La espera de refugiados en los centros migratorios de Europa

Cruzar el Mediterráneo. La espera en los centros migratorios

Miles de refugiados y migrantes intentan cruzar el Mediterráneo para tocar las puertas de un futuro mejor, aun cuando la pandemia hace todo por detenerlos. Durante la segunda ola de contagios por Covid-19, muchos aguardan en un limbo: están atrapados en centros migratorios y de acogida en espera de que se puedan reanudar las actividades en las islas griegas e italianas y en los enclaves españoles.

Tiempo de lectura: 20 minutos

En el territorio marítimo más emblemático del mundo se encuentran y tocan tres continentes, se dan cita el pasado y el presente, y el futuro despunta con las esperanzas y ansiedades de estos tiempos. Aquí confluyen la Unión Europea, la Liga Árabe, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión Africana; y se enfrentan los intereses de países como Rusia, China e incluso los de Estados Unidos. Su legado y relevancia económica y geopolítica —del Bósforo al canal de Suez y hasta el estrecho de Gibraltar— es inestimable: durante milenios navegaron sus aguas los fenicios, etruscos, griegos, egipcios, romanos, bizantinos, otomanos, franceses, ingleses, españoles, genoveses, soviéticos, israelíes, cartaginenses y austrohúngaros. Aunque en los últimos años cientos de barcas con migrantes abordo zozobran en su territorio, nada detiene su flujo.

El Mediterráneo también es un mar pleno de muerte. La epidemia detuvo por completo las actividades en todas sus orillas, una cuenca extensa de dos mil 500 millones de km2. Puertos, ciudades, marinas, astilleros, islas y archipiélagos, y sus millones de habitantes estuvieron paralizados durante meses este 2020. Mientras la vida se hacía presente a través de imágenes virales de ballenas o cardúmenes de peces en una Venecia o Barcelona detenidas en el tiempo, la muerte tocaba incesantemente la puerta. Grecia, Italia y España han sido golpeados por una enfermedad invisible para la que aún no hay remedio confiable; de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, entre las tres naciones hay más de 74 mil fallecidos por Covid-19. Un número de muertes que incrementa ante la abrumadora segunda ola del coronavirus, para la que ninguno de estos países está lo suficientemente preparado. En este contexto, migrantes de África, Medio Oriente y Asia siguen intentando tocar las puertas del Mediterráneo, aun cuando la pandemia intenta detenerlos, haciendo el trayecto más inhóspito que nunca.

Durante tres semanas recorrí centros de detención migratoria, refugios, iglesias, plazas y calles, de las islas griegas del Dodecaneso a las costas de Sicilia y a la valla fronteriza entre Melilla y Marruecos, recogiendo testimonios sobre la realidad que enfrentan los miles de migrantes y solicitantes de asilo. Desde la Segunda Guerra Mundial, el flujo humano hacia Europa a través de estos mares, por razones económicas, políticas y sociales, ha sido una constante que ni siquiera la pandemia ha logrado detener. Los sistemas sanitarios están colapsados, los centros de acogida, desbordados, mientras que cunden las narrativas xenófobas y hostiles, y en altamar, los naufragios. Mediterráneo y migración se escriben con eme de muerte.

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