La pandemia ha evidenciado la debilidad del sistema educativo mexicano

La pandemia ha puesto una lupa sobre las carencias del sistema educativo mexicano

La pandemia ha confinado a maestros y alumnos en sus casas. Se les ha pedido trabajar desde ahí, pero solo 52.9% de los hogares mexicanos tienen internet. En este contexto, las carencias del sistema educativo mexicano se han vuelto aún más evidentes, potenciadas por la desigualdad, la brecha digital, la violencia doméstica y de género, y la falta de inversión en educación. Este texto reúne testimonios de esa realidad.

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Desde hace más de dos meses, los estudiantes de escuelas básicas de todo el mundo están en sus casas, confinados, sin asistir a las aulas. En México, 25.4 millones de alumnos de educación básica han intentado continuar con sus procesos de aprendizaje entre clases televisadas y por radio, cuadernillos de tareas, y los que pueden, por internet. 198,348 escuelas públicas del país están educando a distancia, valiéndose de lo que tienen a su alcance para que los alumnos sigan aunque sea con una parte del programa escolar. 

“Nadie te prepara para este tipo de cuestiones”, dice al teléfono Rebeca Peñaloza Acosta, maestra de un CEBA (Centro Educativo Básico para Adultos) en Xalapa, Veracruz, que en casi todas partes conocen como “las nocturnas”.

Los CEBAs no tienen un lugar establecido para dar clases y los docentes tienen que conseguir alumnos y aulas. Rebeca Peñaloza y su equipo, conformado por otras dos maestras, imparten clases en un albergue para niñas que han sufrido violencia, y las clases van desde alfabetización hasta secundaria.

“El albergue sí cuenta con una computadora, pero una nada más, y nosotras dependemos de que alguien de la institución haga la conexión para poderle dar clases a las niñas. Eso fue un problema al principio porque a veces no había nadie que se hiciera responsable y ellas no tienen el permiso de utilizar ningún medio de comunicación sin supervisión”, platica Rebeca. En el albergue hay 13 niñas de entre 12 y 18 años, en diferentes niveles educativos. Hay algunas que aún no saben leer ni escribir, otras que están a nivel primaria y unas cuantas que sí van en el grado que corresponde a su edad. Enseñarles siempre es un reto, pero hacerlo a distancia, asevera Rebeca, ha sido complicadísimo. 

El sistema que imparte Peñaloza funciona a partir de libros de texto y busca ser un modelo autodidacta en el que las maestras solo sirvan de guías. Estos libros se han heredado de unos maestros a otros, al igual que sus plazas. La de Rebeca perteneció en la década de los setenta a su abuelo y luego a su mamá, y los libros los ha obtenido de maestros retirados, pero ahora no los pueden utilizar para sus estudiantes, pues los pocos volúmenes que tienen están confinados junto con ellas.

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