Basta de plagios disfrazados de homenajes

Basta de plagios disfrazados de homenajes

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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Archivo Gatopardo

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

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Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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En México se trabaja en una ley de salvaguardia del patrimonio de los pueblos originarios.

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Un ícono de la moda a nivel mundial presenta su nueva colección. Los protagonistas de sus piezas son técnicas de bordado y patrones identitarios de las comunidades indígenas de México. Algunos celebran que haya tomado aspectos de la cultura mexicana para ponerlos en una colección que va a recorrer el mundo, otros, le acusan de haber plagiado diseños de altísimo valor y exigen consecuencias en su contra. Carolina Herrera y su colección Resort 2020 protagonizaron recientemente este debate que transita entre la apropiación cultural, el homenaje y el plagio. La diseñadora venezolana fue acusada de utilizar de manera indebida el trabajo de comunidades como Tenango de Doria, uno de los 84 municipios del estado de Hidalgo. Por desgracia, ésta no es la primera vez que ocurre algo así, son muchos los casos en los que el patrimonio de los pueblos originarios ha estado en pugna. En 2015, la firma francesa Isabel Marant protagonizó un escándalo similar al copiar el diseño de la blusa típica de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca. Así es como diseñadores nacionales e internacionales, escudados bajo el principio de inspiración, aseguran que su trabajo no lastima el corazón de las tradiciones mexicanas. “Aseguran que se trata de un homenaje, pero con eso habrá ventas, recibirán utilidades, tendrán un uso comercial. La insinuación del homenaje es ridícula”, aseguró, en entrevista con Gatopardo, la senadora por Morena, Susana Harp Iturribarría, quien en 2018 propuso la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La riqueza cultural con la que los pueblos originarios enorgullecen a México es indiscutible. Actualmente, en el país hay 68 etnias, cada una con su propia lengua, distintas creencias, variedad de tradiciones y elementos que hacen que el país goce de un panorama diverso lleno de colores, historias, olores y sabores. Sin embargo, están a la deriva. Los pueblos indígenas no son titulares del derecho que genere el uso y aprovechamiento de sus elementos culturales e identitarios. Por ahora, la ley mexicana no los protege del abuso que otras industrias, como la de la moda o el diseño, pueden ejercer en su contra. “Un homenaje hubiera sido venir y platicar con las comunidades y hacerlo junto con ellas como una colaboración, eso es un homenaje”, aseguró Harp. Basta con revisar el artículo 159 de la Ley Federal de Derecho de Autor, donde se establece que “es libre la utilización de las obras literarias, artísticas, de arte popular o artesanal”. Es “inconcebible que eso esté puesto en una ley mexicana”, lamenta Susana Harp, quien llegó al Senado de la República el 1 de septiembre de 2018 como representante de su natal Oaxaca. Al ritmo de sones como “El Feo” y “La Sandunga”, Harp dedicó su carrera a promover la cultura mexicana a través de la música tradicional en diversos escenarios del mundo, pero a su labor ha sumado la defensa del patrimonio cultural de los pueblos indígenas en México.

“Desde que acepté entrar al Senado, empecé con una campaña en Oaxaca y absolutamente todas las comunidades a las que visité pusieron dos temas sobre la mesa: salud y el respeto a sus culturas”, destacó Harp. En consecuencia, la senadora propuso la Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas con la que contempla evitar la apropiación indebida, así como el uso, aprovechamiento o explotación comercial no autorizada, de los conocimientos culturales, identidad y demás manifestaciones que formen parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas. Todo esto a partir de la idea de derecho colectivo. Harp explicó que tanto la ley de Indautor como la ley del IMPI se basan siempre en la lógica individualista. Sin embargo, el patrimonio de los pueblos originarios es un tema mucho más complejo, pues en el lenguaje técnico legislativo las comunidades indígenas no son sujetas de derecho. “Si tú vas a Tenango de Doria, una de las comunidades más plagiadas en esta colección , tú piensas en derecho colectivo debido a que el patrimonio no es solamente de quién sabe bordar o dibujar, ese patrimonio y ese saber le pertenece a toda la comunidad del municipio”. Del caso Carolina Herrera, Susana Harp se expresó indignada de la sola idea de que alguien “pueda decir que es una inspiración cuando está haciendo una copia”. La senadora aseguró que “de todos los artesanos con los que he podido platicar, ninguno dice que no quiere que su trabajo se conozca. Nadie te dirá ‘esto es mío, no quiero que lo conozca el mundo”. Sin embargo, la manera en que lo hizo Resort 2020 no fue la correcta. Recordó que en 2015, la línea de alta costura CH logró una sana colaboración con los textiles y bordados mexicanos. En aquella ocasión, de la mano de la Asociación de Amigos Museo de Arte Popular de México (MAP), realizó una edición especial de su icónico bolso Matryoska bag. Tenango de Doria también fue el protagonista de aquella colección, pero a diferencia de ésta, el bordado fue elaborado por la misma comunidad, que recibió el reconocimiento a su labor. Asimismo, Herrera le aportó a la misma un porcentaje de las ventas del bolso. Sin embargo, esta vez Carolina Herrera “no fue una empresa responsable, no fue una empresa respetuosa”, evidenció Harp. Luego de darse a conocer Resort 2020 a inicios del mes de junio, la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, fue una de las primeras autoridades en exigir explicaciones a CH sobre el uso del patrimonio de los pueblos indígenas. En una carta a la que tuvo acceso Gatopardo, Frausto solicitó a la marca una explicación pública de los fundamentos en los que se basaron para tomar la decisión “de hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras”. En el escrito, la titular de Cultura señaló que actualmente se lleva a cabo “una amplia discusión sobre los derechos culturales de los pueblos indígenas y la participación de las comunidades en la preservación de su legado cultural e identitario”.

Wes Gordon, director creativo de la marca Carolina Herrera, y la mente detrás de la controversial línea, se limitó a señalar que Resort 2020 era una forma de rendir homenaje “a la riqueza cultural mexicana”. Sin embargo, para Harp, la respuesta del joven diseñador fue una burla. Por otro lado, la senadora subrayó la responsabilidad del mercado a la hora de comprar. “CH podrá proponer lo que quiera, pero también todo México y todo el mundo puede decidir no comprarlo y solidarizarse con las comunidades”. Harp resaltó que así como existen marcas irresponsables, hay muchas nacionales e internacionales que han sabido trabajar con las comunidades de manera respetuosa. Uno de los ejemplos más claros es el que hace la diseñadora Carla Fernández. “Es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien”, explicó Fernández a Gatopardo. Con su marca, trabaja mano a mano con artesanos mexicanos para la elaboración de cada uno de sus proyectos, en donde logra que las técnicas de tejido sean parte primaria del diseño y no solo un elemento decorativo. De esta manera, cada una de sus colecciones consigue que los artesanos sean parte de todo el proceso, desde el asunto creativo hasta la retribución final del producto. “Las comunidades son muy diversas, es muy importante entender que las comunidades quieren estas colaboraciones pero las quieren hacer bien. El 90% de los grupos con quienes yo trabajo son ellos mismos los que nos han buscado para colaborar, para desarrollar nuevos proyectos y abrir mercado”, contó la diseñadora. Detalló que actualmente son muchos los diseñadores en todo el mundo que sí trabajan directamente, tanto en producción creativa como productiva con las comunidades, quienes a su vez reciben un pago justo y promoción de su patrimonio a través de la etiqueta, videos, fotografías. “Es un trabajo muy completo”, aseguró. Sin embargo, reconoció que las comunidades indígenas aún están desamparadas legalmente en cuanto a la protección de su trabajo, por lo que celebró la iniciativa de Ley de Salvaguardia de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. “Será un precedente muy importante, no solo para México sino para el mundo. Estoy totalmente convencida de que hace falta una ley de salvaguardia. Este es patrimonio vivo de los pueblo indígenas”, afirmó. Carla Fernández dijo que sin duda, la ley “será polémica” por el simple hecho de querer dotar a una comunidad de derechos. No obstante, aseguró que hay mucha gente detrás que quiere hacer las cosas de manera correcta. “Tenemos todo a favor, hay que sentarnos, hay que hacerlo bien, esto es para la comunidad y tiene que salir de la comunidad y no nada más de las partes que ya sufrieron un plagio sino también de los artesanos que trabajan con colaboraciones exitosas”, señaló. “La moda hoy por hoy, es una de las industrias más contaminantes del planeta. Eso tiene que ver, en gran parte, a la falta de respeto a lo hecho a mano”, manifestó la diseñadora. Al mismo tiempo evidenció que marcas gigantes como CH, Louis Vuitton, Dior, H&M y Zara, han tenido algún escándalo por plagio, pero no quieren producir con la comunidad. Por ejemplo, en Resort 2020 “Nadie más que Latinoamérica, Carolina Herrera y su diseñador en jefe Wes Gordon, reciben un crédito por las piezas”, dijo. “¿Por qué marcas tan chiquititas e independientes como muchas mexicanas sí podemos trabajar con la comunidad, pagarle al artesano y darles crédito, mientras los gigantes evaden esta responsabilidad”, pregunta.

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