«7:19», el despertar de una ciudad
El cineasta Jorge Michel Grau explora los horrores diarios de la Ciudad de México a partir de uno de sus eventos más traumáticos: el terremoto de 1985.
El silencio, después del rugido de la tierra, es abrumador. En la oscuridad, un hombre apenas distingue sus propias manos mientras descubre que se encuentra bajo los escombros de un edificio. Cubierto de polvo y con varias heridas, desorientado y temeroso, el Licenciado Pellicer no alcanza a entender lo que sucedió. Su reloj se detuvo a las 7:19 de la mañana del 19 de septiembre de 1985. El peor terremoto de su historia sacudió a la Ciudad de México.
7:19 es la más reciente película del mexicano Jorge Michel Grau, que llegará a pantallas comerciales para conmemorar el 31 aniversario de este devastador sismo. Tras el éxito de su primer largometraje (Somos lo que hay, 2010), a Grau se le ha ubicado dentro del cine de género. No obstante, los horrores que explora ahora son más tangibles que la noción de lo paranormal. “No hay una bruja, no hay un fantasma, no hay una maldición, es la cotidianidad espeluznante, este espacio que tenemos en 7:19 es tu realidad y cómo la vas a afrontar, cómo salen tus demonios”, explica el director, sobre la situación en la que pone a sus personajes: atrapados, solos. “Aquí hay una arista de comentario social mucho más evidente, pero balanceado para que haya suspenso… es prácticamente una película de terror.”
Egresado del CCC, Grau tenía 12 años cuando ocurrió el terremoto y los cambios que atestiguó en esos tiempos todavía resuenan en él. “Creo que es urgente hablar de un tema que le cambió el perfil a la Ciudad de México, que sentó las bases de las nuevas maneras de cómo nos íbamos a relacionar en esta ciudad”, cuenta en entrevista. Del sismo de 1985 se cuentan historias de solidaridad entre ciudadanos, de cómo la gente se ofrecía para ayudar a quien lo necesitara, sin condiciones. La capital mexicana aprendió a sobreponerse al horror ante la tardía respuesta de las autoridades.
En 7:19, Demián Bichir interpreta al Licenciado Pellicer, un subsecretario de gobierno que queda atrapado entre los escombros de su lugar de trabajo junto con otro sobreviviente, el velador Martín (Héctor Bonilla). El sismo los ha dejado aislados e inmovilizados. Para mostrar esto en pantalla, los actores filmaron bajo condiciones estremecedoramente similares. El set era una cápsula elevada a más de un metro del suelo, con trampillas en la base para que la cámara entrase por ahí para grabar.
A Bichir y Bonilla los acompañaban fuera de cuadro, pero en condiciones similares, tres actores más —Oscar Serrano, Octavio Michel Grau y Azalea Ortiz—, que interpretan a colegas suyos atrapados en otros niveles del edificio. Este realismo se reproduce con una naturalidad tétrica en pantalla, gracias a los encuadres cerrados de Grau y a las pistas sonoras —gritos, transmisiones radiofónicas, llanto— que dan profundidad y perspectiva a un espacio claustrofóbico que se percibe casi teatral.
La democracia de este desastre natural también es fundamental para la trama: todos los involucrados sufren las consecuencias del sismo sin importar el organigrama laboral. “Es un poco como funciona el país, este microcosmos de esta subsecretaría”, explica Demián Bichir en entrevista. “Están los poderosos, que son unos pocos, y está el resto de la gente, que tiene menor importancia, que no son considerados de forma absoluta en las decisiones de nadie.” Para el actor es importante destacar que a pesar de la crítica social de 7:19, no se trata de separar a “los buenos” de “los malos”. “Yo no creo en los seres humanos buenos o malos, todos tenemos esta dualidad, ser bondadosos o terribles. Es interesante contar los puntos de redención, los puntos donde se hace paz contigo mismo o que por lo menos lo intentas.”
7:19 se estrena este septiembre, retratando la huella profunda que dejó uno de los eventos más catastróficos que la Ciudad de México ha sufrido.
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