Tiempo de lectura: 4 minutosLa Ciudad de México, como bien es sabido, alguna vez fue un lugar lleno de agua, flora y fauna; un lago vivo, que le daba a sus habitantes, no solo a los humanos, los suficientes insumos para estar bien.
A lo largo de 500 años este lago con islotes fértiles y fructíferos, se transformó en una red de ríos de cemento con altísimos edificios que imponen su sombra a los árboles, a quienes no les ha quedado de otra que estirar sus raíces en busca de lo que alguna vez fue suyo.
Mientras tanto miles de organizaciones, activistas y especialistas de todo el mundo han insistido en la urgencia de declarar al cambio climático un estado de emergencia global. Han advertido que si los seres humanos, principales agentes del desequilibrio ecológico, no cambiamos la forma de consumir y relacionarnos con la Tierra, podríamos estar acelerando la sexta extinción masiva. Las grandes metrópolis del mundo son en buena medida responsables del problema y agentes fundamentales para combatirlo.
Recientemente se anunció que los Viveros de Coyoacán, uno de los pocos pulmones de la Ciudad de México, serán el hogar del primer Centro Ciudadano para la Sustentabilidad (CCS), un proyecto dirigido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), que busca promover la agroecología, el trabajo comunitario y el florecimiento de espacios naturales. El proyecto tiene dos ejes principales: un huerto agroecológico en el que se utilizarán sistemas de producción limpios y buenos con la tierra y los alimentos, y un jardín de polinizadores.
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“La industria agrícola, que ha crecido mucho en los últimos 50 años, basa buena parte de su producción en el uso de agroquímicos, tanto de fertilizantes como de plaguicidas”, dijo en entrevista Coral Rojas Serrano, responsable del área de agroecología de la SEMARNAT. “Eso tiene daños colaterales y afecta mucho a los ecosistemas: contamina el agua, el suelo y daña muchísimo a los polinizadores», explica.
Los organismos clasificados como polinizadores son aquellos que visitan las flores y promueven su reproducción. Los más conocidos son las abejas, pero son alrededor de 20 mil las especies que fungen esta tarea, importantísima para el medio ambiente: el 90% de las plantas con flores requieren del servicio de los polinizadores para no extinguirse.
Dentro de ese enorme porcentaje están muchas de las que integran la dieta diaria de los mexicanos, como frijol, chile, tomate, calabaza, jitomate, ciruela, mango, manzana, guayaba y café. “Se estima que uno de cada tres bocados depende directamente de estas especies. Sin ellas, la dieta de la población carecería de minerales y complejos vitamínicos esenciales, lo que afectaría la salud ”, afirma Rojas.
“La idea es que la ciudadanía vaya conociendo todas estas formas alternativas de vida, de producción.”
Parte del problema viene de que la industria alimentaria se ha separado demasiado de las ciudades. “Esto ha provocado que se le pague poco a los productores y a los consumidores se les venda caro”, dice Rojas, quien apunta el impacto ambiental por el transporte de todo esto es también muy alto. “Hay que buscar que las ciudades sean más sustentables”, asegura.
El CCS ocupará un área de casi una hectárea. En 4,030 metros cuadrados se instalará el jardín de polinizadores, que estará conformado por diferentes plantas en una disposición de flor, con una fuente en el centro. El diseño está pensado para tener flores durante todo el año, compuestas por siete grupos: Arbóreas, que incluye cítricos como acacia, ciruelo, durazno, manteco, palo dulce, casahuate y plátano; Arbustivas, con tronadora, muicle, huele de noche, azomiate y azalea; y Herbáceas suculentas, como echeverias, sábila, kalanchoes, cactáceas, aptenia y carpobrotus. También habrá herbáceas de cultivos anuales, como girasol, cempasúchil, zinnia y manzanilla; herbáceas silvestres y medicinales como mirasoles, lantana, asclepias, gigantón y siempreviva; panalillo, lavanda, gazania, dalias, caléndula; y trepadoras como pitahaya, coralillo y mantos.
El huerto agroecológico de hortalizas y plantas medicinales estará dispuesto al lado del jardín de polinizadores, en un área de 3600 m2. Coral Rojas aseveró que de este huerto se planea sacar un total de 50 kilogramos de alimentos a la semana, que se venderán en un Tianguis Agroecológico en el que también participarán productores de huertos sustentables en Tláhuac, Xochimilco y Milpa Alta.
«A lo largo de 500 años este lago con islotes fértiles y fructíferos, se transformó en una red de ríos de cemento con altísimos edificios que imponen su sombra a los árboles.»
“La idea es que la ciudadanía vaya conociendo todas estas formas alternativas de vida, de producción. Queremos acercarnos a los jóvenes, o a cualquier persona que lo desee, para que vean la maravilla que es trabajar con la tierra”, dice Rojas y añade que parte de lo que se hará en el CCS será impartir conocimiento sobre estos temas a la mayor cantidad de personas posible. Una forma de hacerlo será colocando infografías en los jardines, que estarán abiertos al público, y otra será con talleres impartidos por la SEMARNAT en los que se aprenderá sobre agroecología y gastronomía tradicional y sustentable.
“Se está pensando para más adelante que los propios ciudadanos sean quienes lo administren y que no dependa tanto del estado”, suma Rojas, pues se planea que además de los talleres que imparta la Secretaría también se abra el espacio para otros temas como la energía sustentable y el ecoarte.
El Centro Ciudadano para la Sustentabilidad de los Viveros de Coyoacán es un programa piloto que se quiere implementar en todos los estados de la República. Se planeaba inaugurarlo en abril, pero debido a la contingencia sanitaria el calendario se ha movido a agosto, que es cuando se prevé que los ciudadanos podrán comenzar a disfrutar de este espacio.
Ojalá esta iniciativa incentive tanto a la ciudadanía como al gobierno a seguir diseñando propuestas y esquemas que hagan la vida urbana –y también la rural– más sustentable, para aumentar la calidad de vida e intentar ganarle a la crisis ecológica.
