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Galeristas y artistas han empujado los límites de lo electrónico y digital en el quehacer artístico.

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de

Los movimientos artísticos han evolucionado a lo largo de los años: nacen y mueren con las revoluciones. La fotografía, por ejemplo, cambió para siempre la representación de la realidad, ya no tenía sentido para los pintores querer retratarla y así nacieron las vanguardias, para más tarde dar lugar al arte electrónico y digital. El historiador de arte Frank Popper, experto en la relación entre el arte y la tecnología, sitúa el origen del arte electrónico a finales de los años sesenta. Actualmente, la última frontera del arte es el digital pero, a diferencia de las bellas artes, es mucho más ambiguo en su técnica: puede hacerse pasar por diseño, un juego o hasta por marketing. En México, el panorama es diverso: artistas, curadores y gestores culturales intentan dar forma y delimitar el concepto del arte digital mientras producen y borran los límites entre la tecnología, el mercado del arte y la innovación. Patricia Siller y Luis Nava, creadores y gestores de la plataforma Janet40, consideran que el arte digital es un experimento constante. “Creo que está justo en medio de las bellas artes y el arte popular, y me encanta. Yo lo veo como el puente entre entretenimiento y arte”, comenta Siller. Janet40 se dedica a gestionar la salida de proyectos digitales a lo material. “Iniciamos trabajando con artistas digitales mexicanos con un interés medio fetichista por materializar contenidos que existían en pantalla. Hay una frase que utilizamos siempre y creo que da en el clavo: lo que hacemos son souvenirs de internet”, sugiere Nava. El proyecto no se dedica solamente a la impresión de arte digital, sino que busca encontrar salidas creativas que aporten a la pieza y que, ya materializadas, se puedan comercializar.

arte y tecnología 1

saaaaaaaadnesssssss, de Janet40 en colaboración con Daniel Pérez (2017). Por otra parte, existen artistas digitales que se enfocan en empujar los límites de la tecnología. Anni Garza Lau, quien comenzó siendo diseñadora de videojuegos, es una de las exponentes más importantes de lo digital en el país. Su trabajo está enfocado en la interacción física con la tecnología y el affective computing, que explora el uso de la tecnología en el reconocimiento emocional a partir del rostro, las ondas cerebrales o la piel. “Me molesta un poco esta idea que la gente tiene de que el arte debe ser estético. Yo pienso que no, el arte tiene que adaptarse a cada época y los artistas intentamos hablar de los problemas concretos que vemos en cada época; es nuestro contexto y nuestra realidad”, explica Garza Lau. El arte digital se alimenta de investigación y generación de datos que después busca visualizar. Esto podría ser cualquier cosa: creación de imágenes, experimentación en video, inteligencia artificial, realidad virtual, experiencias de marketing, pintura digital e innovación en programación, entre otros. ”Los límites del arte digital tienen que ver con la intención de hacer arte per se. Y pese a que las herramientas y las maneras de comercializar sean relativamente nuevas, creo que tiene que ver con el mismo fin que ha estado lidiando el arte siempre: dónde se exhibe, quién lo ve y, en nuestro caso, quién lo puede comprar”, comenta Nava.

Vista de exposición "ConfessionsXL @ llorar" (2018) “Mi utopía es que el arte digital ocupe espacios más importantes a nivel social y genere movimiento o acción, porque desde hace muchos años está bastante separado el nicho del arte”, comenta Garza Lau. El hecho de que el digital viva en las pantallas lo convierte en un concepto más dinámico. Un link con un experimento llega a muchas más personas de las que caben en un museo. “El mensaje tiene que llegar a más gente que a la galería o el coleccionista. ¿Cuál es el sentido de hacer arte y abrirlo a un público general cuando en realidad no estás ofreciendo las herramientas para que la gente que no sabe nada del tema tenga una aproximación a tu pieza?”, se pregunta la artista. En los últimos años, hemos visto en México a artistas como Gilberto Esparza, quien ganó el Golden Nica de Ars Electronica, uno de los reconocimientos más importantes en el mundo del arte digital y electrónico por su trabajo con sistemas biológicos para crear conciencia ambiental; también está la reimaginación a la fachada del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, con una arquitectura neoindigenista por Julieta Gil; la exploración de video mapping en las zonas arqueológicas de CocoLab; la animación experimental de Adrián Regnier y los mundos distópicos de inteligencia artificial de Gibrann Morgado, entre muchos otros que exploran los límites de la tecnología, el diseño, el arte y la innovación. “Es difícil, pero en México existe la capacidad y el soporte de las instituciones y personas para producir arte que tiene calidad internacional. Hoy hay un espacio y una comunidad que están enfocados a desarrollar arte con tecnología, desde la ciencia y desde la parte de reflexión artística”, finaliza Garza Lau.

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Los movimientos artísticos han evolucionado a lo largo de los años: nacen y mueren con las revoluciones. La fotografía, por ejemplo, cambió para siempre la representación de la realidad, ya no tenía sentido para los pintores querer retratarla y así nacieron las vanguardias, para más tarde dar lugar al arte electrónico y digital. El historiador de arte Frank Popper, experto en la relación entre el arte y la tecnología, sitúa el origen del arte electrónico a finales de los años sesenta. Actualmente, la última frontera del arte es el digital pero, a diferencia de las bellas artes, es mucho más ambiguo en su técnica: puede hacerse pasar por diseño, un juego o hasta por marketing. En México, el panorama es diverso: artistas, curadores y gestores culturales intentan dar forma y delimitar el concepto del arte digital mientras producen y borran los límites entre la tecnología, el mercado del arte y la innovación. Patricia Siller y Luis Nava, creadores y gestores de la plataforma Janet40, consideran que el arte digital es un experimento constante. “Creo que está justo en medio de las bellas artes y el arte popular, y me encanta. Yo lo veo como el puente entre entretenimiento y arte”, comenta Siller. Janet40 se dedica a gestionar la salida de proyectos digitales a lo material. “Iniciamos trabajando con artistas digitales mexicanos con un interés medio fetichista por materializar contenidos que existían en pantalla. Hay una frase que utilizamos siempre y creo que da en el clavo: lo que hacemos son souvenirs de internet”, sugiere Nava. El proyecto no se dedica solamente a la impresión de arte digital, sino que busca encontrar salidas creativas que aporten a la pieza y que, ya materializadas, se puedan comercializar.

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Vista de exposición "ConfessionsXL @ llorar" (2018) “Mi utopía es que el arte digital ocupe espacios más importantes a nivel social y genere movimiento o acción, porque desde hace muchos años está bastante separado el nicho del arte”, comenta Garza Lau. El hecho de que el digital viva en las pantallas lo convierte en un concepto más dinámico. Un link con un experimento llega a muchas más personas de las que caben en un museo. “El mensaje tiene que llegar a más gente que a la galería o el coleccionista. ¿Cuál es el sentido de hacer arte y abrirlo a un público general cuando en realidad no estás ofreciendo las herramientas para que la gente que no sabe nada del tema tenga una aproximación a tu pieza?”, se pregunta la artista. En los últimos años, hemos visto en México a artistas como Gilberto Esparza, quien ganó el Golden Nica de Ars Electronica, uno de los reconocimientos más importantes en el mundo del arte digital y electrónico por su trabajo con sistemas biológicos para crear conciencia ambiental; también está la reimaginación a la fachada del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, con una arquitectura neoindigenista por Julieta Gil; la exploración de video mapping en las zonas arqueológicas de CocoLab; la animación experimental de Adrián Regnier y los mundos distópicos de inteligencia artificial de Gibrann Morgado, entre muchos otros que exploran los límites de la tecnología, el diseño, el arte y la innovación. “Es difícil, pero en México existe la capacidad y el soporte de las instituciones y personas para producir arte que tiene calidad internacional. Hoy hay un espacio y una comunidad que están enfocados a desarrollar arte con tecnología, desde la ciencia y desde la parte de reflexión artística”, finaliza Garza Lau.

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saaaaaaaadnesssssss, de Janet40 en colaboración con Daniel Pérez (2017). Por otra parte, existen artistas digitales que se enfocan en empujar los límites de la tecnología. Anni Garza Lau, quien comenzó siendo diseñadora de videojuegos, es una de las exponentes más importantes de lo digital en el país. Su trabajo está enfocado en la interacción física con la tecnología y el affective computing, que explora el uso de la tecnología en el reconocimiento emocional a partir del rostro, las ondas cerebrales o la piel. “Me molesta un poco esta idea que la gente tiene de que el arte debe ser estético. Yo pienso que no, el arte tiene que adaptarse a cada época y los artistas intentamos hablar de los problemas concretos que vemos en cada época; es nuestro contexto y nuestra realidad”, explica Garza Lau. El arte digital se alimenta de investigación y generación de datos que después busca visualizar. Esto podría ser cualquier cosa: creación de imágenes, experimentación en video, inteligencia artificial, realidad virtual, experiencias de marketing, pintura digital e innovación en programación, entre otros. ”Los límites del arte digital tienen que ver con la intención de hacer arte per se. Y pese a que las herramientas y las maneras de comercializar sean relativamente nuevas, creo que tiene que ver con el mismo fin que ha estado lidiando el arte siempre: dónde se exhibe, quién lo ve y, en nuestro caso, quién lo puede comprar”, comenta Nava.

Vista de exposición "ConfessionsXL @ llorar" (2018) “Mi utopía es que el arte digital ocupe espacios más importantes a nivel social y genere movimiento o acción, porque desde hace muchos años está bastante separado el nicho del arte”, comenta Garza Lau. El hecho de que el digital viva en las pantallas lo convierte en un concepto más dinámico. Un link con un experimento llega a muchas más personas de las que caben en un museo. “El mensaje tiene que llegar a más gente que a la galería o el coleccionista. ¿Cuál es el sentido de hacer arte y abrirlo a un público general cuando en realidad no estás ofreciendo las herramientas para que la gente que no sabe nada del tema tenga una aproximación a tu pieza?”, se pregunta la artista. En los últimos años, hemos visto en México a artistas como Gilberto Esparza, quien ganó el Golden Nica de Ars Electronica, uno de los reconocimientos más importantes en el mundo del arte digital y electrónico por su trabajo con sistemas biológicos para crear conciencia ambiental; también está la reimaginación a la fachada del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, con una arquitectura neoindigenista por Julieta Gil; la exploración de video mapping en las zonas arqueológicas de CocoLab; la animación experimental de Adrián Regnier y los mundos distópicos de inteligencia artificial de Gibrann Morgado, entre muchos otros que exploran los límites de la tecnología, el diseño, el arte y la innovación. “Es difícil, pero en México existe la capacidad y el soporte de las instituciones y personas para producir arte que tiene calidad internacional. Hoy hay un espacio y una comunidad que están enfocados a desarrollar arte con tecnología, desde la ciencia y desde la parte de reflexión artística”, finaliza Garza Lau.

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Los movimientos artísticos han evolucionado a lo largo de los años: nacen y mueren con las revoluciones. La fotografía, por ejemplo, cambió para siempre la representación de la realidad, ya no tenía sentido para los pintores querer retratarla y así nacieron las vanguardias, para más tarde dar lugar al arte electrónico y digital. El historiador de arte Frank Popper, experto en la relación entre el arte y la tecnología, sitúa el origen del arte electrónico a finales de los años sesenta. Actualmente, la última frontera del arte es el digital pero, a diferencia de las bellas artes, es mucho más ambiguo en su técnica: puede hacerse pasar por diseño, un juego o hasta por marketing. En México, el panorama es diverso: artistas, curadores y gestores culturales intentan dar forma y delimitar el concepto del arte digital mientras producen y borran los límites entre la tecnología, el mercado del arte y la innovación. Patricia Siller y Luis Nava, creadores y gestores de la plataforma Janet40, consideran que el arte digital es un experimento constante. “Creo que está justo en medio de las bellas artes y el arte popular, y me encanta. Yo lo veo como el puente entre entretenimiento y arte”, comenta Siller. Janet40 se dedica a gestionar la salida de proyectos digitales a lo material. “Iniciamos trabajando con artistas digitales mexicanos con un interés medio fetichista por materializar contenidos que existían en pantalla. Hay una frase que utilizamos siempre y creo que da en el clavo: lo que hacemos son souvenirs de internet”, sugiere Nava. El proyecto no se dedica solamente a la impresión de arte digital, sino que busca encontrar salidas creativas que aporten a la pieza y que, ya materializadas, se puedan comercializar.

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saaaaaaaadnesssssss, de Janet40 en colaboración con Daniel Pérez (2017). Por otra parte, existen artistas digitales que se enfocan en empujar los límites de la tecnología. Anni Garza Lau, quien comenzó siendo diseñadora de videojuegos, es una de las exponentes más importantes de lo digital en el país. Su trabajo está enfocado en la interacción física con la tecnología y el affective computing, que explora el uso de la tecnología en el reconocimiento emocional a partir del rostro, las ondas cerebrales o la piel. “Me molesta un poco esta idea que la gente tiene de que el arte debe ser estético. Yo pienso que no, el arte tiene que adaptarse a cada época y los artistas intentamos hablar de los problemas concretos que vemos en cada época; es nuestro contexto y nuestra realidad”, explica Garza Lau. El arte digital se alimenta de investigación y generación de datos que después busca visualizar. Esto podría ser cualquier cosa: creación de imágenes, experimentación en video, inteligencia artificial, realidad virtual, experiencias de marketing, pintura digital e innovación en programación, entre otros. ”Los límites del arte digital tienen que ver con la intención de hacer arte per se. Y pese a que las herramientas y las maneras de comercializar sean relativamente nuevas, creo que tiene que ver con el mismo fin que ha estado lidiando el arte siempre: dónde se exhibe, quién lo ve y, en nuestro caso, quién lo puede comprar”, comenta Nava.

Vista de exposición "ConfessionsXL @ llorar" (2018) “Mi utopía es que el arte digital ocupe espacios más importantes a nivel social y genere movimiento o acción, porque desde hace muchos años está bastante separado el nicho del arte”, comenta Garza Lau. El hecho de que el digital viva en las pantallas lo convierte en un concepto más dinámico. Un link con un experimento llega a muchas más personas de las que caben en un museo. “El mensaje tiene que llegar a más gente que a la galería o el coleccionista. ¿Cuál es el sentido de hacer arte y abrirlo a un público general cuando en realidad no estás ofreciendo las herramientas para que la gente que no sabe nada del tema tenga una aproximación a tu pieza?”, se pregunta la artista. En los últimos años, hemos visto en México a artistas como Gilberto Esparza, quien ganó el Golden Nica de Ars Electronica, uno de los reconocimientos más importantes en el mundo del arte digital y electrónico por su trabajo con sistemas biológicos para crear conciencia ambiental; también está la reimaginación a la fachada del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, con una arquitectura neoindigenista por Julieta Gil; la exploración de video mapping en las zonas arqueológicas de CocoLab; la animación experimental de Adrián Regnier y los mundos distópicos de inteligencia artificial de Gibrann Morgado, entre muchos otros que exploran los límites de la tecnología, el diseño, el arte y la innovación. “Es difícil, pero en México existe la capacidad y el soporte de las instituciones y personas para producir arte que tiene calidad internacional. Hoy hay un espacio y una comunidad que están enfocados a desarrollar arte con tecnología, desde la ciencia y desde la parte de reflexión artística”, finaliza Garza Lau.

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Vista de exposición "ConfessionsXL @ llorar" (2018) “Mi utopía es que el arte digital ocupe espacios más importantes a nivel social y genere movimiento o acción, porque desde hace muchos años está bastante separado el nicho del arte”, comenta Garza Lau. El hecho de que el digital viva en las pantallas lo convierte en un concepto más dinámico. Un link con un experimento llega a muchas más personas de las que caben en un museo. “El mensaje tiene que llegar a más gente que a la galería o el coleccionista. ¿Cuál es el sentido de hacer arte y abrirlo a un público general cuando en realidad no estás ofreciendo las herramientas para que la gente que no sabe nada del tema tenga una aproximación a tu pieza?”, se pregunta la artista. En los últimos años, hemos visto en México a artistas como Gilberto Esparza, quien ganó el Golden Nica de Ars Electronica, uno de los reconocimientos más importantes en el mundo del arte digital y electrónico por su trabajo con sistemas biológicos para crear conciencia ambiental; también está la reimaginación a la fachada del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, con una arquitectura neoindigenista por Julieta Gil; la exploración de video mapping en las zonas arqueológicas de CocoLab; la animación experimental de Adrián Regnier y los mundos distópicos de inteligencia artificial de Gibrann Morgado, entre muchos otros que exploran los límites de la tecnología, el diseño, el arte y la innovación. “Es difícil, pero en México existe la capacidad y el soporte de las instituciones y personas para producir arte que tiene calidad internacional. Hoy hay un espacio y una comunidad que están enfocados a desarrollar arte con tecnología, desde la ciencia y desde la parte de reflexión artística”, finaliza Garza Lau.

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Vista de exposición "ConfessionsXL @ llorar" (2018) “Mi utopía es que el arte digital ocupe espacios más importantes a nivel social y genere movimiento o acción, porque desde hace muchos años está bastante separado el nicho del arte”, comenta Garza Lau. El hecho de que el digital viva en las pantallas lo convierte en un concepto más dinámico. Un link con un experimento llega a muchas más personas de las que caben en un museo. “El mensaje tiene que llegar a más gente que a la galería o el coleccionista. ¿Cuál es el sentido de hacer arte y abrirlo a un público general cuando en realidad no estás ofreciendo las herramientas para que la gente que no sabe nada del tema tenga una aproximación a tu pieza?”, se pregunta la artista. En los últimos años, hemos visto en México a artistas como Gilberto Esparza, quien ganó el Golden Nica de Ars Electronica, uno de los reconocimientos más importantes en el mundo del arte digital y electrónico por su trabajo con sistemas biológicos para crear conciencia ambiental; también está la reimaginación a la fachada del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, con una arquitectura neoindigenista por Julieta Gil; la exploración de video mapping en las zonas arqueológicas de CocoLab; la animación experimental de Adrián Regnier y los mundos distópicos de inteligencia artificial de Gibrann Morgado, entre muchos otros que exploran los límites de la tecnología, el diseño, el arte y la innovación. “Es difícil, pero en México existe la capacidad y el soporte de las instituciones y personas para producir arte que tiene calidad internacional. Hoy hay un espacio y una comunidad que están enfocados a desarrollar arte con tecnología, desde la ciencia y desde la parte de reflexión artística”, finaliza Garza Lau.

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