La cuarentena que estamos viviendo por la amenaza del nuevo coronavirus supone un desafío a las actividades laborales en esta era de conectividad. Pero en el caso de las mujeres, el reto es todavía mayor: la pandemia evidencia y acentúa las desigualdades que hay entre mujeres y hombres.
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Hace casi un siglo que Virginia Woolf se preguntó qué hubiera pasado si William Shakespeare hubiera nacido mujer. Lo más probable es que se hubiera dedicado a las tareas domésticas, la limpieza del hogar, a la producción de comida y también al cuidado de los hijos, todo de manera precaria. Ya por la noche, probablemente, y si todavía le restaran fuerzas, hubiera tenido tiempo para escribir una obra teatral tan poderosa como Macbeth o El rey Lear, a la luz de las velas. «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si desea escribir ficción», escribió Woolf en 1929.
La cuarentena que estamos viviendo por la amenaza del nuevo coronavirus supone un desafío a las actividades laborales en esta era de conectividad. Pero en el caso de las mujeres, el reto es todavía mayor: la pandemia evidencia y acentúa las desigualdades que hay entre mujeres y hombres. Si Shakespeare viviera hoy, y fuera mujer, probablemente se seguiría enfrentando a una inmensa lista de tareas antes de sentarse a escribir.
Lizbeth, una profesora de secundaria de Monterrey, madre de dos niñas menores de diez años, cuenta que notó el cambio drástico que la cuarentena trajo a su vida. Su esposo no puede hacer homeofficepor lo que ella debe cuidar a sus pequeñas que tiene en casa tras la suspensión de las clases escolares en México. Durante los primeros días, tuvo que tener creatividad con tal de mantenerlas activas. “Ahora que estoy en mi casa dosifico la limpieza, que antes hacíamos los fines de semana. Lo hago con mi esposo para que no se acumule. No ha sido sencillo porque las niñas se aburren. Ayer cocinamos cupcakes, armamos un rompecabezas y les tuve que sacar otro de mil piezas para que les dure más, porque ya estaban aburridas”, dice.
De 2.2 millones de personas que se dedican al trabajo del hogar de manera remunerada, el 90 por ciento son mujeres, y el 75 por ciento de ellas no cuenta con ningún tipo de prestaciones.
Antes de la pandemia, ya se hablaba de doble y hasta triple jornada de trabajo que realizan las mujeres. Las medidas y los impactos que tendrá el confinamiento en los hogares recaerá principalmente en ellas, explica Eufemia Basilio, doctora en Economía por la UNAM. Si salen o no a trabajar, ellas tendrán que encargarse de la casa y del cuidado de los hijos al mismo tiempo, estamos hablando del 54.3 por ciento de las mujeres mexicanas con cifras del INEGI.
El trabajo doméstico y de cuidados consiste en los alimentos, la limpieza del hogar, lavar ropa y calzado, hacer la compra y la administración de víveres; la atención a los niños, las personas enfermas, los adultos mayores o personas con alguna discapacidad. Sin olvidar que también hay que cocinar. Son más mujeres las que realizan estas actividades no remuneradas, al invertir 39 horas de trabajo frente a 14 que dedican los hombres por semana, de acuerdo con cifras de Inmujeres (Instituto de Mujeres).
La decisión por parte de la Secretaría de Educación Pública de cerrar las escuelas durante un mes, sin una política de trabajo correspondiente para quienes cuidan a los niños durante este periodo, demuestra una preocupante falta de perspectiva de género. «Esta crisis refuerza la necesidad de programas de seguridad social y medidas de conciliación de la vida laboral y personal», añade Rebeca Ramos, directora de GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida).
Las mujeres trabajan doble en tiempos de pandemia. Lizbeth ve, sin embargo, el lado positivo de hacer trabajo en casa junto a sus hijas: «En este tiempo de crisis toca enseñar a nuestros hijos sobre resiliencia».
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Eli es una joven periodista mexicana y madre de un bebé. Va a su trabajo normalmente de domingo a jueves, pero los domingos le permiten reportear desde casa. Ella y su pareja trabajan, por lo que la abuela los ayuda cuidando al bebé. Con la cuarentena, la rutina de Eli cambió y ahora debe combinar el cuidado de su hijo con su profesión. Su esposo tiene, además, que ir algunos días a la oficina y otros no, de modo que el panorama es complejo. «La ventaja es que estoy con mi hijo hasta un minuto antes de empezar a trabajar y un minuto después de finalizar mi jornada laboral y no una hora más tarde», dice.
Eli no cuenta con prestaciones, acceso a una guardería en su lugar de trabajo y únicamente le han permitido hacer homeoffice durante esta cuarentena. Normalmente divide los trabajos de cuidado y domésticos con su esposo, pero a partir de la cuarentena, estas labores se han convertido en el origen de varios problemas (porque además tuvieron que prescindir de la persona que hace trabajo doméstico). “Yo siempre limpio el suelo y mi pareja nunca, yo siempre lavo el baño, lavo ropa y mi pareja jamás. También baño al niño al terminar el día. Aunque mi esposo cocina y a veces cuida al niño, generalmente siempre solicita ‘ayuda’ para llevar a cabo sus tareas”, dice Eli.
Son más mujeres las que realizan estas actividades no remuneradas, al invertir 39 horas de trabajo frente a 14 que dedican los hombres por semana, de acuerdo con cifras de Inmujeres (Instituto de Mujeres).
En México también salta otra cifra. De 2.2 millones de personas que se dedican al trabajo del hogar de manera remunerada, el 90 por ciento son mujeres, y el 75 por ciento de ellas no cuenta con ningún tipo de prestaciones. La mayoría de estas empleadas no pueden seguir las medidas preventivas que dictaminan las autoridades como parte de la Jornada de la Sana Distancia, como evitar desplazamientos, concentraciones masivas en transporte público o higiene si viven en zonas marginadas con poco acceso a agua o luz. Sobre todo porque su paga o salario es percibida por día de trabajo, y no cuentan con un contrato formal.
Está también el caso del trabajo de cuidados, donde la cifra de mujeres que son enfermeras es mayor a la cifra de hombres que se dedican a esta actividad. Ellos son el primer contacto con pacientes con coronavirus y de 472 mil 281 enfermeros, el 79 por ciento son mujeres.
Otro indicador que se considera es importante es la violencia doméstica. En México, el 43.9% de las mujeres ha experimentado violencia por parte de su actual o última pareja. La necesidad de permanecer en cuarentena dentro de los hogares agudiza los riesgos tanto para mujeres como para niñas. La ONU coincide en que la disminución de la actividad económica podría contribuir a aumentar los niveles de violencia en los hogares.
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Entonces qué se puede hacer. Ante esto, la Doctora Karla Berdichevsky, Directora General del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, hace un llamado a no reproducir desigualdades que enfrentan mujeres y niñas en el hogar, y enlista algunos ejemplos:
la distribución inequitativa del trabajo no remunerado.
la priorización del cuidado familiar sobre el cuidado personal.
la exclusión del mercado laboral formal.
la incorporación de niñas y adolescentes en tareas no aptas para su edad o que obstaculizan sus actividades escolares.
En caso de alguna emergencia y atención inmediata, están a disposición las siguientes líneas de servicios:
Línea materna para ofrecer atención a mujeres que estén embarazadas y requieran de emergencia obstétrica o de lactancia: 800 MATERNA (800 628 37 62)
Información de métodos anticonceptivos: PlanificaTEL (800 626 64 64
Casos de violencia familiar y de género: 911
Apoyo por violencia psicoemocional y atención a adicciones: Línea de la vida 800 911 20 00
Si durante la Jornada Nacional de #SanaDistancia tú o alguna #Mujer que conozcas está pasando por una situación de violencia, no estás sola, estamos contigo.
La violencia es un delito, denúncialo.
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