Guillermo Hevia, el orden de las cosas - Gatopardo
Arquitectura, Libros

El orden de las cosas

Arquine revisa la obra de Guillermo Hevia a través de un imperdible libro.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Guillermo Hevia es un amante de los cimientos. Quizás al ser arquitecto podría ser una obviedad, pero en su caso no lo es. Le apasiona aquello que no tenga que ver de el concreto y la varilla, sino con lo que está construido de literatura y cine, lo aprendido de su padre y de otros grandes arquitectos, y de la historia  que nutre Chile —su país natal—, que se ha ido “destruyendo y construyendo con los terremotos”, dice en entrevista.

Guillermo Hevia nació en la capital chilena, Santiago, en 1986. Eso suma que, al día, tiene 33 años. Se graduó de la Pontificia Universidad Católica de Chile en 2011, tras seis años de carrera en los que también empezó a trabajar y a dar clases. Se tituló con Máxima Distinción y obtuvo el Premio Escuela de Arquitectura y el Premio de Excelencia Académica. Desde entonces no ha parado de ganar reconocimientos y de ser invitado a participar en los eventos más prestigiosos, como la IV Bienal de Arquitectura Latinoamericana (BAL) o el Young Architects Program del MoMA (con el que ganó el primer lugar con su proyecto “Tu reflexión”, en conjunto con Nicolás Urzúa), ambos en 2015. Más recientemente, en 2017, recibió el Premio Promoción Joven del Colegio de Arquitectos de Chile, que reconoce la trayectoria de arquitectos menores de 35 años que son un ejemplo para su generación. Para 2019, salió su primer libro, Todo proyecto esconde un orden, editado por Arquine, en el que se recopila lo que ha hecho hasta ahora.

Antes de volverse rockstar, e incluso antes de volverse estudiante, Hevia ya se movía en la arquitectura. Juan Hevia, su padre, también es arquitecto, graduado de la Universidad de Chile, la otra institución de más renombre en el país sureño. “Creo que tener un padre arquitecto me dio una ventaja enorme”, dice Hevia. “A mí ya me había tocado verlo trabajar, aunque suene a cliché, pero lo veía sobre los planos, en un tablero de dibujo”. Uno de los aspectos que más le apasionan es el planteamiento de los proyectos arquitectónicos, donde está la parte más intelectual, no desde la cantidad de conocimiento que se posee, sino cuán importante es lo que se piensa. “Es la parte creativa que define qué es lo que quiero hacer, cuáles son las preguntas que me formulo antes de partir y cómo quiero escribir esas respuestas”, dice el arquitecto chileno.

Guillermo Hevia arquitecto

En este libro con portada de tela muy amarilla y la forma de uno de sus proyectos enmarcado en tonos dorados, Hevia confiesa que aquí está todo lo que conforma su “imaginario”: sus intereses personales, obsesiones, líneas de investigación, fragmentos de películas, piezas literarias, objetos, pinturas, fotografías y memorias propias o ajenas.

“Este imaginario es el sustrato del cual comienza cada uno de los proyectos, que permite establecer relaciones entre ellos y que responden finalmente a una construcción cultural personal, un imaginario subjetivo”, escribe Hevia en las primeras páginas de Todo proyecto esconde un orden.

La marca dorada de la portada, por ejemplo, está inspirada, principalmente, en el trabajo de Alvar Aalto, un arquitecto y diseñador finlandés que murió en 1976. Lo que le llamó la atención no fue su trabajo, sino sus dibujos y observación de la naturaleza de Finlandia que se tradujo en el diseño del Jarrón Savoy: un vaso de vidrio deformado, que desde arriba pareciera como una mancha de pintura, con formas circulares que se mezclan en un área común. De ahí, el chileno comenzó una investigación en torno a la construcción y estructuración de espacios y lugares hechos con curvas bidimensionales repetidas, y que culminó en los proyectos “Especies de espacios” y en “Tu reflexión”, donde también incorpora ideas provenientes de la película La dama de Shanghái de Orson Welles, y de las pinturas Le Blanc-Seing de René Magritte y Tres estudios de cabeza para Isabel Rawsthorne de Francis Bacon.

Guillermo Hevia no cree en la generación espontánea, y por consiguiente considera que todo lo que existe surge de algo más, de la historia. Todo proyecto esconde un orden es la acumulación de ideas y cuestionamientos, de la contradicción de un arquitecto en una tierra que derrumba todo; su biografía, el amor por el arte y el orden, la repetición y los sistemas, que han definido la carrera de este joven arquitecto.


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