Treinta años atrás. Entrevista a Cristina Rivera Garza

Treinta años atrás. Entrevista a Cristina Rivera Garza

La editorial independiente Dharma Books + Publishing publica un libro de Rivera Garza que apareció por primera vez hace más de treinta años. El crítico literario Jorge Téllez aprovecha la ocasión para indagar en esta decisión, en los inicios de su carrera como autora, en la escritora que hoy es y en la comparación entre la literatura crítica durante los ochenta y la que se necesita en estos tiempos.

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La cantidad de premios y nuevos libros que Cristina Rivera Garza ha recibido y publicado en los últimos años es tal que una lista que intentara compilarlos probablemente olvidaría un par o caducaría mañana. Apenas en los últimos trece meses ha publicado los libros Autobiografía del algodón y El invencible verano de Liliana, ambos en Penguin Random House. La traducción de Sarah Booker de su libro Dolerse fue finalista en el área de crítica del Círculo de Críticos de Estados Unidos. La editorial independiente Dorothy, a publishing project ha publicado una antología de sus cuentos, también en traducción de Sarah Booker. La versión en inglés de Los muertos indóciles es parte de los primeros libros de una nueva serie sobre estudios mexicanos de la editorial universitaria Vanderbilt University Press. Ganó la prestigiosa beca MacArthur y, a principios de este mes, el Premio José Donoso.

A esta lista necia y parcial hay que agregar su más reciente libro, Andamos perras, andamos diablas, que ella misma resume en el prólogo como una serie de “alegatos en contra del amor”. Publicado por la editorial independiente Dharma Books, esta nueva edición de su primer libro de cuentos nos da una rara oportunidad para buscar treinta años atrás los rastros que conforman a su autora en el presente. Hoy, a Cristina Rivera Garza podemos relacionarla con escritoras latinoamericanas que, a falta de una palabra o idea más precisa, podríamos llamar de vanguardia. Sus libros, junto con los de Lina Meruane, Nona Fernández, Valeria Luiselli, María Gainza, por mencionar sólo algunas, se aprovechan de las convenciones de ciertos géneros –las memorias, el ensayo, la autobiografía, el relato policial, la academia– para desestabilizar el “yo” en una escritura que reflexiona sobre los fuertes lazos entre lo artístico, lo histórico y lo político en el mundo contemporáneo.

Este tipo de escritura ya es visible en su primer libro de cuentos, y no sorprende que La guerra no importa, originalmente publicado en Joaquín Mortiz en 1991, haya sido uno de los materiales que Cristina Rivera Garza utilizó posteriormente en Verde Shanghai (Tusquets, 2011). En la conversación que tuve con la autora quise enfocarme en la oportunidad que esta nueva edición de su primer libro nos da para hacer un recorrido de ida y vuelta sobre sus inicios como escritora, la importancia de las becas y los premios para alguien que empieza a escribir y el papel de la edición independiente en el siglo XXI en México.

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