A pesar de ser la raíz de una vasta cantidad de géneros musicales, la música que se hace en diversos países de África resulta inaccesible. El rezago económico y tecnológico hacen que su difusión no solo sea limitada, sino que tampoco es una necesidad aún en países socialmente estables como Ghana o Tanzania. No obstante, donde haya seres humanos, también habrá música y Brian Shimkovitz parece entenderlo a la perfección: “los músicos solo quieren ser escuchados”, exclama al hablar de los artistas que representa y ha conocido a lo largo de su carrera. Shimkovitz es el fundador y dueño de Awesome Tapes from Africa, un proyecto de difusión y promoción cultural único en su estirpe. Shimkovitz, en la universidad, descubrió una clase de etnomusicografía, y su programa tenía un intercambio a Ghana, por lo cual decidió tomar la clase y aventurarse. “Yo desde siempre estuve interesado en el jazz, más que en el punk, o el rock. El jazz me llamaba la atención porque parece ser un género inagotable. Puedes aprender muchas cosas, pero con el jazz tu aprendizaje jamás estará completo, siempre habrá algo que te falte” declaró en entrevista para Gatopardo. Esta percepción de universo infinito aplica también para el universo de la música africana.
Brian Shimkovitz, con un cassette de música etíope. En Ghana, Shimkovitz se expuso a una cantidad inmensa de géneros y artistas que no conocía y que de otra forma no hubiera escuchado. En varios casos, esta música solo tenía una forma de reproducción: cassettes. Nunca fue editada en vinilo y la falta de recursos complicaba su difusión por Internet. Shimkovitz compró cuantos cassettes pudo conseguir. Al regresar de Ghana, Brian se mudó a Nueva York a vivir en un sótano de Williamsburg y a trabajar en un sello discográfico, labor que Shimkovitz describe como “un sueño hecho realidad”. No obstante, la necesidad de compartir música africana que nadie más conocía, aunado a una mezcla de aburrimiento y ganas de hacer algo diferente, lo llevaron a abrir un blog sobre el tema. En 2006, Awesome Tapes from Africa nació, y comenzó a compartir —de manera algo rudimentaria— canciones que jamás habían estado disponibles en la web. Poco a poco, a través de la magia de fenómenos virales y la popularidad de boca en boca, el blog logró romper la barrera de solo ser leído por nerds musicales para recibir visitas de curiosos e interesados en varios rincones del planeta. Hoy, Brian viaja por todo el mundo tocando DJ sets con sus cintas, mientras que Awesome Tapes from Africa es, aparte de un exitoso blog, un sello discográfico que promueve álbumes, shows y producciones de artistas somalíes, etíopes, tunecinos, zimbabuenses, sudafricanos y de varios otros países. Asimismo, también relanzan cassettes en una variedad de formatos digitales y físicos.
Brian Shimkovitz tocando un DJ set de Awesome Tapes from Africa Escarbar música vieja en busca de sonidos exóticos es muy popular. Varios sellos discográficos como Soul Jazz u Ostinato Records destinan gran parte de su egreso para encontrar discos antiguos, cassettes olvidados y ensamblar una amable compilación para el escucha. Los sellos reputables tienen un procedimiento lleno de firmas, papeleo, cuestiones legales y contacto con los artistas originales. No obstante, también existen aquellos que no consultan al artista ni le retribuyen al lanzar nuevamente sus discos a la venta. Curiosamente, Shimkovitz no se ajusta con exactitud a ninguno de estos modelos. “Supongo que lo que me hace diferente es el apego al lanzamiento original, no le hago cambios salvo para mejorar el sonido”. Esto es algo clave, Shimkovitz no es un curador musical y tampoco un armador de playlist, él toma el lanzamiento y lo publica nuevamente de manera íntegra, sin modificaciones ni un proceso curatorial, más bien respetando completamente las intenciones iniciales del artista en cuestión. Este cuidado al material original se refleja también en la exhaustiva labor de contactar con el artista. En repetidas ocasiones, Shimkovitz encuentra un cassette con un número de contacto del artista que ha expirado de formas irrisorias. A veces es un conmutador canadiense, en otras lo tratan de extorsionar o estafar y al final se convierte en una labor que dista mucho de ser sencilla. Usualmente, los artistas que encuentra dejaron de realizar música con esas intenciones desde hace algunos años, si es que continúan vivos. Aby Ngana Diop, por ejemplo, fue una cantante senegalesa, que incorporó cantos tradicionales de su país como el taasu y un ritmo de fusión bailable como mbalax, para una singular creación que a oídos occidentales se escucha a medio camino entre el rap, ragga y funk. Diop falleció en 1997 por un ataque al corazón, y aunque su reconocimiento local fue notorio por su peculiar sonido, jamás alcanzó fama internacional. Brian se encargó de corregir eso cuando contactó al sobrino de Diop, y con mutuo consentimiento acordaron relanzar el cassette en cinta, de forma digital y vinyl. Hoy es uno de los lanzamientos más queridos del sello.
El infeccioso sonido de Diop es sólo uno de los ejemplos. Ata Kak (cuyo nombre verdadero es Yaw Atta-Owusu) es otro fenómeno de Awesome Tapes. Su cassette mezcla rap, highlife, house y disco para una pegajosa combinación. No obstante, contactar al artista fue una labor de casi diez años que incluyó familiares, burócratas y varios países hasta que finalmente, y casi por casualidad, dio con el músico aún vivo y sano. Tras su relanzamiento y fama internacional (alrededor de 40 millones de descargas se pueden rastrear desde el blog), Ata Kak logró embarcarse en una gira mundial, que lo llevó a festivales y foros como el festival Primavera Sound o Glastonbury. La Red Bull Music Academy inclusive produjo un corto documental sobre su búsqueda y eventual éxito. “Yo trato de ponerlos en contacto con un manager a la primera oportunidad, pero a veces tengo que fungir de muchas cosas y arreglar eso también” declara Shimkovitz entre risas irónicas.
Una vez que un relanzamiento comienza a hacer dinero, las ganancias se dividen en mitades: una para el artista y la otra para Brian. “Es muy importante para mí mantener esto justo y reconocer la labor del músico”, sentencia. Entre los artistas que se promocionan en el sitio, en realidad muy pocos son los que pueden lucrar con sus creaciones, por lo cual la devolución de su labor resulta crucial. Hoy, Awesome Tapes from Africa es una pequeña institución de la música alternativa. A pesar de estar dirigido prácticamente por una sola persona (y ser una labor titánica de investigación y búsqueda), este experimento sonoro ha revivido la carrera de muchas personas y le ha dado la necesaria difusión a artistas que de otro modo no la tendrían. Sin importar lo positivo, Shimkovitz cree que podría hacer más: “No quisiera decir que ha sido difícil, me siento bendecido, pero es un obstáculo poder hacer todo o poder tener la disposición de hacer varias cosas al mismo tiempo”. A pesar de ser un nicho muy específico, Awesome Tapes from Africa no busca música rara sólo porque sí. Brian posee cientos de cassettes y grabaciones únicas, pero también es muy específico y cuidadoso con sus selecciones. El objetivo es que la música sea agradable, que tenga un aura especial por sí sola. Si esta condición se cumple, el cassette será exitoso sin importar su historia detrás o contexto. Aunque sacar creaciones de su lugar de origen es una acción controvertida (ligada a problemas de exotismo y colonización), Brian Shimkovitz —siempre con una perspectiva antropológica— apunta al respeto aunado a la diversión musical. El objetivo es buscar creaciones irreemplazables, sin importar de dónde venga uno. Al final, la música es para divertirse, y Brian comunica esto a la perfección.
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Awesome Tapes from Africa es un proyecto que difunde música africana solo disponible en cassettes.
A pesar de ser la raíz de una vasta cantidad de géneros musicales, la música que se hace en diversos países de África resulta inaccesible. El rezago económico y tecnológico hacen que su difusión no solo sea limitada, sino que tampoco es una necesidad aún en países socialmente estables como Ghana o Tanzania. No obstante, donde haya seres humanos, también habrá música y Brian Shimkovitz parece entenderlo a la perfección: “los músicos solo quieren ser escuchados”, exclama al hablar de los artistas que representa y ha conocido a lo largo de su carrera. Shimkovitz es el fundador y dueño de Awesome Tapes from Africa, un proyecto de difusión y promoción cultural único en su estirpe. Shimkovitz, en la universidad, descubrió una clase de etnomusicografía, y su programa tenía un intercambio a Ghana, por lo cual decidió tomar la clase y aventurarse. “Yo desde siempre estuve interesado en el jazz, más que en el punk, o el rock. El jazz me llamaba la atención porque parece ser un género inagotable. Puedes aprender muchas cosas, pero con el jazz tu aprendizaje jamás estará completo, siempre habrá algo que te falte” declaró en entrevista para Gatopardo. Esta percepción de universo infinito aplica también para el universo de la música africana.
Brian Shimkovitz, con un cassette de música etíope. En Ghana, Shimkovitz se expuso a una cantidad inmensa de géneros y artistas que no conocía y que de otra forma no hubiera escuchado. En varios casos, esta música solo tenía una forma de reproducción: cassettes. Nunca fue editada en vinilo y la falta de recursos complicaba su difusión por Internet. Shimkovitz compró cuantos cassettes pudo conseguir. Al regresar de Ghana, Brian se mudó a Nueva York a vivir en un sótano de Williamsburg y a trabajar en un sello discográfico, labor que Shimkovitz describe como “un sueño hecho realidad”. No obstante, la necesidad de compartir música africana que nadie más conocía, aunado a una mezcla de aburrimiento y ganas de hacer algo diferente, lo llevaron a abrir un blog sobre el tema. En 2006, Awesome Tapes from Africa nació, y comenzó a compartir —de manera algo rudimentaria— canciones que jamás habían estado disponibles en la web. Poco a poco, a través de la magia de fenómenos virales y la popularidad de boca en boca, el blog logró romper la barrera de solo ser leído por nerds musicales para recibir visitas de curiosos e interesados en varios rincones del planeta. Hoy, Brian viaja por todo el mundo tocando DJ sets con sus cintas, mientras que Awesome Tapes from Africa es, aparte de un exitoso blog, un sello discográfico que promueve álbumes, shows y producciones de artistas somalíes, etíopes, tunecinos, zimbabuenses, sudafricanos y de varios otros países. Asimismo, también relanzan cassettes en una variedad de formatos digitales y físicos.
Brian Shimkovitz tocando un DJ set de Awesome Tapes from Africa Escarbar música vieja en busca de sonidos exóticos es muy popular. Varios sellos discográficos como Soul Jazz u Ostinato Records destinan gran parte de su egreso para encontrar discos antiguos, cassettes olvidados y ensamblar una amable compilación para el escucha. Los sellos reputables tienen un procedimiento lleno de firmas, papeleo, cuestiones legales y contacto con los artistas originales. No obstante, también existen aquellos que no consultan al artista ni le retribuyen al lanzar nuevamente sus discos a la venta. Curiosamente, Shimkovitz no se ajusta con exactitud a ninguno de estos modelos. “Supongo que lo que me hace diferente es el apego al lanzamiento original, no le hago cambios salvo para mejorar el sonido”. Esto es algo clave, Shimkovitz no es un curador musical y tampoco un armador de playlist, él toma el lanzamiento y lo publica nuevamente de manera íntegra, sin modificaciones ni un proceso curatorial, más bien respetando completamente las intenciones iniciales del artista en cuestión. Este cuidado al material original se refleja también en la exhaustiva labor de contactar con el artista. En repetidas ocasiones, Shimkovitz encuentra un cassette con un número de contacto del artista que ha expirado de formas irrisorias. A veces es un conmutador canadiense, en otras lo tratan de extorsionar o estafar y al final se convierte en una labor que dista mucho de ser sencilla. Usualmente, los artistas que encuentra dejaron de realizar música con esas intenciones desde hace algunos años, si es que continúan vivos. Aby Ngana Diop, por ejemplo, fue una cantante senegalesa, que incorporó cantos tradicionales de su país como el taasu y un ritmo de fusión bailable como mbalax, para una singular creación que a oídos occidentales se escucha a medio camino entre el rap, ragga y funk. Diop falleció en 1997 por un ataque al corazón, y aunque su reconocimiento local fue notorio por su peculiar sonido, jamás alcanzó fama internacional. Brian se encargó de corregir eso cuando contactó al sobrino de Diop, y con mutuo consentimiento acordaron relanzar el cassette en cinta, de forma digital y vinyl. Hoy es uno de los lanzamientos más queridos del sello.
El infeccioso sonido de Diop es sólo uno de los ejemplos. Ata Kak (cuyo nombre verdadero es Yaw Atta-Owusu) es otro fenómeno de Awesome Tapes. Su cassette mezcla rap, highlife, house y disco para una pegajosa combinación. No obstante, contactar al artista fue una labor de casi diez años que incluyó familiares, burócratas y varios países hasta que finalmente, y casi por casualidad, dio con el músico aún vivo y sano. Tras su relanzamiento y fama internacional (alrededor de 40 millones de descargas se pueden rastrear desde el blog), Ata Kak logró embarcarse en una gira mundial, que lo llevó a festivales y foros como el festival Primavera Sound o Glastonbury. La Red Bull Music Academy inclusive produjo un corto documental sobre su búsqueda y eventual éxito. “Yo trato de ponerlos en contacto con un manager a la primera oportunidad, pero a veces tengo que fungir de muchas cosas y arreglar eso también” declara Shimkovitz entre risas irónicas.
Una vez que un relanzamiento comienza a hacer dinero, las ganancias se dividen en mitades: una para el artista y la otra para Brian. “Es muy importante para mí mantener esto justo y reconocer la labor del músico”, sentencia. Entre los artistas que se promocionan en el sitio, en realidad muy pocos son los que pueden lucrar con sus creaciones, por lo cual la devolución de su labor resulta crucial. Hoy, Awesome Tapes from Africa es una pequeña institución de la música alternativa. A pesar de estar dirigido prácticamente por una sola persona (y ser una labor titánica de investigación y búsqueda), este experimento sonoro ha revivido la carrera de muchas personas y le ha dado la necesaria difusión a artistas que de otro modo no la tendrían. Sin importar lo positivo, Shimkovitz cree que podría hacer más: “No quisiera decir que ha sido difícil, me siento bendecido, pero es un obstáculo poder hacer todo o poder tener la disposición de hacer varias cosas al mismo tiempo”. A pesar de ser un nicho muy específico, Awesome Tapes from Africa no busca música rara sólo porque sí. Brian posee cientos de cassettes y grabaciones únicas, pero también es muy específico y cuidadoso con sus selecciones. El objetivo es que la música sea agradable, que tenga un aura especial por sí sola. Si esta condición se cumple, el cassette será exitoso sin importar su historia detrás o contexto. Aunque sacar creaciones de su lugar de origen es una acción controvertida (ligada a problemas de exotismo y colonización), Brian Shimkovitz —siempre con una perspectiva antropológica— apunta al respeto aunado a la diversión musical. El objetivo es buscar creaciones irreemplazables, sin importar de dónde venga uno. Al final, la música es para divertirse, y Brian comunica esto a la perfección.
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A pesar de ser la raíz de una vasta cantidad de géneros musicales, la música que se hace en diversos países de África resulta inaccesible. El rezago económico y tecnológico hacen que su difusión no solo sea limitada, sino que tampoco es una necesidad aún en países socialmente estables como Ghana o Tanzania. No obstante, donde haya seres humanos, también habrá música y Brian Shimkovitz parece entenderlo a la perfección: “los músicos solo quieren ser escuchados”, exclama al hablar de los artistas que representa y ha conocido a lo largo de su carrera. Shimkovitz es el fundador y dueño de Awesome Tapes from Africa, un proyecto de difusión y promoción cultural único en su estirpe. Shimkovitz, en la universidad, descubrió una clase de etnomusicografía, y su programa tenía un intercambio a Ghana, por lo cual decidió tomar la clase y aventurarse. “Yo desde siempre estuve interesado en el jazz, más que en el punk, o el rock. El jazz me llamaba la atención porque parece ser un género inagotable. Puedes aprender muchas cosas, pero con el jazz tu aprendizaje jamás estará completo, siempre habrá algo que te falte” declaró en entrevista para Gatopardo. Esta percepción de universo infinito aplica también para el universo de la música africana.
Brian Shimkovitz, con un cassette de música etíope. En Ghana, Shimkovitz se expuso a una cantidad inmensa de géneros y artistas que no conocía y que de otra forma no hubiera escuchado. En varios casos, esta música solo tenía una forma de reproducción: cassettes. Nunca fue editada en vinilo y la falta de recursos complicaba su difusión por Internet. Shimkovitz compró cuantos cassettes pudo conseguir. Al regresar de Ghana, Brian se mudó a Nueva York a vivir en un sótano de Williamsburg y a trabajar en un sello discográfico, labor que Shimkovitz describe como “un sueño hecho realidad”. No obstante, la necesidad de compartir música africana que nadie más conocía, aunado a una mezcla de aburrimiento y ganas de hacer algo diferente, lo llevaron a abrir un blog sobre el tema. En 2006, Awesome Tapes from Africa nació, y comenzó a compartir —de manera algo rudimentaria— canciones que jamás habían estado disponibles en la web. Poco a poco, a través de la magia de fenómenos virales y la popularidad de boca en boca, el blog logró romper la barrera de solo ser leído por nerds musicales para recibir visitas de curiosos e interesados en varios rincones del planeta. Hoy, Brian viaja por todo el mundo tocando DJ sets con sus cintas, mientras que Awesome Tapes from Africa es, aparte de un exitoso blog, un sello discográfico que promueve álbumes, shows y producciones de artistas somalíes, etíopes, tunecinos, zimbabuenses, sudafricanos y de varios otros países. Asimismo, también relanzan cassettes en una variedad de formatos digitales y físicos.
Brian Shimkovitz tocando un DJ set de Awesome Tapes from Africa Escarbar música vieja en busca de sonidos exóticos es muy popular. Varios sellos discográficos como Soul Jazz u Ostinato Records destinan gran parte de su egreso para encontrar discos antiguos, cassettes olvidados y ensamblar una amable compilación para el escucha. Los sellos reputables tienen un procedimiento lleno de firmas, papeleo, cuestiones legales y contacto con los artistas originales. No obstante, también existen aquellos que no consultan al artista ni le retribuyen al lanzar nuevamente sus discos a la venta. Curiosamente, Shimkovitz no se ajusta con exactitud a ninguno de estos modelos. “Supongo que lo que me hace diferente es el apego al lanzamiento original, no le hago cambios salvo para mejorar el sonido”. Esto es algo clave, Shimkovitz no es un curador musical y tampoco un armador de playlist, él toma el lanzamiento y lo publica nuevamente de manera íntegra, sin modificaciones ni un proceso curatorial, más bien respetando completamente las intenciones iniciales del artista en cuestión. Este cuidado al material original se refleja también en la exhaustiva labor de contactar con el artista. En repetidas ocasiones, Shimkovitz encuentra un cassette con un número de contacto del artista que ha expirado de formas irrisorias. A veces es un conmutador canadiense, en otras lo tratan de extorsionar o estafar y al final se convierte en una labor que dista mucho de ser sencilla. Usualmente, los artistas que encuentra dejaron de realizar música con esas intenciones desde hace algunos años, si es que continúan vivos. Aby Ngana Diop, por ejemplo, fue una cantante senegalesa, que incorporó cantos tradicionales de su país como el taasu y un ritmo de fusión bailable como mbalax, para una singular creación que a oídos occidentales se escucha a medio camino entre el rap, ragga y funk. Diop falleció en 1997 por un ataque al corazón, y aunque su reconocimiento local fue notorio por su peculiar sonido, jamás alcanzó fama internacional. Brian se encargó de corregir eso cuando contactó al sobrino de Diop, y con mutuo consentimiento acordaron relanzar el cassette en cinta, de forma digital y vinyl. Hoy es uno de los lanzamientos más queridos del sello.
El infeccioso sonido de Diop es sólo uno de los ejemplos. Ata Kak (cuyo nombre verdadero es Yaw Atta-Owusu) es otro fenómeno de Awesome Tapes. Su cassette mezcla rap, highlife, house y disco para una pegajosa combinación. No obstante, contactar al artista fue una labor de casi diez años que incluyó familiares, burócratas y varios países hasta que finalmente, y casi por casualidad, dio con el músico aún vivo y sano. Tras su relanzamiento y fama internacional (alrededor de 40 millones de descargas se pueden rastrear desde el blog), Ata Kak logró embarcarse en una gira mundial, que lo llevó a festivales y foros como el festival Primavera Sound o Glastonbury. La Red Bull Music Academy inclusive produjo un corto documental sobre su búsqueda y eventual éxito. “Yo trato de ponerlos en contacto con un manager a la primera oportunidad, pero a veces tengo que fungir de muchas cosas y arreglar eso también” declara Shimkovitz entre risas irónicas.
Una vez que un relanzamiento comienza a hacer dinero, las ganancias se dividen en mitades: una para el artista y la otra para Brian. “Es muy importante para mí mantener esto justo y reconocer la labor del músico”, sentencia. Entre los artistas que se promocionan en el sitio, en realidad muy pocos son los que pueden lucrar con sus creaciones, por lo cual la devolución de su labor resulta crucial. Hoy, Awesome Tapes from Africa es una pequeña institución de la música alternativa. A pesar de estar dirigido prácticamente por una sola persona (y ser una labor titánica de investigación y búsqueda), este experimento sonoro ha revivido la carrera de muchas personas y le ha dado la necesaria difusión a artistas que de otro modo no la tendrían. Sin importar lo positivo, Shimkovitz cree que podría hacer más: “No quisiera decir que ha sido difícil, me siento bendecido, pero es un obstáculo poder hacer todo o poder tener la disposición de hacer varias cosas al mismo tiempo”. A pesar de ser un nicho muy específico, Awesome Tapes from Africa no busca música rara sólo porque sí. Brian posee cientos de cassettes y grabaciones únicas, pero también es muy específico y cuidadoso con sus selecciones. El objetivo es que la música sea agradable, que tenga un aura especial por sí sola. Si esta condición se cumple, el cassette será exitoso sin importar su historia detrás o contexto. Aunque sacar creaciones de su lugar de origen es una acción controvertida (ligada a problemas de exotismo y colonización), Brian Shimkovitz —siempre con una perspectiva antropológica— apunta al respeto aunado a la diversión musical. El objetivo es buscar creaciones irreemplazables, sin importar de dónde venga uno. Al final, la música es para divertirse, y Brian comunica esto a la perfección.
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Awesome Tapes from Africa es un proyecto que difunde música africana solo disponible en cassettes.
A pesar de ser la raíz de una vasta cantidad de géneros musicales, la música que se hace en diversos países de África resulta inaccesible. El rezago económico y tecnológico hacen que su difusión no solo sea limitada, sino que tampoco es una necesidad aún en países socialmente estables como Ghana o Tanzania. No obstante, donde haya seres humanos, también habrá música y Brian Shimkovitz parece entenderlo a la perfección: “los músicos solo quieren ser escuchados”, exclama al hablar de los artistas que representa y ha conocido a lo largo de su carrera. Shimkovitz es el fundador y dueño de Awesome Tapes from Africa, un proyecto de difusión y promoción cultural único en su estirpe. Shimkovitz, en la universidad, descubrió una clase de etnomusicografía, y su programa tenía un intercambio a Ghana, por lo cual decidió tomar la clase y aventurarse. “Yo desde siempre estuve interesado en el jazz, más que en el punk, o el rock. El jazz me llamaba la atención porque parece ser un género inagotable. Puedes aprender muchas cosas, pero con el jazz tu aprendizaje jamás estará completo, siempre habrá algo que te falte” declaró en entrevista para Gatopardo. Esta percepción de universo infinito aplica también para el universo de la música africana.
Brian Shimkovitz, con un cassette de música etíope. En Ghana, Shimkovitz se expuso a una cantidad inmensa de géneros y artistas que no conocía y que de otra forma no hubiera escuchado. En varios casos, esta música solo tenía una forma de reproducción: cassettes. Nunca fue editada en vinilo y la falta de recursos complicaba su difusión por Internet. Shimkovitz compró cuantos cassettes pudo conseguir. Al regresar de Ghana, Brian se mudó a Nueva York a vivir en un sótano de Williamsburg y a trabajar en un sello discográfico, labor que Shimkovitz describe como “un sueño hecho realidad”. No obstante, la necesidad de compartir música africana que nadie más conocía, aunado a una mezcla de aburrimiento y ganas de hacer algo diferente, lo llevaron a abrir un blog sobre el tema. En 2006, Awesome Tapes from Africa nació, y comenzó a compartir —de manera algo rudimentaria— canciones que jamás habían estado disponibles en la web. Poco a poco, a través de la magia de fenómenos virales y la popularidad de boca en boca, el blog logró romper la barrera de solo ser leído por nerds musicales para recibir visitas de curiosos e interesados en varios rincones del planeta. Hoy, Brian viaja por todo el mundo tocando DJ sets con sus cintas, mientras que Awesome Tapes from Africa es, aparte de un exitoso blog, un sello discográfico que promueve álbumes, shows y producciones de artistas somalíes, etíopes, tunecinos, zimbabuenses, sudafricanos y de varios otros países. Asimismo, también relanzan cassettes en una variedad de formatos digitales y físicos.
Brian Shimkovitz tocando un DJ set de Awesome Tapes from Africa Escarbar música vieja en busca de sonidos exóticos es muy popular. Varios sellos discográficos como Soul Jazz u Ostinato Records destinan gran parte de su egreso para encontrar discos antiguos, cassettes olvidados y ensamblar una amable compilación para el escucha. Los sellos reputables tienen un procedimiento lleno de firmas, papeleo, cuestiones legales y contacto con los artistas originales. No obstante, también existen aquellos que no consultan al artista ni le retribuyen al lanzar nuevamente sus discos a la venta. Curiosamente, Shimkovitz no se ajusta con exactitud a ninguno de estos modelos. “Supongo que lo que me hace diferente es el apego al lanzamiento original, no le hago cambios salvo para mejorar el sonido”. Esto es algo clave, Shimkovitz no es un curador musical y tampoco un armador de playlist, él toma el lanzamiento y lo publica nuevamente de manera íntegra, sin modificaciones ni un proceso curatorial, más bien respetando completamente las intenciones iniciales del artista en cuestión. Este cuidado al material original se refleja también en la exhaustiva labor de contactar con el artista. En repetidas ocasiones, Shimkovitz encuentra un cassette con un número de contacto del artista que ha expirado de formas irrisorias. A veces es un conmutador canadiense, en otras lo tratan de extorsionar o estafar y al final se convierte en una labor que dista mucho de ser sencilla. Usualmente, los artistas que encuentra dejaron de realizar música con esas intenciones desde hace algunos años, si es que continúan vivos. Aby Ngana Diop, por ejemplo, fue una cantante senegalesa, que incorporó cantos tradicionales de su país como el taasu y un ritmo de fusión bailable como mbalax, para una singular creación que a oídos occidentales se escucha a medio camino entre el rap, ragga y funk. Diop falleció en 1997 por un ataque al corazón, y aunque su reconocimiento local fue notorio por su peculiar sonido, jamás alcanzó fama internacional. Brian se encargó de corregir eso cuando contactó al sobrino de Diop, y con mutuo consentimiento acordaron relanzar el cassette en cinta, de forma digital y vinyl. Hoy es uno de los lanzamientos más queridos del sello.
El infeccioso sonido de Diop es sólo uno de los ejemplos. Ata Kak (cuyo nombre verdadero es Yaw Atta-Owusu) es otro fenómeno de Awesome Tapes. Su cassette mezcla rap, highlife, house y disco para una pegajosa combinación. No obstante, contactar al artista fue una labor de casi diez años que incluyó familiares, burócratas y varios países hasta que finalmente, y casi por casualidad, dio con el músico aún vivo y sano. Tras su relanzamiento y fama internacional (alrededor de 40 millones de descargas se pueden rastrear desde el blog), Ata Kak logró embarcarse en una gira mundial, que lo llevó a festivales y foros como el festival Primavera Sound o Glastonbury. La Red Bull Music Academy inclusive produjo un corto documental sobre su búsqueda y eventual éxito. “Yo trato de ponerlos en contacto con un manager a la primera oportunidad, pero a veces tengo que fungir de muchas cosas y arreglar eso también” declara Shimkovitz entre risas irónicas.
Una vez que un relanzamiento comienza a hacer dinero, las ganancias se dividen en mitades: una para el artista y la otra para Brian. “Es muy importante para mí mantener esto justo y reconocer la labor del músico”, sentencia. Entre los artistas que se promocionan en el sitio, en realidad muy pocos son los que pueden lucrar con sus creaciones, por lo cual la devolución de su labor resulta crucial. Hoy, Awesome Tapes from Africa es una pequeña institución de la música alternativa. A pesar de estar dirigido prácticamente por una sola persona (y ser una labor titánica de investigación y búsqueda), este experimento sonoro ha revivido la carrera de muchas personas y le ha dado la necesaria difusión a artistas que de otro modo no la tendrían. Sin importar lo positivo, Shimkovitz cree que podría hacer más: “No quisiera decir que ha sido difícil, me siento bendecido, pero es un obstáculo poder hacer todo o poder tener la disposición de hacer varias cosas al mismo tiempo”. A pesar de ser un nicho muy específico, Awesome Tapes from Africa no busca música rara sólo porque sí. Brian posee cientos de cassettes y grabaciones únicas, pero también es muy específico y cuidadoso con sus selecciones. El objetivo es que la música sea agradable, que tenga un aura especial por sí sola. Si esta condición se cumple, el cassette será exitoso sin importar su historia detrás o contexto. Aunque sacar creaciones de su lugar de origen es una acción controvertida (ligada a problemas de exotismo y colonización), Brian Shimkovitz —siempre con una perspectiva antropológica— apunta al respeto aunado a la diversión musical. El objetivo es buscar creaciones irreemplazables, sin importar de dónde venga uno. Al final, la música es para divertirse, y Brian comunica esto a la perfección.
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Awesome Tapes from Africa es un proyecto que difunde música africana solo disponible en cassettes.
A pesar de ser la raíz de una vasta cantidad de géneros musicales, la música que se hace en diversos países de África resulta inaccesible. El rezago económico y tecnológico hacen que su difusión no solo sea limitada, sino que tampoco es una necesidad aún en países socialmente estables como Ghana o Tanzania. No obstante, donde haya seres humanos, también habrá música y Brian Shimkovitz parece entenderlo a la perfección: “los músicos solo quieren ser escuchados”, exclama al hablar de los artistas que representa y ha conocido a lo largo de su carrera. Shimkovitz es el fundador y dueño de Awesome Tapes from Africa, un proyecto de difusión y promoción cultural único en su estirpe. Shimkovitz, en la universidad, descubrió una clase de etnomusicografía, y su programa tenía un intercambio a Ghana, por lo cual decidió tomar la clase y aventurarse. “Yo desde siempre estuve interesado en el jazz, más que en el punk, o el rock. El jazz me llamaba la atención porque parece ser un género inagotable. Puedes aprender muchas cosas, pero con el jazz tu aprendizaje jamás estará completo, siempre habrá algo que te falte” declaró en entrevista para Gatopardo. Esta percepción de universo infinito aplica también para el universo de la música africana.
Brian Shimkovitz, con un cassette de música etíope. En Ghana, Shimkovitz se expuso a una cantidad inmensa de géneros y artistas que no conocía y que de otra forma no hubiera escuchado. En varios casos, esta música solo tenía una forma de reproducción: cassettes. Nunca fue editada en vinilo y la falta de recursos complicaba su difusión por Internet. Shimkovitz compró cuantos cassettes pudo conseguir. Al regresar de Ghana, Brian se mudó a Nueva York a vivir en un sótano de Williamsburg y a trabajar en un sello discográfico, labor que Shimkovitz describe como “un sueño hecho realidad”. No obstante, la necesidad de compartir música africana que nadie más conocía, aunado a una mezcla de aburrimiento y ganas de hacer algo diferente, lo llevaron a abrir un blog sobre el tema. En 2006, Awesome Tapes from Africa nació, y comenzó a compartir —de manera algo rudimentaria— canciones que jamás habían estado disponibles en la web. Poco a poco, a través de la magia de fenómenos virales y la popularidad de boca en boca, el blog logró romper la barrera de solo ser leído por nerds musicales para recibir visitas de curiosos e interesados en varios rincones del planeta. Hoy, Brian viaja por todo el mundo tocando DJ sets con sus cintas, mientras que Awesome Tapes from Africa es, aparte de un exitoso blog, un sello discográfico que promueve álbumes, shows y producciones de artistas somalíes, etíopes, tunecinos, zimbabuenses, sudafricanos y de varios otros países. Asimismo, también relanzan cassettes en una variedad de formatos digitales y físicos.
Brian Shimkovitz tocando un DJ set de Awesome Tapes from Africa Escarbar música vieja en busca de sonidos exóticos es muy popular. Varios sellos discográficos como Soul Jazz u Ostinato Records destinan gran parte de su egreso para encontrar discos antiguos, cassettes olvidados y ensamblar una amable compilación para el escucha. Los sellos reputables tienen un procedimiento lleno de firmas, papeleo, cuestiones legales y contacto con los artistas originales. No obstante, también existen aquellos que no consultan al artista ni le retribuyen al lanzar nuevamente sus discos a la venta. Curiosamente, Shimkovitz no se ajusta con exactitud a ninguno de estos modelos. “Supongo que lo que me hace diferente es el apego al lanzamiento original, no le hago cambios salvo para mejorar el sonido”. Esto es algo clave, Shimkovitz no es un curador musical y tampoco un armador de playlist, él toma el lanzamiento y lo publica nuevamente de manera íntegra, sin modificaciones ni un proceso curatorial, más bien respetando completamente las intenciones iniciales del artista en cuestión. Este cuidado al material original se refleja también en la exhaustiva labor de contactar con el artista. En repetidas ocasiones, Shimkovitz encuentra un cassette con un número de contacto del artista que ha expirado de formas irrisorias. A veces es un conmutador canadiense, en otras lo tratan de extorsionar o estafar y al final se convierte en una labor que dista mucho de ser sencilla. Usualmente, los artistas que encuentra dejaron de realizar música con esas intenciones desde hace algunos años, si es que continúan vivos. Aby Ngana Diop, por ejemplo, fue una cantante senegalesa, que incorporó cantos tradicionales de su país como el taasu y un ritmo de fusión bailable como mbalax, para una singular creación que a oídos occidentales se escucha a medio camino entre el rap, ragga y funk. Diop falleció en 1997 por un ataque al corazón, y aunque su reconocimiento local fue notorio por su peculiar sonido, jamás alcanzó fama internacional. Brian se encargó de corregir eso cuando contactó al sobrino de Diop, y con mutuo consentimiento acordaron relanzar el cassette en cinta, de forma digital y vinyl. Hoy es uno de los lanzamientos más queridos del sello.
El infeccioso sonido de Diop es sólo uno de los ejemplos. Ata Kak (cuyo nombre verdadero es Yaw Atta-Owusu) es otro fenómeno de Awesome Tapes. Su cassette mezcla rap, highlife, house y disco para una pegajosa combinación. No obstante, contactar al artista fue una labor de casi diez años que incluyó familiares, burócratas y varios países hasta que finalmente, y casi por casualidad, dio con el músico aún vivo y sano. Tras su relanzamiento y fama internacional (alrededor de 40 millones de descargas se pueden rastrear desde el blog), Ata Kak logró embarcarse en una gira mundial, que lo llevó a festivales y foros como el festival Primavera Sound o Glastonbury. La Red Bull Music Academy inclusive produjo un corto documental sobre su búsqueda y eventual éxito. “Yo trato de ponerlos en contacto con un manager a la primera oportunidad, pero a veces tengo que fungir de muchas cosas y arreglar eso también” declara Shimkovitz entre risas irónicas.
Una vez que un relanzamiento comienza a hacer dinero, las ganancias se dividen en mitades: una para el artista y la otra para Brian. “Es muy importante para mí mantener esto justo y reconocer la labor del músico”, sentencia. Entre los artistas que se promocionan en el sitio, en realidad muy pocos son los que pueden lucrar con sus creaciones, por lo cual la devolución de su labor resulta crucial. Hoy, Awesome Tapes from Africa es una pequeña institución de la música alternativa. A pesar de estar dirigido prácticamente por una sola persona (y ser una labor titánica de investigación y búsqueda), este experimento sonoro ha revivido la carrera de muchas personas y le ha dado la necesaria difusión a artistas que de otro modo no la tendrían. Sin importar lo positivo, Shimkovitz cree que podría hacer más: “No quisiera decir que ha sido difícil, me siento bendecido, pero es un obstáculo poder hacer todo o poder tener la disposición de hacer varias cosas al mismo tiempo”. A pesar de ser un nicho muy específico, Awesome Tapes from Africa no busca música rara sólo porque sí. Brian posee cientos de cassettes y grabaciones únicas, pero también es muy específico y cuidadoso con sus selecciones. El objetivo es que la música sea agradable, que tenga un aura especial por sí sola. Si esta condición se cumple, el cassette será exitoso sin importar su historia detrás o contexto. Aunque sacar creaciones de su lugar de origen es una acción controvertida (ligada a problemas de exotismo y colonización), Brian Shimkovitz —siempre con una perspectiva antropológica— apunta al respeto aunado a la diversión musical. El objetivo es buscar creaciones irreemplazables, sin importar de dónde venga uno. Al final, la música es para divertirse, y Brian comunica esto a la perfección.
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A pesar de ser la raíz de una vasta cantidad de géneros musicales, la música que se hace en diversos países de África resulta inaccesible. El rezago económico y tecnológico hacen que su difusión no solo sea limitada, sino que tampoco es una necesidad aún en países socialmente estables como Ghana o Tanzania. No obstante, donde haya seres humanos, también habrá música y Brian Shimkovitz parece entenderlo a la perfección: “los músicos solo quieren ser escuchados”, exclama al hablar de los artistas que representa y ha conocido a lo largo de su carrera. Shimkovitz es el fundador y dueño de Awesome Tapes from Africa, un proyecto de difusión y promoción cultural único en su estirpe. Shimkovitz, en la universidad, descubrió una clase de etnomusicografía, y su programa tenía un intercambio a Ghana, por lo cual decidió tomar la clase y aventurarse. “Yo desde siempre estuve interesado en el jazz, más que en el punk, o el rock. El jazz me llamaba la atención porque parece ser un género inagotable. Puedes aprender muchas cosas, pero con el jazz tu aprendizaje jamás estará completo, siempre habrá algo que te falte” declaró en entrevista para Gatopardo. Esta percepción de universo infinito aplica también para el universo de la música africana.
Brian Shimkovitz, con un cassette de música etíope. En Ghana, Shimkovitz se expuso a una cantidad inmensa de géneros y artistas que no conocía y que de otra forma no hubiera escuchado. En varios casos, esta música solo tenía una forma de reproducción: cassettes. Nunca fue editada en vinilo y la falta de recursos complicaba su difusión por Internet. Shimkovitz compró cuantos cassettes pudo conseguir. Al regresar de Ghana, Brian se mudó a Nueva York a vivir en un sótano de Williamsburg y a trabajar en un sello discográfico, labor que Shimkovitz describe como “un sueño hecho realidad”. No obstante, la necesidad de compartir música africana que nadie más conocía, aunado a una mezcla de aburrimiento y ganas de hacer algo diferente, lo llevaron a abrir un blog sobre el tema. En 2006, Awesome Tapes from Africa nació, y comenzó a compartir —de manera algo rudimentaria— canciones que jamás habían estado disponibles en la web. Poco a poco, a través de la magia de fenómenos virales y la popularidad de boca en boca, el blog logró romper la barrera de solo ser leído por nerds musicales para recibir visitas de curiosos e interesados en varios rincones del planeta. Hoy, Brian viaja por todo el mundo tocando DJ sets con sus cintas, mientras que Awesome Tapes from Africa es, aparte de un exitoso blog, un sello discográfico que promueve álbumes, shows y producciones de artistas somalíes, etíopes, tunecinos, zimbabuenses, sudafricanos y de varios otros países. Asimismo, también relanzan cassettes en una variedad de formatos digitales y físicos.
Brian Shimkovitz tocando un DJ set de Awesome Tapes from Africa Escarbar música vieja en busca de sonidos exóticos es muy popular. Varios sellos discográficos como Soul Jazz u Ostinato Records destinan gran parte de su egreso para encontrar discos antiguos, cassettes olvidados y ensamblar una amable compilación para el escucha. Los sellos reputables tienen un procedimiento lleno de firmas, papeleo, cuestiones legales y contacto con los artistas originales. No obstante, también existen aquellos que no consultan al artista ni le retribuyen al lanzar nuevamente sus discos a la venta. Curiosamente, Shimkovitz no se ajusta con exactitud a ninguno de estos modelos. “Supongo que lo que me hace diferente es el apego al lanzamiento original, no le hago cambios salvo para mejorar el sonido”. Esto es algo clave, Shimkovitz no es un curador musical y tampoco un armador de playlist, él toma el lanzamiento y lo publica nuevamente de manera íntegra, sin modificaciones ni un proceso curatorial, más bien respetando completamente las intenciones iniciales del artista en cuestión. Este cuidado al material original se refleja también en la exhaustiva labor de contactar con el artista. En repetidas ocasiones, Shimkovitz encuentra un cassette con un número de contacto del artista que ha expirado de formas irrisorias. A veces es un conmutador canadiense, en otras lo tratan de extorsionar o estafar y al final se convierte en una labor que dista mucho de ser sencilla. Usualmente, los artistas que encuentra dejaron de realizar música con esas intenciones desde hace algunos años, si es que continúan vivos. Aby Ngana Diop, por ejemplo, fue una cantante senegalesa, que incorporó cantos tradicionales de su país como el taasu y un ritmo de fusión bailable como mbalax, para una singular creación que a oídos occidentales se escucha a medio camino entre el rap, ragga y funk. Diop falleció en 1997 por un ataque al corazón, y aunque su reconocimiento local fue notorio por su peculiar sonido, jamás alcanzó fama internacional. Brian se encargó de corregir eso cuando contactó al sobrino de Diop, y con mutuo consentimiento acordaron relanzar el cassette en cinta, de forma digital y vinyl. Hoy es uno de los lanzamientos más queridos del sello.
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