La nostalgia de Isao Takahata

La nostalgia de Isao Takahata

Isao Takahata fue uno de los artífices detrás de los grandes éxitos de Studio Ghibli, director, productor y guionista. Desde La tumba de las luciérnagas hasta El cuento de la Princesa Kayuga, creó una narrativa importante dentro de la animación japonesa.

Tiempo de lectura: 6 minutos

Un conserje esculca el cuerpo famélico de un niño que yace en un andén ferroviario, muerto. Entre la ropa del difunto, el hombre encuentra su única pertenencia: una lata de caramelos. Pero al darse cuenta de que está vacía, la arroja fuera de la estación de trenes y, una vez en el suelo, de la vieja lata brota el espíritu de una niña, Setsuko, hermana del pobre chiquillo que acaba de morir por inanición en el andén y que se llamaba Seita. Rodeados por la luz que emanan las luciérnagas del campo, los dos hermanos se toman de la mano, contentos de que la muerte les ha permitido finalmente reencontrarse.

Esta es la secuencia inicial de La tumba de las luciérnagas, una de las más memorables del cine de animación japonés. Isao Takahata, director y guionista, fue el artífice detrás de esta obra. El desgarrador retrato de la supervivencia en tiempos de guerra y el estoico realismo de sus atmósferas —influenciadas por la técnica de grabado japonesa ukiyo-e del siglo XVIII— mantienen la versión cinematográfica de La tumba de las luciérnagas como un referente del cine bélico y de animación a más de tres décadas de su estreno en los cines de Japón, el 18 de abril de 1988.

Antes de Takahata, muchos quisieron proponer adaptar al cine la obra homónima del escritor japonés Akiyuki Nosaka, que apareció por primera vez en 1967. Nosaka rechazó cada una de las ofertas; argumentaba que ninguna producción cinematográfica sería capaz de recrear fielmente los crudos escenarios que habitan la historia de Seita y Setsuko, dos hermanos que, a causa de los bombardeos aéreos perpetrados por el ejército estadounidense, quedan huérfanos y deben enfrentarse a la miseria y devastación que socavó Kōbe en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Sólo en Takahata, y en el animé, Nosaka encontró la ecuanimidad necesaria para dar imagen a su historia.

Nacido el 29 de octubre de 1932 en Ujiyamada (ahora Ise), Japón, Isao Takahata tenía sólo nueve años cuando él y su familia tuvieron que huir de un bombardeo estadounidense que mató a más de mil personas en la ciudad de Okayama. Aquel niño que se vio obligado a correr, descalzo y en pijama, entre montones de cuerpos humanos, años más tarde encontraría en el cine algunas líneas en blanco en las que plasmar su vivencia.

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