en este ciclo escolar.
“Ante la pandemia, las carencias del sistema educativo mexicano se han vuelto aún más evidentes, potenciadas por la desigualdad, la brecha digital, la violencia doméstica y la poca inversión en educación.”
El plan de regreso a las aulas se anunció el 29 de mayo, a más de dos meses de haber iniciado la cuarentena. El secretario de Educación Pública estimó que se hará el 10 de agosto, siempre y cuando el semáforo de riesgo esté en verde. Anunció también que se hará de forma escalonada y con muchas precauciones.
En esta fecha tentativa se planea comenzar con un curso remedial, en el que se evaluará el rezago de los alumnos, quienes asistirán por turnos para evitar aglomeraciones. Los lunes y miércoles serán para los alumnos cuyos apellidos comiencen de la A a la N, martes y jueves de la M a la Z y los viernes asistirán el 50% de los alumnos con más rezago.
“Queremos ser muy cuidadosos pedagógicamente en no cultivar el miedo al otro. Queremos sembrar una actitud de consideración, una educación basada en ‘yo cuido del otro’”, dijo Moctezuma en la conferencia de prensa.
Sin embargo, la falta de acceso a clases no es el único problema que enfrentan los niños en confinamiento.“Sabemos de niños a los que les pegan sus papás, o que los padres les pegan a las madres, y nos han venido a gritar desde la reja de la escuela. Una vez me tocó ver cómo un papá se llevaba a empujones a la mamá”, dice Alejandra. “Para muchos niños salir a la escuela era como un descanso”.
Según su experiencia, para los niños de la Primaria Federal Elisa Griensen la violencia está normalizada. Están acostumbrados al narcotráfico y sus impactos, a ver cadáveres en la calle y a escuchar malas noticias constantemente.
Además, Alejandra está preocupada de que los alumnos ni siquiera tengan alcance a los esfuerzos que los docentes están haciendo para que la educación continúe. Los padres de algunos estudiantes nunca pasaron de 4º de primaria y no les pueden ayudar; otros siguen yendo a trabajar todo el día, pues muchas fábricas y maquiladoras no cerraron ni al alcanzar la fase 3 de la contingencia. Los niños, asegura la maestra, dependen de los padres para seguir con sus estudios, pero en muchos casos eso no es posible.
Sandra Casas y su hijo Santiago Rodríguez, edad 10. Ciudad Juárez, México. Abril, 2020. / Reuters.
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Muchos kilómetros al sur, en el Estado de México, la situación también es compleja. Sandra es maestra en el Colegio de Bachilleres (COBAEM) en Temoaya, un municipio rural en el centro del Estado. Normalmente tiene que transportarse durante una hora y media –cuando menos– para llegar a la escuela, a impartir clases de Lectura y Redacción a adolescentes de 15 y 16 años. Ahora le pidieron que dé las clases a través de Classroom, pero la mayoría de sus alumnos no tienen acceso a internet. De sus 70 alumnos, tan solo 21 tienen la posibilidad de seguir con el curso escolar como el colegio lo propuso.
En México tan solo 54.9% de los estudiantes de nivel básico tienen acceso a internet, pero solo el 52.9% de los hogares mexicanos tienen conexión, según el INEGI. Eso significa que hay 11 millones de alumnos que no tienen esa posibilidad.
Tanto Sandra como sus colegas han buscado alternativas para que los estudiantes puedan seguir aprendiendo. Ella descubrió que la forma más efectiva es comunicarse por Facebook y Whatsapp, entonces se graba, hace sesiones en vivo y por ahí les hace llegar las actividades y les pide que manden sus respuestas. También ha encontrado apoyo en algunas estudiantes muy aplicadas que la ayudan a pasarle información a quienes no pueden mantenerse en contacto con el resto. También le ayudan algunas veces a llevarle los materiales a quienes no tienen internet o a reunir todas las tareas para enviárselas por correo a la maestra.
“Se le ha pedido a maestros y alumnos trabajar desde casa, pero en México solo 54.9% de los estudiantes de nivel básico tienen acceso a internet, y apenas 52.9% de los hogares mexicanos tienen conexión.”
Otros profesores han diseñado un sistema de entregas con ayuda de la comunidad de Temoaya, principalmente de los conductores de camiones.
La profesora dice que, aunque sí hay un problema de acceso y los estudiantes viven en un contexto complicado, en muchos casos el principal obstáculo es la falta de disposición.“Hay mucho desinterés. Incluso hay chicos que nos han bloqueado”, cuenta con una nota de humor, pero también de desasosiego. Los alumnos del COBAEM son adolescentes que quieren obtener una carrera técnica, y que en muchos casos, no tienen mayor interés por la lectura o la teoría. “Cuando entré –que ya voy a cumplir un año– eso me sorprendía demasiado, porque hay muchos chicos que me decían que ellos estudiaban mientras se casaban. Es una idea que viene de otras generaciones y que no podemos erradicar de la noche a la mañana. Entonces, así como hay chicos que quieren estudiar, que se han dado cuenta de que vale la pena, hay otros tantos que han visto la cuarentena como el pretexto perfecto para desconectarse y no entregar”, explica la profesora.
Al finalizar el año escolar los alumnos serán calificados según los criterios de los maestros y cada escuela puede optar por su propio sistema. En el COBAEM aún no hay mucha claridad sobre la forma en que se evaluará, pues intentan hacerlo a partir de las actividades que entregue cada alumno, pero reconocen que algunos no han podido hacerlo por causas de fuerza mayor.
Sandra desconoce qué pasará con los alumnos de sexto semestre, que se tendrían que graduar al terminar este ciclo y recibir su diploma.
Amalia Rodríguez y su hijo Luciano Rodríguez, edad 7. Ciudad Juárez, México. Abril 20, 2020. / Reuters.
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“Las indicaciones son muy extrañas…”, dice Adriana Pineda. Ella es maestra de la Telesecundaria 71, en Azcapotzalco. Su sistema no ha cambiado demasiado con la pandemia, pues sus alumnos siempre han tomado los cursos viendo las clases en la televisión. La diferencia es que ahora son los padres quienes tienen que encargarse de implementar las actividades. Adriana se las manda por Whatsapp y se mantiene en constante comunicación con ellos para responder las dudas de los alumnos.
“Normalmente tenemos absolutamente prohibido tener alguna forma de comunicación con los padres o con los alumnos vía internet o Whatsapp, para evitar problemas, pero ahora todo cambió”, explica la profesora. Ella ha sido maestra de este sistema durante 33 años y es fiel creyente en su eficacia. Asegura que los resultados son los mismos que en una secundaria normal y con mucho menos gasto.
Ahora se escribe todas las semanas con los padres de sus alumnos, les pregunta cómo están, si sus hijos tienen alguna duda y si están viendo las clases. Las respuestas siempre son afirmativas y le mandan fotos de los avances que los alumnos han hecho en sus libros de texto, que son gratuitos y obligatorios en todas las Telesecundarias.
El día de la entrevista con Gatopardo fue la primera vez que alguno de los alumnos tuvo una duda para Adriana. Era sobre ecuaciones. Ella, muy preocupada, decidió que haría un video para volver a explicar el tema. “Voy a intentarlo, a ver quiénes me entienden”, dice la maestra, con poca confianza. De los 21 alumnos que tiene, solo cuatro tienen una computadora en la casa, así que hacerlo a través de una transmisión en vivo es poco viable. Además, no todos tienen acceso a un celular.
“Cuando nos fuimos yo les dije que se llevaran todos sus libros y que siguieran avanzando en ellos, para que no se dé por perdido el año escolar”, cuenta Adriana. Tampoco sabe muy bien cómo calificará a sus alumnos. “Hay veces que es muy difícil percibir qué tanto entendieron el tema, pues alguien les pudo haber dictado a los chicos estando en casa”, explica. Lo que le pide la Telesecundaria 71 es que lleve un informe de con quién ha tenido contacto y alguna evidencia de los trabajos que han hecho, pero hay alumnos con los que no ha tenido ningún tipo de contacto y de quienes no ha recibido ni uno solo de los trabajos. Ella calcula que solamente 60% de los alumnos están trabajando conforme a lo esperado.
Además, la Telesecundaria es un reto particular, pues no todos los alumnos están a un mismo nivel. Tiene estudiantes que no se saben los números, por ejemplo. En muchos casos son niños con problemas de aprendizaje. “Además, por ley, no podemos reprobar a ninguno de ellos”, explica la profesora.
“Sabemos de niños a los que les pegan sus papás, o que los padres les pegan a las madres, y nos han venido a gritar a la reja de la escuela. […] Para muchos niños salir a la escuela era como un descanso”.
El 29 de marzo del 2019 la SEP publicó un acuerdo en el Diario Oficial de la Federación en el que se establecen una serie de criterios que hacen muy difícil reprobar a un estudiante, tanto de primaria, como de secundaria. Decreta, por ejemplo, que los maestros no podrán reprobar a los niños y niñas de primero y segundo de primaria, sin importar su desempeño. No importa si no aprendieron a sumar o si se saben el abecedario. Pasarán al siguiente año.
El acuerdo también establece que los y las estudiantes de secundaria serán aprobados al tener una calificación mínima de 6 en todas sus materias. En el 2011 se presentó una propuesta para eliminar el sistema de aprobado y reprobado en el Senado, pero en el 2013, al inicio de la presidencia de Enrique Peña Nieto, se derogó esa iniciativa.
“Los chavos de secundaria reprueban y se van a (exámenes) extraordinarios, que van acumulando. Y no hay una indicación que diga que con más de cinco extraordinarios reprueban el año”, explica Ligia Rodríguez, directora de la Prepa Ibero de la Ciudad de México, quien lleva 20 años involucrada en el sistema educativo.
“No reprobar a los alumnos es el mecanismo más sencillo que han encontrado como estrategia para disminuir la deserción escolar y aumentar la eficiencia terminal”, explica. Según su experiencia, en primaria, solo por haber asistido al curso, los alumnos pasan al siguiente año y no coincide con que ésta medida ayude a elevar la calidad académica. “Por supuesto que aumenta la eficiencia terminal, pero tiene sus costos en términos de la calidad educativa, sobre todo porque en la mayoría de las escuelas no se tienen los recursos para apoyar a los alumnos que tienen más dificultades”.
Está convencida de que sin una planeación con perspectiva de inclusión educativa, que tome en cuenta las diferencias y necesidades de los alumnos, ni reprobarlos, ni mantenerlos, ayuda a elevar la calidad académica y disminuir la deserción.
Además, es evidente que la pandemia de Covid-19 ha traído circunstancias extraordinarias que obligan a replantear las estrategias educativas. Todas las maestras entrevistadas para este reportaje coincidieron en que los alumnos de todos los niveles educativos se atrasarán y que será hasta el siguiente ciclo escolar cuando se pueda hacer una evaluación de los daños. La SEP también lo reconoce y por lo mismo establecieron una semana de Curso Remedial, que pretende regularizar los grupos.
El secretario Moctezuma anunció también, como parte del apoyo a los estudiantes, que no habrá examen de asignación. A principios de mayo el secretario había declarado que la evaluación para saber a qué secundaria asistirán los jóvenes, se haría el 3 de julio y se conocerían los resultados del 27 al 29 del mismo mes. Eso ya no sucederá, pero tampoco se ha aclarado cómo se hará la distribución de los alumnos en las secundarias del país.
Para aclarar estas dudas, Gatopardo solicitó una entrevista con el secretario Esteban Moctezuma Barragán, pero no hubo respuesta. También se intentó hablar con encargadas de la SEP en diferentes escuelas, pero ninguna quiso dar una entrevista.
Santiago Rodríguez, edad 10. Ciudad Juárez, México. Abril, 2020. / Reuters.
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Ximena estudia el tercer grado de secundaria. Este semestre se gradúa y tiene que tomar el examen de colocación para el bachillerato, pero está preocupada porque lleva dos meses sin tomar clases regulares.
“Nos dejan actividades en la página de la escuela y las tenemos que mandar a los correos de los maestros cada viernes”, explica la alumna. Dice que las actividades son fáciles y que no ven ningún tema nuevo, sino que hacen resúmenes y repasos de las materias. Cuando tiene alguna duda, debe recurrir al tutor del grupo a través de un mensaje de Whatsapp, pero “no responde al momento de las actividades, entonces te atrasas”, afirma.
La materia que más trabajo le cuesta es química y le preocupa que cuando tenga que hacer su examen para entrar a alguna preparatoria o CCH –que se pospuso para el 8, 9, 15 y 16 de agosto– no tenga los conocimientos necesarios.
Además de la escuela, Ximena tomaba cursos semanales para prepararse para el examen de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems), que es con el que se hace la asignación de bachilleres, pero ante la pandemia, ha tenido que suspender también esas clases.
Bachilleres y universidades comenzarán clases presenciales el 21 de septiembre, tentativamente.
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“Solo les importan los números. Y es lo único que nos piden”, reclama enojada Sandra desde su casa en el Estado de México. Le molesta que las autoridades no se hayan molestado en instalar internet en su escuela, ni en tener una biblioteca mínimamente decente, pero insistan en solicitar estadísticas de logros. Denuncia el que se considere más importante la no deserción que la calidad del aprendizaje, pues eso demuestra que el interés está sólo en las apariencias.
“Me parece que el problema está, como siempre en nuestro país, entre el planteamiento teórico y su instrumentación”, explica Ligia Rodríguez. No le parece eficiente que la educación utilice un modelo de coerción. “Eso se traduce en: no pueden reprobar, que pasen como sea. Garantizar un modelo de equidad e inclusión educativa requiere mucho tiempo, planeación, voluntad y muchísimos recursos económicos y humanos”.
En medio de una pandemia que ha confinado a todos los alumnos y maestros en sus casas, las carencias del sistema educativo mexicano se han vuelto aún más evidentes, potenciadas por la desigualdad, la brecha digital, la violencia doméstica y de género, y la falta de inversión en educación.