México y el espacio a 50 años de la llegada a la luna
No pasará mucho para que México tenga misiones a la Luna de ello se encargan científicos mexicanos
Una de las instituciones que se vio afectada en su presupuesto de 2019 por los recortes hechos por la Cuarta Transfromación fue la Agencia Espacial Mexicana (AEM). En 2018 a la institución se le destinaron 77.8 millones de pesos y este 2019 contó con un presupuesto de tan solo 62.2 millones. Sin embargo, el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en sostener una «visión de desarrollo tecnológico nacional».
A pesar de los recortes presupuestales México podría ser el primer país de Latinoamérica en llevar una carga útil a la luna en 2021, previó el Maestro Ander Solórzano de la empresa Astrobotic. El objetivo estaba previsto a ser cumplido en 2018, luego cambió a 2019 y ahora se espera que se cumpla dentro de dos años. Astrobotic es una compañía que desarrolla tecnología aplicada a la robótica espacial con el objetivo de ser útil en misiones lunares y planetarias, y es la empresa que se encargara de lanzar al espacio al dispositivo de exploración mexicano a través de la sonda «Griffin Lunar Lander».
El directivo de Misiones de Satélites Miniaturizados para el Espacio Profundo de la División de Sistemas Avanzados de Exploración, Andrés Martínez, destacó que los mexicanos podrán colaborar con la NASA para misiones lunares gracias a la capacitación de capital humano que a la que ha apostado el país. Cada vez el talento mexicano sobresale más en iniciativas privadas o en agencias espaciales internacionales, sin embargo aún existe una brecha educativa nacional que se traduzca en el interés de los jóvenes por el ámbito espacial.
Existen dos variantes respecto a este tema con los estudiantes en México: la primera es que el desempeño del país en ciencias, lectura y matemáticas, se encuentra por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con base en los resultados de PISA 2015. La segunda es que los estudiantes en México declaran tener un nivel de interés en las ciencias más alto comparado con sus pares en otros países latinoamericanos, medición que apunta a las expectativas sobre tener una carrera profesional que se relacione con las ciencias son altas.
Eventualmente este factores inciden en la población de mujeres que eligen una carrera en las ciencias. El porcentaje de hombres que se dedican a las S.T.E.M. (por sus siglas en inglés), es decir a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas es de 54 por ciento, mientras que el porcentaje de mujeres solo alcanza el 38 por ciento, según los Anuarios Estadísticos de Educación Superior de la ANUIES, 2016-2017.
Entre los factores que desalientan a los estudiantes en México a perseguir una carrera en las ciencias el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en México ve potencial de mejora. Las ingenierías pagan un 32% más que las carreras en el área de educación y un 19% más que las carreras del área físico matemáticas.
La iniciativa privada no es la única que ve potencial al respecto, Miguel Sánchez, quien ha dedicado su vida universitaria a las ciencias estudia el último año de Ingeniería Aeronáutica en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) Ticomán del IPN y emprendió una iniciativa social para impartir a jóvenes talleres estructurados a partir del modelo S.T.E.M. con un enfoque en investigación espacial.
“A veces sabemos a lo que nos queremos dedicar, pero en ocasiones hay estigmas y estereotipos en el hogar, en la escuela o en la sociedad en conjunto”, dice Miguel, quien además comenzará la licenciatura de relaciones internacionales. Por ello co-fundó Atomx Education, una iniciativa mexicana de emprendimiento social que busca impulsar a las futuras generaciones, cerrar la brecha de género, apoyar a comunidades vulnerables y encaminarlas hacia el ámbito espacial. La organización se dedican a dar talleres a niños y niñas de entre 6 y 12 años. Con casi un año en operaciones, más de mil niños han aprendido sobre el espacio con pláticas divertidas sobre física, química y biología, a la vez que desarrollan habilidades como liderazgo, ingenio y creatividad.
Combinar las disciplinas es una idea a la que Miguel llegó a partir de la ingeniería. En la escuela, Miguel co-fundó la Asociación Aeroespacial de la Esime Ticoman (AAET) al ver que, a diferencia de otras universidades, el IPN no contaba con un grupo estudiantil enfocado al estudio del espacio. La AAET ahora es presidida por estudiantes inspirados en acercarse al espacio desde el sus propias disciplinas, entre ellas la medicina, la biología e incluso la administración y los negocios.
«La idea era llevar a nuestras disciplinas a pensar, ¿qué hay más allá de la Tierra? Hay un transbordador espacial, satélites, estaciones. El cielo es tan sólo el comienzo, porque a partir de ahí hay muchas cosas que ni siquiera existen todavía», dice en entrevista Miguel Sánchez. Al final «el cielo es tan solo el comienzo» permaneció como la esencia del lema del emprendimiento Atomx.
México es el séptimo exportador de insumos aeroespaciales especializados en transporte aéreo a Estados Unidos. El diseño de partes y componentes de una aeronave o procesos para la fabricación es a lo que se dedican la mayoría de los egresados de las ingenierías. «No se requiere ir al espacio para realizar actividades espaciales. Hay tecnología espacial que tanto puede viajar al espacio como se puede aplicar en el planeta», comenta Miguel Sánchez.
Según Brenda Arias, física y divulgadora científica enfocada en la astronomía, otro papel fundamental para generar interés en carreras como la astronomía, es el de la divulgación científica. “Cuando los niños realizan actividades de astronomía como ver a través de un telescopio o van a un planetario, eso los cautiva. Descubren que ser astrónomo en México es factible, que es una carrera que uno puede estudiar a nivel de posgrado, pero que por eso te tienes que preparar”, dice.
Brenda Arias pone como ejemplo a los actuales investigadores en astrofísica que son reconocidos y citados en diversas revistas de prestigio y explica que un gran porcentaje de ellos se interesó en esta ciencia gracias a programas divulgativos como el famoso documental Cosmos de Carl Sagan. Gracias a una buena estrategia de divulgación, Arias percibe que la población estudiantil dedicada a la astronomía y a las ciencias ha ido en crecimiento.
«Aunque no te quieras dedicar a la astronomía de manera profesional, como ciudadano el hecho de acercarte a la astronomía por parte de la divulgación te permite tener un conocimiento que te haga tomar decisiones distintas basadas en mayor información», indica.
Brenda Arias resalta que también la divulgación puede ser relevante para erradicar la brecha de género en la astronomía, porque 1 de cada 3 investigadores es mujer. «Es importante que, a través de la divulgación de la ciencia, se den a conocer estos casos de éxito en los que hayan participado mujeres». Entre ellos estaca un programa organizado por el Centro Cultural España en conjunto con otras instituciones educativas llamado «Quiero ser científica». La convocatoria es para adolescentes mujeres de 13 a 18 años y permite a las jóvenes sentarse a platicar durante 15 minutos con científicas locales especialistas en matemáticas, física, biología, ingeniería biotecnológica o biomédica y astronomía. «Es un ejercicio íntimo y efectivo. Las participantes se atreven a preguntar sobre cosas que les inquietan y les da la libertad de contarte cosas personales como que sus padres no quieren que se dediquen a las ciencias. Cuando te ven que eres de carne y hueso y que hasta nos parecemos a sus familiares, la brecha entre ellas y sus sueños se acorta», concluye Brenda Arias.
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