Estos son los organismos que soportan condiciones extremas, imposibles para la vida. Los extremófilos quizás sean, en un futuro, los grandes herederos de la Tierra. Su existencia abre posibilidades para la preservación del planeta.
La serotonina es la moneda de cambio de la alegría. Casi podemos comprarla, imaginamos, con un par de zapatos, un lindo recuerdo, una pastilla (legal o ilegal). Nos dicen que es la hormona de la felicidad, de la amistad y de la sensación de bienestar. Pero aquí está la cosa: en la economía de la serotonina, la fábrica de billetes somos nosotros.