En el abrazo a los excesos, y armado con un indudable dominio formal, Alonso Ruizpalacios vio la oportunidad de cautivar. La cocina, sin embargo, abruma.
Nadie hoy paga 120 millones de dólares para compartir su utopía con audiencias de todo el mundo. Solo Francis Ford Coppola. Eso no quiere decir que su declaración de amor revolucionario sirva para liberar el futuro.
Una serie en streaming del todo coherente con el lugar que ocupa Alfonso Cuarón en el universo de directores-cinéfilos al servicio de la imagen.
Un slasher en el que resulta fundamental la tensión entre lo que vemos y lo que no. El canadiense Chris Nash tuerce la norma del horror sanguinario con una inteligente delicadeza.
Quizá se esperaba mucho de Todd Phillips para la secuela de Joker, el mítico villano de Batman, tanto que este intento se quedó sin gas en el camino entre el musical y la crítica social al estilo de Martin Scorsese.
Alrededor de Megalópolis se pone en juego parte de la fortuna de Francis Ford Coppola y —como ha sucedido a lo largo de su carrera— la aceptación de su legado en una industria que ha preferido el efectismo y lo desechable por encima de lo autoral.
No es del todo claro si la película de Coralie Fargeat, abundante en imágenes que sexualizan a las mujeres, logra enfrentar las convenciones del cine masculino; sin embargo, vale la pena ver a Demi Moore, cuya intensidad es más clara al respecto.
El alemán Christian Petzold rechaza activamente toda ironía posmoderna, y abraza rasgos como la narración, el conocimiento, la sinceridad y la voluntad de catarsis, propios del clasicismo.
Incluso para robar o imitar se debe tener buen ojo y la nueva película de terror de Osgood Perkins carece de esa chispa. A Longlegs le sobró el ruido publicitario pero le hizo falta ingenio para evadir los clichés del cine de terror.
En el cine de Tatiana Huezo la clave para transmitir la esencia de los protagonistas es acercarse, extraer un poco de luz y dejarse arrastrar; al menos en el rodaje de El Eco, ella buscó capturar la esencia de la infancia que habita ese poblado, como lo relata en esta entrevista con Gatopardo.
Con la noticia del enfisema que padece David Lynch, sus admiradores caímos en cuenta de que, pronto, los singulares peces dorados en cada escena suya no volverán. No se retira de la dirección, pero la verdad de su despedida —al igual que en sus películas— se oculta detrás del humo.
¿Por qué, a pesar de las críticas negativas, M. Night Shyamalan es un director al que se le debe acompañar? Más allá de su clásico giro inesperado, en Trap el director nos permite psicoanalizar los miedos y oscuridades heredadas por las figuras paternas.
Sin rigor ni dedicación, los hermanos Cairnes arruinan los principios básicos del realismo estilo ‘grabación perdida’, y en el camino despliegan un imaginario trillado y hasta conservador. Son flojos como cineastas, y esperan que nosotros, espectadores, también lo seamos.
¿Cuándo se deja de ser migrante? ¿Cómo se resuelve la convivencia de dos conjuntos de símbolos: lo mexicano y lo japonés? Sumie García Hirata se acerca a la respuesta por medio de una sucesión de apariciones fantasmales, como sutil ejercicio de memoria.
Music hace pedazos la norma narrativa a tal grado que no tiene sentido verla para entender su significado o identificar una trama, sino para contemplar las composiciones, los colores pardos y a veces vivos, y la inmovilidad que resalta el paso del tiempo: afecto puro. Angela Schanelec nos acerca al conocimiento a partir de sensaciones, no de ideas.
Ti West culmina la trilogía que arrancó con X y Pearl, amarrándola de forma consciente e inconfundible al estilo de Brian De Palma. Tal vez ha dejado de ser solo un debutante que se conformaba con copiar por copiar a sus cineastas favoritos.
Con Martin Scorsese a cuadro y dirigida por David Hinton, Made in England: The Films of Powell and Pressburger es una convincente exposición de razones para amar una de las filmografías más emocionantes del cine clásico inglés. Ya puede verse en MUBI.
¿Una comedia romántica interesada en trastocar las reglas del género? A ratos lo es. ¿Un comentario estimulante sobre la fluidez de la identidad? También. ¿Un film noir de tonos humorísticos? Sí, acaba siéndolo. La más reciente película de Richard Linklater se mueve entre varias fronteras con sofisticación.
El gran director español visita México en el marco del 14 Festival Internacional de Cine UNAM, que se lleva a cabo en CDMX entre el 13 y el 20 de junio. Aunque solo ha realizado cuatro largometrajes desde 1973, Erice ha dejado una marca indeleble en el cine contemporáneo de España y del mundo gracias a su estilo misterioso y afectivo sobre el franquismo, la memoria y el cine mismo.
A Mathieu Amalric se le ubica más como actor que como director; sin embargo, tuvo tan clara su fijación por dirigir películas que en sus inicios prefirió pintar apartamentos que perder su amor por el cine al trabajar en la industria. En esta edición de FICUNAM, el artista francés es homenajeado como director.
La tendencia a la apuesta segura, la certeza y los significados claros, siempre incrustada en las películas más comerciales, ha contagiado a George Miller (lo cual no está del todo mal).
Las aventuras de Katia y Maurice Krafft entre los volcanes deletrean las hazañas y la maravilla del propio cine documental de Werner Herzog, quien nos mueve a pensar sobre la fragilidad de todas las cosas.
Radu Jude pone en juego la desobediencia a toda norma de realización cinematográfica en Do Not Expect Too Much from the End of the World. Su alegato subversivo (y desencantadamente rumano) es una sátira hilarante sobre la vida en el capitalismo tardío.
Rose Glass crea un nada complaciente pastiche para demostrar qué tanto los delirios ochenteros se parecen a los actuales. Y entrega en el camino símbolos en esteroides de la fuerza femenina.
¿Cuál es la diferencia entre, digamos, Die Hard, con Bruce Willis, y Civil War, de Alex Garland? Las dos muestran la destrucción como un satisfactor, pero la primera se asume como tal; la segunda es simplemente irresponsable.
Claudia Sainte-Luce transgrede todo un catálogo de normas de la comedia mexicana tradicional. Su burla hacia lo más desesperante y vacuo del universo clasemediero (y regiomontano, para colmo) es liberadora, pero deja espacio a la compasión y demás gestos profundamente humanos.
La mejor tradición italiana del siglo XX —Fellini, Pasolini, Antonioni, Rossellini y ¡Franco Battiato!— queda a buen recaudo, como en una sorprendente urna con huesos de santo y demás reliquias, en La chimera, de Alice Rohrwacher.
Cada año la academia de Hollywood tiene una oportunidad para rebelarse en lo político y en las formas. Esto, si premiara cintas que cuestionaran el lado oscuro de la cultura estadounidense o el estado de las imágenes. Casi nunca sucede. La tibieza, los intereses ejecutivos y la mano de críticos desinteresados mantienen a Hollywood lejos de cualquier subversión.