Tienen la mirada arriba, los brazos extendidos y la boca abierta en una expresión de júbilo. Es la foto de tres mujeres que ríen y alzan las manos para alcanzar un ramo de flores rosas en 1975. Al lado, una niña observa asombrada, divertida. No hay pose, sólo una reacción instintiva. Es la instantánea de una alegría efímera, el lanzamiento del ramo de novia, uno de los momentos emblemáticos en una boda. Esa imagen forma parte de la muestra “Días únicos: el estudio y su archivo” que la fotógrafa mexicana Yvonne Venegas (Laguna Beach, 1970) exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Ella seleccionó y editó 43 fotografías del archivo Venegas Fotografía Fina, el estudio de foto de sus padres, José Luis Venegas y Julia Edith Percevault, que se consagró como una suerte de cronista visual oficial en la Tijuana de los años setenta y ochenta.“Todos los artistas nos hacemos con traumas”, dice Venegas en entrevista para Gatopardo. “Los proyectos que hago están conectados con mi infancia. No puedo pensar en retratos sin pensar en un fotógrafo trabajando. No puedo pensar en fotografía sin ver la experiencia completa desde adentro. Siento que todo está conectado”. [caption id="attachment_241124" align="aligncenter" width="620"]
Luciana, 2019. Plata sobre gelatina.[/caption]Venegas creció entre cámaras, rollos, negativos fotográficos y cientos de retratos de personas que no conocía, pero que, al igual que ella, habitaban en una sociedad de clase media que estaba en proceso de expansión. Su obra se compone, principalmente, de series de retratos intimistas que indagan y enfrentan la vulnerabilidad de los retratados ante una realidad que es sorprendida por el flash. “Días únicos: el estudio y su archivo”, particularmente, es un ejercicio para construir el relato alrededor de sus raíces, de ella misma, mediante un meticuloso trabajo de archivo, al cual califica como “hasta cierto punto terapéutico”. Para esta selección, eligió las tomas desechadas por su padre de cientos de bodas, aquellas que, a su decir, reflejaran las imperfecciones y vulnerabilidad de las personas, lo que, de alguna manera, hace más sencillo al espectador conectar con ellas. “[Al hacer eso] de cierta manera desdice la técnica de su padre: mientras él buscaba una progresión de momentos perfectos, ideales, ella está convirtiendo las tomas erróneas en tomas significativas, lo que describo como apropiacionismo incestuoso”, refiere Cuauhtémoc Medina, uno de los curadores de la exposición y curador en jefe del MUAC.[caption id="attachment_241123" align="aligncenter" width="620"]
Boda Sosa-Gómez, 1972. Foto de José Luis Venegas.[/caption]Esa apropiación va más allá de la relación con su padre y la cámara. Se trata, al mismo tiempo, de un experimento que busca resignificar las miradas que históricamente han construido el “deber ser” de la fotografía, que ha sido principalmente a través de los ojos masculinos. Este tema es más evidente en la muestra “El lápiz de la naturaleza”, también de su autoría, que se exhibe actualmente en la Galería de Arte Mexicano. Se compone de una serie de retratos y autorretratos que cuestionan la construcción de la pose femenina ante la mirada fotográfica. Así, en la exposición, se ven a mujeres y a una Yvonne Venegas emulando las poses de fotógrafos varones: miradas duras, poses atrevidas.“Hemos practicado la pose a partir de la fotografía y la pose femenina ha sido creada por miradas masculinas. Los autorretratos son ejercicios donde personifico la masculinidad con el fin de utilizar esas miradas para hacerlas mías”, señala. Las imágenes que conforman ambas exposiciones son, en todo caso, el recuerdo permanente de que todo cambia. De personas que viven vidas que se acaban, que crecen o se transforman. Es, quizá, una aproximación a la pérdida de una inocencia que no volverá más. “Me conmueve mucho que éramos más humanos antes frente a la cámara que ahora”, señala con un dejo de nostalgia. “Estas exposiciones buscan la posibilidad de ampliar nuestro pensamiento alrededor de lo que pensamos sobre la posteridad”.Días únicos: el estudio y su archivoHasta el 1 de diciembre de 2019muac.unam.mxEl lápiz de la naturalezaHasta el 20 de noviembre de 2019galeriadeartemexicano.com
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La fotógrafa Yvonne Venegas cuestiona la construcción de la mirada fotográfica.
Tienen la mirada arriba, los brazos extendidos y la boca abierta en una expresión de júbilo. Es la foto de tres mujeres que ríen y alzan las manos para alcanzar un ramo de flores rosas en 1975. Al lado, una niña observa asombrada, divertida. No hay pose, sólo una reacción instintiva. Es la instantánea de una alegría efímera, el lanzamiento del ramo de novia, uno de los momentos emblemáticos en una boda. Esa imagen forma parte de la muestra “Días únicos: el estudio y su archivo” que la fotógrafa mexicana Yvonne Venegas (Laguna Beach, 1970) exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Ella seleccionó y editó 43 fotografías del archivo Venegas Fotografía Fina, el estudio de foto de sus padres, José Luis Venegas y Julia Edith Percevault, que se consagró como una suerte de cronista visual oficial en la Tijuana de los años setenta y ochenta.“Todos los artistas nos hacemos con traumas”, dice Venegas en entrevista para Gatopardo. “Los proyectos que hago están conectados con mi infancia. No puedo pensar en retratos sin pensar en un fotógrafo trabajando. No puedo pensar en fotografía sin ver la experiencia completa desde adentro. Siento que todo está conectado”. [caption id="attachment_241124" align="aligncenter" width="620"]
Luciana, 2019. Plata sobre gelatina.[/caption]Venegas creció entre cámaras, rollos, negativos fotográficos y cientos de retratos de personas que no conocía, pero que, al igual que ella, habitaban en una sociedad de clase media que estaba en proceso de expansión. Su obra se compone, principalmente, de series de retratos intimistas que indagan y enfrentan la vulnerabilidad de los retratados ante una realidad que es sorprendida por el flash. “Días únicos: el estudio y su archivo”, particularmente, es un ejercicio para construir el relato alrededor de sus raíces, de ella misma, mediante un meticuloso trabajo de archivo, al cual califica como “hasta cierto punto terapéutico”. Para esta selección, eligió las tomas desechadas por su padre de cientos de bodas, aquellas que, a su decir, reflejaran las imperfecciones y vulnerabilidad de las personas, lo que, de alguna manera, hace más sencillo al espectador conectar con ellas. “[Al hacer eso] de cierta manera desdice la técnica de su padre: mientras él buscaba una progresión de momentos perfectos, ideales, ella está convirtiendo las tomas erróneas en tomas significativas, lo que describo como apropiacionismo incestuoso”, refiere Cuauhtémoc Medina, uno de los curadores de la exposición y curador en jefe del MUAC.[caption id="attachment_241123" align="aligncenter" width="620"]
Boda Sosa-Gómez, 1972. Foto de José Luis Venegas.[/caption]Esa apropiación va más allá de la relación con su padre y la cámara. Se trata, al mismo tiempo, de un experimento que busca resignificar las miradas que históricamente han construido el “deber ser” de la fotografía, que ha sido principalmente a través de los ojos masculinos. Este tema es más evidente en la muestra “El lápiz de la naturaleza”, también de su autoría, que se exhibe actualmente en la Galería de Arte Mexicano. Se compone de una serie de retratos y autorretratos que cuestionan la construcción de la pose femenina ante la mirada fotográfica. Así, en la exposición, se ven a mujeres y a una Yvonne Venegas emulando las poses de fotógrafos varones: miradas duras, poses atrevidas.“Hemos practicado la pose a partir de la fotografía y la pose femenina ha sido creada por miradas masculinas. Los autorretratos son ejercicios donde personifico la masculinidad con el fin de utilizar esas miradas para hacerlas mías”, señala. Las imágenes que conforman ambas exposiciones son, en todo caso, el recuerdo permanente de que todo cambia. De personas que viven vidas que se acaban, que crecen o se transforman. Es, quizá, una aproximación a la pérdida de una inocencia que no volverá más. “Me conmueve mucho que éramos más humanos antes frente a la cámara que ahora”, señala con un dejo de nostalgia. “Estas exposiciones buscan la posibilidad de ampliar nuestro pensamiento alrededor de lo que pensamos sobre la posteridad”.Días únicos: el estudio y su archivoHasta el 1 de diciembre de 2019muac.unam.mxEl lápiz de la naturalezaHasta el 20 de noviembre de 2019galeriadeartemexicano.com
La fotógrafa Yvonne Venegas cuestiona la construcción de la mirada fotográfica.
Tienen la mirada arriba, los brazos extendidos y la boca abierta en una expresión de júbilo. Es la foto de tres mujeres que ríen y alzan las manos para alcanzar un ramo de flores rosas en 1975. Al lado, una niña observa asombrada, divertida. No hay pose, sólo una reacción instintiva. Es la instantánea de una alegría efímera, el lanzamiento del ramo de novia, uno de los momentos emblemáticos en una boda. Esa imagen forma parte de la muestra “Días únicos: el estudio y su archivo” que la fotógrafa mexicana Yvonne Venegas (Laguna Beach, 1970) exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Ella seleccionó y editó 43 fotografías del archivo Venegas Fotografía Fina, el estudio de foto de sus padres, José Luis Venegas y Julia Edith Percevault, que se consagró como una suerte de cronista visual oficial en la Tijuana de los años setenta y ochenta.“Todos los artistas nos hacemos con traumas”, dice Venegas en entrevista para Gatopardo. “Los proyectos que hago están conectados con mi infancia. No puedo pensar en retratos sin pensar en un fotógrafo trabajando. No puedo pensar en fotografía sin ver la experiencia completa desde adentro. Siento que todo está conectado”. [caption id="attachment_241124" align="aligncenter" width="620"]
Luciana, 2019. Plata sobre gelatina.[/caption]Venegas creció entre cámaras, rollos, negativos fotográficos y cientos de retratos de personas que no conocía, pero que, al igual que ella, habitaban en una sociedad de clase media que estaba en proceso de expansión. Su obra se compone, principalmente, de series de retratos intimistas que indagan y enfrentan la vulnerabilidad de los retratados ante una realidad que es sorprendida por el flash. “Días únicos: el estudio y su archivo”, particularmente, es un ejercicio para construir el relato alrededor de sus raíces, de ella misma, mediante un meticuloso trabajo de archivo, al cual califica como “hasta cierto punto terapéutico”. Para esta selección, eligió las tomas desechadas por su padre de cientos de bodas, aquellas que, a su decir, reflejaran las imperfecciones y vulnerabilidad de las personas, lo que, de alguna manera, hace más sencillo al espectador conectar con ellas. “[Al hacer eso] de cierta manera desdice la técnica de su padre: mientras él buscaba una progresión de momentos perfectos, ideales, ella está convirtiendo las tomas erróneas en tomas significativas, lo que describo como apropiacionismo incestuoso”, refiere Cuauhtémoc Medina, uno de los curadores de la exposición y curador en jefe del MUAC.[caption id="attachment_241123" align="aligncenter" width="620"]
Boda Sosa-Gómez, 1972. Foto de José Luis Venegas.[/caption]Esa apropiación va más allá de la relación con su padre y la cámara. Se trata, al mismo tiempo, de un experimento que busca resignificar las miradas que históricamente han construido el “deber ser” de la fotografía, que ha sido principalmente a través de los ojos masculinos. Este tema es más evidente en la muestra “El lápiz de la naturaleza”, también de su autoría, que se exhibe actualmente en la Galería de Arte Mexicano. Se compone de una serie de retratos y autorretratos que cuestionan la construcción de la pose femenina ante la mirada fotográfica. Así, en la exposición, se ven a mujeres y a una Yvonne Venegas emulando las poses de fotógrafos varones: miradas duras, poses atrevidas.“Hemos practicado la pose a partir de la fotografía y la pose femenina ha sido creada por miradas masculinas. Los autorretratos son ejercicios donde personifico la masculinidad con el fin de utilizar esas miradas para hacerlas mías”, señala. Las imágenes que conforman ambas exposiciones son, en todo caso, el recuerdo permanente de que todo cambia. De personas que viven vidas que se acaban, que crecen o se transforman. Es, quizá, una aproximación a la pérdida de una inocencia que no volverá más. “Me conmueve mucho que éramos más humanos antes frente a la cámara que ahora”, señala con un dejo de nostalgia. “Estas exposiciones buscan la posibilidad de ampliar nuestro pensamiento alrededor de lo que pensamos sobre la posteridad”.Días únicos: el estudio y su archivoHasta el 1 de diciembre de 2019muac.unam.mxEl lápiz de la naturalezaHasta el 20 de noviembre de 2019galeriadeartemexicano.com
La fotógrafa Yvonne Venegas cuestiona la construcción de la mirada fotográfica.
Tienen la mirada arriba, los brazos extendidos y la boca abierta en una expresión de júbilo. Es la foto de tres mujeres que ríen y alzan las manos para alcanzar un ramo de flores rosas en 1975. Al lado, una niña observa asombrada, divertida. No hay pose, sólo una reacción instintiva. Es la instantánea de una alegría efímera, el lanzamiento del ramo de novia, uno de los momentos emblemáticos en una boda. Esa imagen forma parte de la muestra “Días únicos: el estudio y su archivo” que la fotógrafa mexicana Yvonne Venegas (Laguna Beach, 1970) exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Ella seleccionó y editó 43 fotografías del archivo Venegas Fotografía Fina, el estudio de foto de sus padres, José Luis Venegas y Julia Edith Percevault, que se consagró como una suerte de cronista visual oficial en la Tijuana de los años setenta y ochenta.“Todos los artistas nos hacemos con traumas”, dice Venegas en entrevista para Gatopardo. “Los proyectos que hago están conectados con mi infancia. No puedo pensar en retratos sin pensar en un fotógrafo trabajando. No puedo pensar en fotografía sin ver la experiencia completa desde adentro. Siento que todo está conectado”. [caption id="attachment_241124" align="aligncenter" width="620"]
Luciana, 2019. Plata sobre gelatina.[/caption]Venegas creció entre cámaras, rollos, negativos fotográficos y cientos de retratos de personas que no conocía, pero que, al igual que ella, habitaban en una sociedad de clase media que estaba en proceso de expansión. Su obra se compone, principalmente, de series de retratos intimistas que indagan y enfrentan la vulnerabilidad de los retratados ante una realidad que es sorprendida por el flash. “Días únicos: el estudio y su archivo”, particularmente, es un ejercicio para construir el relato alrededor de sus raíces, de ella misma, mediante un meticuloso trabajo de archivo, al cual califica como “hasta cierto punto terapéutico”. Para esta selección, eligió las tomas desechadas por su padre de cientos de bodas, aquellas que, a su decir, reflejaran las imperfecciones y vulnerabilidad de las personas, lo que, de alguna manera, hace más sencillo al espectador conectar con ellas. “[Al hacer eso] de cierta manera desdice la técnica de su padre: mientras él buscaba una progresión de momentos perfectos, ideales, ella está convirtiendo las tomas erróneas en tomas significativas, lo que describo como apropiacionismo incestuoso”, refiere Cuauhtémoc Medina, uno de los curadores de la exposición y curador en jefe del MUAC.[caption id="attachment_241123" align="aligncenter" width="620"]
Boda Sosa-Gómez, 1972. Foto de José Luis Venegas.[/caption]Esa apropiación va más allá de la relación con su padre y la cámara. Se trata, al mismo tiempo, de un experimento que busca resignificar las miradas que históricamente han construido el “deber ser” de la fotografía, que ha sido principalmente a través de los ojos masculinos. Este tema es más evidente en la muestra “El lápiz de la naturaleza”, también de su autoría, que se exhibe actualmente en la Galería de Arte Mexicano. Se compone de una serie de retratos y autorretratos que cuestionan la construcción de la pose femenina ante la mirada fotográfica. Así, en la exposición, se ven a mujeres y a una Yvonne Venegas emulando las poses de fotógrafos varones: miradas duras, poses atrevidas.“Hemos practicado la pose a partir de la fotografía y la pose femenina ha sido creada por miradas masculinas. Los autorretratos son ejercicios donde personifico la masculinidad con el fin de utilizar esas miradas para hacerlas mías”, señala. Las imágenes que conforman ambas exposiciones son, en todo caso, el recuerdo permanente de que todo cambia. De personas que viven vidas que se acaban, que crecen o se transforman. Es, quizá, una aproximación a la pérdida de una inocencia que no volverá más. “Me conmueve mucho que éramos más humanos antes frente a la cámara que ahora”, señala con un dejo de nostalgia. “Estas exposiciones buscan la posibilidad de ampliar nuestro pensamiento alrededor de lo que pensamos sobre la posteridad”.Días únicos: el estudio y su archivoHasta el 1 de diciembre de 2019muac.unam.mxEl lápiz de la naturalezaHasta el 20 de noviembre de 2019galeriadeartemexicano.com
La fotógrafa Yvonne Venegas cuestiona la construcción de la mirada fotográfica.
Tienen la mirada arriba, los brazos extendidos y la boca abierta en una expresión de júbilo. Es la foto de tres mujeres que ríen y alzan las manos para alcanzar un ramo de flores rosas en 1975. Al lado, una niña observa asombrada, divertida. No hay pose, sólo una reacción instintiva. Es la instantánea de una alegría efímera, el lanzamiento del ramo de novia, uno de los momentos emblemáticos en una boda. Esa imagen forma parte de la muestra “Días únicos: el estudio y su archivo” que la fotógrafa mexicana Yvonne Venegas (Laguna Beach, 1970) exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Ella seleccionó y editó 43 fotografías del archivo Venegas Fotografía Fina, el estudio de foto de sus padres, José Luis Venegas y Julia Edith Percevault, que se consagró como una suerte de cronista visual oficial en la Tijuana de los años setenta y ochenta.“Todos los artistas nos hacemos con traumas”, dice Venegas en entrevista para Gatopardo. “Los proyectos que hago están conectados con mi infancia. No puedo pensar en retratos sin pensar en un fotógrafo trabajando. No puedo pensar en fotografía sin ver la experiencia completa desde adentro. Siento que todo está conectado”. [caption id="attachment_241124" align="aligncenter" width="620"]
Luciana, 2019. Plata sobre gelatina.[/caption]Venegas creció entre cámaras, rollos, negativos fotográficos y cientos de retratos de personas que no conocía, pero que, al igual que ella, habitaban en una sociedad de clase media que estaba en proceso de expansión. Su obra se compone, principalmente, de series de retratos intimistas que indagan y enfrentan la vulnerabilidad de los retratados ante una realidad que es sorprendida por el flash. “Días únicos: el estudio y su archivo”, particularmente, es un ejercicio para construir el relato alrededor de sus raíces, de ella misma, mediante un meticuloso trabajo de archivo, al cual califica como “hasta cierto punto terapéutico”. Para esta selección, eligió las tomas desechadas por su padre de cientos de bodas, aquellas que, a su decir, reflejaran las imperfecciones y vulnerabilidad de las personas, lo que, de alguna manera, hace más sencillo al espectador conectar con ellas. “[Al hacer eso] de cierta manera desdice la técnica de su padre: mientras él buscaba una progresión de momentos perfectos, ideales, ella está convirtiendo las tomas erróneas en tomas significativas, lo que describo como apropiacionismo incestuoso”, refiere Cuauhtémoc Medina, uno de los curadores de la exposición y curador en jefe del MUAC.[caption id="attachment_241123" align="aligncenter" width="620"]
Boda Sosa-Gómez, 1972. Foto de José Luis Venegas.[/caption]Esa apropiación va más allá de la relación con su padre y la cámara. Se trata, al mismo tiempo, de un experimento que busca resignificar las miradas que históricamente han construido el “deber ser” de la fotografía, que ha sido principalmente a través de los ojos masculinos. Este tema es más evidente en la muestra “El lápiz de la naturaleza”, también de su autoría, que se exhibe actualmente en la Galería de Arte Mexicano. Se compone de una serie de retratos y autorretratos que cuestionan la construcción de la pose femenina ante la mirada fotográfica. Así, en la exposición, se ven a mujeres y a una Yvonne Venegas emulando las poses de fotógrafos varones: miradas duras, poses atrevidas.“Hemos practicado la pose a partir de la fotografía y la pose femenina ha sido creada por miradas masculinas. Los autorretratos son ejercicios donde personifico la masculinidad con el fin de utilizar esas miradas para hacerlas mías”, señala. Las imágenes que conforman ambas exposiciones son, en todo caso, el recuerdo permanente de que todo cambia. De personas que viven vidas que se acaban, que crecen o se transforman. Es, quizá, una aproximación a la pérdida de una inocencia que no volverá más. “Me conmueve mucho que éramos más humanos antes frente a la cámara que ahora”, señala con un dejo de nostalgia. “Estas exposiciones buscan la posibilidad de ampliar nuestro pensamiento alrededor de lo que pensamos sobre la posteridad”.Días únicos: el estudio y su archivoHasta el 1 de diciembre de 2019muac.unam.mxEl lápiz de la naturalezaHasta el 20 de noviembre de 2019galeriadeartemexicano.com
Tienen la mirada arriba, los brazos extendidos y la boca abierta en una expresión de júbilo. Es la foto de tres mujeres que ríen y alzan las manos para alcanzar un ramo de flores rosas en 1975. Al lado, una niña observa asombrada, divertida. No hay pose, sólo una reacción instintiva. Es la instantánea de una alegría efímera, el lanzamiento del ramo de novia, uno de los momentos emblemáticos en una boda. Esa imagen forma parte de la muestra “Días únicos: el estudio y su archivo” que la fotógrafa mexicana Yvonne Venegas (Laguna Beach, 1970) exhibe en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). Ella seleccionó y editó 43 fotografías del archivo Venegas Fotografía Fina, el estudio de foto de sus padres, José Luis Venegas y Julia Edith Percevault, que se consagró como una suerte de cronista visual oficial en la Tijuana de los años setenta y ochenta.“Todos los artistas nos hacemos con traumas”, dice Venegas en entrevista para Gatopardo. “Los proyectos que hago están conectados con mi infancia. No puedo pensar en retratos sin pensar en un fotógrafo trabajando. No puedo pensar en fotografía sin ver la experiencia completa desde adentro. Siento que todo está conectado”. [caption id="attachment_241124" align="aligncenter" width="620"]
Luciana, 2019. Plata sobre gelatina.[/caption]Venegas creció entre cámaras, rollos, negativos fotográficos y cientos de retratos de personas que no conocía, pero que, al igual que ella, habitaban en una sociedad de clase media que estaba en proceso de expansión. Su obra se compone, principalmente, de series de retratos intimistas que indagan y enfrentan la vulnerabilidad de los retratados ante una realidad que es sorprendida por el flash. “Días únicos: el estudio y su archivo”, particularmente, es un ejercicio para construir el relato alrededor de sus raíces, de ella misma, mediante un meticuloso trabajo de archivo, al cual califica como “hasta cierto punto terapéutico”. Para esta selección, eligió las tomas desechadas por su padre de cientos de bodas, aquellas que, a su decir, reflejaran las imperfecciones y vulnerabilidad de las personas, lo que, de alguna manera, hace más sencillo al espectador conectar con ellas. “[Al hacer eso] de cierta manera desdice la técnica de su padre: mientras él buscaba una progresión de momentos perfectos, ideales, ella está convirtiendo las tomas erróneas en tomas significativas, lo que describo como apropiacionismo incestuoso”, refiere Cuauhtémoc Medina, uno de los curadores de la exposición y curador en jefe del MUAC.[caption id="attachment_241123" align="aligncenter" width="620"]
Boda Sosa-Gómez, 1972. Foto de José Luis Venegas.[/caption]Esa apropiación va más allá de la relación con su padre y la cámara. Se trata, al mismo tiempo, de un experimento que busca resignificar las miradas que históricamente han construido el “deber ser” de la fotografía, que ha sido principalmente a través de los ojos masculinos. Este tema es más evidente en la muestra “El lápiz de la naturaleza”, también de su autoría, que se exhibe actualmente en la Galería de Arte Mexicano. Se compone de una serie de retratos y autorretratos que cuestionan la construcción de la pose femenina ante la mirada fotográfica. Así, en la exposición, se ven a mujeres y a una Yvonne Venegas emulando las poses de fotógrafos varones: miradas duras, poses atrevidas.“Hemos practicado la pose a partir de la fotografía y la pose femenina ha sido creada por miradas masculinas. Los autorretratos son ejercicios donde personifico la masculinidad con el fin de utilizar esas miradas para hacerlas mías”, señala. Las imágenes que conforman ambas exposiciones son, en todo caso, el recuerdo permanente de que todo cambia. De personas que viven vidas que se acaban, que crecen o se transforman. Es, quizá, una aproximación a la pérdida de una inocencia que no volverá más. “Me conmueve mucho que éramos más humanos antes frente a la cámara que ahora”, señala con un dejo de nostalgia. “Estas exposiciones buscan la posibilidad de ampliar nuestro pensamiento alrededor de lo que pensamos sobre la posteridad”.Días únicos: el estudio y su archivoHasta el 1 de diciembre de 2019muac.unam.mxEl lápiz de la naturalezaHasta el 20 de noviembre de 2019galeriadeartemexicano.com
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