Daniela Tarazona, una escritora en fuga - Gatopardo

Daniela Tarazona, una escritora en fuga

Almadía presentó en la FIL Guadalajara una nueva colección, con la que rescata sus títulos clásicos.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Teniendo una abuela que escribía poesía, los libros tuvieron mucha influencia en la adolescencia de Daniela Tarazona. Le parecía que tenían algo de magia, un sentido de fuga o una vía de escape a la imaginación. Comenzó escribiendo de la cotidianidad en sus diarios, a los nueve o diez años de edad, cuando se descubrió como una gran observadora y comenzó a armar un archivo de imágenes en su cabeza. Sus lecturas juveniles estuvieron siempre presentes detrás de lo que escribía, La metamorfosis de Franz Kafka o Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Luego trató de hacer poesía aunque no era muy buena. Desde entonces la palabra ha sido una necesidad de fuga para Tarazona, y eso la ha llevado a ser autora de ensayos y novelas.

“La fuga se agudizó con el tiempo hasta comprender que me interesaba llevar a mis personajes a los límites, a las fronteras. Quizás ahí es donde aparecen cuestiones fantásticas, la psicología de mis personajes en situaciones límite, como cuando se transforman, y llevo estos ‘traslados’ hasta sus últimas consecuencias”, dice la escritora a Gatopardo, cuya primera novela —publicada hace once años, con forros azules y un zapato rojo diseñado por Alejandro Magallanes— contaba la historia de una mujer que perdía a su madre y ella terminaba convirtiéndose en un réptil. 

El animal sobre la piedra de Daniela Tarazona

Se trata de El animal sobre la piedra, la novela que trabajó durante la beca Jóvenes Creadores del FONCA en 2006, donde buscó desarrollar la complejidad de su protagonista —Irma— llevándola a una metamorfosis símbolo de una resistencia, que hoy podría tener incluso una lectura feminista. Tarazona investigó mucho sobre estos animales, entrevistó a biólogos de la UNAM, especialistas en comportamiento animal y reproducción de especies, para poder entremezclar información real en esta mutación ficticia. “Desde luego mi mayor sombra fue Kafka. Lo tengo que mencionar. Y una de las cosas que me importó sostener era que se trataba de un proceso evolutivo. Que la transformación que ella vive era hacia una vida mejor, una realización del personaje, y me importó sostenerlo”, dice.

Esta novela vuelve a las librerías, en una segunda edición, y ahora formando parte de la serie De Nuevo Almadía, una colección con la que la casa editorial de Oaxaca rescata los títulos más emblemáticos de sus 15 años de historia. Títulos que se encontraban agotados pero con un eco en el gusto del público, como Llamadas de Ámsterdam, de Juan Villoro, Distancia de rescate, de Samantha Schweblin, Poesía eres tú, de Francisco Hinojosa, o Los hijos de paja, de Bernardo Esquinca. Hace unos días durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2019, la editorial presentó este rescate ahora en formato de bolsillo, que viene además con un epílogo con el que los autores hablan del proceso creativo y de su visión de la obra producto de los años de distancia.

El animal sobre la piedra se publicó en 2008 y me reconozco aún en ella. Hay muchas cosas en la novela que me han dado mucho y que son puntos clave en mi escritura, sigo trabajando con temas que tienen que ver con el cuerpo, la identidad, me importa mucho la ruptura del tiempo narrativo y que el lector se pregunte cuánto tiempo ha pasado y qué ocurre”, dice la también autora de El beso de la liebre (Alfaguara, 2012), donde Hipólita Thompson, su protagonista, muere y resucita, y a la que Tarazona describe como una “heroína superpatética”. 

“Mis protagonistas han sido mujeres, incluso en una tercera que ya terminé y que está buscando casa editorial. He buscado una línea femenina. En esta primera novela, por ejemplo, son muy importantes las mujeres (la madre, la hermana, la hija) y lo que se transmite entre ellas. Porque en mi biografía las mujeres fueron muy determinantes. Es de lo que siempre he escrito. Son mi punto de partida y mi inspiración”, concluye.

*Fotografía original: Ángel Valenzuela.


 

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